viernes, 19 de diciembre de 2014

…va de cráter en cráter (IV)

Esta vez llego un poco antes de fin de mes, pero más que nada porque en poco tiempo me voy a España de vacaciones. Ya hay muchas ganas de pasar unos días con la familia y amigos. Pero antes de irme, quería llegar al menos hasta la cima de Japón e incluso bajar de ella.

En la entrada anterior, nos había dejado durmiendo en el refugio de la sexta estación bajo una noche estrellada. Al día siguiente nos levantamos bien temprano para poder ver la salida del Sol. Bueno, en realidad nos levantamos Joan y yo porque Iria y José Alberto se quedaron durmiendo un poco más.

Lo realmente típico es llegar a la cima de la montaña para ver el amanecer, pero a nosotros eso nos daba bastante igual. Además, el día anterior me dijeron en el refugio que en la cima no se había visto nada por culpa de las nubes y que allí había sido bastante guapo. Sea como fuera, aquí van algunas fotos del amanecer hechas de nuevo sin trípode y con mi poca experiencia.




Cuando terminó de salir el sol, nos pusimos camino de la cumbre porque nos quedaba una dura jornada por delante ya que teníamos que llegar arriba y bajar a tiempo para coger un autobús de vuelta.

Durante la subida se van encontrando bastantes refugios que están bastante bien acondicionados. Si se quiere se puede comer incluso un ramen o un curry.


Para abastecer estos refugios, hay un buen ejército de tractores oruga como el de la foto siguiente. Estos siguen rutas diferentes de las de los caminantes, siguiendo unas pistas de tierra bastante suelta. Lo peor que tienen es que hacen bastante ruido.


En la foto anterior ya se puede ver como el número de gente iba en aumento. Esto es porque en esta zona ya casi habíamos enlazado con la ruta Yoshida.



Como digo, ya había más gente tanto subiendo como bajando. Lo bueno y lo malo que tiene el Fuji es que es relativamente sencillo de ascender. No tiene más secreto que subir y subir caminando sin ningún punto peligroso o que necesite cierta habilidad. De manera que la gente se lanza a subir de cualquier manera, con cualquier calzado y ropa. Así que todos los años hay noticias de algún rescate. Se veía de todo, desde el/la típico/a tío/a equipado desde el gorro hasta los calcetines la semana anterior en la tienda de deportes, con las botas sin un solo rallónazo, hasta los extranjeros con cámaras grabándose a sí mismos en plan Calleja contando tonterías para hacer un vídeo con el que torturarán a sus colegas de vuelta a sus países. En esta vida tiene que haber de todo.

De la zona de las fotos anteriores a llegar al cráter ya no nos quedaba nada más que seguir subiendo poco a poco. Ya se veía a alguna gente con pequeños botellines de oxígeno que se vendían en los refugios, principalmente niños y mayores. Yo creo que no llegué a tener mal de altura aunque es cierto que cuando estábamos llegando arriba empecé a notar un pequeño dolor de cabeza pero esto puede que fuera más bien por cansancio y falta de costumbre de caminar.


Este torii ya nos indicaba que estábamos cerca así que había que echar una mirada hacia atrás.


Llama la atención el tema de las ofrendas en los templos japoneses. Uno está acostumbrado a que se tiren monedas en los estanques, pero aquí encuentran maneras más originales de hacerlo.


Aún llama más la atención que las monedas sigan puestas y llegue algún listo a hacer la colecta.

Ya desde arriba, pudimos echar otro vistazo a nuestra espalda.


Porque a nuestro frente lo que había era una congestión de gente desfilando por el templo, tiendas de recuerdos… e incluso máquinas de bebidas a casi 3700 m de altura.


Por el módico precio de 500 yenes se podía comprar una botella de coca-cola de medio litro. La verdad es que tampoco me parecía tan excesivamente cara. Lo que sí me parece es que todo ese circo le quita casi todo el espíritu del montañismo a la ascensión. Pero bueno, se trataba de subir por subir, nada más.

