miércoles, 18 de enero de 2012

...vuelve a comer ramen

Pues sí, por fin he vuelto. Estoy empezando a escribir esta entrada desde el aeropuerto de Narita, donde tengo que esperar unas cuantas horas para coger el vuelo que me llevará al aeropuerto de Sendai (sí, el que se vio en las imágenes anegado por el agua tras el tsunami el marzo pasado). Como no tengo internet aquí, supongo que si estáis leyendo esto en el blog significa que ya he llegado sano y salvo a mi destino.

Alguno dirá que ya era hora, lo de volver a Japón no lo de volver a escribir. Aunque quizá tenga que cambiar un poco esta actitud y agradecer a todos los que me han instado a escribir más a menudo. Claro que todos aquellos que me lo han dicho han sido familia y buenos amigos y, como espero que me aprecien, saben contarme una mentira piadosa a tiempo. Lo cierto es que me gustaría poder escribir con más frecuencia, pero no tengo mucho sobre lo que hacerlo. Bien, supongo que será uno de esos buenos propósitos de principios de año: bajar el peso ganado con el turrón y escribir entradas en el blog más a menudo.

Sobre el viaje en sí, tal vez lo que voy a decir ahora será un poco oportunista y demagógico, pero hoy ¿o fue ayer? (cosas del cambio horario) me di cuenta de por qué es Alemania quien tira del carro en Europa. Mi viaje comenzó en Madrid desde donde fui hasta Frankfurt con Spanair. El vuelo era combinado con Lufthansa, empresa alemana con la que volé desde Frankfurt a Narita. Lo primero fue que en Barajas, en el mostrador de Spanair me dijeron que no era posible elegir el asiento del segundo vuelo. Como tenía tiempo antes de embarcar, pasé por el mostrador de Lufthansa, que ya estaba abierto, para preguntar si era posible cambiar el asiento en Frankfurt antes de subir al segundo avión. El caso es que la señora que estaba allí, con un excelente español con ligero acento alemán, me dijo que podía cambiarlo ella en el momento y que siempre les pasaba lo mismo con Spanair, que ya les habían dicho varias veces de cambiar el sistema pero que no lo hacían. Además, por la mañana temprano ya se sabía de donde iba a partir el vuelo de Frankfurt a Narita, pero no sabían cuál era la puerta del vuelo de Spanair. Por otro lado, hacía tiempo que no estaba en un vuelo tan incómodo, hasta EasyJet es mejor. Poco espacio entre asientos y, por supuesto, ni un vaso de agua que no fuera de pago. El segundo vuelo fue en un moderno Airbus 380-800, un pájaro enorme de dos pisos (mirar foto un poco más abajo) con asistentes de vuelo amables y comida y bebida abundantes. Por si alguien se decide a hacer una visita a este país, hasta ahora, de las empresas que he utilizado para viajar a Japón, la mejor es Japan Airlines, seguida de cerca por Lufthansa y KLM, con Air France a la cola y bien rezagada.

Siguiendo con el tema de la entrada, como siempre, volver a España ha sido un placer. Eso sí, estas semanas que pasé en Oviedo han sido como una montaña rusa de visitas a familia y amigos, además de un poco de trabajo (tampoco mucho, que no es bueno). A pesar de que en esta ocasión he estado bastante tiempo, siempre me pasa lo mismo, me da la sensación de que cuando termino de decir “hola” tengo que empezar a decir “adiós”.

Existe una gran diferencia con respecto a cuando estaba en Inglaterra y me iba de vacaciones desde allí. En esta ocasión, el billete de ida y vuelta tiene como origen España, es decir, a pesar de que la fecha de vuelta en mi billete es en diciembre, es toda una declaración de intenciones de regresar a “casa”. Esto da pie a una de mis reflexiones (si alguien se quiere saltar esto, está a tiempo de hacerlo). Es cierto que elegí salir de España para poder conocer otras culturas porque creí que sería una gran experiencia personal para mí, y así fue, porque creo que es muy difícil conocer una cultura sin haber vivido un tiempo en ella y convivido con la gente. Sin embargo, como ya he comentado a muchos de vosotros, mi intención es la de volver, o por lo menos quiero intentar ir acercándome a España después de esto. Me gusta la vida en Japón y me ha costado mucho menos adaptarme a ella que a la vida en Inglaterra, por muy raro que esto suene, pero no me veo viviendo aquí más allá de diciembre. Claro que nunca se sabe y el mercado laboral español no está muy boyante. De momento no sé bien lo que quiero y no sé dónde estará mi sitio, aunque sí sé dónde me gustaría que estuviese, así que tendré que seguir buscando.

Tras este párrafo nostálgico, por el que me caerán unas cuantas bofetadas y collejas virtuales, decir que espero poder exprimir lo máximo posible los once meses que me quedan por delante en este país (siempre que el jefe de aquí no me eche o que no me surja otra cosa para marchar antes). Serán duros, principalmente por el trabajo y porque no sé si podré volver a Asturias en algún punto intermedio. Sin embargo, la idea sigue siendo la misma, aprovechar la oportunidad de conocer este país y la de trabajar en un grupo como en el que estoy.

La mayor parte habrá visto el reportaje/entrevista que me hicieron en La Nueva España (aquí y aquí podéis ver algo). No me gustan mucho estas cosas, pero me pareció que podía estar bien hablar con alguien que tiene mayor difusión que la que puedo dar en este blog para poder quejarme un poco de la situación de los becarios españoles (y por supuesto asturianos) por el mundo. Sin embargo, de esto no apareció gran cosa. Me hubiera gustado el artículo antes de que fuera publicado para evitar algunos malentendidos, pero no me dieron la oportunidad. Así que aquí quiero dejar constar mis disculpas por algunas frases que, puestas por separado, dan la impresión de que voy de sobrado. Tal vez algún día explique un poco lo que hago por aquí, pero eso para cuando me quede sin cosas que contar, para no aburrir al personal. Respecto a la foto que aparece en la edición impresa, según mi prima parezco un “chulo de discoteca” y yo me inclino a estar de acuerdo con ella; estoy como para que alguien me dé de tortas con el extintor que aparece a la derecha.

Como viene siendo habitual en las últimas entradas, vuelvo a prometer lo de siempre, más fotos y cosas más interesantes y menos aburridas para la próxima entrada.

Besos y abrazos para todos.

Nota: Como dije al principio, si estáis leyendo esto es porque llegué sano y salvo, cosa que hice tras un largo viaje. Por suerte pude dormir en Narita un buen rato gracias a que encontré un banco con cuatro asientos mullidos y juntos para tumbarme, aunque menos mal que esto es Japón, porque en cualquier otro sitio me hubiera levantado, además de con dolor de cuello, sin maleta y sin cartera.