Bueno, son tantas las cosas que me gustaría contaros que se agolpan en la cabeza intentando salir todas a la vez. Así que intentaré hacer lo que pueda para que resulte inteligible.
Las noches de estos días son bastante bochornosas, con lo que no necesito de momento las sábanas que tenía que haber comprado, pero no lo hice por lo que me sucedió después.
Por la mañana me encontré con que no sabía cómo poner el agua caliente, así que mi primera ducha en Japón fue fría, empezamos bien…esto me recuerda que tengo que hacer fotos de cómo es el grifo de utilidad múltiple que tengo en el baño.
A continuación me dirigí hacia la universidad que, menos mal, está cerca de la residencia. La mañana la pasé con más pena que gloria, porque lo único que hice fue leer unos artículos que me había traído y hacer algo de papeleo con mi jefe, porque mi japonés no es todavía lo suficientemente fuerte como para leer nada, y menos un documento oficial. Así que la mañana transcurrió lentamente, y con el tema del jet-lag, pues di un par de cabezadas a escondidas. A continuación fui a comer con mi jefe al restaurante de la universidad. Los dos pedimos espaguetis. Aquí tengo que hacer un pequeño aparte con una de las costumbres japonesas en la comida, y es que cuando comen fideos, espaguetis o algo parecido, una de las normas de buena educación es sorberlos haciendo ruido. Pues allí me teníais a mí, intentando hacer ruido al comer los dichosos espaguetis, y os aseguro que me costó más de lo que os podáis imaginar. De lo único que era capaz era de hacer un penoso ruido que casi parecía más una pedorreta que otra cosa.
Al volver de la comida, ya sabéis lo que se suele hacer… pues hacia allí donde os estáis imaginando me dirigí, y me encontré con uno de esos artilugios que tanto gustan a los japoneses:
Sí, se trata de una taza de alta tecnología (los más escrupulosos deberíais pasar al siguiente párrafo). Por mucho que hayas oído hablar de ellos, hasta que no te lo encuentras cara a cara (no sé si es esta la mejor expresión en estos casos…) no sabes lo raro que te sientes al usarlo, y por supuesto, en el afán por probar cosas nuevas, lo hice… es una sensación muy rara. Cuando te sientas, tiene una especie de sensor (mirar el cable que hay a la derecha, que conecta el asiento con el cuerpo de la taza) que activa algo que desconozco pero que hace ruido. En el lado derecho según te sientas, están los mandos. Este modelo debe ser sencillo, porque solo tiene seis botones. Hasta ahora sólo me pude imaginar la función de tres de ellos. Al aplicar el chorro sobre… bueno, ya lo sabéis, pues hay que ponerse bien, porque si no el agua te salpica fuera… sí, eso fue lo que me pasó la primera vez. De todas formas no lo encuentro demasiado práctico, así que desde la segunda vez no lo he vuelto a usar.
Por la tarde, tampoco trabajé nada. Unos chicos con los que voy a trabajar, me dijeron que me pasaría a buscar para ir a cenar sobre las cinco. Cuando fuimos hacia allá me encontré con que los miembros del laboratorio habían organizado una barbacoa al estilo japonés. Mientras preparaban las barbacoas, empezaron a servir las bebidas y cuando me quise dar cuenta, habían hecho una especie de corro y uno de ellos comenzó a hablar. El discurso no fue demasiado largo, pero cuando estaba terminando me di cuenta de que estaba hablando de mi (cogí algunas palabras sueltas como supain-jin: español o gaikoku: extranjero), y de repente me dijo, con un inglés aún más rústico que el mío, que por favor me presentara, resulta que la barbacoa la organizaron por mi llegada. No sé si os imagináis la situación, yo delante de una audición de unas 25 personas por lo menos, aún perdido por la sorpresa y el jet-lag, y lo que es peor, en Japón. Creo que en esos escasos 60 segundos que duró mi minipresentación me puse más nervioso que durante los veinte minutos de la defensa de mi trabajo de investigación. Al final, todos juntos al grito de kampai tomamos nuestras bebidas y comenzamos a comer. Esa fue otra, imaginaros a mí cogiendo las cosas de una barbacoa ardiendo, y con palillos de madera delante de un montón de japoneses esperando a que les pidas un tenedor. Por suerte, no se me dio tan mal y acerté a comer sin que se me cayeran las cosas al suelo. El menú… bueno, no tengo ni idea de lo que comí. Un montón de carne de distintos tipos, calamares, verduras, soba (una especie de fideos hechos a la plancha con algo de soja y una salsa desconocida)… Mientras cenábamos, un grupo de chicos me preguntó que si me apetecía ir a una drinking-party a las 20:30. Yo dije que sí, sin saber por supuesto a qué se referían.
