viernes, 18 de diciembre de 2009

...come casadielles

Mañana vuelvo a Oviedo para pasar las Navidades. Podría decir que vuelvo a casa como el turrón (no voy a poner la marca del anuncio, que no me van a pagar), pero en mi caso prefiero decir que vuelvo a casa como les casadielles de mi madre. En mi casa siempre ha habido postres relacionados con ciertas fechas. Los frixuelos son para Carnaval, en Semana Santa se comen los bollos de pan dulce, los huesos de santo para Todos los Santos y en Navidad, a mi casa vuelven les casadielles y la sopa de almendra. Desde hace unos años también vuelve mi hermano y ahora me toca a mí.

Vaya, voy a dejar esto, porque todavía me va a entrar hambre. Menos mal que aquí comen pronto y hoy tengo la comida de Navidad con la gente de la empresa. Pero supongo que de postre pondrán alguna de esas tartaletas con sabor a jengibre y menta que tanto les gusta a los ingleses y no casadielles. En fin, habrá que esperar.

Ahora podría ponerme a hacer cuentas de lo que he hecho y dejado de hacer por estas tierras extrañas. Pero la verdad es que no me apetece mucho, además, con algunas de mis experiencias con los ingleses… mejor me lo reservo para más adelante cuando los conozca mejor y tenga más y mejores argumentos.

Tan solo me gustaría hacer una reflexión, aunque es algo que pensé el día que venía hacia aquí, pero pensar en las vacaciones en Oviedo me lo han devuelto a la memoria. Alguno de los que lea esto ya lo sabe porque lo ha vivido en sus carnes, así que creo que me podrá dar la razón. Se trata de la sensación extraña de cuando compras un billete de sólo ida. Cuando uno se va de vacaciones, suele comprar un billete de ida y vuelta, sabe que va a volver. Tal vez pueda parecer que uno no quiere regresar de las vacaciones, pero sabe que tiene que hacerlo y, a veces, se siente reconfortado cuando vuelve a la rutina. Incluso las tres veces que estuve en Japón tenía billete de ida y vuelta, sabía que tenía un sitio donde regresar. Pero hace un mes y medio sólo tenía en mi bolsillo un billete simple. Ahora “regresar” significa volver a este país, lo cual no deja de parecerme realmente extraño.

Lo siento, he vuelto a soltar uno de mis ladrillos sentimentaloides. Ahora sólo voy a pensar en el viaje de mañana y en les casadielles de mi madre.

Como estamos en puertas de la Navidad:

¡Felices fiestas y feliz año para todos!

A los que vaya ver estos días ya os lo desearé en persona.

Besos y abrazos para todos.

jueves, 17 de diciembre de 2009

...come un sándwich

Pues menuda cosa, me vais a decir, comer un sándwich no tiene mucha historia. Pues de todo se puede aprender algo.

Hace un tiempo fui a Portsmouth con el jefe para una reunión con una gente de allí y cuando volvimos, paramos en una gasolinera y compramos unos sándwiches para comer por el camino. Y es que me hizo mucha gracia lo que ponía el envoltorio. La traducción hecha con mi inglés carbayón viene a ser algo como esto:

El sándwich fue inventado por Earl de Sandwich IV en 1762, con lo que podía comer mientras jugaba a las cartas sin ensuciarse los dedos con grasa. Hasta este día, el sándwich sigue siendo un práctico snack que puede ser disfrutado en cualquier momento.

Me encanta este párrafo, porque se puede apreciar cómo es la flema inglesa. Me estoy imaginando al hombre este todo estirado, sentado en su silla, con las cartas en una mano y comiendo el sándwich con dos dedos, estirando bien el meñique.

Lo mejor fue cuando le comenté a mi jefe lo que había leído y él me respondió, con cierta ironía, que esa era la mejor aportación inglesa a la cocina mundial.

Como os decía al principio, hasta de un envoltorio de sándwich se puede aprender algo.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

...entrena karate

Una de las cosas más duras que he tenido que dejar atrás para venir a Inglaterra ha sido el karate.

