El último día que pasé en Tailandia me llevaron a
visitar la zona de Ayutthaya, una
histórica ciudad al norte de Bangkok, siguiendo el río Chao Phraya, el cual pasa por la capital. La zona histórica fue
fundada en 1350 y permaneció como capital de Tailandia hasta 1767, siendo una
de las ciudades más pobladas del mundo por aquel entonces.
Camino de Ayutthaya pasamos por el palacio Bang Pa-In. Sus orígenes se remontan al
siglo XVII, que comenzó como un monasterio y acabó como un palacio, supongo que
por aquello de los votos de pobreza y demás. Esto me recuerda a aquellos
tiempos no tan lejanos en los que se empezaba con un permiso para construir un
cobertizo de aperos de labranza y, sin saber por qué, se acababa con una casa
de 5 habitaciones y garaje. Será todo cosa de tener fe.
Volviendo al tema del palacio, cayó en desuso hasta
que el rey Rama IV lo empezó a reconstruir a mitad del siglo XIX y ahora se
conoce también como el Palacio de Verano. Supongo que por aquello de
refrescarse (cosa importante en un país como Tailandia en cualquier época del
año) los terrenos del palacio estaban ocupados por estanques en su mayor parte.
Lo que aparece en la imagen de arriba es el Phra Thinang Aisawan Thiphya-art o El asiento divino de la libertad personal.
El edificio de la izquierda es el Phra
Thinang Warophat Phiman.
El puente que se ve que comienza a la derecha del
edificio, el puente Saovarod, estaba
separado en dos partes longitudinales de manera que las mujeres podían pasar
por uno de los lados sin poder ser vistas desde el lado opuesto aunque ellas sí
podían mirar.
En los jardines siempre se encuentran animales, como
los conocidos elefantes tailandeses, aunque estos son un poco verdes.
Pero también se podían ver otros animales saliendo de
los estanques.
No se me daba muy bien la biología en el instituto
pero esto se parece bastante a un dragón de Komodo, pero no puedo decir nada. Eso
sí, un lagarto seguro que es y no era como las lagartijas del verano en Asturias
ni mucho menos.
En la foto anterior se puede ver el Phra Thinang Wehart Chamrun, la Residencia Real de la Luz Celestial, de
estilo chino. Desde la torre de observación de la izquierda, Ho Withun Thasana, se podía echar un
buen vistazo al edificio desde lo alto.
Al dejar este palacio ya se nos había hecho
suficientemente tarde como para ir a comer cosa que hicimos en un restaurante
flotante en la orilla del río que mencioné al principio.
De los nombres de la comida por supuesto no me acuerdo
pero sí sé que estaba todo muy bueno.
Con la tripa llena fuimos a ver los famosos elefantes
desde un poco más cerca.
Los espectáculos con animales amaestrados siempre me
parecieron bastante denigrantes aunque reconozco que era bastante gracioso ver
a elefantes bailando y la experiencia de montar en uno fue bastante curiosa
aunque fuera por apenas unos minutos.
Por último, llegamos por fin a ver la ciudad antigua
de Ayuttaya, declarada patrimonio mundial
en 1991. Uno de los sitios más importantes es el Wat Maha That o templo Maha
That. Este monasterio fue residencia del patriarca supremo pero fue
destruido durante la guerra entre Burma y Siam en 1767. Burma era lo que ahora
se conoce como Myanmar y Siam era como se conocía por entonces a Tailandia (incluía
también Camboya y Laos). En esta guerra los burmienses (o como se diga)
entraron en Ayutthaya, mataron a
todos y saquearon la ciudad. Una de las cosas que hicieron fue cortar las
cabezas de los budas del monasterio para fundir el oro que las recubrían.
Una de estas se quedó por la zona y acabó en un sitio
un poco inusual convirtiéndose en una de las imágenes más conocidas del templo.
Por suerte, alguno de los budas se quedó sin
decapitar.
Incluso parece que le queda algo de oro todavía.
Pero no todo eran budas aunque sí ruinas, pero tenían
cierta belleza.
La pena es que no pudimos seguir visitando la ciudad
antigua puesto que había que volver a Bangkok, cenar algo y yo tenía que coger
el avión de vuelta por la noche. El restaurante al que me llevaron era bastante
curioso, bastante modernillo y parecía de moda, pero estaba bien, sobre todo
porque se podía comer en unas plataformas sobre unos estanques.
Y, por supuesto, no podían faltar fotos de comida.
Por cierto, lo que se ve en la foto del restaurante,
sí, es un árbol de navidad, como es tradicional a finales de enero en Tailandia,
por supuesto.
Y con esto terminó mi viaje por Tailandia y con ello
esta serie de entradas. Ahora me tengo que poner con otra serie para contar el
viaje de mis padres por Japón, pero eso comenzará en (espero) breve.
Besos para ellas y abrazos para ellos.
¡Ay, Albertico guapo, que descreído te nos estás volviendo! las religiones, como quienes viven de ellas son como las actuales grandes empresas: los dueños (que disfrutan las propiedades) no tienen nada (sobre todo si los pilla Hacienda), es todo de la empresa que, a su vez, está diluida en participaciones de diferentes sociedades... y así hasta el infinito y más allá.
ResponderEliminarHaces bien en disfrutar el momento, la compañía y por último, pero no menos importante, la gastronomía local.
Besicos faticos para tí.
Jorge y Sara
Pedazo de reportaje Obi!
ResponderEliminarVas a hacerle la competencia a Mario jeje.
Cuidaros mucho, un abrazo enorme!
Hola Alberto.
ResponderEliminarEscribí un comentario largo el día que lo publicaste pero me he dado cuenta de que al final no ha salido publicado. No me acuerdo de lo que dije, nada importante seguramente.
Ya veo que hambre no pasaste. Me alegro. Ya sois varios los que conozco que habéis ido a Tailandia y todos contáis cosas muy chulas. A ver cuando me escapo yo también.
Las fotos geniales, como de costumbre.
Un abrazo preto