viernes, 23 de noviembre de 2007

…pasa sus últimos días en Japón (I)

El lunes día 5 por la mañana, después de desayunar, Carlos se fue a ver el Zenkoo-ji, mientras que yo, por mi parte, me fui a trabajar. La mañana tendría interés si esto lo contara Carlos, pero lo estoy haciendo yo, así que os tendréis que conformar.

Quedamos al mediodía para comer en un restaurante de sushi que me recomendó la secretaria del instituto, gracias Yamada-san. Se trataba de uno de esos restaurantes en los que la comida va en platos sobre una cinta transportadora. En ellos se pueden coger los platos que se quieran y luego se paga dependiendo del tipo y la cantidad de los mismos que se hallan cogido. También se pueden pedir platos al cocinero, quien está tras la barra, si no se ven en la cinta. He ido en tres ocasiones a comer sushi durante mi estancia en Japón, y me parece que esta fue la vez que más me gustó.

Después de atiborrarnos de pescado crudo y arroz, nos fuimos en busca de un onsen que nos indicaron en la oficina de turismo. Lo malo es que se nos hizo tarde para coger el autobús que, en principio, hace el viaje gratis hasta la zona, en la que hay varios de esos baños japoneses. Por suerte, se trataba de un sitio al que se puede llegar fácilmente andando. Además, resultó que el onsen en cuestión era el mismo al que me habían llevado hacía unas dos o tres semanas, así que, como recordaba más o menos el sitio y su funcionamiento, no tuvimos problemas para tomar el baño.

Después de esto nos fuimos a cenar ramen a un restaurante al que había ido muchas veces, ya que queda cerca de la estación de trenes y tiene una carta accesible a extranjeros, vamos, que tiene fotos. Allí montamos un buen espectáculo para pedir una simple cerveza, y todo porque, ni la señora ni su hijo, sabían cómo preguntarnos si queríamos cerveza con o sin alcohol. Creo que la señora todavía se está riendo de nosotros.

Tras tomar la cena, sólo nos quedó volver a mi despacho para ver el correo y después a mi habitación para dormir algo.

De momento esto es todo.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

domingo, 11 de noviembre de 2007

...pasa sus ultimos dias en Japon bien acompañado

Como ya os dije, esta semana esta siendo de locura. Pero antes de seguir, decir que estoy en un hotel en Tokio con un teclado sin acentos, para los puristas del idioma.

Una entrada rapida para comentar algo de la ultima semana en Japon.

El lunes, Carlos se fue a ver el Zenko-ji el solo y luego nos vimos para ir a comer sushi y por ultimo a un onsen.

El martes, Carlos se fue por la mañana a ver el castillo de Matsumoto y luego, depues de quedar para comer, se fue para Tokio. A mi me cogieron a las siete y media de la tarde para ir a cenar yakiniku, carne a la brasa.

El miercoles no paso nada interesante, trabajar y ultimar papeleo.

El jueves fue un dia increible. Me cogieron a las 12:30 de la mañana para ir a Jigokudani-koen, que es el parque donde hay unos monos que se bañan en un osen natural. A continuacion, nos fuimos a un onsen que tenia unas vistas impresionantes de un valle por la noche con las ultimas luces del dia y la iluminacion nocturna de las ciudades. Que sepais que de esto hay fotos, ya vere si las enseño algun dia...

Por la noche me dieron una fiesta de despedida, con nomehodai incluido. Luego karaoke y por ultimo una ultima consumicion en un bar muy dificil de describir.

El viernes me pude ver por fin con Joan y Joel, dos amigos de Huesca que se vinieron a Japon, pero que por culpa de que no estuve el jueves por Nagano en todo el dia, no pudimos vernos hasta este dia.

El sabado estuvimos dando vueltas los tres juntos por el Zenko-ji y el resto de Nagano, incluyendo un ba
ño en un onsen, de nuevo. Por la noche recogimos las cosas, lo cual me llevo mucho tiempo. Dos meses dan para mucho.

Hoy, domingo, quede con mi jefe para darle las llaves de la habitacion y tarjeta de seguridad del laboratorio. El mismo nos subio hasta la estacion. Llegamos a Tokio, donde nos encontramos con Carlos y estuvimos dando vueltas de nuevo por esta gran ciudad.

De momento, esto es todo. No tendre tiempo de escribir mas entradas hasta que vuelva a Espa
ña, a lo mejor mas adelante puedo colgar algun comentario mas con fotos.

Esto es una despedida, al menos de Japon, asi que me toca echar la lagrimina. Pero de esto no os voy a hablar, supongo que no es interesante, quedaros con los fines de semana y las tonterias que hice por aqui.

