Hacía tiempo que quería hablaros del medio de transporte que más uso por las calles de Nagano.
Así es, se trata de una típica bicicleta japonesa. El segundo día después de llegar a Japón, mi jefe me dio unas llaves diciéndome que podía usar esta bicicleta, que pertenece al laboratorio, mientras estuviera por Japón. Los primeros días no la pude usar y, si os preguntáis por qué, la respuesta se encuentra en las siguientes imágenes.
Aquí está el planteamiento del problema: tengo una bici con un candado y unas llaves y la única información es que la llave que hay que usar es la plana. Ahora es cuando os podéis reír de mí, estuve cuatro días intentando abrir el maldito candado…sí, cuatro días. Claro, soy un hombre, no podía preguntar cómo diablos se abría, sobre todo después de haber quedado como un idiota con lo del agua caliente. Al final conseguí abrir el dichoso candado, después de intentarlo de un montón de maneras. Hay que meter la llave en una ranura, pero además hay que moverla lateralmente mientras se desbloquea el cierre. El problema era que estaba algo oxidado y quedaba atascado, con lo que no sabía si lo estaba abriendo bien o me iba a cargar la llave. Además, la llave se queda dentro del candado, pero eso no lo sabía, así que al ver que no podía sacar la llave una vez abierto, pensaba que algo había hecho mal. Al final pude usar la bicicleta, y desde entonces la empleo todos los días para venir a trabajar. No vivo muy lejos de la universidad, pero caminando me lleva unos 10 minutos aproximadamente y en bici estoy en un par de minutos. Además me sirve para ir al centro, que está un poco alejado.
Las ciudades japonesas son muy apropiadas para andar en bicicleta. Japón es un país muy montañoso, pero las ciudades, por lo que vi hasta ahora, se sitúan en los valles que son muy llanos. Así que no se necesita demasiado esfuerzo para andar en bicicleta. Además, tienen bastantes sitios donde aparcar las bicis. La siguiente imagen es de uno de los aparcamientos que hay al lado de la estación de trenes de Nagano.
En otros sitios vi edificios de aparcamientos para bicicletas. Uno de los problemas al dejar ahí la bici es recordar dónde la aparcaste, porque hay un montón iguales. En una ocasión no me acordaba y estuve cinco minutos paseando por el aparcamiento. Pero me reconforta que no soy el único (mal de muchos consuelo de tontos, pero ayuda), no hace mucho vi a un tío todo desesperado por el aparcamiento y se notaba que no sabía dónde había dejado la bici.
Espero que mi pelirroja no se enfade conmigo y comprenda que un hombre necesita algo entre las piernas durante dos meses. Desde aquí un homenaje a mi pequeña pelirroja.
Besos para ellas y abrazos para ellos.
Creo que ese comentario de "algo entre las piernas" puede sentarle muy mal a tu "pelirroja"......y a alguien más.......
ResponderEliminarQue sepas que la "pelirroja" es igual de celosa que las demás y esto no te lo perdona, déjate que vuelvas y no arranque!
ResponderEliminarPor lo del candado no te preocupes, yo te entiendo.
ResponderEliminarLo que si que notará tu "pelirroja" será que te habrás quedado esmirriau, pero eso la mama lo arregla en una semana.
Un abrazo
Madre mía, encontrar tu bicicleta entre tantas es peor que buscar el coche en el carrefour.
ResponderEliminarLa llave del candao es así como que un pelín ortopédica, no? Está claro, en Japón no te podrás dedicar a robar bicis. Bueno anda, tendrás que seguir con la Física...
ResponderEliminar:)
PD: Conocí a un holandés que decía que las holandesas tienen el culo gordo de tanto andar en bici, y las japonesas? Y tú ahora??
Con lo modosín que parecía cuando lu compramos...
ResponderEliminarPelirroja, ten cuidao cuando vuelva la fiera.
Si me llega a tocar a mí usar la llave, no me dura 10 segundos. Le cambio la fisonomía en un plis plas.
From the Corredoring with love.