viernes, 26 de noviembre de 2010

...bebe vino

Bien, de nuevo me he retrasado en poner una entrada pero, por suerte o por desgracia, este mes no he hecho gran cosa, así que me estoy cerca de ponerme al día.

Hace algo más de un mes, mi jefe me propuso ir en su nombre a una reunión de un grupo de trabajo europeo que iba a tener lugar en Burdeos ya que él tenía otra reunión que le coincidía. Como os podéis imaginar, mi respuesta fue afirmativa, no me iba a perder un viaje a una ciudad que aún no conocía. Además de la reunión, pude asistir a un mini-congreso sobre supercondensadores, que suena muy bien, pero no es que sea algo demasiado complicado. Además, no me voy a poner a explicar esto, ya que es de trabajo.

El resultado fue que me pasé casi cinco días en Burdeos, tres para la conferencia y yo lo alargué para volver de domingo, pasando el fin de semana allí.

Para explicar un poco el título, no es que yo me fuera de cata de vinos. Es que la organización de la conferencia nos llevó a cenar a un château, que en Burdeos no tiene por qué ser un castillo, si no que se refiere a cualquier finca productora de vino. Lo malo es que esa noche no me llevé la cámara, así que os tengo que poner una foto sacada con el móvil que no quedó demasiado bien.

Por lo menos sirve para hacerse una idea del sitio, que no estaba nada mal.

Antes de comenzar con el paseo por Burdeos, unas palabras sobre la ciudad en general. No es que sea muy grande aunque es mundialmente conocida como la capital del vino. Sí, mal que nos pese a los españoles, el vino francés es mucho más conocido que el español. El momento de mayor esplendor de la ciudad fue en el siglo XVIII, de cuando datan muchos de los edificios del centro histórico de la ciudad, conocido como Puerto de la Luna, el cual fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 2007. Como curiosidad, cuando estaba paseando por la ciudad, me parecía como estar en una especie de París en pequeño, y ahora, buscando información para la entrada del blog, leí que se utilizó Burdeos como modelo para la renovación de París en el siglo XIX ¿qué fue antes, el huevo o la gallina?

La ciudad está situada a orillas del río Garona, uno de los ríos más grandes de Francia, justo antes de comenzar el estuario de Gironda, que también es el nombre del departamento del cual es capital Burdeos. Ahora voy a soltar un pequeño rollo de cómo mi relación con este río viene de muy atrás. Tan atrás que me tengo que remontar a 1994, año en el que empecé a hacer travesías por los Pirineos de una semana de duración todos los años por el verano. Aquel año coincidió que subimos el Aneto, haciendo noche el día antes en el Plan de Aigualluts. En esa explanada se unen las aguas de deshielo del Glaciar del Aneto, sumiéndose en una dolina de origen kárstico, con unas impresionantes paredes verticales, el Forau d’Aigualluts. Las aguas vuelven a ver la luz en el Valle de Arán, una región del Pirineo leridano que está en la vertiente francesa, por lo que las aguas discurren hacia ese país. El Garona también pasa por Touluse, ciudad en la que estuve hace tres años para visitar a Joan (conocido por su blog Reunionés) que estuvo allí de erasmus. Si es que al final está todo conectado.

Voy a comenzar el paseo por Burdeos en la catedral de St André, del siglo XI.

No logré encontrar nada particular sobre la planta de esta catedral, sin embargo a mí me llamó la atención. No sé muy bien cómo explicarlo, parece que la fachada principal es la que se ve en la foto con las dos torres, pero no es así, se trata del brazo norte del transepto. Si no recuerdo mal, el otro lado no era tan espectacular y tampoco la fachada “principal”. El caso es que me daba la sensación de que le faltaba algo.

A la izquierda de la catedral en esta foto se encuentra la torre del campanario o Torre Pey Berland, del siglo XV, coronada por una estatua de Nuestra Señora de Aquitania en el siglo XIX.

A la derecha de la foto de la catedral se puede ver el Palacio Rohan, antigua residencia arzobispal (1772-1784) y es la actual sede del ayuntamiento u Hôtel de Ville desde 1837.

Desde aquí se puede ir hacia la Place Gambetta, cerca de donde tenía yo el hotel. La plaza en sí no es que fuera gran cosa, pero en una de sus esquinas estaba esta puerta, la Porte Dijeaux.