Llevaba 22 años entrenando con Prieto, mi profesor en España, sin faltar de entrenar tres veces por semana como mínimo, exceptuando cuando era pequeño y faltaba durante las vacaciones o cuando estuve en Japón. Siempre lo he dicho, después de mis padres, mi hermano y mi familia, Prieto es la siguiente constante en mi vida. De manera que el karate, para bien o para mal, ha tenido una influencia muy importante sobre lo que ahora soy.

Algo más importante todavía es que el karate me ha permitido conocer la mayor parte de los mejores amigos que tengo.

Vaya, sí que me he puesto sentimental, debe ser el cansancio o la proximidad de las Navidades. Todo este rollo para decir que he encontrado un club de karate en Woking. Tardé en decidirme, entre otras cosas porque no tenía el traje aquí. Pero cuando Mario vino a visitarme, me lo trajo y entonces fui a conocer al profesor. De manera que el lunes pasado empecé a entrenar con ellos.

A los alumnos les falta bastante técnicamente, pero el profesor es bastante mejor de lo que me esperaba. Me gustan los conceptos básicos que intenta inculcar a sus alumnos, aunque carece un poco de didáctica, es decir, saber transmitir lo que quiere explicar y a quién transmitirlo. Pero esto es un defecto mío de fábrica, porque estaba muy mal acostumbrado a Prieto. En parte me siento como si le estuviera poniendo los cuernos, pero ya se sabe que la lejanía es muy mala para las relaciones y fuera del país no cuenta… bueno mejor dejo esto que se va a tomar por donde no es.

Lo mejor de todo es que, a pesar de que sólo había entrenado con ellos dos veces, la semana pasada ya me preguntaron si quería ir a la cena de Navidad que habían organizado. Además, tras los entrenamientos nos quedamos a tomar algo en el bar del centro deportivo. Después de más de un mes aquí, ni los compañeros de trabajo ni el compañero de casa me habían dicho nada hasta ahora de ir a tomar algo por ahí. Sin embargo, dos días entrenando con esta gente y ya fui de cena. He podido practicar más inglés en dos semanas con ellos que en un mes con los demás. De nuevo el karate entra en mi vida para ayudarme.

Así que aquí queda este llamamiento a todos aquellos que hayan pensado alguna vez en practicar algún deporte, en particular un arte marcial y especialmente el karate que sepan que, en la mayor parte de las ocasiones uno se encuentra con buena gente. Sólo espero que el tiempo no me quite la razón y esto continúe tan bien como empezó.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

lunes, 14 de diciembre de 2009

...celebra su cumpleaños

Así es, este sábado fue mi cumpleaños. Ley de vida, uno tiene que cumplir años sin más remedio. Al igual que mi santo, es la primera vez que lo he pasado fuera de casa. Como además coincidió en fin de semana, tuve que hacer algo para celebrarlo por estas tierras.

De esta manera, me decidí a ir a Londres. Ya había estado allí hace un par de semanas, cuando fui con Mario, pero aquel día nos llovió por la tarde y apenas pudimos ver la iluminación navideña londinense que tanta fama tiene.

Así que el sábado, tras levantarme prudentemente tarde, me cogí el tren para Londres. Una vez allí, me fui a South Kensington, donde se encuentran un buen número de museos de época victoriana. Un buen ejemplo es el Museo de Historia Natural, en frente del cual habían montado una pista de hielo para la Navidad.

Sin embargo, yo no visité este museo (tampoco intenté patinar), sino que mi espíritu de friki me llevó hacia el Museo de la Ciencia. Este es un museo bastante interesante, con muchas colecciones diferentes, exposiciones de grandes objetos como máquinas de vapor, coches e incluso aviones, cohetes, el módulo de mando del Apolo 10 o una representación a tamaño real del módulo lunar. Para quien vaya con críos, hay una sección muy amplia de juegos lúdicos donde se pueden accionar todo tipo de palancas, pulsadores o ruedas para aprender a entender y utilizar distintos fenómenos físicos o químicos. El edificio es un poco enrevesado, con escaleras por todos lados y que a veces sólo llegan hasta un piso dado y luego tienes que buscar otras escaleras para continuar la visita del siguiente piso. Además, a mí me pareció que algunas colecciones estaban un poco desordenadas, pero yo no soy quién para decirles cómo lo tienen que hacer. Aquí va una batería de fotos.

