domingo, 16 de junio de 2013

…hace un paréntesis

Supongo que casi todos nos acordamos de aquellos primeros anuncios de kitkat que llegaron allá por los años noventa a España, si no recuerdo mal. En ellos siempre se veía a alguien muy ocupado que necesitaba tomarse un respiro, hacer un paréntesis para tomarse unas barritas de chocolate con galleta crujiente. Tengo que reconocer que a mí me gustan mucho, aunque últimamente trato de perder algo de peso, así que me abstengo de comprar. Sin embargo, en Japón es una cosa que resulta difícil, porque tienen una gran variedad de ellos, así que en los últimos dos años (a esto volveré después) he hecho una pequeña colección.

Primero tenemos los más normales, los de toda la vida, que os pongo en la primera fila de la siguiente imagen: el de chocolate con leche y el de chocolate blanco.



En esta foto ya se pueden ver algunos un poco diferentes. Los otros tres kitkat son de “sabor dulce para adultos” ¿por qué para adultos? Pues no lo sé. Los sabores son: chocolate blanco, negro y frambuesa.

Ahora pasamos a algunos más originales.


El de arriba a la izquierda es de Halloween, con sabor a calabaza. El de arriba a la derecha es de Rilakkuma, que es el “oso para relajarse” (rila viene del inglés relax y kuma es oso). Es un personaje de cómic muy conocido en Japón, de la misma compañía que Hello Kitty. Rilakkuma no es tan popular fuera de Japón, pero aquí parece casi tan popular como Hello Kitty. El kitkat de abajo es de helado de vainilla.

Por último, aquí van los más japoneses de todos.


Arriba a la izquierda tenemos el de Maccha, que es el té verde japonés, el cual a mí me resulta muy amargo, pero no se le puede echar azúcar… al menos no sin que un japonés no te mire mal. A su derecha tenemos el de Zunda Mochi. Zunda es una pasta de edamame, habas de soja que vienen en vainas, como si de guisantes se tratara. En este caso, se preparan en una pasta verde con un poco de azúcar, pero también se suelen comer un poco cocidas en la misma vaina para acompañar bebidas, normalmente alcohólicas, como si fueran pipas. Mochi es un pastelillo hecho de harina de arroz y agua. De manera que el zunda mochi es el pastelillo con la pasta verde por fuera, bastante típico de Sendai.

El siguiente kitkat, abajo a la izquierda, es de wasabi, ya sabéis, la pasta de rábano verde picante. Para terminar, tenemos el de ichimi, que es pimiento rojo picante picado. También existe el sichimi, que es una mezcla de siete distintos pimientos picantes y otras cosas. Ichi significa uno, sichi es siete y mi es sabor, así que son condimentos picantes de uno o siete sabores. Yo sólo encontré el kitkat de un sabor. Estos dos últimos kitkat eran realmente picantes, sobre todo el último.

Algunos de los kitkat sólo se pueden encontrar en determinados momentos del año (como el de Halloween) o en algunos sitios concretos de Japón (el de ichimi lo compré en Nagano el año pasado).

Ahora paso a otra cosa. Como dije antes, hace dos años que llegué a Japón por cuarta vez pero, por supuesto, esta es la vez que más tiempo llevo aquí. Este fin de semana fue el aniversario, aunque no hice nada en especial, a lo mejor después me tomo una cerveza inglesa que compré el otro día, quizás para recordar los pub ingleses de mi anterior etapa. La semana pasada hice fabada, de la que tengo fotos, así que algún día las pondré aquí. Un asturiano tiene que hacer fabada allá donde vaya.

Al hilo del tema de la entrada, la semana que viene haré un paréntesis en mi vida en Japón para tomar fuerzas en España. Me voy una semana por allí para conocer a mi sobrino, de lo que ya tengo muchas ganas. No tengo días de vacaciones (otro tema para hablar en algún momento, tal vez), así que estaré poco tiempo por allí porque, aunque el jefe me deja ir, no cobraré. Además, tengo que repartir el tiempo por los distintos sitios, pero esto ya lo contaré cuando vuelva. Ahora sólo puedo pensar en los planes para ver a familia y amigos.


Besos para ellas y abrazos para ellos.

domingo, 9 de junio de 2013

…visita Osaka

Hace ya un par de semanas estuve en un congreso en Osaka. Fueron muy pocos días, así que no pude visitar mucho la ciudad. El sitio donde se celebraba el congreso estaba un poco alejado del centro por lo que no era fácil escaquearse de las charlas para poder ver un poco de la que es la segunda ciudad más grande de Japón, considerada por muchos extranjeros como una de las mejores para vivir por el carácter abierto de sus habitantes. Incluso los mismos japoneses consideran Osaka diferente, creen que la gente de allí no es tan amable como en el resto de Japón, son más bruscos, aunque para un español siguen siendo de los más correctos. Al final, todo depende del cristal con el que se mire.