No sé muy bien qué son estas puertas, pero estaban en varios sitios de la ciudad, algunas incluso más grandes. Me da la impresión de que formaban parte de algún complejo defensivo y que se respetaron durante la reconstrucción. Desde la Place Gambetta se puede bajar hacia la Place de la Comédie donde se encuentra el Grand Théâtre, de 1773.

Desde allí se puede llegar en seguida al Monument aux Girondins, de finales del XIX, erigido para recordar el espíritu ideal revolucionario de los Girondins, un conjunto de hombres de negocios burgueses que se esforzaron por buscar el bien de la ciudad. Al menos eso es lo que ponía una placa cerca del monumento.

Aquí os pongo un detalle de una de las dos fuentes que están al pie de la columna.

Este monumento se encuentra en uno de los extremos de la Esplanade des Quinconces, una de las mayores plazas de Europa con 12 hectáreas. Me hubiera gustado poneros una foto de esta plaza, pero estaban en fiestas y estaba ocupada por un montón de atracciones de feria (en las fotos anteriores se puede ver parte de una noria).

Desde aquí yo me alejé un poco del centro, yendo hacia el norte a una calle, la rue de Notre Dame, donde me dijeron que había un mercadillo de antigüedades y de libros usados. En esta calle vi una iglesia que me llamó la atención, la iglesia de St Louis.

Como podéis ver, se trata de otra de mis panorámicas. Lo que me llamó la atención de esta iglesia no fue su construcción si no que estaba a 2/3 de limpiar y sin visos de ser limpiada en breve a juzgar por la falta de andamios. No sé, supongo que se les acabaría el presupuesto antes de poder terminar.

Desde aquí se puede volver caminando hacia el centro dando un paseo por la orilla del río, a lo largo del Quai Louis XVIII.

Al fondo de esta imagen se puede ver (con un poco de imaginación) el Pont de Pierre de cual hablaré un poco más abajo.

Continuando el paseo ribereño se puede llegar hasta la Place de la Bourse, una preciosa plaza de 1729-1777 dedicada a Louis XV.

Esta panorámica me quedó un poco distorsionada, a ver si aprendo a corregir esos defectos. Para que os hagáis una idea, se trata de una especie de media luna abierta hacia el río, es decir, el río está a la espalda según se mira la foto.

Desde aquí se puede continuar por el río hasta llegar a la Porte Cailhau, una puerta de 35 metros de altura erigida para honrar a Charles ???. El porqué de los interrogantes es que no tengo muy claro a qué rey estaba dedicada, ya que en la placa que explicaba el origen de la puerta hay tres números diferentes, en la explicación en francés es VIII, en inglés VII y en español III. Creo que se trata de Charles VIII por lo que he podido encontrar. Bueno, aquí va la puerta, que es lo que interesa de verdad.

Entrando en el centro antiguo de la ciudad por esta puerta se puede llegar hasta la antigua plaza del mercado real de 1760 con una fuente de 1865, la Place du Parlament.

Desde aquí se puede salir un poco del centro pasando por la Porta Sancti Jacobi, que no tengo ni idea de su origen, pero algo tiene que ver con el Camino de Santiago. Lo que sí sé es que la campana se erigió en 1775, si el resto de la torre se construyó por entonces, no lo sé.

Desde aquí no lleva mucho el llegar hasta la Place Canteloup, donde se encuentra la basílica de St Michel. La basílica está incluida en la lista de Patrimonio de la Humanidad, sin embargo aquí os voy a poner nada más que la foto del campanario, la Flèche St Michel, una torre de 114 metros de altura (por lo cual se merecía otra de mis panorámicas), terminada en 1492, pero destruida varias veces, por lo que la torre actual es el resultado de una reconstrucción de la segunda mitad del siglo XIX.

Desde aquí se llega fácilmente al puente que mencioné antes, el Pont de Pierre, o Puente de Piedra.

Este es el primer puente sobre el Garona en Burdeos, mandado construir por Napoleón I como estrategia militar. Como curiosidad, el puente tiene 17 arcos, el mismo número de letras que hay en Napoleón Bonaparte.

Antes de terminar esta entrada, una nota sobre la capacidad de esta ciudad de incorporar elementos modernos a su casco antiguo.

