Quería haber subido esta entrada la semana pasada cuando el aniversario tuvo lugar. Y es que el fin de semana pasado se cumplieron tres años desde que dejé Oviedo y España. Es cierto que he podido estar de vacaciones varias veces por allí pero, como creo que dije en alguna ocasión, cambia mucho la perspectiva cuando uno tiene que comprar un billete de vuelta para volver a marcharse.
Ahora estaba
repasando un poco el blog y me parece que nunca he comentado aquí como fui para
Inglaterra. La verdad es que fue uno de los peores viajes que he hecho nunca. Cogí
el ferry de Santander a Portsmouth. Normalmente le lleva unas 24 horas hacer el
viaje pero aquel día el mar estaba muy revuelto así que echó 30. Me pasé todo
el rato mareado en el camarote hasta que me llamaron para decirme que le habían
dado un golpe al coche en la bodega, nada grave, pero tuve que arreglar algún
papel. Luego, como llegamos tan tarde, tuve que andar buscando el número de
teléfono de la casa donde iba a alojarme para decirles que no llegaría a tiempo
y luego buscar un hotel para pasar la noche en Portsmouth. Vamos, que no fue un
gran comienzo.
Han sido tres
años de conocer cosas nuevas, viajes y alguna alegría pero también han habido muchas
penurias, desencantos y malas pasadas. Lo primero se lleva muy bien, claro, y
lo segundo se sobrelleva como mejor se puede. En Inglaterra utilizaba los kit quitapenas
de mi padre pero aquí no me los traigo ya que en la frontera me los pueden confiscar
y un quita-quitapenas se queda en “penas” nada más, así que me tengo que
conformar con el sake y la comida japonesa.
La suerte que he
tenido este año y pico que llevo en Japón es que han venido muchos españoles al
laboratorio donde trabajo porque el jefe de aquí tiene un proyecto conjunto con
unos grupos españoles. Uno de esos grupos es de Alicante y ya se sabe que allí
están muy orgullosos de decir que hacen la mejor paella. Si juntamos esto a que
aquí es tradicional hacer un pequeño viaje para ver los
colores del otoño o kouyou y comer imoni, el chico que está aquí ahora
se ofreció a preparar paella también.
El viaje de este
año fue a un sitio cerca de un templo en la montaña, el Jogi-Nyorai del que os pongo una foto de su edificio principal a
continuación.
Aunque para mí, el
entorno de la pagoda era mucho más bonito.
Incluso también
diría que uno de los templos secundarios tenía mucho más encanto, pero tengo
que decir la verdad por mucho que me duela, y es que yo no pude hacer fotos
porque se me olvidó la tarjeta de memoria de la cámara. Llevo siempre una
batería de recambio pero no tarjeta, así que tendré que empezar a pensar en
llevar una.
El día de esta
fiesta lo hicieron coincidir cuando vinieron de visita durante una semana otra
gente que está en el mismo proyecto así que pudieron traer muchos ingredientes
de España. Por ejemplo, el arroz, ya que, aunque estamos en un país en el que
hay arroz en abundancia, el tipo es muy distinto y no muy apropiado para paella.
Encontré en una ocasión arroz bomba pero no estoy dispuesto a pagar, al cambio,
unos 15 euros por medio kilo. El resultado del experimento fue el siguiente.
Lo de la derecha
era arroz negro aunque en la foto no se ve apenas. No estaba nada mal y sobre
todo cuando se llevan varios meses sin comer algo español, aunque sea una
adaptación con los ingredientes locales.
Lo curioso es
que la paella les hace gracia y les gusta pero el arroz negro es un poco más
complicado. Aquí el arroz suele ser el blanco sin más o bien el conocido en España
como tres delicias, que en realidad
son cinco (go moku chahan: cinco
cosas arroz frito, aunque es un plato adaptado de china). También hay
variaciones, principalmente añadidos, como el arroz blanco con sésamo o
castaña. También hay arroz con cosas encima (donburi) y muchas otras variaciones y formas de comer el arroz,
como el mochi, una pasta de arroz. También
está el sake, que viene a ser una forma de beber el arroz, pero no viene al
caso. Sin embargo, una cosa que les choca es cuando les hablo del arroz con
leche, les parece raro eso de mezclar el arroz con la leche y encima que sea
dulce. Una vez lo hice y, aunque lo comieron y no les pareció mal, al principio
no les parecía bien.
Vaya, veo que
aún hay muchas cosas de las que hablar porque he mezclado mucho en una sola
entrada pero, como vengo diciendo desde hace un tiempo, no puedo escribir tanto
como me gustaría, así que es la forma de contar las cosas.
Besos para ellas
y abrazos para ellos.
Hola Obi!!
ResponderEliminarTodavía me siento culpable de lo mal que lo pasaste en el Ferry,jeje. No pensé que fuera a bailar tanto :(.
Vaya preciosidad la pagoda, y todos los templos que nos enseñas.
Seguro que la paella y el arroz te supieron a gloria jeje.
Dentro de nada ya podrás catar una de verdad en Alicante.
Un abrazo enorme senpai!!
¡Hola Alberto!
ResponderEliminarEl sitio es muy bonito y la entrada también.
A nosotros también nos gustaría que pudieras escribir más, pero te lo perdonamos. ;)
En la Réunion también son grandes comedores de arroz y también se les hizo rarísimo lo del arroz con leche. No saben lo que es bueno.
Muchos abrazos. Ya casi estás aquí.
Bueno, ya he borrado tres veces el comentario. Mejor no digo nada que no tengo el cuerpo jotero.
ResponderEliminarBesicos a mogollón.
Sara y Jorge
Pues sí que está caro el arroz para paella! Vas a tener que empezar a dedicarte al negocio del arroz.
ResponderEliminarLas fotos, como siempre, impresionantes!!!
Besos!!
Bien por el primo cocinero!!
ResponderEliminarMe gusta eso que pones de "aunque lo comieron y no les pareció mal, al principio no les parecía bien", fijo que en unos años nos exportan arroz con leche con granos cuadrados o con un agujero en medio para poder engancharlos bien con los palillos, que estos japoneses cuando se ponen...
Besinos
Arroz con leche tenían que probar el de mi abuela, o el de Raquel, idea para el blog por cierto, un crossover a tenor de lo que pida / de como un asturiano...
ResponderEliminar:) un beso a los dos