Esto no es lo más conocido ni espectacular de este museo que digamos. Se trata de una máquina de Atwood. Y es que me ha traído muchos recuerdos del instituto y del primer curso de la carrera, cuando nos torturaban con los famosos problemas de poleas.

Esta es la máquina de vapor más antigua del mundo, fabricada por Stephenson.

Este es el Vickers Vimy, el primer avión que cruzó el océano Atlántico sin escalas. Los que pilotaron este avión sí que tenían un buen par de narices para montarse en esto y aguantar ese viaje.

Esto no necesita explicación. Esperemos que este año a McLaren le vaya tan bien como a este coche que tenían aquí, es decir, boca abajo. Con los problemas que me dio el Abbey, que es del Santander, no me importaría. Además, cerca de donde estoy viviendo, Woking, está la fábrica de McLaren de fórmula 1, así que: ¡Vamos Alonso!

Este es el módulo de mando del Apolo 10 y a continuación está la representación del primer alunizaje. Realmente es alunizante (¿o era alucinante?) que se haya llegado tan lejos con esto, a no ser que se crea en las teorías conspiratorias sobre la falsedad de los viajes espaciales.

Cuando salí del museo me fui hasta Notting Hill para ver un poco el mercado de Portobello Road. Lo malo es que se me había hecho un poco tarde y ya estaban recogiendo los puestos.

Uno casi espera que de una de estas casas salgan Hugh Grant y Julia Roberts.

A continuación me dirigí a Oxford Street que, a fin de cuentas, era el objetivo principal de esta visita. A decir verdad, me esperaba que la iluminación fuera más hortera o recargada, sin embargo, no me pareció que fuera demasiado espectacular.

Por cierto, aquí está centro comercial del que hablé hace un par de semanas cuando fui con Mario. Me refiero al Selfridges, el centro comercial más antiguo de Europa.

La iluminación de la entrada principal de este sitio sí que está a la altura de las expectativas de nivel de horterismo para celebrar su centenario.

Pero no sólo en Oxford Street iluminan las calles, por ejemplo a mí me gustó más Regent Street.

O también la de Molton Street.

Después de esta saturación de luz, fui hacia Trafalgar Square, pasando por Picadilly Circus. Como curiosidad, me enteré de que han completado la plaza, es decir, han puesto una estatua en el cuarto plinto. En esta plaza hay cuatro pedestales en las cuatro esquinas, rodeando la conocida columna de Nelson. Hasta ahora había estatuas en tres de ellos. El cuarto se usaba para distintos eventos socioculturales. Por ejemplo, cuando estuve por aquí en septiembre para mi entrevista de trabajo, en este plinto había una señora subida dando gritos. Habían pedido que la gente enviara un discurso y los elegidos podían exponerlo en el cuarto pedestal durante un tiempo determinado.

Lo de la red supongo que sería por si alguien decidía suicidarse delante de todo el mundo. Ahora han puesto una estatua de Sir Keith Rodney Park, comandante de la RAF durante el asedio de los alemanes a Londres. No tengo ninguna foto decente de esta estatua, lo siento, había muy poca luz y no llevaba el trípode. Sin embargo sí que puedo poner esta estampa tan navideña, con árbol y todo.

Por lo visto este árbol lo regala la ciudad de Oslo todos los años desde la Segunda Guerra Mundial, en gratitud por el apoyo de Inglaterra a Noruega.

Así fue como pasé el día de mi cumpleaños, aunque fue hoy cuando lo celebré. Para ello, por la mañana desayuné con las últimas galletas que me quedaban de mi madre. Al mediodía me abrí otro de los kit de supervivencia que me mandó mi padre, con su jamón, queso y lomo, me hice una tortilla de patata, de postre unos frixuelos y todo ello lo regué con un vino de rioja. Que no se diga que no me cuido.