En Burdeos hay tres líneas de tranvía que circulan por el centro de la ciudad. En la foto llama la atención la falta de cables aéreos. Esto es debido gracias a un sistema que se desarrolló expresamente para esta ciudad. Se trata de un sistema de alimentación por el suelo, de manera que en el centro los tranvías usan ese sistema mientras que en las afueras usan el tradicional aéreo porque es menos costoso y más fiable. No estoy muy seguro de si estos tranvías usan sistemas de regeneración de energía durante el frenado. Todos hemos oído hablar del famoso KERS, en el que almacena la energía del frenado en un volante de inercia, pero como nota para cerrar esta entrada donde empecé, en los sistemas que se están investigando e incluso implementando en muchos prototipos y vehículos comerciales, se utilizan supercondensadores que recuerdo que fueron el motivo de mi visita a esta ciudad.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

sábado, 13 de noviembre de 2010

...va de catedral en catedral

Antes de empezar con la entrada me gustaría agradecer a todos por vuestros comentarios y mensajes. Siento mucho el tono derrotista de la anterior entrada, pero así era como me sentía hace una semana (también ahora, pero no importa), y no todo en este blog iba a ser sobre viajes, no fuera que os pensarais que estoy aquí por la cara y que es a lo único que me dedico. Tened cuidado no sea que me decida a escribir una entrada sobre el trabajo. Bueno, esto no, que quiero conservar a los lectores que quedan.

Bien, recuperando el espíritu viajero del blog, voy a contar lo que hice la semana siguiente a que estuvieran por aquí mi hermano y mi cuñada, es decir, el tercer fin de semana de octubre.

Ese viernes tuve una reunión de proyecto en Birmingham, la cual está considerada como segunda ciudad de Inglaterra, disputándose el título con Manchester. Pero antes de continuar con esto, decir que justo un día antes de tener que ir allí me encontré con una rueda pinchada. Diréis que no es gran cosa: cambias la rueda y lo llevas al taller para que te la arreglen o te la cambien. Pero esto me dio pie a hacer una reflexión sobre cómo uno está acostumbrado a ir a los sitios que conoce y que tiene cierta confianza aunque sólo sea adquirida por la rutina, como la dentista, el peluquero o el taller para el coche, pero cuando uno está en otro ambiente, se tiene que buscar esos sitios de confianza. Por suerte, el día que encontré la rueda pinchada fui a karate y se lo comenté al profesor, el cual me mandó ir a un taller de un conocido suyo. Así lo hice, encontrándome que el que me atendió era un gallego que llevaba 12 años en Inglaterra y que justo esa semana tenía pensado volverse a España. Casualidades que se dan a veces en este mundo que, como se suele decir, es un pañuelo y yo añado, y Guildford un moco seco.

Siguiendo con el tema del viaje, aprovechando que tenía que ir Birmingham, me dije que podía hacer un pequeño viaje, así que aquel jueves fui a dormir relativamente cerca de allí, a Stratford-upon-Avon, precisamente en el mismo albergue donde estuve con Joan la segunda noche que él estuvo por aquí. Al día siguiente, después de la reunión, la cual duró toda la mañana y parte de la tarde (no, tranquilos, no voy a decir nada más de la reunión, que acabo de decir que no voy a hablar de trabajo), fui hasta Bristol, pero parando en varias ciudades por el camino. No quise quedarme a visitar Birmingham porque me dijeron que no merecía mucho la pena ya que se trata de una ciudad muy industrial y que fue muy castigada por los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial.

La primera parada que hice fue en Worcester. Un par de apuntes antes de continuar. El primero es lingüístico, acerca de la pronunciación de los nombres de ciertas ciudades. Hace tiempo comenté algo sobre las terminaciones en –ester de muchas ciudades en Inglaterra. El caso es que cuando comentaba dónde había estado, nunca me entendían bien el nombre de estos pueblos hasta que un señor, compañero de trabajo, me comentó que la pronunciación de ciertas palabras en inglés aún se hace en inglés antiguo. De manera que yo lo pronunciaba algo así como “Guorsester” y resulta que la pronunciación adecuada es “Guster”, vamos, que lo clavé.

El otro apunte es que la Salsa Worcester fue creada en esta ciudad por dos químicos. Tal vez no os suene mucho esta salsa, pero según parece, es uno de los ingredientes del famoso cóctel Bloody Mary. Yo nunca he probado esta bebida, pero teniendo en cuenta que también lleva tabasco, me parece que no me atrae mucho. Para saber lo que lleva la salsa, mejor os miráis esto. El sabor es muy fuerte y algo picante, y se suele usar para las patatas fritas, para la carne o como potenciador de sabor.

Después de este rollo, aquí os pongo una foto de la catedral de Worcester, que no es que sea una belleza, pero el sitio es envidiable.

