El viernes fui hasta Tokio a media tarde para pasar la noche allí y poder ir temprano al día siguiente a Nikko. Como esta vez había cogido el hotel con mucho tiempo, pude encontrar algo con un precio apropiado al presupuesto de un pobre becario. El hotel Juyoh es uno de los más baratos de Tokio, recomendable si no te importa prescindir de ciertas comodidades, claro. La habitación es de estilo japonés, con tatami y un futón para dormir, y el baño es compartido para toda la planta. Pero haciendo el viaje de dos días, con una mochila, no se necesita más que un sitio donde posar la cabeza al llegar la noche. Lo que menos me gustó fue la zona, pero lo bueno que tiene Japón es que no te sientes inseguro en casi ningún sitio.
Ya veis que os estoy haciendo de conejillo de indias para un posible viaje por Japón, probando de todo.
El sábado por la mañana me desperté muy temprano para ir hasta Nikko, y es que aún tenía por delante un viaje de dos horas. El día amaneció relativamente bueno en Tokio, por lo menos no llovía, pero a medida que el tren se acercaba a Nikko, se iba torciendo, de manera que, cuando llegué, estaba cayendo una lluvia fina que me acompañó durante todo el día, por suerte de forma intermitente. Además, la temperatura había bajado bastante, así que incluso pasé un poco de frío, porque no me había llevado ni siquiera un chubasquero. La lluvia era tan fina que no me merecía la pena ni abrir el paraguas, porque el viento hacía que te mojaras igualmente. Así que, ya veis, haciendo de chicarrón del norte en Japón… más bien de turista tonto, pero bueno…
Como siempre, voy a empezar con una nota cultureta. Por lo visto Nikko ha sido considerado como un lugar sagrado desde el siglo VIII cuando un monje budista construyó una ermita. Más adelante, el primer shogun, Tokugawa Ieyasu, fue enterrado en este lugar y su nieto, Tokugawa Iemitsu, mandó construir varios templos, en honor de su abuelo y de si mismo.
El primer sitio que visité fue el templo Rinnoo-ji, que es uno de los tres centros budistas principales de la secta Tendai. Allí se puede visitar la sala Sanbutsu-doo, que como su nombre indica, contiene tres grandes budas.
En el interior de la mayor parte de los templos de Nikko no se podía hacer fotografías, así que no puedo enseñaros más que los exteriores.
Después fui hacia el Tooshoo-guu, un santuario sintoísta, donde se encuentran varios de los mayores atractivos de Nikko. Nada más entrar se encuentra el Shinkyuusha, un establo donde se encuentra el siguiente grabado.
Se trata de los tres monos sabios que “no oyen, no hablan y no ven”. Sí, tal vez tengan razón, a veces es más sabio aislarse de todo. Al lado se encuentra otra construcción con un grabado bastante particular. El autor de éste nunca había visto un elefante de verdad, así que creo que hizo bastante buen trabajo.
Subiendo unas escaleras se encuentra la Yoomei-mon, una puerta con una decoración y unos grabados impresionantes.
Como nota curiosa, decir que los constructores pensaron que la belleza y perfección de esta puerta podría ser la envidia de los dioses, así que, por si las moscas, una de las columnas tiene los grabados al revés que las demás. También hay quien piensa que se puede tratar de la imperfección de la perfección.
En este santuario se encuentra el mausoleo de Tokugawa Ieyasu. Para llegar a él hay que pasar por una puerta donde se encuentra el grabado del Nemuri-Neko, el Gato Dormido.
Al parecer, este grabado es famoso en todo Japón por su realismo. El camino hacia la tumba es una ascensión por unas escaleras flanqueadas de unos impresionantes cedros. Quizá estos sean más impresionantes que la propia tumba, que destaca por su sobriedad, en contraste con los vivos colores con los que están decoradas las demás construcciones del santuario.
En un primer momento me pareció demasiado sencillo para la tumba de un hombre que estableció el shogunato por encima del poder de los emperadores durante 250 años. Sin embargo, no había más que levantar la vista para darse cuenta de que lo impresionante no era la construcción, sino el entorno.
