jueves, 30 de abril de 2015

…se pica (II)

Como siempre, espero a final de mes para escribir aquí y entonces tengo que hacerlo a toda prisa con lo que no queda muy bien. Así que lo que voy a intentar es escribir entradas un poco más cortas pero un poco más a menudo.

Tras salir del templo del que hablé en la entrada anterior me monté en uno de los famosos tuk-tuk.


Hay que reconocer que es toda una experiencia montar en un vehículo de estos. El tráfico en Tailandia es bastante caótico aunque no tanto como se suelen ver en los vídeos de India y otros sitios parecidos. De todas maneras, lo que sí es una experiencia es montar en uno de los moto-taxis que están por todos lados. Esto son ciclomotores en los que uno se puede montar como si fuera un taxi aunque son incluso un poco más caros que los tuk-tuk y los taxis normales porque son más rápidos. El problema es que sólo los conductores llevan casco así que ir montado a la aventura. Al menos yo me monté como es debido porque mi amiga iba de falda y lo hizo en plan amazona. Supongo que es todo cosa de acostumbrarse.

Precisamente usamos las moto-taxis el primer día del congreso porque íbamos un poco tarde. Ese primer día despaché mi presentación y por la noche nos hicieron una recepción en la que hubo baile tradicional.



Yo no entendí nada pero al menos en aquella terraza con una temperatura agradable todo parecía bastante bien.

Al día siguiente fui con mi amiga a su pueblo porque era una manera de ver una Tailandia un poco diferente y tampoco me daba tiempo de ir a conocer la Tailandia de los complejos turísticos y de las playas paradisiacas que todos tenemos en mente. Antes de llegar a su pueblo pasamos por un templo conocido en la zona, el Laung Po Sothorn. El caso es que hay un templo bastante nuevo pero la gente sigue yendo al viejo, será que somos animales de costumbres.


La foto anterior es del interior. No me quedó muy bien porque no quería tomar muchas fotos. Lo que se suele hacer en este templo son donaciones, como estos huevos.


Estaba lleno de ellos y los dejaban allí. Supongo que no tienen miedo de que nadie se los lleve porque con el calor que hacía no creo que aguantaran mucho sin estropearse. Uno podía pedir también algún deseo.


En este caso se reza un poco y luego se empieza a menear el bote de los palos hasta que cae uno solo del mismo. Cada palo lleva un número que se corresponde con los números de una cajonera donde hay unos papeles con oraciones o con predicciones de futuro. A mí ya no me acuerdo de qué me tocó. También se puede poner una vela, como en todo templo que se precie en cualquier lugar del mundo ¿por qué nos fascinará tanto eso de quemar cosas, velas, incienso, libros…?


Después de salir de este templo fuimos a comer algo, que ya era hora. Y también es hora de que pusiera yo algo de comida por aquí, que ya la gente me preguntaba por el título de estas entradas, sí, es por la comida y por el picante que en algunos casos era exagerado.


El plato grande de la derecha es una especie de tortilla de ostras que estaba muy buena. En realidad no es una tortilla, no sé si ni siquiera lleva huevo, es una especie de pasta hecha con harina y otras cosas. Lo del plato de la derecha del todo creo recordar que era cerdo rehogado bastante picante. El plato con más verde era una especie de fideos de arroz con carne y, para terminar con lo más extraño, lo del plato de la izquierda son cabezas de pato a la brasa.

Después de comer fuimos al pueblo de mi amiga y nos dimos un masaje de piernas, que es bastante típico en Tailandia. Después volvimos a Bangkok, así que lo dejo de momento aquí.

Besos para ellas y abrazos para ellos.