No, no he tenido ningún examen, que lo de dejar las cosas para septiembre hace tiempo que lo tengo olvidado (y eso que lo practiqué mucho), ahora las dejo siempre para la siguiente estancia. Es que llevo algo de retraso con las entradas de este año así que voy a ventilar este mes de un plumazo. Lo cierto es que en esta estancia japonesa no hay mucho que contar ya que estoy intentando sacar el mayor provecho posible al postdoc aquí. Eso y que yo tengo una beca española y el cambio del euro está cada día peor, con lo que si quiero llegar a fin de mes tengo que hacer malabares y dejar los viajes para otra ocasión.
Bien, vamos con el mes. Supongo que de mi trabajo aquí no querréis leer, pero aún se pueden salvar unas cuantas cosas interesantes.
A principios de mes vinieron por aquí unos días dos profesores españoles que colaboran con mi supervisor de aquí. No de ellos ya lo conocía y el otro de oídas. El caso es que mi supervisor me dijo que quería que le acompañara para llevarlos a ver algunos sitios. Gracias a que el jefe tiene coche, nos llevó a ver una de las regiones donde golpeó el tsunami del 11 de marzo que queda entre Sendai y el mar. A medida que nos íbamos acercando a una de las zonas más afectadas se veía la devastación que había causado el tsunami y eso que ya tienen mucho recogido. Una de las cosas más llamativas es ver los barcos varados a más de un kilómetro de la costa, pero de esto no tengo ninguna foto ya que los vimos desde el coche. Lo que más se ve todavía son las casas que aguantaron de pie pero que tienen los primeros pisos destrozados y supongo que la mayor parte tendrán que tirarlas. Por la forma que tienen de construir aquí, las casas tienen cimientos de hormigón pero el resto, estructura incluida, es de madera y plástico principalmente, así que lo que se puede ver es nada más que la base de las casas, el resto ya lo han recogido o está en pilas de deshecho. Cuando se mira alrededor en algunos sitios, uno no se hace a la idea de lo que allí había ya que la hierba tapa la vista de las bases que quedaron. De todas maneras, impresiona saber que allí había pueblos enteros que quedaron arrasados.
Después de ver esto pasamos a algo un poco más alegre y turístico, el jefe nos llevó hasta Matsushima, bahía y pueblo de los que ya he hablado hace tiempo. Sin embargo, esta vez el jefe nos llevó a contemplar las vistas de la bahía desde uno de los miradores. La lástima es que el día no acompañaba mucho y había bastante bruma, pero aquí está una de mis panorámicas, a las que ya estaréis acostumbrados y que no podía faltar en una de mis entradas.
Lo que visitamos esta vez y yo no había hecho en su momento fuel el Zuigan-ji, un templo zen fundado en el 828 pero sus edificios actuales se construyeron en 1606 por orden de Date Masamune, el samurái fundador de la ciudad de Sendai.
A continuación el jefe nos llevó a comer a un sitio muy curioso. Venía a ser un antiguo palacio que perteneció a la familia Date. En este sitio, hace unos cuantos años, el anterior emperador se quedó a comer y dormir mientras visitaba la zona. Uno podría pensar que había que pagar mucho por comer allí, pero no fue así. La verdad es que no recuerdo cuánto fue porque pagó el jefe, pero yo creo que no pasaba de los 3500 yenes por cabeza (ahora algo menos de 35 €).
Después de comer fuimos a darnos un baño a un onsen y luego volvimos a Sendai. Al día siguiente, domingo, el jefe no podía atender a las visitas, así que fuimos (incluyendo el otro chico español del laboratorio) a Yamadera, el templo en la montaña en el que había estado apenas dos semanas antes con mi madre.
Después de ese fin de semana no hay mucho que contar hasta la semana pasada en la que fui de viaje de verano (un poco tardío) con los compañeros del laboratorio, incluyendo al jefe. Los estudiantes de máster de primer año se encargaron de organizarlo. Hace un par de meses, se hicieron tres propuestas de actividades y se votaron entre todos. La elegida fue ir a dar un paseo en barcaza por el río Mogami que desemboca en la costa oeste de Japón y al parecer es bastante conocido por aquí. También es conocido porque el poeta Matsuo Basho, de quien hablé hace tiempo debido a su paso por Matsushima, hizo el viaje a lo largo del río y le escribió un haiku. La pena de este viaje es que nos llovió bastante porque estaba pasando un tifón que fue bastante fuerte. De hecho, me dijeron que había sido el más fuerte de los últimos años en Sendai y aunque nosotros estábamos en la zona oeste de la isla, el mal tiempo nos alcanzó también. Por suerte, las barcazas estaban techadas, pero esto quitó un poco de encanto al crucero. Aquí os muestro una de las barcazas por dentro, con su suelo de tatami en el que hay que entrar descalzo.
A lo largo del camino se pueden ver varias cascadas. En este caso os pongo una con templo incluido que así queda más idílico.
Y esta es una vista del río desde el punto de llegada del viaje.
La noche la pasamos en un hotel en Yunohama, en la costa oeste de Japón que, por cierto, era la primera vez que estaba en ella. Allí nos relajamos, nos dimos un baño en el onsen del hotel y cenamos. La cena estuvo muy bien, con comida típica de zona costera. A mí me gustó la mesa donde comimos, donde estaban los pescados puestos a un estilo de barbacoa playera.
El plato más caro, que no el más grande, se podía elegir entre langosta y otra cosa que no sabía lo que era, y como ya me conocéis, elegí lo segundo, que llamaba abalone o abulón.
A mí me recordaba a las vieiras, pero la concha es diferente, aunque yo no soy precisamente un experto en marisco y moluscos. Y las mentes calenturientas pueden pensar lo que quieran. Después de la cena tuvimos una drinking party, que tiene un nombre muy sugerente y es justo lo que su nombre indica. Alguno acabó bastante perjudicado, incluyéndome a mí mismo pero, como buen asturiano, di la talla, que no se diga.
Al día siguiente seguía lloviendo pero unos pocos de nosotros fuimos a ver un acuario que había cerca y que es bastante famoso por sus medusas.
Realmente había medusas de todo tipo, tamaño y colores, pero con la poca luz que había era bastante difícil sacarlas bien.
Incluso se puede comer un helado hecho con medusa.
El sabor estaba bien pero la verdad es que era nada más que crema. Me parece que la cantidad de medusa que le ponen es mínima y, teniendo en cuenta que las medusas son casi todo agua, pues no pueden dar mucho sabor de ninguna manera.
Un pez que me llamó mucho la atención pero que no tengo ni idea de cómo se llama es el siguiente.
A mí me da un poco de mal rollo, parece que es una cara aplastada contra el cristal. Aquí también vimos un espectáculo de focas, pero no tengo nada para poner aquí. Lo que sí tengo es una foto de la costa.
La vuelta a Sendai no fue mal del todo a pesar de todas las llamadas de atención y de que cortaron la autopista por culpa del tifón. Lo cierto es que eso no lo entiendo muy bien porque se supone que una autopista es mejor carretera y se debería poder circular mejor por ella que por cualquier secundaria, pero no, tuvimos que volver por lo que eran carreteras parecidas a las nacionales. De todas maneras, no hubo ningún problema, ni siquiera atascos.
Y así más o menos se pasó septiembre, el cual nos abandonó (aquí ya son más de las 12 de la noche) con una temperatura un poco más moderada, incluso hace un poco de fresco por las noches. Otro mes más en Japón, de momento puedo decir que sobrevivo.
Besos para ellas y abrazos para ellos.