Al salir del Tooshoo-guu fui hacia el Futarasan-jinja, un santuario dedicado a la montaña Nantai o también conocida como Futara, cuyo edificio principal no tenía mucho interés, aunque el paseo a sus alrededores tenía bastante encanto. En especial, me llamó la atención esta fuente, porque tenía un mini-templo dedicado para ella sola. Además, tenía un letrero en el que se pedía que la gente no tirara monedas, cosa que me parece rara, ya que en todos los templos hay que echar monedas para rezar, por pequeño que sea.
El último santuario que visité en Nikko fue el Taiyuuin-byoo, el cual es el mausoleo del nieto de Tokugawa Ieyasu. Aunque parece una simple reproducción, a una escala menor, del Tooshoo-guu, el entorno y su fusión con él, junto con la niebla que había, le confería una atmósfera de cuento.
Una pena que buena parte del santuario estuviera cerrada al visitante, porque un paseo por sus caminos en medio del bosque hubiera estado muy bien. Después de salir de este santuario empecé el camino de vuelta hacia la estación. Me di una vuelta por el parque que rodea los templos. Aunque la lluvia empezaba a ser algo más que fina, me permitió ver el Shin-kyoo sin mojarme demasiado.
Este puente es una reconstrucción del original del siglo XVII. Se dice que aquí es donde el monje que fundó el primer templo de Nikko cruzó el río Daiya, cabalgando sobre dos serpientes.
Como ya empezaba a llover y se hacía tarde, cogí el tren para volver a Tokio. La mejor opción para hacer le viaje a Nikko es coger la linea Toobu que sale de Asakusa, así que, cuando llegué a Tokio, me di un paseo nocturno por el Sensoo-ji. De este templo ya hablé en una de las entradas del año pasado, pero creo que merece la pena enseñaros la foto con la iluminación nocturna.
Como la lluvia empezaba a ser bastante fuerte, después de darme un paseo por el mercadillo y las tiendas próximas al templo, volví al hotel para dormir, porque me encontraba bastante cansado después de toda la jornada.
Besos para ellas y abrazos para ellos.
Hola!
ResponderEliminarOtro fin de semana bien aprovechao, las fotos muy buenas. Pero, ya podías aprender que Japón ye como Asturias y que no se puede salir sin paraguas!!!!
Besos para él
Primin japonesin!!!
ResponderEliminarQué bonito!!
Y has aprendido muchas cosas: la imperfección de la perfección, (o será la perfección de la imperfección?), la armonía entre lo natural y lo artificial, la sabiduría del aislamiento, que los gatos en Japón tienen los ojos guiñaos... ays.
Aunque me uno a la P.F. en lo de que igual tienes que aprender a llevar un chubasquero en la mochila, aunque sea de esos de los chinos (oye, los chinos tienen tiendas de chinos en Japón?), de los amarillo canario, que así no se te moja la mochila (un canario jorobao, jijijij).
Pero bueno, me parece bien que luzcas tu chicarroneo-del-norte por el mundo, como tien que ser!!!
Ciaito pescaito!!
:P
Vaya, vaya, así que haciendo hombradas por ahí, y luego, claro, que tengo tos, que m'afogo, que la reuma.... tch, tch. Tanto equipaje, pa salir de cualquier manera. Otra cosa: estupendas las fotos, ¿son ya con la cámara nueva?
ResponderEliminarHay que reconocer que la neblina, ¿no sería l'orbayu que te persigue?, da un ambiente de lo más romántico y misterioso. Me gusta Japón y los japoneses, parece que les gustan mucho los gatos, como a mí. Por cierto, Bonés (al que aún no conoces), te saluda y mete las patetas por el teclado. Besicos de Güesqueta.
Jorge y Sara
Gracias de nuevo por la recomendacion delos sitios para visitar. Se nota eso de que eres un muchachote del norte. Si te sirve de consuelo yo tampoco habria llevado chubasquero, eso es para flojeras, hehehe
ResponderEliminarImpresionantes los templos y el bosque, la verdad es que en estos sitios encuentra uno tanta paz que luego cuesta marcharse. Sniff
Bueno, esperando que haya menos lluvia para la proxima, un abrazote
carlos y el gato azul