Besos y abrazos para todos. Hoy me siento generoso.

viernes, 9 de noviembre de 2007

…pasa el fin de semana en Tokio con un amigo (II)

¡Madre mía! Esta semana está siendo de locura, así que me he retrasado mucho con las entradas. Me queda poco tiempo así que voy a tratar de resumir lo que fuimos haciendo esta semana. Si pretendo contar todo lo que quiero voy a tener que resumir bastante y no subir fotos.

El domingo estuvimos dando vueltas por Tokio, pero muchos de los sitios en los que estuvimos ya los comenté la otra vez que estuve allí. Fuimos en primer lugar a Asakusa, pero de este templo ya hablé en otra entrada. Allí nos encontramos con una tienda que no había visto antes. Para los seguidores de Miyazaki, en Asakusa hay una tienda dedicada a regalos de sus películas.

Después nos acercamos a Ginza, donde estuvimos en la tienda Apple y en el edificio Sony. Que sepáis que ahora (por lo menos yo no la había visto hasta ahora) va a salir una cámara que cuando sonríes te saca una foto. Como nos partimos de risa delante de la pantalla a la que tenían conectada la cámara cuando nos dimos cuenta de lo que pasaba, nos sacó un montón de fotos en un minuto. Además, en Ginza, se nos acercaron dos chicas que se quisieron hacer una foto con nosotros. Fue bastante curioso, porque estábamos parados en el medio de la calle y cuando me di cuenta, una de ellas estaba detrás de nosotros y la otra con la cámara para robar una foto, así que les dijimos que si querían que les sacáramos una sin robar. Cogí la cámara y les saqué una foto con Carlos, ya se ve quién triunfa por aquí.

Después nos fuimos caminando hasta la explanada en frente del palacio Imperial y de allí hasta el parque Yoyogi (en tren), que estaba mucho más animado que cuando yo fui hace un mes, que ya es decir. Aparte de las chicas de cosplay que estaban en Jinguu-Bashi, había un grupo de rockabilly bailando en medio de la entrada del parque, tenían allí mismo aparcadas las motos. Al lado estaba un grupo bailando canciones de Elvis, al estilo Grease. Gente jugando al bádminton, al disco, la pelota... También había grupos de música, tambores africanos, instrumentos tradicionales japoneses, claqué... Lo que me gusta de este parque es el buen ambiente que se respira. Todo el mundo está a su aire, haciendo lo que más le gusta y si quieres puedes parar a mirarlos y sacarles fotos, no parece importarles.

Desde Yoyogi nos fuimos dando un paseo por Harajuku hasta Shibuya, donde Carlos se deleitó en uno de los sitios que tenía marcado en su plano mental de cosas imprescindibles para hacer en Japón.

Después de esto, nos fuimos hasta el hotel para coger las cosas y venir a Nagano, donde llegamos sobre las once de la noche, con lo que tuvimos que coger un taxi para llegar a mi habitación. Nos calcó más de 1500 yenes por un trayecto que en autobús se hace por 100, pero qué se le va a hacer, no había otra opción.

Ya sé que esta entrada queda un poco sosa sin fotos, pero si me paro a subirlas, no escribiré todo lo que quería. Además, de los sitios que comento aquí, ya he puesto imágenes, así que no hace demasiada falta.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

…pasa el fin de semana en Tokio con un amigo (I)

Vaya, me parece que me voy a retrasar bastante con las entradas. De todas maneras ya no importa demasiado, porque esto empieza a acabarse.

Este sábado me levanté pronto para poder hacer un poco de limpieza en la habitación y poder ir a Tokio a una hora prudencial. Supongo que no querréis que cuente el proceso de limpieza, así que paso a contaros un poco cómo fue el fin de semana.

En el tren me encontré con algunas cosas que solo se pueden vender en un país como este.

Esto lo vendían en la tienda del tren, entre otras cosas. Es muy conocida la facilidad con la que los japoneses se duermen en cualquier sitio, así que es normal que se busquen inventos para hacerlo de una manera cómoda.

Cuando llegué a la estación de Tokio ya casi era hora de comer, así que me metí en un restaurante de comida rápida en la misma estación. Después de pedir, el japonés que estaba sentado delante de mí, me habló en un muy buen castellano. Cuando me repuse de la sorpresa, me di cuenta de que había dejado mi guía encima de la mesa (lo siento, tenía que hacer alguna referencia a ella, pero ahora viene al caso). Resulta que estuvo viviendo durante 10 años en Brasil y tenía un amigo español que le enseñó castellano. Cosas que ocurren en estaciones de tren.

