En las últimas semanas el trabajo me está absorbiendo bastante y además el presupuesto tampoco me llega para más viajes de momento, así que no puedo poner gran cosa de lo que estoy haciendo por estas tierras. Se me ocurren un par de historias, pero las voy a dejar en la recámara para más adelante. Además, hace tiempo que tenía intención de completar las entradas con las últimas historias por Inglaterra, o más bien debería decir por Gran Bretaña. Podría escudarme en que no me dio tiempo, lo cual no deja de ser cierto en buena parte, pero la verdad es que me costaba ponerme a escribir sobre el tema. Tal vez pueda parecer una tontería, pero era así. Sin embargo, ahora me siento con fuerzas para ponerme con ello. El problema es que de estas cosas hace ya más de cuatro meses, así que se me está volviendo todo un poco bastante confuso ya que algunas cosas las tengo apuntadas, pero otras las tengo que intentar recordar. Sea como sea, voy a tratar de cerrar esta parte.
Un domingo de la penúltima semana de abril, aprovechando que hacía buen tiempo, uno de esos días primaverales frescos de los que hay contados en Inglaterra, decidí conocer Cardiff. No es que esté precisamente cerca de Guildford, unas dos horas y media en coche, pero hacía mucho que tenía ganas de conocer la capital de Gales.
La impresión que me llevé de esa ciudad fue muy buena. En cierta manera se me pareció a Bristol, una ciudad con mucha historia y con un presente muy moderno. En el caso de Bristol la historia no venía de tan atrás porque Cardiff ya fue fundada en tiempos de la colonización romana de Gran Bretaña.
Lo primero que visité fue el castillo de Cardiff o Castell Caerdydd, en galés. La entrada vale 11 libras para adultos, una pena tener que serlo en estos tiempos, e incluye el alquiler de la audioguía en la cual se comentan muchas cosas que a estas alturas ya he olvidado, lo siento. Este no es un castillo tan importante como el de Windsor, pero tiene una historia muy larga. En primer lugar voy a poner una de mis panorámicas con el interior del castillo, creo que me estoy volviendo adicto a este tipo de imágenes.
En esta imagen se pueden ver los principales componentes del castillo. En primer lugar está el Keep o torre del homenaje, de tipo normando. Desde este se aprecia lo que parece un camino que conduce hasta la puerta principal, a la izquierda de la imagen, pero que en su momento fue una autentica muralla que servía para comunicar el Keep con la entrada pero también para separar el interior del castillo en dos partes. Esta muralla se derribó en 1777 para preparar el interior como jardín para los señores de la época.
En la parte de debajo del sitio donde está tomada la foto y siguiendo la muralla exterior por el camino que se ve a la derecha, se encuentran los túneles de los tiempos de guerra, los cuales sirvieron de refugio para los ataques durante diferentes guerras incluyendo la II Guerra Mundial.
A la derecha del Keep se puede ver lo que es una representación de la puerta del fuerte romano. Los cimientos romanos aún se conservan, pero lo que se puede ver es una reconstrucción. Como se aprecia en la foto siguiente, se puede subir al Keep desde donde se tienen unas buenas vistas de la ciudad gracias a que no hay muchos edificios altos, al menos no en el centro. Os pondría un par de panorámicas que hice desde allí arriba, pero creo que a estas alturas ya os estaréis cansando de ellas y quiero reservarme para más adelante.
A la izquierda del Keep está La Casa o The House. Las primeras construcciones son de 1423 pero sufrió ampliaciones y alteraciones hasta el siglo XIX aunque la apariencia actual se debe principalmente a la reconstrucción de la década de 1770.
A la izquierda de la casa está una curiosa construcción, la Torre del Reloj,
Esta torre se diseñó en 1866 con cierta influencia del gótico medieval, pero lo que más destaca son los escudos de armas tan coloridos que tiene.
Por último, aquí os pongo una foto del símbolo de gales, el famoso dragón rojo, que está por todas partes en el castillo y en la ciudad.
Al salir del castillo me di un paseo por las calles del centro las cuales estaban muy tranquilas, sin demasiada gente y se podía caminar disfrutando de la ciudad. Como muestra, aquí van unas fotos.
En esta última foto se puede ver uno de los callejones que me parecieron muy curiosos, saliendo en diagonal de la calle, el callejón cruza hasta la siguiente calle paralela. Los edificios son asimismo diagonales. No sé la razón, pero se me ocurre que el arquitecto odiaba a los diseñadores de interiores porque poner algo en esas casas tiene que ser toda una aventura.
Después de darme este paseo decidí ir hasta la bahía de Cardiff, una zona moderna, abierta al mar con mucho ambiente, al menos aquel domingo por la tarde. De camino a la bahía pasé al lado del Millennium Stadium, un estadio a orillas del río Taff, sede de la selección galesa de rugby y donde también suele jugar la selección de fútbol.
El recorrido caminando hasta la bahía no es corto y menos por donde yo hice la ida porque me desvié un poco siguiendo el río. Por suerte, el día estaba muy guapo y el paseo mereció la pena. Al llegar a la bahía me di cuenta de dónde estaba la gente que no estaba por las calles del centro, todos allí, en los centros comerciales. Lo que más me gustó de esta zona era su apertura hacia el mar.
Y a continuación os pongo una vista hacia el interior.
Desde donde está tomada esta foto se puede ver una iglesia de estilo noruego.
Entre los edificios de la bahía destaca el Millenium Centre, una especie de palacio de congresos
No sé por qué, pero estas grandes plazas abiertas siempre me han gustado mucho y sobre todo cuando tienen fuentes y, cuanto más raras, mejor. En este caso, la fuente es la columna alta que se puede ver al fondo.
De vuelta al centro, antes de coger el coche para volver a Guildford, pasé por una zona en la que hay varios edificios de estilo neorenacentista (o eso creo, que mis lecciones de arte han quedado muy atrás).
Estos son los edificios del ayuntamiento, a la izquierda, y el Museo Nacional de Gales.
De vuelta hacia Guildford me desvié un poco para entrar en Swindon, un pequeño pueblo que cuenta con una de las rotondas más extravagantes de Inglaterra. Lo primero, antes de llegar a ella se ve esta señal.
Y esta es la rotonda mágica.
Las rotondas exteriores pequeñas se giran en sentido horario, pero la grande del interior en sentido antihorario. Esto es para que en Oviedo nos quejemos de las rotondas con semáforos interiores.
Para terminar con esta entrada, voy a explicar un poco el título. Como dije al principio, voy a intentar completar la parte sajona del blog, y este fue el último viaje del día o fin de semana que hice allí. Pero aún queda el viaje a Escocia, el cual comenzó el último jueves de abril. Ese día yo salí con el coche rumbo a Edimburgo, casi 700 kilómetros, donde me encontré con Joan para comenzar este viaje del que tengo muchos recuerdos, muchas fotos y así fue como comenzó mi retorno, aunque por poco tiempo, a España. Trataré de poner aquí las mejores imágenes que por supuesto no harán justicia a los paisajes que pudimos ver allí. Eso sí, advierto que el que quiera leer esto, se va a hartar de ver panorámicas, vayan mis disculpas por adelantado. De momento aquí os pongo el comienzo del viaje escocés.
Besos para ellas y abrazos para ellos.