En este caso tengo una buena razón para irme por las ramas, y nunca mejor dicho. Una de las tradiciones que tienen en la zona en la que vivo es ir a alguna zona rural a contemplar el 紅葉 (en romaji, kouyou), que quiere decir colores del otoño, y comer 芋煮 (imoni), que es un guiso típico de las prefecturas de Miyagi (donde vivo) y Yamagata (la vecina del oeste). 芋 (imo) significa patata y 煮 (ni) es cocer, así que todo junto, gloria. Hay dos tipos de cocido, el de Miyagi y el de Yamagata, aunque ambos llevan más o menos los mismos ingredientes: patata, konnyaku (una gelatina hecha de una planta que sólo crece en China, Corea y Japón), raíces y vegetales. El guiso de Yamagata lleva ternera y salsa de soja mientras que el de Miyagi lleva cerdo y miso.
En tres semanas tuve la oportunidad de hacer esto en dos ocasiones. La primera vez fui con el segundo de a bordo del laboratorio donde estoy y con su familia. Tiene una pareja de niños pequeños y el mayor cada vez que me ve le pide que le tire por el aire desde la primera vez que lo hice y le gustó, será que me ve grande, al menos en comparación con su padre. El caso es que fui con ellos a Akiu Futakuchi, cerca de Akiu Onsen, una de las zonas termales más conocidas de la zona. Allí, a pesar del mal tiempo que hacía, pudimos contemplar los colores del otoño de esta manera.
Al menos cumplo una de mis promesas, os vais a hartar de mis panorámicas.
El imoni se prepara con leña y carbón en una parrilla. Como podéis ver a continuación, no tiene mala pinta ¿verdad? y con el frío que hacía entraba bastante bien.
Una vez que se come parte del cocido se añade うどん (udon), unos fideos gordos muy largos parecidos al famoso ラーメン (ramen), para terminar con el caldo. Finalmente, se comen unas patatas dulces que se cocinan envolviéndolas en papel de aluminio y metiéndolas entre las brasas.
Aquel día, antes de volver a Sendai, paramos a ver una cascada desde un mirador cercano.
Esta es Akiu o taki (no estoy seguro de si es así como se llamaba, pero sí estoy seguro de que taki es cascada). Una pena no haber tenido tiempo para bajar hasta el río y verla un poco más de cerca.
Como dije antes, tuve la suerte de disfrutar del imoni en dos ocasiones, la segunda fue este lunes cuando fuimos todos los del laboratorio en tren hasta Okunikkawa, cerca de Sakunami Onsen, donde había estado con mi madre en el verano. Aquí se tenía pensado ir a un sitio que está a la orilla de un río, para lo que hay que caminar un rato, lo cual no hubiera sido ningún problema si no hubiéramos tenido que llevar todo lo que había que llevar (los utensilios de cocina, comida para casi 20 personas y, lo peor, bebida, porque iba con hielo incluido), con bastante barro por lo que había llovido el fin de semana. Sin embargo, ahí no acabaron las desgracias, sino que cuando llegamos cerca del sitio, había que bajar por un terraplén que estaba cerrado por desprendimientos, así que no hubo más remedio que volvernos con todo a cuestas. Por suerte, cerca de la estación del tren había un sitio donde preparar la comida y pudimos celebrar la fiesta de todas maneras.
Aquí os pongo una foto de una cosa curiosa que ya vi en otras ocasiones en áreas recreativas por aquí, una especie de fórum donde la gente se sienta alrededor para comer en el campo.
Y a continuación os pongo una foto del imoni que comimos pero con el udon añadido.
Me di un paseo por las cercanías y llegué al río, así que no me puedo reprimir y os pongo otra panorámica para que veáis los colores del otoño japonés.
Para terminar, esta vez no hago más promesas, ya veremos qué se me ocurre para la siguiente entrada.