La presentación no fue gran cosa, pero la tortilla me quedó bastante bien, aunque está mal que yo lo diga, pero no tengo quien pueda confirmarlo.

No tuve velas, pero con la iluminación de Londres me conformo.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

...se culturiza en Oxford

Lo intentaron pero no lo consiguieron. Como un sabio dijo alguna vez “La cultura me persigue, pero afortunadamente yo soy más veloz”.

Este sábado cogí el coche, ese fiel compañero de fatigas por tierras inglesas del cual hablaré en otra entrada, y me fui hasta Oxford. Antes de continuar, decir que no vi a los famosos remeros, por si alguien se lo estaba preguntando.

Oxford es una de esas ciudades que se identifican directamente con la vida universitaria casi de élite. No es para menos, ya que está repleta de Colleges, que vienen a ser universidades casi independientes, los cuales se fundaron en su mayoría para la enseñanza eclesiástica. El concepto de universidad aquí me parece que es un poco diferente al de España, pero no quiero meterme en esto porque no lo tengo demasiado claro y yo no estoy metido en la vida universitaria de aquí, así que probablemente metería la pata. De momento me voy a limitar a enseñar lo que visité por allí, lo cual no fue todo lo que se podía ver porque la mayor parte de los College estaban cerrados al público o los abrían por la tarde tan solo, con lo que no da tiempo a verlos todos.

Lo primero que hice fue ir a visitar el Christ Church College, uno de los más conocidos de Oxford y, al parecer, el más prestigioso de ellos. Sin embargo, cuando llegué a él me encontré que tenían cerrada una de las salas que se pueden visitar hasta la tarde, así que me dediqué a dar un paseo por la ciudad.

Me dirigí a la iglesia St. Mary the Virgin, la cual no tiene en sí misma mucha gracia, por lo menos para mí, sin embargo, se puede subir hasta la torre, desde donde se puede disfrutar de una buena perspectiva de la ciudad.
Después de bajar de la torre de esta iglesia fui en busca de un puente cuya foto venía en la guía, pero que no indicaba dónde estaba (la guía que compré esta vez no es muy buena que digamos). En el camino pasé al lado de la biblioteca Bodleian, donde parece ser que por ley se guardan todos los libros que se imprimen en Inglaterra. Es curioso cómo pueden estar en el mismo edificio la Filosofía Natural de Newton y la biografía de Lewis Hamilton o los libros de cocina de Jamie Oliver. A pesar de ser una de las principales bibliotecas del Mundo, el edificio principal no me pareció gran cosa, sin embargo, una parte de la biblioteca está en un edificio aparte, la Radclife Camera, un edificio barroco de planta circular que sí llama realmente la atención.
Después de esto encontré el famoso puente, el Hertford Bridge, también conocido como Bridge of Sighs, en memoria del famoso Ponte dei Sospiri de Venecia, pero sin agua por debajo.
La foto puede parecer cortada, pero es que el lado izquierdo estaba en obras, así que hice lo que pude para que no se vieran mucho los andamios.

