En
la anterior
entrada me había quedado con mi jefe en Concepción, así que voy a retomar
el recorrido por esa ciudad. En realidad, no tuve mucho tiempo para nada en
general y menos para hacer turismo, en particular. Además, una cosa que me
suele pasar es que si no voy solo, saco menos fotos, no es cuestión de hacer
esperar a la gente y mucho menos en el caso de ir con el jefe.
Como
dije, la ciudad no es gran cosa, da la sensación de ser un poco anárquica y con
bastante chabolismo, así que el paseo por el centro fue bastante corto. Quizá uno
de los sitios más bonitos del centro, por lo que yo pude ver, es la Plaza de la
Independencia.
En
un lateral se encuentra la Catedral. No entré, así que no puedo decir como es
por dentro pero por fuera no llama mucho la atención.
Una
cosa que sí nos llamó bastante la atención fue la cantidad de perros sueltos
que andaban por la calle.
Realmente
parecía ser un problema para la ciudad y según nos comentaron, así era ya que
había bastantes casos de mordeduras y yo supongo que también de sanidad. Es
algo ya bastante aceptado en la ciudad y mucha gente les da de comer, así que
es complicado darle una solución al problema. La anterior foto está tomada en
una plaza al lado del edificio de los tribunales.
El
edificio es realmente curvo, no es problema de la panorámica, de verdad. Al sur
del centro, a los pies de un cerro, se encuentra el Parque Ecuador, el cual no
estaba mal para dar un paseo.
Se
podía subir un poco hacia el cerro pero se me hacía algo tarde para volver al
hotel antes de que nos fueran a buscar para cenar y además no me dio muy buena
espina.
Cerca
del centro también está la Universidad de Concepción, que a fin de cuentas era
donde íbamos. Al parecer, está considerada como la tercera universidad del país
y la mejor fuera de la capital.
Otra
cosa que me llamó mucho la atención fue la cantidad de autobuses que había,
todos ellos muy viejos y pequeños. Cuando le pregunté al jefe de allí, me dijo
que al parecer el gremio de los autobuses es muy fuerte y no quieren cambiar la
flota. También había un proyecto para poner un tranvía pero eso les quitaría
clientela. Además, hay un sistema bastante curioso de taxis que hacen las
mismas líneas que los autobuses, con el mismo precio que el billete normal. No se
desvían de la ruta y, aunque no estoy seguro ahora, se puede subir cuando se quiera.
Al parecer, hay que tener cuidado en qué sitio se sienta uno porque si te toca
en el medio atrás, bajarte puede ser complicado.
Como
se puede ver en las anteriores fotos, el tiempo nos respetó bastante, aunque
algún día nos llovió. También se puede pensar que no estábamos en invierno,
como realmente correspondía en el hemisferio sur siendo agosto. Para mostraros
que de verdad estábamos en invierno, os voy a poner la siguiente foto de un
sitio al que fuimos a pasar una noche.
Esto
es en las montañas hacia el interior, más o menos a la misma altura que
Concepción. Supongo que hablar de interior
en Chile no tiene mucho sentido, teniendo en cuenta lo estrecho que es el país.
El sitio se llamaba Termas de Chillán que, como su propio nombre indica, está relativamente
cerca de Chillán, una ciudad que creo que fue capital al principio de la
colonización española, y además es un centro termal y de esquí. Se encuentra
cerca de los volcanes conocidos como Nevados de Chillán, que están activos. Lo malo
es que tuvimos bastante mal tiempo y no pudimos ver los volcanes. Algo que me
pareció bastante curioso y que nunca había visto es que de la que subíamos
había gente en la carretera que ofertaba alquiler de cadenas para el coche,
cosa que tuvimos que hacer y fue un acierto puesto que la noche que pasamos
allí nevó bastante, como podéis ver en la foto anterior.
El
hotel donde pasamos esa noche estaba muy bien, es lo bueno que tiene ir con el
jefe, que como no te pueden dejar por ahí tirado (bueno, sí que podrían pero,
por suerte, no fue el caso) te llevan con ellos a buenos sitios. Aquí va una muestra
del interior.
También
se podía uno dar un baño en la piscina termal, al estilo de los onsen japoneses, aunque aquí la piscina
era mixta y había que llevar ropa encima.
La
foto está tomada de noche y de lejos, así que no se ve nada, pero os aseguro
que la piscina estaba donde se ve la luz a través de los ventanales de cristal
de la derecha. Además, había una piscina exterior en la que pudimos bañarnos
cayendo la nieve sobre nosotros. Otra diferencia con los onsen es que la temperatura era mucho más moderada y se podía estar
dentro más tiempo.
De
vuelta ya en Concepción, un día nos acercamos a Dichato, un pueblo costero cercano
y que resultó muy dañado por el tsunami de 2010.
Allí
comimos en un restaurante que había sido destruido completamente. Como no podía
ser de otra manera, tengo que poner algo de comida. Chile es famoso por su
pescado, así que aquí va una foto de un Congrio a lo Pobre.
Como
suele pasar, a lo Pobre suele
significar con alto nivel de calorías,
en este caso, congrio rebozado con huevos fritos, patatas fritas y cebolla
pochada. Estaba muy bueno, os lo aseguro. Lo malo es que esa misma noche el
jefe nos quiso llevar a un restaurante de comida típica de la Patagonia chilena
donde la especialidad era cordero a la estaca.
Bueno,
al menos pongo la ensalada en primer término, para que el cordero parezca
menos. Lo malo es que entre el congrio del mediodía y el tamaño del cordero,
tuve que renunciar a comer parte del frito de verduras del acompañamiento… si
es que tanto tofu aquí no me deja ser el que era. El restaurante se encontraba en
San Pedro de la Paz, al sur de Concepción, al otro lado del río Bio Bio, y
tenía unas buenas vistas, aunque de noche la foto no es muy buena (con poco
tiempo y sin trípode no se puede hacer mucho).
Al
día siguiente ya había que volver, así que nos dio tiempo a poca cosa. Eso sí,
como no pudimos ver los volcanes de los que hablé más arriba, elegí los
asientos del avión de manera que pudiéramos mirar hacia el este y el resultado
fue el siguiente.
Lo
sé, no se ve muy bien, pero sí que se puede distinguir la silueta del volcán. Una buena despedida del país, siguiendo el cinturón de fuego de vuelta a Japón, ya sabéis, muchas horas más de avión, tren, autobús y taxi.
Y
hasta aquí puedo contar. Un viaje rápido sin mucho tiempo para hacer cosas o visitar
sitios, pero sí lo suficiente como para hacerse una idea del país y querer
volver algún día para conocerlo mejor.
Besos
para ellas y abrazos para ellos.