Pero este sitio no era el final de la subida ya que estábamos justo al otro lado del cráter donde está la parte más alta, así que lo empezamos a rodear hacia el este, girando en sentido contrario a las agujas del reloj. Así, pudimos echarle un vistazo al enorme agujero. Por suerte, el volcán está inactivo desde 1950, por entonces aún se veía humo de vez en cuando. El caso es que poco después fue cuando ocurrió la desgracia del volcán Ontake en septiembre. Esperemos que al Fuji no le dé por despertarse porque podría ser bastante impresionante.


Al otro lado en la parte más alta, se puede ver la cumbre, que está ocupada por una estación meteorológica. Como en toda montaña alta que se precie, había nieves perpetuas, cosa que sorprende en parte por el calor que habíamos pasado el día anterior y pasaríamos el mismo día a la vuelta. Como cogimos la ruta larga para llegar a la cima, en esta parte ya no había tanta gente pero sí ruido porque eso que se ve a la izquierda de la foto anterior es un generador eléctrico y el sonido reverberaba por toda esa parte del cráter.

Desde el otro lado del cráter pudimos echar un vistazo a lo que creemos que eran ya lo que se llaman los Alpes Japoneses que están principalmente en la prefectura de Nagano, de grato recuerdo para mí.


Y aquí va una panorámica más del cráter visto desde debajo de la estación meteorológica.


A la derecha ya se ve la salida de la ruta de bajada que nosotros cogimos, la Fujinomiya. Pero antes, la famosa estación.


Y de nuevo, otra vista del cráter.


Cerca de la bajada que comenté antes estaba la oficina de correos a más altura de Japón.


Comimos algo para coger fuerzas y nos dispusimos a bajar. Aquí está el grupo de nuevo.



Este es otro torii, con sus monedas, que en este caso ya se nota que llevaban tiempo puestas.


La ruta de bajada no tuvo mucha historia. Lo cierto es que hicimos una muy mala elección. La ruta Fujinomiya de subida y de bajada es la misma al contrario que las otras rutas que se desdoblan en buena parte del recorrido. Esta ruta es además bastante estrecha y empinada. Es la más corta así que alguna gente la elige por esa razón, pero creo que tiene que ser la más dura. Debido a la estrechez del camino y a la cantidad de gente muchas veces había que pararse, bien para dejar pasar a los que subían, para dejar pasar a los que bajaban más rápido o por encontrarse con alguien más lento. Así que se hizo muy dura y larga, más de lo esperado.

Lo más curioso que vimos en la bajada fue a este trabajador que estaba poniendo con su compañero unos tramos de cuerda que delimitaban el camino.



Las cuerdas ayudaban también de vez en cuando en ciertos tramos resbaladizos por la piedra suelta que abundaba también. Yo acabé con las piernas bien sucias del polvo además de con un brazo rojo como un tomate por el sol (me eché crema pero la camiseta se me torció durante buena parte del recorrido sin darme cuenta hasta llegar abajo), aún tengo la marca a estas alturas de año, con el invierno y la nieve cayendo fuera.

Ya desde abajo, mientras esperábamos el autobús de vuelta a Mishima, donde teníamos el hotel para aquella noche, pudimos sentarnos en la quinta estación de Fujinomiya y echar un vistazo hacia arriba.


La historia continuará, pero ya será en otra entrada. Al menos cumpliré mi promesa de bajarnos de la montaña antes de navidad.

En pocas horas voy a coger el avión para ir a España a pasar unas vacaciones que creo que ya son bien merecidas tras prácticamente un año entero. Así que ¡felices fiestas y feliz año!


Besos y abrazos para todos.

viernes, 28 de noviembre de 2014

…va de cráter en cráter (III)

Pues sí, fue otro mes más. Mira que lo intento, pero no hay manera de que me salga una entrada a mediados de mes.

En la anterior entrada dejé al grupo a punto de empezar la subida al Fuji saliendo de la quinta estación de la ruta Subashiri. Lo bueno que tiene esta ruta, además de no estar tan masificada, es que el bosque llega hasta una altura considerable, por encima de los 2700 m.



El problema son los mosquitos que, a pesar de que la temperatura era mucho más soportable que en Mishima, seguían atacando y las ronchas que me salieron me estuvieron picando dos días y la piel me quedó con un color rojizo por más de una semana.

