Comienza un nuevo año… bueno, ya comenzó hace semanas,
el mes pasado no colgué ninguna entrada y este mes espero a casi el último día
para hacerlo, así que parece que todo sigue como siempre a pesar de los buenos
propósitos.
Podría ponerme con algo diferente ya que en estas
últimas vacaciones de navidad se me ocurrieron unos cuantos temas de los que
hablar durante los largos viajes. Pero, al final lo descarté, algunos temas
eran demasiado ñoños, otros los tengo que pulir más y, sobre todo, porque
quiero terminar con el viaje de mis padres por Japón, que ellos se lo merecen y
también porque quedan algunas cosas guapas por enseñar.
Hace
un par de meses estábamos dejando Kioto para seguir el camino hacia el
norte. La siguiente parada antes de llegar a Sendai fue para ir a ver el Fuji,
una de las montañas/volcán más conocidas del mundo. Cuando mi madre estuvo por
aquí en 2011 no la llevé a verlo así que tenía esa espinita clavada y había que
sacársela.
Del Fuji ya hablé bastante en la serie de entradas de …va
de cráter en cráter. Lo que se suele decir del monte Fuji es que hay que ir
a verlo, no a subirlo (a pesar de las colas que siempre hay para llegar a la
cima) y a este dicho no le falta ni pizca de verdad. El problema de subirlo es
que no se puede admirar su belleza para ello hay que alejarse un poco. Como
todo, es cuestión de perspectiva. Así es que me acabo de dar cuenta de que en
un blog como éste en el que casi todo está dedicado a Japón, no hay una foto
decente del Fuji.
Las mejores vistas del Fuji dicen que son las que se
ven desde alguno de los Fujigoko, los
Cinco Lagos del Fuji, que es un
nombre bastante auto-aclaratorio. De estos cinco lagos que rodean la montaña, el
más famoso es el Kawaguchi, al norte.
Fuera de estos cinco, es también muy famoso el lago Ashi, al sureste, en Hakone,
zona famosa sobre todo por sus onsen.
Después de darle muchas vueltas, me decidí por el primero aunque ya había
estado hace algo más de 6 años. Es más fácil llegar a Kawaguchiko (ko significa
lago) desde Tokio pero nosotros íbamos desde el sur, así que lo que hicimos fue
dejar el shinkasen en Mishima
(que yo ya conocía) y coger un autobús que, pasando por Gotemba,
rodea el Fuji por el este hasta llegar a Kawaguchiko. Lo bueno de hacer esto es
que pudimos ir viendo el Fuji (aunque ya lo habíamos hecho desde el
shinkansen). Además, llegamos a una hora aceptable para dar un pequeño paseo
por los alrededores del hotel. Como había reservado con tiempo, pude pedir una
habitación con vistas y este fue el resultado.
Es casi imposible tener una mejor vista de la montaña.
Si alguien quiere el nombre del hotel, que me lo diga. A pesar de que era por
semana, una ganga no fue, eso seguro, pero para las vistas que teníamos y la
calidad de la cena y el desayuno, no creo que se encuentre nada más barato. En los
hoteles con vistas, quitando pensiones y albergues, hay que estar dispuesto a
pagar entre 100 y 150 euros la noche por persona como mínimo (y luego añadir la
comida).
Aquel día hacía mucho viento así que el paseo no fue
muy placentero pero sí mereció la pena.
Como acabo de decir, el viento soplaba muy fuerte por
momentos, tanto que parecía que se formaban pequeñas olas que, según el ángulo,
casi parece que estábamos a la orilla del mar.
A la vuelta ya estaba bastante oscuro.
Al día siguiente teníamos que llegar a Sendai pero mi
plan era volver por Hakone para visitar la zona. Hay varios trenes cremallera y
parece ser que se pueden ver algunos sitios curiosos, como una zona llamada Owakudani, un valle en los alrededores
de un cráter donde se pueden ver salir los vapores de la tierra e incluso
venden huevos cocidos en los vapores sulfurosos (suena delicioso). La zona es
peligrosa, especialmente en invierno, así que la cierran dependiendo de la
actividad volcánica. El problema fue que amaneció de la siguiente guisa.
Menos mal que el día anterior habíamos llegado pronto
al hotel para aprovechar el buen tiempo y el Fuji no tenía la gorra puesta. Desayunamos y cogimos los autobuses
para llegar a la zona de la que hablaba antes por si le daba tiempo a despejar.
Sin embargo, no tuvimos suerte así que cogimos el tren en Gora. Entre este pueblo y Odawara
se puede ir en un tren de línea privada, la línea Hakone-Tozan que, como tiene que salvar bastante desnivel y hay
poco sitio, entra un par de veces en una especie de apartaderos y el tren
cambia de sentido gracias a que lleva dos máquinas a los extremos y el
maquinista cambia de una a otra (o hay dos, eso no lo sé) de manera que se
puede hacer una curva de casi 180º.
Desde Odawara cogimos el shinkasen para llegar a
Sendai, vía Tokio, a media tarde y así pudimos descansar un poco tranquilamente
antes de dejar a mis padres al día siguiente el día libre, que yo tenía que
trabajar.
Besos para ellas y abrazos para ellos.
Por cierto 明けましておめでとうございます!para todos, que todavía no había felicitado el año, aunque ya estamos casi en febrero.