En realidad, me dio la impresión de que Osaka es una ciudad que puede ser interesante para vivir y disfrutar de la agitada vida nocturna y de sus restaurantes, cuya cocina dicen que es de las mejores de Japón. Sin embargo, como turista no tiene grandes atracciones, no parece tener templos bonitos y su castillo, aunque está bien por fuera, es una reconstrucción en cemento de los años 30 del siglo pasado y restaurado en 1997.

Como digo, no pude visitar gran cosa, pero al final siempre hay tiempo para sacar a pasear la cámara. La primera foto que os quiero enseñar es de algo que no había visto hasta ahora, aunque probablemente sea más común de lo que pienso, ya me diréis.


Aunque no se ve bien, por las ventanillas traseras de esta furgoneta se veían peces vivos, así que es una especie de camión piscifactoría. Pescado más fresco no se puede llevar a los restaurantes.

Pasé la mayor parte del tiempo en el congreso, que se celebró en Cosmosquare, una de las islas artificiales de la bahía de Osaka. Al parecer, hace algo más de 20 años, cuando Japón estaba en la cresta de la ola, allí se construyeron grandes edificios destinados a oficinas, pero luego les llegó la explosión de su burbuja y estos edificios pasaron a ser deficitarios dejando una gran deuda a la ciudad… ¿le suena a alguien esta historia? Si nuestros políticos hubieran hecho un postdoc (para ello muchos de ellos tendrían que haber estudiado) en Japón, hubieran sabido de la burbuja económica inmobiliaria y tal vez alguno hubiera sabido predecir lo que nos iba a pasar.

Vaya, como siempre, me voy por las ramas. Lo que quería decir es que me escaqueé de la cena de gala del congreso, la cual no me pagaba la universidad y hubiera tenido que costearme por mi cuenta, así que me pude dar una vuelta, ya de noche, por la zona más conocida de Osaka, Dotonbori, zona para salir y comer, entre otras cosas, que la oferta de ocio es muy amplia, sobre todo si el bolsillo lo permite.



En esta segunda imagen se puede ver a la derecha del canal el famoso Glico Man, un anuncio luminoso de caramelos con un corredor. Cruzando el canal se ve el puente Ebisu, también conocido como Nanpabashi, nombre que merece una pequeña explicación. Ese día estuve cenando con un compañero de laboratorio que hizo su tesis en la universidad de Kyoto, que queda relativamente cerca, y éste tuvo una novia en Osaka, así que conoce un poco la ciudad. Al parecer, en este puente peatonal siempre hay gran cantidad de gente intentando  ligar. Nanpa significa algo así como ligar y hashi significa puente. Por otro lado, Dotonbori está en la zona de Nanba y como en japonés los sonidos ha (con h aspirada), ba y pa son muy parecidos, al final uno obtiene el juego de palabras Nanpabashi, el Ligapuente. Lo curioso de este puente es que hay un guarda jurado con un megáfono diciendo que se circule porque la gente se para para ligar en el medio y se forman grandes atascos.


La comida más famosa de Osaka no es nada glamurosa, se trata del Takoyaki, que son unas bolas de una masa de harina con pulpo dentro. Tako significa pulpo y yaki es a la plancha o brasa, plancha que en este caso es un poco especial ya que se parece a una huevera. Es una comida muy típica que se vende en los yatai, puestos ambulantes de comida, en los festivales de todo Japón. Hay dos tiendas que se disputan el haber sido la primera en vender esta comida típica, las cuales están enfrentadas una a cada lado del canal que se puede ver en las fotos anteriores.


Lo cierto es que yo no comí takoyaki, decidí comer una variante que nunca había probado, el akashiyaki. Es algo parecido aunque la masa lleva también huevo, con lo que es un poco más suave y se rompe más fácilmente, y además hay que comer tras mojar en una sopa dashi (sopa de pescado). Akashi es una ciudad cercana, la cual disputa el origen de esta comida a Osaka. El takoyaki es mucho más popular, yo creo que principalmente porque es más fácil de comer en los festivales, pero tengo que decir que el akashiyaki me gustó más.


Para terminar con Dotonbori, os enseño otra de las atracciones, Kuidaore Taro, que no sé por qué es tan famoso, pero el restaurante al que pertenecía cerró hace tiempo y aun así sigue en su sitio y hay muchos recuerdos con su imagen en forma de llaveros, postales y demás cosas.


Finalmente, decidí darme una vuelta por la zona del castillo. Era un poco tarde, así que tuve que ir con bastante prisa si no quería que me cerraran el metro para volver al hotel, por lo que no tengo muchas fotos. Además, no tengo un trípode como es debido (se admiten donativos para comprar uno) y justo cuando estaba sacando fotos, apagaron la mayor parte de la iluminación nocturna, la siguiente foto es de después de que la apagaran.


El parque que rodea el castillo es bastante grande por lo que tuve que caminar un rato desde la estación de metro. Se me hizo tarde así que volví medio corriendo para coger justo el último metro de la noche.

Ya no me dio tiempo a más, al día siguiente había que volver a Sendai puesto que el congreso era de cuatro días y había que volver al trabajo.

Besos para ellas y abrazos para ellos.