Como yo no tenía experiencia anterior en subir el Fuji, no teníamos muy claro hasta donde podíamos llegar el primer día. Además, empezamos relativamente tarde porque tuvimos que coger un tren y un autobús para llegar a la quinta estación. Así que habíamos reservado uno de los refugios de los que se encuentran a lo largo de la ruta, el Seto-kan. Este refugio, en la sexta estación, se encuentra a 2700 m por lo que consideramos que estaba bien para pasar una noche en altura y adaptarnos un poco. Lo malo es que hicimos la subida más rápido de lo que pensábamos, así que nos hubiera convenido más quedarnos un poco más arriba, en la séptima estación a 3000 m. Los refugios no son baratos (unos 7500 yenes con cena y desayuno), pero hay que tener en cuenta que no hay otras posibilidades y dormir al raso, incluso en el verano, es una opción bastante fría. Los más intrépidos y fuertes pueden optar por subir y bajar en el mismo día pero nosotros optamos por la opción conservadora. El refugio era así por dentro.


Básicamente eran unas literas corridas con futones. Las chicas tenían unas literas para ellas pero en la misma sala y sólo podían encontrar intimidad con unas cortinas. La cena fue a base de arroz con curry y una sopa, nada del otro mundo pero por lo menos la gente era amable y pude practicar un poco mi pobre japonés. Para el desayuno nos dieron unas bosas con algo de comida y un zumo. Si se puede, es mejor pasar de pagar la comida en estos sitios y llevarse las cosas desde abajo donde son bastante más baratas.

Allí esperamos a que atardeciera, aunque realmente esto se supone que es el país del Sol Naciente, claro. Además, la puesta de sol nos quedaba justo al otro lado de la cima, así que todo lo que podíamos hacer era intuir un precioso atardecer hacia el oeste, hacia España.



Voy a aprovechar para contar una curiosidad, España en japonés se puede escribir en katakana スペイン, que en romaji es Supein y viene del inglés, pero también se puede escribir en kanji como 西班牙; 西 significa oeste, es fuerza armada y colmillo, así que España vendría a ser como La fuerza del colmillo del oeste, o algo así. La verdad es esto no lo encontré en ningún sitio, es lo que yo entiendo a partir del nombre. Así que si alguien que lea esto me puede dar alguna referencia o explicación de donde vienen los kanji que se utilizan para escribir España, lo agradecería. En realidad, lo que sí se usa habitualmente es abreviado como 西, es decir, el oeste. Supongo que vendrá de los tiempos en que España era un imperio y ocupaba buena parte del oeste, aunque de aquella también ocupaba el este.

Un poco más tarde, pudimos ver un espectáculo curioso, una tormenta sobre Tokio con mucho aparato eléctrico. Es curioso poder ver los relámpagos sin oír los truenos.


En la foto se ven esas sillas metálicas porque no tenía trípode como es debido así que puse la cámara sobre otra de las sillas.

Y antes de dormir, una mirada a las estrellas.


Tras tomar esta foto, me fui a dormir un rato. Y como se me hace tarde hoy, lo dejo aquí para poder terminar de subir la entrada a tiempo.


Besos para ellas y abrazos para ellos.

viernes, 31 de octubre de 2014

...va de cráter en cráter (II)

Mira que me está costando escribir las entradas a tiempo, siempre llego justo al final del mes. Voy a dejar de disculparme por ello porque ya empieza a no tener demasiado sentido aunque en esta ocasión tengo que hacerlo con Joan porque ya tengo sin terminar algunas historias con él y ésta lleva camino de convertirse en otra de ellas.

Voy a retomar por tanto la historia de cómo fui de cráter en cráter. El primero de ellos fue allá por julio en la isla coreana de Jeju. El siguiente fue el mismo monte Fuji, también conocido en España como el monte Fujiyama, pero esto es un pleonasmo puesto que yama, en japonés significa montaña, así que se estaría diciendo “monte Fuji montaña”.