A continuación volví al coche para comer el sándwich (lo que me recuerda que tengo que hablar de esto en otra ocasión) que me había preparado. Además, tenía que volver para echar moneda para el parking, es lo malo de tener coche. Como ya se me había terminado el tiempo del parking, tuve que comer el bocadillo con un ojo puesto en el guarda para ahorrarme unas libras.
Después de semejante festín me fui de nuevo al Christ Church College, el cual se puede visitar previo pago. Al parecer lo fundó el Cardenal Wolsey en 1525 dándole el nombre de Cardinal College, pero como no le bailó el agua a Enrique VIII con el pequeño tema de fundar su propia iglesia, pues este se enfadó, le despojó de sus propiedades y refundó su College, dándole el nombre que ahora tiene en 1545. El patio principal es realmente impresionante.
Sin embargo, lo que más éxito tiene en la visita es el Dining Hall.
Una razón evidente del éxito de esta sala es que es clavada a la sala del comedor de Hogwarts en las películas de Harry Potter. Incluso creo que han rodado alguna escena aquí. En todo caso, esta sala tiene muchas más conexiones con el libro de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll. Por lo visto, Charles Dodgson (verdadero nombre de Lewis Carroll) fue tutor de matemáticas en este College y llegó a tener mucha amistad con las hijas del decano, para quienes inventaba historias para entretenerlas. En primer lugar, los contenedores de las brasas de las chimeneas están adornados con estas cabezas de largos cuellos, como cuando a Alicia le crece el mismo.
El personaje del conejo está basado en el padre de Alicia, el decano, quien todas las noches tras la cena se marchaba por unas escaleras de caracol a las que accedía por una puerta que queda tras la mesa, al igual que lo hacía el conejo por su agujero. Encima de la mesa principal hay un retrato de Enrique VIII, el cual es bien conocido por su afición a cortar cabezas, al igual que la reina del cuento. Por último, aunque esto supongo que esto será posterior al libro, en una de las vidrieras del salón se pueden ver algunas representaciones de algunos de los personajes.
Esta foto la he puesto sin reducir el tamaño para que podáis ver más o menos las imágenes del cuento si pincháis sobre ella.

Este College tiene además su propia catedral que, a pesar de ser una de las más pequeñas de Inglaterra, da buena cuenta de la importancia del mismo, donde han estudiado desde primeros ministros ingleses a artistas de todo tipo. De todas maneras, me temo que con mi presupuesto no podría entrar a estudiar en este sitio.

Cuando salí de allí ya era un poco tarde por lo que, teniendo en cuenta lo pronto que cierran aquí las cosas, me dirigí al Merton College sin demasiadas esperanzas de encontrarlo abierto. Sin embargo, sí que lo estaba y además la entrada era gratuita. Al no ser demasiado conocido, se podía pasear tranquilamente entre sus edificios, lo cual hice mientras comenzaba a llover ligeramente, pero mereció la pena, ya que es uno de esos sitios que uno se encuentra casi sin querer cuando pasea y se convierte en un hallazgo digno de mención. Como curiosidad decir que este es el College más antiguo de Oxford (fundado en 1264) y a diferencia de los demás se creó como escuela especial para laicos.
Hoy me he enterado que Tolkien fue profesor en este College entre 1945 y 1959, así que, teniendo en cuenta que El Señor de los Anillos se publicó entre 1954 y 1955 y que le llevó al menos diez años escribirlo, Tolkien concibió buena parte de esa gran trilogía entre estas paredes.

Como ya se hacía de noche y empezaba a llover con cierta persistencia, me dirigí al coche, pasando antes por el mercado cubierto (Covered Market), que es una especie de plaza de abastos que lleva abierta desde 1771.
Y esto fue un sábado cualquiera en Oxford.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

viernes, 4 de diciembre de 2009

...pasa su primer mes en Inglaterra

Una breve entrada para conmemorar este momento: hoy ha hecho un mes de mi llegada a Inglaterra.

Las cosas van poco a poco. Empiezo a entender lo que me dicen (si no hablan demasiado rápido) aunque para entender cómo son los ingleses todavía me queda mucho tiempo para conseguirlo. He conseguido abrir una cuenta en el banco y la semana que viene, si no hay problema, obtendré mi número de la seguridad social. Empiezo a entender cómo funciona la empresa en la que estoy trabajando. También he visitado algunos sitios por la zona, los cuales no estaban mal.

El resumen de este primer mes podría ser que las cosas van despacio y que podrían ir mejor, pero habrá que ir paso a paso.

En fin, aquí queda mi pequeña celebración de mi primer mes-aniversario por tierras sajonas.

Abrazos y besos para todos.

...pasa el fin de semana con otro asturiano

El jueves pasado se produjo un hecho inédito durante al menos cuatro años: mi amigo Mario volvió a poner sus pies en Inglaterra. Me siento orgulloso de que se haya decidido a volver para visitarme a mí.