Está situada sobre el río Severn, el cual es el más largo y caudaloso de Inglaterra, lo cual no deja de sorprenderme como extranjero en estas tierras, ya que, como tal, uno siempre tiende a pensar que el Támesis debe ser el que ostentara esos títulos. Este río forma el estuario del mismo nombre y desemboca en la hendidura que se puede ver en el mapa de Inglaterra en su parte oeste, que es el Canal de Bristol, ciudad de la cual hablaré más adelante.

Siguiendo mi camino hacia el sur, me desvié un poco hacia el oeste para parar un poco en Hereford por donde me di un paseo para ver por fuera su catedral.

No os enseño fotos de la fachada principal porque estaba en obras y no quedaban muy bien, así que creo que está mejor esta con el río Wye en primer plano. Volviendo con los datos curiosos, resulta que de esta zona procede la raza bovina Hereford. No es que dicho así tenga mucha historia, pero es que cuando vi cómo es esta raza, me acordé de una película que vi hace mucho tiempo de James Stewart, The rare breed (Literalmente, La raza rara, traducida en España como Una dama entre vaqueros). En ella, Maureen O’Hara hacía de una mujer inglesa que se empeñaba en llevar una vaca Hereford al oeste de Estados Unidos, ayudada por James Stewart. Es curioso de lo que se va enterando uno sin querer.

La última parada que hice fue en Gloucester (aplíquese la misma regla lingüística de antes), ciudad que también está situada a orillas del río Severn. Allí llegué ya de noche, aunque no creo que fuera demasiado tarde, pero aquí los días ya empezaban a ser bastante cortos. Así que me dio tiempo a dar nada más que un pequeño paseo alrededor de su catedral y a cenar algo en un pub.

En este caso no tengo ninguna anécdota que contar acerca de Gloucester.

Como ya era de noche, cuando llegué a Bristol fui directamente al albergue juvenil. Este albergue es el más moderno de los que me he ido encontrando por aquí y la cama era de las más cómodas. El problema era que me parece que sólo había un par de duchas por planta, y en cada planta cabía bastante gente. Lo bueno que tiene este albergue es que está en pleno centro de Bristol, así que es un buen sitio para recorrerse los sitios más emblemáticos de la ciudad. Sin embargo, yo tuve un inconveniente, y es que este albergue no tiene aparcamiento por lo que dejar el coche en un aparcamiento toda la noche me salió por casi el mismo precio que pasar la noche en el albergue con el desayuno incluido.

Sobre Bristol en general, decir que en su momento fue la segunda ciudad en importancia de Inglaterra, gracias al comercio de las mercancías del imperio colonial británico. Ahora, con algo más de 400000 habitantes, ya no sigue siendo tan importante, pero se nota que tiene una buena salud tanto económica como social.

Tras desayunar el famoso desayuno inglés, comencé mi recorrido por la ciudad. En primer lugar fui a la Queen Square.

Cerca de esta plaza del siglo XVIII se puede encontrar el pub Llandoger Trow, construido en 1664, donde la leyenda dice que Daniel Defoe conoció a Alexander Selkirk, un marinero escocés que estuvo cuatro años perdido en una isla del archipiélago chileno Juan Fernández en el Pacífico sur, aventura que se supone que inspiró la novela Robinson Crusoe.

El nombre de Trow viene del tipo de barco que solía amarrar en los embarcaderos del Floating Harbour, el puerto de Bristol, que es una especie de canal artificial construido de forma paralela al río Avon. Aquí os pongo una parte con el Bristol Bridge y la iglesia de St. Peter al fondo.

Después me acerqué a la iglesia de St Mary Redcliffe, una iglesia de estilo gótico perpendicular del siglo XIV y de la que Isabel I dijo que era “la iglesia parroquial más bella y más famosa de toda Inglaterra”.

Después de esto fui hasta el ayuntamiento, pero no voy a poner ninguna foto aquí ya que, aunque no estaba mal, no me pareció que fuera nada del otro mundo. Cerca del ayuntamiento hay un par de calles donde había algunos puestos ambulantes y también dos plazas de mercado. La siguiente parada que hice fue para ver la catedral, que no podía faltar en este viaje.

No voy a hablar más de esta catedral, porque no era de las más interesantes que haya visto hasta ahora. Me quedan más cosas por poner y esto empieza a hacerse un poco largo.

Yendo hacia la parte alta de la ciudad llegué hasta la universidad, con su torre que llama bastante la atención.