Hacía bastante tiempo que tenía en mente subir el Fuji, una montaña icónica donde las haya y la más alta de Japón, pero siempre me echaban para atrás todos los comentarios que había escuchado sobre la cantidad de gente que sube, llegando a formarse colas en las horas punta en determinados días. El problema que hay es que sólo se puede subir durante el verano. En realidad, creo que se puede subir en cualquier momento del año pero es en verano cuando los refugios están abiertos y hay mayor vigilancia y centros de rescate abiertos. El invierno en Japón es duro y ya incluso en septiembre puede haber nevadas porque no deja de ser una montaña relativamente alta. Así que la temporada de ascensión es de poco más de dos meses. Por ejemplo, este año fue del 1 de julio al 10 de septiembre.

Este verano, Joan, a quien ya conocemos bastante bien por este blog, vino con su novia y un amigo (que conoció en la isla Reunión hace ya más de 4 años), y querían subir el Fuji. Yo además tenía unos días de vacaciones en la universidad los cuales tenía que coger durante el verano, así que los utilicé para unirme a ellos y subir el Fuji. Podría ponerme a describir con más detalle las posibles rutas, refugios y demás historias pero eso se puede encontrar en cualquier otro blog y páginas oficiales y extraoficiales, así que lo voy a dejar. Si alguien quiere más información que me la pida, puedo pasar algunas buenas direcciones de internet y tengo algunos folletos sobre los accesos y demás, aunque todo de 2014 y puede cambiar de año en año.

Hay 4 rutas para subir: Yoshida, Subashiri, Gotemba y Fujinomiya. Entre ellas, la Yoshida es la más popular (este año la usaron más de 170000 personas), así que quisimos evitarla y nos decidimos por la Subashiri (fuimos unos 33000). Para ello, elegimos hacer la noche previa en una pequeña ciudad al sureste del Fuji, Mishima, más que nada porque nos decidimos un poco tarde y no había sitio en otras ciudades. De todas maneras, creo que resultó un acierto porque había buenas conexiones para llegar a las entradas de las rutas de ascenso y la ciudad resultó tener su encanto.

Mishima se encuentra en una zona tomada por la lava escupida por el Fuji hace unos 100000 años. En la tarde que pasamos juntos en esta ciudad nos dio tiempo a visitar un par de sitios. El primero de ellos fue el parque Rakuju.


Se supone que en esta foto tendría que haber un lago en el medio pero en su lugar pudimos ver a esas tres mujeres trabajando, recogiendo malas hierbas. Me imagino que estarían haciendo labores de mantenimiento y por eso no había agua. Todavía me sigue sorprendiendo ver cómo trabajan aquí los jardines. Os aseguro que hacía mucho calor con una humedad muy alta y allí estaban las tres mujeres, hombro con hombro, quitando la maleza hierba a hierba. En la foto anterior se puede apreciar el tipo de roca volcánica que nos íbamos a encontrar durante el siguiente día y medio. Pero no todo era sequedad y rocas volcánicas en el parque.


Supongo que alguien que lea esto sabrá qué flor es, yo no tengo ni idea pero me pareció bastante curiosa.

Después nos acercamos al Mishima Taisha o lo que es lo mismo, al Gran templo de Mishima. En los jardines del templo sí que nos encontramos con agua.


Incluso tenía algún habitante.


En los estanques de los templos japoneses siempre suele haber carpas y estas tortugas que parece que llevan un antifaz rojo. Este templo tenía buena pinta para ver los cerezos en flor, aunque llegamos un poco tarde, claro.


Y para que se vea que de verdad era un templo, aquí está el edificio principal.


Al día siguiente cogimos un tren hasta la ciudad de Gotemba y de allí subimos en autobús hasta una de las quintas estaciones, en nuestro caso hasta la entrada de la ruta Subashiri a 2000 m de altura. Hay cuatro quintas estaciones, correspondientes a las cuatro rutas. La de la ruta Subashiri es la segunda más baja. Las estaciones llegan hasta la número 9 por cada una de las rutas, siendo la décima la cima. Se suele salir de una de las quintas aunque se puede empezar más abajo si se tienen tiempo, ganas y fuerzas. Aquí os pongo al grupo antes de empezar el ascenso que comenzamos hacia mediodía.