Así que a las 20:00 me pasaron a buscar y me condujeron a un restaurante bastante japonés. Una vez dentro, empezó la fiesta (celebraban que habían pasado de curso). Una drinking-party es una fiesta en la que, pagando una cantidad fija, puedes beber todo lo que quieras de la bebida que hayas pedido, en este caso cerveza. Aparte también era cena, así que en mi primer día en Japón quedé lleno a reventar y con un buen puntazo. Dos costumbres que me llamaron la atención fueron que al entrar en la sala donde teníamos la mesa (estábamos sólo nosotros) hicieron unos papeles con unos números para rifar el asiento, así no hay problemas para discutir donde se sienta cada uno; la otra costumbre es que se rifan también quién tiene que dar el discurso del primer brindis (no me quedó claro si hablaba el que ganaba o el que perdía). A partir del discurso y gritar kampai, comenzamos a beber y luego empezaron a traer comida. Yo probé de todo, y os aseguro que es una autentica experiencia el comer algo de lo que no tienes ni idea qué es. Tengo que decir que me gustó bastante todo, aunque ya me conocéis, me gusta comer. Y hay quien me decía que iba a pasar hambre en Japón… Hacia el final probé el sake, el cual no me pareció que tuviera demasiado alcohol, aunque tengo entendido que hay distintas variedades. Aquí me tenéis en mi primera fiesta japonesa, en la que no me dejaron pagar nada (creo que pagaron unos 3500 yen, unos 22€, no es barato, pero os aseguro que se bebió y comió mucho):
Aún me quedan otras cosas por contar, pero por hoy ya solté bastante rollo.
Animo Berto.
ResponderEliminarA que todavia no sabes para que son las tres conchas del baño je je!
Ya veo que te sientas al lado de las chicas ya cogiendo confianza eh pillin?
Vale, acabo de ver el comentario de tu amigo, aun asi, agrego el mail que te habia enviado cuando mandaste el correo con tu historia del baño, aunque si el grado de frikismo de todos tus conocidos esta nivelado, pensamos todos lo mismo. Ahi va:
ResponderEliminar"Primo japonesín!!
Sólo tengo una duda, las siguientes veces que vas al baño, que pasa, empiezas a decir tacos y usas los papeles de las multas para limpiarte? Porque yo no he visto papel h por ninguna parte, la verdad. O acaso te pones en plan chica-en-bar-y-de-noche y usas kleenex? Tienes kleenex? Ay dios! Fijo que no tienes, pero si ni fuiste capaz de comprar las sábanas. Reusaste los artículos que ya habías leído?
No se si Japón te va a marcar, pero si mis sospechas no son fundadas, tú vas a dejar tu huella en él.
Un beso, ánimo, y al toro (los japoneses no te dicen "Olé!"?)!!
PD: Una reflexión: yo creo que los inodoros no están preparados para absorber los folios, lo digo por si al final te he dado alguna idea; además, si son de los de 80g/m^2, rascan, fijo fijo.
PPD: De qué película es...??
PPPD: En definitiva, procura dejar pocas huellas por ahí, aunque comiendo mucho arroz ya se sabe.."
Pues ahi esta mi perla, creo que soy un pelin mas escatologica de lo que deberia, pero te lo comes con patatas. :)
Empiezo a dominar el arte de las tres conchas...
ResponderEliminarA Xuxa: De momento no encontré kleenex. El papel de los artículos mancha. Y no, no me puse a decir tacos en plan John Spartan. De todas maneras, en algunos sitios, por la calle, según tengo entendido, dan papel higiénico a modo de publicidad... y ya sé que este comentario va a traer cola