Mañana vuelvo a Oviedo para pasar las Navidades. Podría decir que vuelvo a casa como el turrón (no voy a poner la marca del anuncio, que no me van a pagar), pero en mi caso prefiero decir que vuelvo a casa como les casadielles de mi madre. En mi casa siempre ha habido postres relacionados con ciertas fechas. Los frixuelos son para Carnaval, en Semana Santa se comen los bollos de pan dulce, los huesos de santo para Todos los Santos y en Navidad, a mi casa vuelven les casadielles y la sopa de almendra. Desde hace unos años también vuelve mi hermano y ahora me toca a mí.
Vaya, voy a dejar esto, porque todavía me va a entrar hambre. Menos mal que aquí comen pronto y hoy tengo la comida de Navidad con la gente de la empresa. Pero supongo que de postre pondrán alguna de esas tartaletas con sabor a jengibre y menta que tanto les gusta a los ingleses y no casadielles. En fin, habrá que esperar.
Ahora podría ponerme a hacer cuentas de lo que he hecho y dejado de hacer por estas tierras extrañas. Pero la verdad es que no me apetece mucho, además, con algunas de mis experiencias con los ingleses… mejor me lo reservo para más adelante cuando los conozca mejor y tenga más y mejores argumentos.
Tan solo me gustaría hacer una reflexión, aunque es algo que pensé el día que venía hacia aquí, pero pensar en las vacaciones en Oviedo me lo han devuelto a la memoria. Alguno de los que lea esto ya lo sabe porque lo ha vivido en sus carnes, así que creo que me podrá dar la razón. Se trata de la sensación extraña de cuando compras un billete de sólo ida. Cuando uno se va de vacaciones, suele comprar un billete de ida y vuelta, sabe que va a volver. Tal vez pueda parecer que uno no quiere regresar de las vacaciones, pero sabe que tiene que hacerlo y, a veces, se siente reconfortado cuando vuelve a la rutina. Incluso las tres veces que estuve en Japón tenía billete de ida y vuelta, sabía que tenía un sitio donde regresar. Pero hace un mes y medio sólo tenía en mi bolsillo un billete simple. Ahora “regresar” significa volver a este país, lo cual no deja de parecerme realmente extraño.
Lo siento, he vuelto a soltar uno de mis ladrillos sentimentaloides. Ahora sólo voy a pensar en el viaje de mañana y en les casadielles de mi madre.
Como estamos en puertas de la Navidad:
¡Felices fiestas y feliz año para todos!
A los que vaya ver estos días ya os lo desearé en persona.
Besos y abrazos para todos.
Vaya, voy a dejar esto, porque todavía me va a entrar hambre. Menos mal que aquí comen pronto y hoy tengo la comida de Navidad con la gente de la empresa. Pero supongo que de postre pondrán alguna de esas tartaletas con sabor a jengibre y menta que tanto les gusta a los ingleses y no casadielles. En fin, habrá que esperar.
Ahora podría ponerme a hacer cuentas de lo que he hecho y dejado de hacer por estas tierras extrañas. Pero la verdad es que no me apetece mucho, además, con algunas de mis experiencias con los ingleses… mejor me lo reservo para más adelante cuando los conozca mejor y tenga más y mejores argumentos.
Tan solo me gustaría hacer una reflexión, aunque es algo que pensé el día que venía hacia aquí, pero pensar en las vacaciones en Oviedo me lo han devuelto a la memoria. Alguno de los que lea esto ya lo sabe porque lo ha vivido en sus carnes, así que creo que me podrá dar la razón. Se trata de la sensación extraña de cuando compras un billete de sólo ida. Cuando uno se va de vacaciones, suele comprar un billete de ida y vuelta, sabe que va a volver. Tal vez pueda parecer que uno no quiere regresar de las vacaciones, pero sabe que tiene que hacerlo y, a veces, se siente reconfortado cuando vuelve a la rutina. Incluso las tres veces que estuve en Japón tenía billete de ida y vuelta, sabía que tenía un sitio donde regresar. Pero hace un mes y medio sólo tenía en mi bolsillo un billete simple. Ahora “regresar” significa volver a este país, lo cual no deja de parecerme realmente extraño.
Lo siento, he vuelto a soltar uno de mis ladrillos sentimentaloides. Ahora sólo voy a pensar en el viaje de mañana y en les casadielles de mi madre.
Como estamos en puertas de la Navidad:
¡Felices fiestas y feliz año para todos!
A los que vaya ver estos días ya os lo desearé en persona.
Besos y abrazos para todos.