No nos hicieron pagar entrada como ponía en los folletos que nos habían dado en Mishima, donde decía que había que pagar 1000 yenes (7.25€) por persona. Tampoco nos hizo falta llevar retretes portátiles (unas bolsas con químicos para deshacer los residuos), cosa que había oído que se había tenido que hacer unos días antes y algunos extranjeros se habían quejado. Esto a un montañero le resulta un poco raro porque las necesidades siempre se han hecho buscando un buen árbol o una roca. Sin embargo, esta montaña es diferente, primero por la cantidad de gente que sube y se dejaría todo hecho un vertedero. Además, una vez pasados los 2000-2300 m de altura, apenas hay árboles y no hay donde apartarse un poco. La opción que queda son los servicios de pago que hay en los refugios, por el módico precio de 2-300 yenes por vez, y donde hay que contener la respiración por los olores que tumban.

La subida la dejaré para la siguiente entrada, ya veremos si no echo otro mes, como viene siendo habitual.


Besos para ellas y abrazos para ellos.

martes, 30 de septiembre de 2014

...va de fiesta

Lo primero, disculparme por adelantado porque debería estar escribiendo la continuación de la ruta de cráter en cráter. Este mes fue bastante complicado, entre el trabajo y estudiar japonés. Además, ahora no tengo ordenador en el apartamento así que tengo que sacar tiempo en el trabajo para ponerme con ello y las fotos de la excursión me están llevando bastante. De momento voy a poner una entrada corta para cumplir mi compromiso mensual.

No somos muchos españoles por Sendai, al menos que yo conozca. A parte de mí, creo que hay otros tres. A uno de ellos apenas le conozco pero hay otros dos con los que quedo de vez en cuando. Cada uno tiene su trabajo, que aquí es complicado con los horarios de unos y las exigencias de los otros (trabajar en la universidad lleva muchas horas y, a veces, fines de semana), y uno de ellos tiene familia japonesa, con lo que se hace mucho más complicado.

Pero al final, somos españoles, así que siempre hay alguien que encuentra una manera de montar una fiesta. En este caso, una amiga conocía un bar que regenta un checo y éste hace noches temáticas de vez en cuando, por ejemplo, creo que hubo una noche checa, otra iraní y habrá una de Halloween. El checo le comentó algo a mi amiga y ella nos lo dijo a nosotros, así que buscamos un sábado que nos viniera bien a todos y preparamos el tema. Nosotros hicimos la comida, que consistió en lo siguiente.


Queríamos hacerlo en plan tapas y que cada uno comprara lo que quisiera, pero el checo nos dijo que todo en un plato, así que preparamos una ensalada de tomate aliñada con aceite y bastante ajo, croquetas, tortilla y arroz con pollo, al que llamamos paella porque en general los japoneses no conocen la diferencia. Todo regado con sangría casera (que aquí se pueden comprar envases de sangría Don Simón) y acompañado de música española (desde David Bisbal a Mónica Naranjo pasando por Mecano).

Además, como el otro chico anda un poco en temas de actuaciones y demás, consiguió que dos amigas suyas japonesas fueran a bailar unas sevillanas con él, así que tuvimos espectáculo en vivo y todo.

Alguno dirá que lo de las sevillanas es muy Typical Spanish o muy cañí, pero hay que reconocer que los bailes del sur (flamenco, sevillanas o lo que sea) son lo más conocido fuera de España por mucho que a los de otras regiones nos fastidie. Sagrada Familia, toros, flamenco y siesta son las palabras que primero le vienen a la boca a cualquier extranjero que acabas de conocer y le dices que eres español.

De todas maneras, a mí no me importa, al menos el que lo dice sabe poner en el mapa mental (porque a veces no en el geográfico) a España y es lo que cuenta. Y, aunque yo llevo viviendo aquí ya un tiempo, aún tengo en mente los estereotipos de los japoneses.

