Yo tenía que pasarme un momento por el trabajo antes de ir a la capital, así que quedamos justo para comer. De todas maneras, como llegué temprano me dio tiempo para pasarme por la tienda de Apple que hay en Regent Street, la cual suele estar abarrotada. Está bien pasarse por allí porque tiene todos esos nuevos aparatos que Apple va sacando cada cierto tiempo. En realidad quería ver si ya tenían el famoso iPad, pero todavía no tenían ninguno por allí, habrá que esperar hasta marzo para poder echarle un vistazo.
Después de comer en un coreano-japonés (sí, eché una lágrima en memoria de otros tiempos), Roberto había quedado con unos compañeros de la Universidad donde trabaja para ir a un circuito de karting. Una vez allí, me llamó la atención que los coches eran eléctricos, así que eran muy poco ruidosos, lo cual está muy bien para los vecinos, ya que el circuito estaba al aire libre, en medio de la ciudad. Lo peor de todo fue la puntualidad británica, más que nada porque brilló por su ausencia, ya que teníamos una reserva para las cinco y media de la tarde y entramos pasadas las siete por culpa del retraso que tenían. Además, hacía un frío que se metía hasta los huesos, así que, cuando nos montamos en los coches, a mí me temblaban tanto las manos que no sé como hice para conducir el coche.
Como se nos hizo tan tarde, después de salir del circuito, nos fuimos todos juntos a cenar a un restaurante indio. No estuvo mal, pero como también tardaron un poco en llevar los platos, a mí se me hizo un poco tarde para poder coger el último tren para volver a Guildford. Además, los fines de semana cierran parte de algunas líneas de metro por obras, con lo cual tuve que caminar un buen trecho desde el restaurante hasta la parada más cercana. A pesar de las prisas, no me pude reprimir de sacar una foto a uno de los emblemas más modernos de Londres. Siento la calidad de la foto, pero es que está hecha con el móvil a toda prisa.
Al parecer, durante mucho tiempo, la altura de los edificios del centro de Londres estaba limitada por normas medievales, las cuales no permitían construir edificios tan altos que no se pudiera ver la catedral de St Paul. Sin embargo, hace unos años se permitió la construcción de este edificio diseñado por Norman Foster, reciente premio Príncipe de Asturias. A partir de entonces, se concedieron licencias para la edificación de varios rascacielos en el corazón de la ciudad, los cuales están actualmente en construcción. A mi modesto modo de ver, creo que eso le quita cierto encanto al centro de la ciudad, ya que hará que se parezca más a otras ciudades modernas del Mundo, mientras que uno de los encantos de Londres es su obsesión por mantener tradiciones. Supongo que dentro de un siglo, cuando algún otro becario esté escribiendo sobre sus experiencias en Inglaterra en lo que sea equivalente a un blog en ese tiempo, dirá que le alegra que se hubieran decidido a modernizar la ciudad.
Por cierto, el edificio se llama 30 St Mary Axe, pero es más popularmente conocido como Gherkin, es decir, Pepinillo, no sé si alguien sabrá por qué.
Después de esto, cogí el tren y tras una hora de trayecto, por haber cogido uno de paradas, llegué a Guildford.
Sé que la entrada no ha sido gran cosa, pero este fin de semana no hice nada más y llevo unos días un poco liado y sin muchas ganas de escribir.
Besos para ellas y abrazos para ellos.
Estoy contigo, eso de los edificios más altos... Es bonito, pero que hagan como París (la Defense)y los pongan a parte. Queda mejor, así hay otro sitio más par visitar.
ResponderEliminarEl sobrenombre siempre suele ser más apropiado que el verdadero.
No te quejes de los horarios que si ha esa hora intento encontrar un bus para casa, se echa a reír media isla.
¡Un abrazo muy fuerte!
¡Joan, te voy a tener copiando tres meses! ¡Cada vez escribes peor! Tendrás que hacerte un borrador, corregírtelo a tí mismo y después con muuucho cuuidaaado, pasarlo.
ResponderEliminarPerdona Albertico, pero es que no puedo ver según qué barbaridades. Estoy contigo, el encanto de las ciudades es que se vea evolución sin destrucción. No tengo nada contra los edificios modernos, pero no veo por qué han de sustituir a los antiguos.
Cuando estuve allí, el más alto era el "Canary Warf", escribo de memoria y de inglés ni papa, así que no sé si está bien escrito, pero estaba en un barrio bastante alejado del centro: los "Docks", o algo así.
Besicos faticos, todos para tí.
Jorge y Sara