Hace un año supe que tenía la posibilidad de venir a Japón, finalmente me concedieron una beca con la que poder financiar mi estancia en este país. Hace un año estaba en dudas de qué hacer ya que no sabía exactamente cuál era la situación en la zona tras el terremoto y posterior tsunami. Mis dudas estaban relacionadas con si aquí podían aceptarme más que con el conocido problema de la radiación. Como bien sabéis, me decidí por venir y no me he arrepentido ni una sola vez de haberlo hecho.
Sin embargo, ¿qué hay después? Somos muchos los jóvenes y no tan jóvenes que hemos tenido que marchar con la esperanza de volver. Hay mucha tinta tanto real como virtual vertida sobre este tema pero, aún a riesgo de resultar redundante, quiero poner mi granito de arena.
El detonador de querer escribir sobre el tema es un artículo que me ha enviado mi amigo Carlos, así como unas cuantas noticias que he estado leyendo y que supongo que muchos de vosotros ya conoceréis. Pero antes de ir con ellas, aclarar que no me avergüenza decir que tengo ganas y esperanzas (porque dicen que eso es lo último que se pierde) de volver a España, y si es a Asturias, mejor. Me gustaría poder volver y transmitir lo que he aprendido en los dos países en los que he vivido. Yo considero que ese es el espíritu de las estancias postdoctorales en países diferentes al propio, conocer cómo se hacen las cosas en otros sitios para poder quedarse con lo que se considere mejor y aplicarlo una vez que se vuelve.
Digo todo esto antes de que salgan los presupuestos para 2012, previstos para finales de marzo, donde no creo que haya sorpresas y no creo que los pronósticos fallen y el recorte de más de 600 millones de euros en ciencia se desvanezca sin más. Yo no entiendo de economía, pero sí he estudiado un poco de matemáticas y las cuentas no me salen.
Para comenzar, aquí podéis ver el artículo del que hablaba en primer lugar. Nos pone a los españoles en nuestro sitio en la historia por cómo nos ha costado incorporarnos al progreso. En este artículo se da también un dato muy revelador. La I+D española, según datos de la Comunidad Europea, ocupa el puesto número 21 de 32. Hace no mucho se nos llenaba la boca creyendo que éramos la novena economía mundial, queriendo incluso entrar en el grupo del G-7. Sin embargo, tras la explosión de la burbuja económica, dejando al aire las vergüenzas del ladrillo ¿qué es lo que podemos vender al exterior? En España, en época de bonanza, se nos llena la boca diciendo que se invierte en I+D pero es una de las cosas a las que primero meten la tijera. En España se invierte un 1.39% del PIB (datos del 2010) mientras que la media europea está en el 2%, media que incluye además de a España, países como Italia, Grecia, Portugal, Polonia o Irlanda, así que uno se puede imaginar lo que deben de invertir en Alemania, Inglaterra o Francia.
Pero claro, en España la I+D tiene que arrimar el hombro como ha dicho Carmen Vela, Secretaria de Estado de Investigación (ya que no existe un ministerio que lleve el nombre de Ciencia o similar). Dice que hay que preparar el sistema para cuando lleguen los recursos… ¿de dónde? Como siempre, esperando a que nos saquen otros las castañas del fuego. Claro, vamos a recortar 600 millones de euros en investigación para que sea más fácil mantener la infraestructura. Pero lo que a uno le saca aún más de sus casillas es ver el mismo día esta noticia publicada, en la que se pretende encontrar solución para que los equipos de fútbol paguen sus deudas con la administración pública (que no otras deudas, como con los bancos a los que se les ha inyectado sumas ingentes de dinero para sanearlos): 752 millones de euros. Una noticia que apesta a una nueva condonación de deuda como al parecer ya se ha hecho hasta tres veces. Cuando puse las dos noticias una al lado de la otra, aún desde 10000 km de distancia, primero se me cayó el alma a los pies y luego me llené de indignación. Soy el primero que dio saltos cuando Iniesta marcó en la final del mundial quedándome casi afónico, pero creo que mis conocimientos de matemáticas me permiten sonrojarme al leer estas noticias cuando hago la resta de las cantidades. Y si nos comparamos con un país que empiezo a conocer mejor, aquí en Japón me han dicho que a pesar de estar saliendo todavía de la crisis consecuencia del pinchazo de la burbuja económica de los años 90, el presupuesto en ciencia no se ha recortado. De esta manera, en el grupo que estoy ahora tienen más recursos, en comparación con el tamaño, que el Instituto del Carbón donde hice la tesis. Y es que los países avanzados no recortan en I+D en tiempos de crisis, al contrario, mantienen o suben los presupuestos. Y, de paso ¿qué ocurre en Asturias? Pues esta es la respuesta, como no podía haber otra.
En España se ha gastado un dinero en formar a los investigadores que se supone tenían que llevarnos hacia adelante, gastando un dinero importante en el camino. Este artículo es un poco antiguo pero sigue más vigente ahora que nunca. A pesar de no llevar mucho tiempo fuera, me siento bastante identificado, no sólo porque la chica que lo escribe es asturiana si no porque ha encontrado un sitio donde está más a gusto a pesar de todo lo que tiene que dejar atrás cada vez que vuelve de visita. Unos padres que sufren por nosotros y amigos con los que se va perdiendo contacto, aunque por suerte en mi caso éste aún sobrevive. Todo esto lo tenemos que rellenar con amistades a veces de conveniencia o de supervivencia social. Y estoy convencido que aquel que se queda a vivir en otro país es alguien que, en la mayor parte de los casos, ha encontrado pareja allá donde esté, ya sea nativa, del mismo país de origen o de donde sea.
Y ¿qué es lo que se consigue con todo esto? Pues como se dice aquí y aquí, una generación de científicos perdida y para darle un poco de carácter internacional, también se habla de los españoles fuera, como podéis encontrar aquí. Además, yo añadiría que no se pierden sólo científicos sino que todo tipo de gente preparada que está fuera o haciendo las maletas para irse porque ha perdido la esperanza. Tal vez sean las generaciones en edad de trabajar más preparadas de la historia de España, con carreras universitarias, idiomas y experiencia. Algunos lograrán volver, otros no, pero en el tiempo que transcurra entre uno y otro, otros países se van a beneficiar de la fuerza humana que se ve obligada a emigrar.
Lo voy a dejar aquí porque podría rellenar muchas líneas de indignación comparando esta situación con la corrupción que asola nuestro país. O hablando más extensamente de la situación de la ciencia en España. Pero creo que es suficiente amargura por hoy.
Así que, como dije antes, tras un año de haber tomado la decisión de venir aquí, vuelvo a estar en la misma situación: tengo que pensar qué es lo que va a ser de mí cuando termine aquí, pero me parece que el futuro está ahora un poco más oscuro que hace un año. Y eso que, a riesgo de sonar contradictorio, aunque no soy optimista, no veo el futuro con pesimismo, siempre habrá algo en algún sitio.
Besos para ellas y abrazos para ellos.