Cerca de allí y en mi camino de bajada hacia el río y el puerto, pasé por el parque de Brandon Hill, donde se encuentra la torre Cabot.

Esta torre se erigió en 1897 en memoria de John Cabot, 400 años después de que comenzara su viaje de exploración de América del Norte. En realidad era veneciano, así que el nombre era Giuseppe Caboto.

Después de esto bajé al río y me dirigí hacia el famoso Clifton Suspension Bridge, un puente colgante sobre el río Avon.

Este puente fue diseñado por Isambard Kingdom Brunel, uno de los más insignes ingenieros civiles de Inglaterra. Su construcción comenzó en 1836, pero se vio interrumpida en 1843 por falta de financiación. Se terminó de construir en 1864, cinco años después de la muerte de su diseñador. El puente aún sigue en uso por tráfico rodado previo pago de un peaje de 50 peniques, pero es gratis para los peatones. El puente tiene unos 75 metros de altura sobre el río y una longitud de 450 metros, dominando la garganta del Avon.

Después de hacer muchas fotos al puente volví hacia el centro de la ciudad, ya que el puente queda a las afueras y tuve que caminar un buen rato para llegar a él. Antes de completar mi recorrido pasé al lado del S. S. Great Britain.

Este barco, diseñado y construido por el mismo ingeniero de antes en 1843, fue el primer barco con propulsión de hélice que fue utilizado en las rutas transoceánicas. Ahora está en dique seco y se puede visitar previo pago, lo cual no hice porque no tenía suficiente tiempo.

Antes de volver al coche para iniciar camino de vuelta a Guildford, pasé por una de las zonas más nuevas y recuperadas de la ciudad, la plaza Millenium Square, donde hay una curiosa construcción.

Se trata de un planetario. Por cierto, para los que dicen que nunca salgo en las fotos que pongo, aquí salgo justo en el medio.

Es curioso como todas las ciudades inglesas que tenían puertos, sobre todo puertos en estuarios de ríos, que son muy habituales por aquí, han ido intentando recuperarlos con construcciones modernas, como la zona de Docklands en Londres, muchas veces por ser zonas portuarias en las que las actividades ilícitas florecían tras el decaimiento de los puertos.

De vuelta a Guildford me desvié un poco hacia el sur para ir a Wells, una pequeña población conocida por su bella catedral.

Esta es quizá una de las catedrales que más me ha llamado la atención en este país hasta ahora. Es además una de las mejor conservadas y restauradas de las que me he encontrado. En el interior no pude sacar fotos, ya que había que pagar y yo no sabía que iba a merecer la pena hacerlo (tal vez vuelva algún día), ya que cuenta con una solución arquitectónica que parece moderna pero realmente data del siglo XIV. Se trata de unos arcos invertidos en forma de tijera que se construyeron para solucionar los problemas de hundimiento de los cimientos por culpa del peso de la torre del crucero. Aquí tenéis un enlace para que los veáis.

Esta catedral tiene un par de similitudes con el famoso libro de Ken Follet, Los pilares de la Tierra. En primer lugar, la ciudad fue muy próspera gracias al comercio de la lana, y si no recuerdo mal, en el libro se hablaba de ello. En segundo lugar, la impresionante fachada oeste, fue construida entre 1230 y 1250 siguiendo el esquema de las fachadas de las grandes catedrales francesas. De nuevo, si mi memoria no me falla, en el libro, el protagonista recorre Francia y lleva las nuevas ideas del gótico a Inglaterra donde termina la construcción de la catedral. Además, Ken Follet es de Cardiff, que no está muy lejos de Wells. No he encontrado ninguna prueba de que el pueblo ficticio de la novela y Wells tengan ninguna relación, pero me pareció una coincidencia curiosa.

Después de una visita rápida a este pueblo cogí el coche para volver a Guildford, donde pasé el domingo descansando, que hacía mucho tiempo que no lo hacía y aún me quedaba otra semana de viajes, pero esto se quedará para otra entrada.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

...continúa

No sé cómo empezar a escribir esta entrada. Bueno, una vez que se ha escrito algo como eso, ya es un comienzo lo cual lo convierte en una contradicción. Y así es como me siento, en un sinsentido.

Este fin de semana ha sido el primero que he descansado desde hace más de dos meses y medio. La última vez que pasé las dos noches de un fin de semana en Guildford fue a mediados de julio, lo cual me parece ahora muy lejano. Así que he aprovechado para intentar descansar un poco y pensar.

