Fe de erratas: Menos mal que tengo a los fieles del blog para tirarme de las orejas cuando me equivoco.
Primero, aunque me salva el diccionario de la RAE por los pelos, donde pongo misionario debería decir misionero, que es más común (sí, me viene del inglés missionary).
Segundo, a pesar de que el viaje fue bastante largo, la expedición de la que hablo en la entrada llegó a Sanlúcar de Barrameda en 1614 y no en 2014.
Tercero, simulador es masculino así que debo de poner "un simulador" y no "una simulador".
Muchas gracias por las aportaciones a la familia Lorente-Aragüés.
El año se va acabando y cada vez me cuesta más actualizar el blog, pero por lo menos he conseguido lo que me había propuesto, poner una entrada al mes como mínimo.
Primero, aunque me salva el diccionario de la RAE por los pelos, donde pongo misionario debería decir misionero, que es más común (sí, me viene del inglés missionary).
Segundo, a pesar de que el viaje fue bastante largo, la expedición de la que hablo en la entrada llegó a Sanlúcar de Barrameda en 1614 y no en 2014.
Tercero, simulador es masculino así que debo de poner "un simulador" y no "una simulador".
Muchas gracias por las aportaciones a la familia Lorente-Aragüés.
El año se va acabando y cada vez me cuesta más actualizar el blog, pero por lo menos he conseguido lo que me había propuesto, poner una entrada al mes como mínimo.
Hoy
voy a hablar de un pequeño viaje que hice hace casi un mes. Con unos amigos
decidimos alquilar un coche por un día (aún no hablé de cuando conseguí la
convalidación del carnet de conducir) para ir a Ishinomaki, una población a
unos 50 kilómetros al norte de Sendai. Es una de las poblaciones que más
sufrieron los efectos del tsunami de 2011 pero aquí quiero hablar de otra cosa.
Fuimos a ver el barco San Juan Bautista, que acaban de terminar de restaurar.
Este
barco es una réplica del barco en el que viajó Hasekura Tsunenaga en 1613 para establecer relaciones con España y
El Vaticano, enviado por Date Masamune,
el fundador y daimyo (señor feudal) de
Sendai. Probablemente habréis oído hablar de la conmemoración de los 400 años
de relaciones entre Japón y España. Hace unos meses, el príncipe japonés viajó
a España y se vio con su homólogo allí, mientras que hace poco Rajoy estuvo en
Japón, visitando Fukushima (sí, cuando decía que no había problema mientras en
la tele salía por debajo que había habido una nueva fuga de agua en la tristemente
famosa central).
Trataré
de resumir un poco la historia, a mí me parece interesante pero puede resultar
un poco tedioso (si es así, os podéis saltar los siguientes párrafos). Se
considera a Hasekura Tsunegaga como
el primer embajador japonés en Europa pero no tuvo mucha suerte que digamos. Él
y sus hombres viajaron entre Ishinomaki y Acapulco (situado de aquella en Nueva España), donde parece que se lo
pasaron muy bien. Luego cruzaron México y embarcaron para España en Veracruz. Llegaron
a Sanlúcar de Barrameda en 2014. El embajador logró audiencia con Felipe III en
Madrid quien, ante la petición de establecer relaciones comerciales entre
España y Japón, respondió que se lo pensaría pero primero Hasekura tenía que
unirse al cristianismo, así que lo bautizaron como Felipe Francisco Hasekura. La comitiva pasó varios meses en España.
Entre otras cosas, fueron los primeros japoneses que vieron una corrida de
toros. Tras un tiempo, se marcharon en dirección al Vaticano, donde llegaron en
1615. El Papa Pablo V aceptó la oferta de enviar misionarios a Japón pero lo de
la decisión sobre el comercio lo dejó para el rey de España.
Hasekura
decidió volver a Japón siguiendo el camino contrario. A su paso por España, el
rey le dijo que no había trato porque no consideraba oficial la comitiva ya que
durante el largo viaje de Hasekura el regidor japonés, el shogun (señor de los
señores feudales que tuvieron el poder por encima del emperador durante varios
siglos) Tokugawa Ieyasu había mandado expulsar a los misionarios cristianos de Japón.
Viendo
su suerte, Hasekura siguió su camino de vuelta dejando atrás a varios de sus
hombres en Coria del Río porque unos cuantos se habían enamorado (no sé si de
aquella era también de la comida o sólo de las mujeres). Muchos conocen la
historia del apellido Japón que aún se conserva por el sur de España. Además,
creo que hay un proyecto para cruzar el ADN de esa gente con bases de datos en
Japón para saber si hay todavía familiares repartidos en ambos países.
Hasekura
llegó a Japón, tras pasar por México y Filipinas, en agosto de 1620. Allí se
encontró con un panorama muy diferente, el shogun había muerto y el nuevo, su
hijo Tokugawa Hidetada, perseguía más
fuertemente a los cristianos. Hasekura continuó siendo cristiano en secreto. Tras
su muerte, su familia y sirvientes fueron acusados de cristianos y los
ejecutaron en 1637.
Dejando
ya el rollo histórico, el museo no es que sea gran cosa pero tampoco desmerece
una visita. Hay una simulador en el que se pone una película sobre el viaje
mientras los asientos de mueven al son de las olas del mar. Lo malo son los
actores, como el capitán del barco que se suponía que era español pero el actor
era italiano, con el consiguiente acento en las cuatro frases que dice. No le echo la culpa al actor sino a los
productores, pero bueno, no creo que esperen muchos visitantes españoles.
Lo
que sí me daban ganas era de montarme en el barco y zarpar en busca de España,
pero eso mejor lo dejamos.
Después
decidimos seguir el viaje hacia el norte otros 50 km, concretamente a
Minamisanriku. Esa sí que fue una de las zonas más cercanas al epicentro del
terremoto que causó el tsunami de 2011 y aún se notaba mucho. Lo que queríamos
ver allí fue un Moai que regaló el gobierno de Chile puesto que allí sufrieron
otro tsunami muy destructivo en 2010 (en
la zona donde estuve este verano precisamente). Cuando me comentaron que
allí había un Moai, pensé que era uno real de la Isla de Pascua, cosa que me parecía
muy rara, por supuesto.
Como
podéis ver, era demasiado nuevo como para ser uno de los de verdad. De todas
maneras, fue curioso verlo. Después me acordé que yo sí había visto uno de
verdad, hace 3 años cuando
visité el museo Británico en Londres.
Si
es que al final está todo conectado. Mucha letra, pocas fotos pero un viaje
curioso.
Besos
para ellas y abrazos para ellos.