El viaje comenzará mañana a las 22:30 hora japonesa. Cogeré un autobús para ir hasta el aeropuerto de Narita, al noreste de Tokio. El viaje es más cómodo y corto en tren, pero cuesta casi el doble y además salgo a mediodía y no hay trenes nocturnos con lo que podría arriesgarme a perder el avión. Así que serán casi 8 horas de viaje en autobús, más de seis horas de espera en Narita, 12 horas y 25 minutos hasta el Charles de Gaulle de París, dos horas y media allí y una hora y 50 minutos hasta Asturias más otra media hora en coche para llegar a casa de mis padres. En total serán unas 32 horas de viaje real, que con el cambio horario se gana algo de tiempo. No está mal el viajecito. Sé que uno no se puede quejar porque podría ser mucho peor, pensando en hace unos años o, por ejemplo, tengo suerte de tener enlace directo a Asturias porque si no tendría que hacer escala en otro sitio.
Estas son las terceras Navidades que tengo que volver a casa, como el turrón barato. Hace un par de años hablé de las casadiellas y hace un año de la sopa de almendra. Ya me quedan pocas cosas de las que hablar, y una de ellas es el roscón que hace mi madre por Reyes. Este no es el roscón típico de hojaldre y relleno de crema o lo que sea. Mi madre lo hace con masa tipo de pan, consistente, con frutas confitadas y con fabas dentro para ir encontrándolas, empujando todo con chocolate bien espeso. Sobra decir que yo siempre acabo comiendo la mayor parte, pero con mala suerte en cuanto a las fabas.
Estas últimas semanas no he sido muy prolífico en entradas, digamos que meses, y en las próximas semanas no cambiará mucho ya que estaré en un limbo de jet lag, visitas, salidas, cenas, comidas, algo de trabajo… espero que el año que viene, muy cerca ya, pueda ponerme como es debido, aunque será complicado.
Aprovechando la entrada y que estoy donde estoy, tengo que comentar algo de la navidad en Japón. En realidad, aquí la viven a su manera. Al parecer, el día de Navidad que, como es lógico, no es festivo, lo dedican para pasarlo con sus parejas o amigos. Incluso, cuando les dije que yo lo pasaría con mi familia, les extrañaba que no lo hiciera con los amigos. Lo que realmente se celebra aquí es el final y comienzo de año. Por ejemplo, la semana que viene en el laboratorio se celebrará la bonenkai, que viene a ser la fiesta de fin de año (nen es año y kai, fiesta) donde se tienen que olvidar todas las penas del año, normalmente ahogándolas en alcohol. Luego, los tres primeros días del año (en realidad sólo son festivos los dos primeros) comen bento en el que se ponen diferentes cosas para comer, generalmente caras, al menos esta es la explicación que me han dado pero no he buscado mucha más información sobre el tema, lo siento. También se dedican a beber sake, cosa que me han dicho que se hace en una especie de vaso cúbico de madera y creo que también ponen sal en una de las esquinas. También me han dicho que a las doce de la noche del último día del año comen soba.
Como esta entrada quedaba sólo con letra, voy a amenizarla un poco con una foto de la bici que uso (cosa de la que tendré que hablar algún día) después de la primera nevada de la temporada en Sendai, que cayó el jueves pasado.
Pues nada, a algunos os lo podré decir en persona, pero por si acaso 明けましておめでとう! para todos, o lo que es lo mismo ¡Feliz año nuevo!