El problema es que se suponía que este fin de semana debería estar mano a ruedas con el pequeño Todoroku, tomando el camino del norte hacia Escocia para hacer una visita durante unos días y luego volver aquí e irnos de este país ya fuera por barco o por el eurotúnel. Pero, como algunos ya sabéis y otros lo habréis deducido por el título de esta entrada, voy a quedarme unos meses más en esta isla.

En realidad es mañana, día 3 de noviembre, que hará un año que llegué aquí, pero el contrato de trabajo que tenía hasta ahora comenzaba el 1 de noviembre del año pasado, así que ayer ya se suponía que no debería estar en la empresa.

Es un poco largo de explicar y no os quiero aburrir con mis historias de trabajo, así que os puedo hacer un resumen. Yo tenía pensado marcharme, pero el director de la empresa me hizo una oferta que me resultó atractiva. No hablo de términos económicos, porque en realidad salgo perdiendo respecto al año que termina ahora. Está más relacionado con las condiciones de trabajo y lo que yo quería. La empresa necesitaba a alguien que empezara un proyecto nuevo y yo era su opción más inmediata, tal vez la única que tenían y por eso me lo ofrecieron, no porque les resultara imprescindible ni mucho menos.

Así que, de momento, voy a continuar otros seis meses aquí con la esperanza de que el trabajo me llene un poco más de lo que lo ha hecho este último año pudiendo aprender un poco más de lo que he hecho hasta ahora. Espero que sea así y poder cubrir al menos uno de los objetivos que me planteé cuando vine aquí. Si no es así, ya he estado pensando en otros objetivos para estos seis meses. Uno de ellos, y quizá el más importante, es lograr rascar toda la mierda que hay alrededor de los fogones de la cocina, gracias a la limpieza sobradamente conocida de los ingleses. También aspiro a entender lo que dice uno de mis compañeros de casa, ya que llevo diez meses aquí y aún no le entiendo más de una de cada diez palabras que dice. Pero tal vez estos objetivos sean demasiado ambiciosos.

Por estas y otras razones, estos días están siendo un tanto duros.

Como tengo puesto en mi declaración de intenciones, no pretendo que esto sea un juicio de valor de la cultura inglesa. Sin embargo, creo que me puedo permitir hacer un pequeño comentario sobre el tema.

Y os voy a decir por qué.

Cuando llegué aquí, me dije que tenía que intentar conocer la cultura y llegar a entender a los ingleses. Yo no conocía a nadie de este país, ni amigos, ni familia ni conocidos. Así que decidí que no iba a intentar establecer contacto con españoles, para así conseguir aprender lo mejor posible, sin interferencias. Al menos creí que esta era la mejor manera de alcanzar los objetivos que me había marcado, pensándolo casi como un experimento científico.

Tras un año aquí, los únicos que he conocido realmente y a los que quizá pueda llamarles amigos una vez que marche de la isla han sido tres personas: uno de mis compañeros de casa y dos de karate. Podríais decir que no está mal, pero tengo que decir que el compañero de casa es de madre irlandesa y padre iraní, y los dos de karate (un chico y una chica) son italianos.

En la empresa son casi todos ingleses. Que no lo sea, sólo hay un ucraniano, que tendrá más de cincuenta años, y un chico de Zimbabwe, ambos establecidos desde hace bastante tiempo aquí y con sus esposas (con sus mismas nacionalidades) e hijos. En todo este tiempo, sólo he ido a tomar una vez cerveza con los ingleses, y creo que me lo dijeron de rebote.

Así que, por mi experiencia y por la de otra gente que me ha comentado la suya en este país, es muy difícil que los ingleses te lleguen a integrar de verdad socialmente. Tengo más anécdotas y razones para pensar así, pero no quiero que esto se convierta en una lista de agravios.

Tal vez sea que mi inglés no es todavía lo suficientemente bueno como para seguir una conversación en tono distendido y por ello no puedo integrarme como es debido. Es cierto que yo no soy demasiado sociable, así que yo tengo mi buena parte de culpa también.

De todas maneras no me puedo quejar, ya que mi situación no es tan mala, pero todos somos egoístas en cuanto a las cosas que nos afectan y me he permitido serlo en estas líneas al menos.

Cuando me recupere un poco anímicamente, seguiré actualizando el blog, aún me quedan unos viajes que poner y completar lo de Reunión.

Y si alguien quiere hacer una visita a Londres de fin de semana guiada por un asturiano, ya sabe dónde encontrarme en los próximos meses.

Besos y abrazos para todos.