Mira
que me está costando escribir las entradas a tiempo, siempre llego justo al
final del mes. Voy a dejar de disculparme por ello porque ya empieza a no tener
demasiado sentido aunque en esta ocasión tengo que hacerlo con Joan porque ya
tengo sin terminar algunas historias con él y ésta lleva camino de convertirse
en otra de ellas.
Voy
a retomar por tanto la historia de cómo fui de cráter en cráter. El primero de
ellos fue allá
por julio en la isla coreana de Jeju. El siguiente fue el mismo monte Fuji,
también conocido en España como el monte Fujiyama,
pero esto es un pleonasmo puesto que yama,
en japonés山 significa montaña,
así que se estaría diciendo “monte Fuji montaña”.
Hacía bastante tiempo que tenía en mente subir el Fuji,
una montaña icónica donde las haya y la más alta de Japón, pero siempre me
echaban para atrás todos los comentarios que había escuchado sobre la cantidad
de gente que sube, llegando a formarse colas en las horas punta en determinados
días. El problema que hay es que sólo se puede subir durante el verano. En
realidad, creo que se puede subir en cualquier momento del año pero es en
verano cuando los refugios están abiertos y hay mayor vigilancia y centros de
rescate abiertos. El invierno en Japón es duro y ya incluso en septiembre puede
haber nevadas porque no deja de ser una montaña relativamente alta. Así que la
temporada de ascensión es de poco más de dos meses. Por ejemplo, este año fue
del 1 de julio al 10 de septiembre.
Este verano, Joan, a quien ya conocemos bastante bien
por este blog, vino con su novia y un amigo (que conoció en
la isla Reunión hace ya más de 4 años), y querían subir el Fuji. Yo además
tenía unos días de vacaciones en la universidad los cuales tenía que coger
durante el verano, así que los utilicé para unirme a ellos y subir el Fuji.
Podría ponerme a describir con más detalle las posibles rutas, refugios y demás
historias pero eso se puede encontrar en cualquier otro blog y páginas
oficiales y extraoficiales, así que lo voy a dejar. Si alguien quiere más
información que me la pida, puedo pasar algunas buenas direcciones de internet
y tengo algunos folletos sobre los accesos y demás, aunque todo de 2014 y puede
cambiar de año en año.
Hay 4 rutas para subir: Yoshida, Subashiri, Gotemba y Fujinomiya. Entre ellas, la Yoshida
es la más popular (este año la usaron más de 170000 personas), así que quisimos
evitarla y nos decidimos por la Subashiri
(fuimos unos 33000). Para ello, elegimos hacer la noche previa en una pequeña
ciudad al sureste del Fuji, Mishima, más que nada porque nos decidimos un poco
tarde y no había sitio en otras ciudades. De todas maneras, creo que resultó un
acierto porque había buenas conexiones para llegar a las entradas de las rutas
de ascenso y la ciudad resultó tener su encanto.
Mishima se encuentra en una zona tomada por la lava
escupida por el Fuji hace unos 100000 años. En la tarde que pasamos juntos en
esta ciudad nos dio tiempo a visitar un par de sitios. El primero de ellos fue
el parque Rakuju.
Se supone que en esta foto tendría que haber un lago
en el medio pero en su lugar pudimos ver a esas tres mujeres trabajando,
recogiendo malas hierbas. Me imagino que estarían haciendo labores de
mantenimiento y por eso no había agua. Todavía me sigue sorprendiendo ver cómo
trabajan aquí los jardines. Os aseguro que hacía mucho calor con una humedad
muy alta y allí estaban las tres mujeres, hombro con hombro, quitando la maleza
hierba a hierba. En la foto anterior se puede apreciar el tipo de roca
volcánica que nos íbamos a encontrar durante el siguiente día y medio. Pero no
todo era sequedad y rocas volcánicas en el parque.
Supongo que alguien que lea esto sabrá qué flor es, yo
no tengo ni idea pero me pareció bastante curiosa.
Después nos acercamos al Mishima Taisha o lo que es lo mismo, al Gran templo de Mishima. En los jardines del templo sí que nos
encontramos con agua.
Incluso tenía algún habitante.
En los estanques de los templos japoneses siempre
suele haber carpas y estas tortugas que parece que llevan un antifaz rojo. Este
templo tenía buena pinta para ver los cerezos en flor, aunque llegamos un poco
tarde, claro.
Y para que se vea que de verdad era un templo, aquí
está el edificio principal.
Al día siguiente cogimos un tren hasta la ciudad de Gotemba y de allí subimos en autobús
hasta una de las quintas estaciones, en nuestro caso hasta la entrada de la
ruta Subashiri a 2000 m de
altura. Hay cuatro quintas estaciones, correspondientes a las cuatro rutas. La
de la ruta Subashiri es la segunda más
baja. Las estaciones llegan hasta la número 9 por cada una de las rutas, siendo
la décima la cima. Se suele salir de una de las quintas aunque se puede empezar
más abajo si se tienen tiempo, ganas y fuerzas. Aquí os pongo al grupo antes de
empezar el ascenso que comenzamos hacia mediodía.
No nos hicieron pagar entrada como ponía en los
folletos que nos habían dado en Mishima,
donde decía que había que pagar 1000 yenes (7.25€) por persona. Tampoco nos
hizo falta llevar retretes portátiles (unas bolsas con químicos para deshacer
los residuos), cosa que había oído que se había tenido que hacer unos días
antes y algunos extranjeros se habían quejado. Esto a un montañero le resulta
un poco raro porque las necesidades siempre se han hecho buscando un buen árbol
o una roca. Sin embargo, esta montaña es diferente, primero por la cantidad de
gente que sube y se dejaría todo hecho un vertedero. Además, una vez pasados
los 2000-2300 m de altura, apenas hay árboles y no hay donde apartarse un
poco. La opción que queda son los servicios de pago que hay en los refugios,
por el módico precio de 2-300 yenes por vez, y donde hay que contener la
respiración por los olores que tumban.
La subida la dejaré para la siguiente entrada, ya
veremos si no echo otro mes, como viene siendo habitual.
Besos para ellas y abrazos para ellos.