El jueves y el viernes no hicimos gran cosa, salvo salir un poco por Woking, la ciudad donde estoy viviendo, pero de ésta ya hablaré más adelante. No es que haya muchos sitios donde salir, porque esto es bastante pequeño, pero por lo menos pudimos tomarnos unas cervezas por ahí.

El sábado nos decidimos a ir a Londres a pasar el día. Yo ya había estado allí cuando vine a hacer la entrevista para el trabajo de aquí, pero apenas fue un día, con lo cual me quedaron muchas cosas por ver, así que supongo que volveré alguna que otra vez para completar la visita. En esta ocasión nos dirigimos directamente a Oxford Street, una de las calles de tiendas más conocidas del mundo. Aquí os pongo a Mario a su vuelta a Londres.

Como curiosidad, decir que aquí se encuentra el primer centro comercial de Europa (tengo que dar las gracias a Mario por el dato), con cien años albergando consumismo entre sus paredes. La pena es que no le hice ninguna foto para poder enseñaros. El edificio es inmenso con unas columnas exteriores que le dan una apariencia de panteón griego, muy típico de las construcciones majestuosas de la época, me recuerda a alguno de los edificios de París, construidos para una de las exposiciones universales. Este año las luces de Navidad, que tampoco os puedo mostrar porque cuando pasamos por allí aún era de día, tienen como motivo la película “A Christmas Carol” y por lo visto las encendió Jim Carrey. Supongo que habrán pagado una buena suma, porque la calle está repleta de carteles de la película.

Después de dar un paseo por Oxford Street, bajamos un tramo por Regent Street, otra calle muy comercial, para después meternos hacia Carnaby Street, de la cual sí que tengo foto.

Esta también es una calle comercial, pero un poco diferente, es más recogida, peatonal y con tiendas más pequeñas. La decoración es bastante hortera, pero es lo que hay, es Navidad, aunque cuando la pusieron aún quedaba más de un mes.

Después del baño comercial nos fuimos hasta Covent Garden Market.

Apenas paramos en este mercado para poder dirigirnos hacia un sitio que conocía Mario para comer. Se trataba de un restaurante que queda cerca del Tower Bridge, al lado de una especie de puertos interiores, conectados con unos canales entre si y con el río Támesis.

Esta foto está tomada después de haber comido. Entre uno y otro se nos hizo un poco tarde, pero también es que aquí anochece muy temprano. Sin embargo, esto también permite tomar imágenes de noche, las cuales siempre me han gustado, como esta del Tower Bridge.

Nuestra intención era de ir a tomar algo al Soho, para lo cual intentamos coger un metro, pero dio la casualidad que este fin de semana estaban de obras en algunas líneas y tuvimos que coger el autobús, con lo cual echamos una eternidad en llegar a la zona debido al tráfico infernal de Londres. Durante el trayecto en autobús empezó a llover como si no lo hubiera estado haciendo durante toda la semana, de manera que desistimos finalmente de tomar algo en el Soho y volvimos a Woking, donde nos echamos una siesta corta y salimos a tomar unas cervezas por el centro.

El domingo amaneció lloviendo como si lo echaran a calderados, así que nos acercamos a conocer una ciudad cercana, Aldershot, la cual no tiene gran cosa. Luego fuimos a Guildford a dar una vuelta, para volver por la tarde a Woking a un bar donde me habían dicho que a lo mejor ponían el partido del Barcelona-Madrid. Lo malo es que sólo nos pusieron la segunda parte por alguna historia de la retrasmisión de los canales de pago. En el bar no había mucho ambiente que digamos, ya que los partidos interesantes del día en la liga inglesa ya habían terminado una hora antes. De todas maneras, Mario se quedó contento, ya que el hombre tiene el defecto de ser culé, qué se le va a hacer.

El lunes nos levantamos temprano, porque Mario tenía que coger el tren para ir al aeropuerto, volviendo a dejarme sólo ante los ingleses.

Y esto es un avance de lo que puede ser una visita de fin de semana por estos andurriales. No es que fuera gran cosa, debido al mal tiempo y a que todavía no conozco muy bien todo esto, pero todo se andará.

Besos para ellas y abrazos para ellos.