Una vez comido y bebido me puse a buscar una cosa que tenía ganas: un museo de bonsáis. Había mirado la dirección de uno en Tokio y hacia allí me fui. De camino a él, me encontré con esto en medio de un río (no recuerdo el nombre).

Era una especie de piscifactoría donde la gente va a pescar. En algún sitio leí que lo hacen para relajarse. Lo que no sé es si te puedes llevar lo que pesques. En ese caso espero que el agua esté depurada, porque, como para fiarse del agua de un río en el medio de una ciudad de 12 millones de habitantes. El caso es que esto fue lo más interesante que encontré en aquella zona, ya que el museo estaba cerrado. Creo que voy a marcharme sin haber visto un bonsái japonés.

A continuación me fui hacia Ikebukuru. Este es un barrio prescindible si se va poco tiempo a Tokio, a no ser que se haga turismo consumista, porque aquí están dos de los centros comerciales más grandes del mundo. Entré en uno de ellos y me estuve moviendo por sus 15 plantas, la mayor parte de ellas dedicadas a ropa. Algún consumista que conozco se debe de estar muriendo de la envidia... todo para él. Otra de las atracciones de Ikebukuro es la que se dice la escalera mecánica más grande del mundo.

Antes de subir te ponen un cartel recomendando no caminar por la escalera y, durante el trayecto, también había unos altavoces con indicaciones en japonés.

Después de esto me fui hasta Harajuku, otro de los barrios que me quedaron en el tintero cuando fui la otra vez a Tokio. Es, básicamente, un barrio comercial, con tiendas de todo tipo, o si no comprobarlo vosotros mismos.

Cerca de Harajuku está Shibuya, así que me fui a ver el famoso cruce, del que ya os hablé, en hora punta. La verdad es que es casi agobiante. Es como si se formaran corrientes de gente y tienes que coger la que mejor te venga a tu destino, eso si tienes suerte. En Shibuya está la Supein-dori, es decir, la calle de España, así que no me resistí a pasarme por allí.

Esto es lo más español que había en la calle. Se trata de un restaurante en el que ponían tres tipos de menú. Fijaros en el menú Madrid.

Espárragos de Navarra, champiñones de Segovia, paella... muy madrileño. Lo mejor es lo de Lome de Bellota y su traducción al japonés. Resulta que el katakana que viene debajo pone Iberiko (en romaji), supongo que el resto (es kanji y no tengo ni idea) pondrá lo de lomo de bellota.

Por último me fui de nuevo hacia la estación de Tokio, porque llegaba Carlos. Llegué un poco pronto, por lo que me fui a dar una vuelta hasta la explanada del palacio Imperial. Esta foto no quedó mal del todo, aunque supongo que alguien tendrá algo que decir por los colores, la iluminación y esas cosas.

Luego me fui a esperar a Carlos en frente de la estación. Aquí lo tenéis, con su guía rápida de japonés y una sonrisa de oreja a oreja que no se le ha quitado desde que llegó.

Bienvenido a Japón Carlos.

Después nos fuimos al hotel para dejar las maletas... bueno las mochilas, porque a Carlos le perdieron su maleta. Aquí él podría hablar de la amabilidad y diligencia japonesa mejor que yo y de cómo le buscaron su maleta, se la mandaron al día siguiente al hotel, le dieron una indemnización inmediata y le ayudaron a coger el tren en el aeropuerto. Me imagino que en Barajas es lo mismo...

Buscamos un sitio donde cenar algo, encontrando abierto nada más que un restaurante de comida rápida japonesa que está abierto 24 horas. Se trataba de una cadena que se llama Yoshinoya, creo recordar. No es una mala opción para quien se le haga tarde. Después un paseíllo y para la cama.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

viernes, 2 de noviembre de 2007

…se va en busca de un amigo

Mañana será un gran día.

Mañana llega Carlos a Japón.

Iré a buscarlo a Tokio para pasar el fin de semana juntos. Bueno, en realidad será nada más que una noche y un día en Tokio, porque él llega a última hora de la tarde.

Esta semana no tengo mucho más para contar. Ha sido una semana intensa de papeleo, pero eso no creo que tenga mucho interés para vosotros. Así que esta será, con toda probabilidad, la entrada más corta del blog.

Pero la llegada de Carlos a Japón es un acontecimiento digno de ser mencionado.

Desde aquí mis mejores deseos para su breve, pero intensa estancia en el país que vio nacer a Miyazaki, Bola de Dragón, Boboboo, One Piece...

En fin... suerte Carlos, nos vemos en Shibuya.

Besos para ellas y abrazos para ellos.