Las risas que nos echamos en la cocina y las cervezas que nos bebimos sin apenas poder comer nada, merecieron la pena a pesar del cansancio, porque al final sacamos 24 platos, cosa que creo que fue algo bastante extraordinario para aquel bar. Las otras dos noches que estuve allí no suman 24 personas ni de lejos. A ver si lo repetimos algún día.

Y a ver si algún mes escribo antes y lo que toca.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

sábado, 30 de agosto de 2014

...va de cascada en cascada

Una de las cosas que me faltaron por comentar en la anterior entrada fue esta foto que saqué en el autobús que nos llevó al cráter del que hablé.


A mí se me ocurrieron dos posibilidades. La segunda de ellas fue que se podía utilizar el papel para limpiar el agua de las ventanas que se formaba por la condensación ya que la humedad era muy alta y hacía bastante calor. La primera posibilidad… lo voy a dejar porque estoy seguro de que fue también la primera que se os ocurrió a vosotros. Sólo decir que no había retrete en el autobús.

El congreso en el que estuve terminó un viernes a mediodía pero el avión para volver a Tokio salía el sábado por la tarde así que tuve un tiempo para visitar algo en los alrededores.

Una de las cosas que se veían bastante por toda la isla era esta especie de construcciones.


Por lo que le entendí al guía del día anterior, son para llamar a la buena suerte o algo así. También eran bastante típicas estas estatuas, Dol Hareubang, que según encontré son representaciones de dioses protectores.


Cerca del centro de convenciones donde tuvo lugar el congreso se encuentra el parque Jungmun Daepo donde se pueden ver unas columnas basálticas que salen del mar.


Y aquí hay os pongo una foto un poco más de cerca.


Normalmente, volvía en autobús al hotel pero ese día, a pesar del calor y la alta humedad, volví caminando para poder ver el puente Seonim.


Un poco más de cerca.


Este puente está dentro del parque botánico Yeomiji y si se quiere pasar por él hay que pagar la entrada. Yo lo hice pero no por el puente ni por los árboles sino por ver unas cascadas que forma el río que salva el puente, las cascadas Cheonjeyeon. Son tres cascadas principales que están bastante separadas unas de otras por lo que no estoy seguro de si todas tienen el mismo nombre. Cruzando el puente y subiendo un poco el río se encuentran las dos primeras.



A pesar de que estuvo lloviendo bastante los días anteriores, esta segunda cascada no tenía agua, al menos no que cayera como es debido. Me imagino que en algún momento correrá el agua como es debido y se podrá ver mejor. De todas maneras, el reflejo de las columnas en el pozo de agua quedaba bastante guapo.

Para llegar a la tercera hay que volver hacia el puente y bajar bastante. Yo me esperaba que fuera como los dos sitios anteriores en los que se podía llegar a la orilla del río pero no fue así, así que si no se tiene mucho tiempo ni ganas no recomiendo la caminata solo por esta foto.


En este parque botánico pude ver de cerca este instrumento que vi en otros sitios.


La verdad, no tengo ni idea de para qué sirve pero me llamó mucho la atención porque se me parece bastante a las muelas de las almazaras que hay por el sur de España. Así que supongo que se utilizará para moler algo aunque dudo que sean aceitunas porque con ese clima no creo que se den muy bien.

Al día siguiente, un sábado bastante lluvioso, tenía dos opciones. La primera era quedarme en el hotel y alrededores para visitar algo por allí. Lo malo es que los centros turísticos de esta isla son un poco raros, así que lo que tenía por allí cerca era un museo de ositos de peluche que, por lo que parecía en los folletos, estaban colocados y vestidos imitando obras importantes y cosas así (por ejemplo, La Creación de Adán de la Capilla Sixtina). Así que, por mucho que me atrajera la idea de ver ositos, cogí un autobús para ir a una ciudad hacia el este, Seogwipo, para ver unas cascadas que tenían buena pinta. Primero llegué a una en la que no había nadie y no había que pagar para entrar, cosa que me extrañó mucho puesto que se suponía que era una de las mayores atracciones de la zona y uno de los monumentos escénicos de la isla. La cascada se llama Jeongbang.



Después de verla, continué caminando por la costa hacia el centro de la ciudad y entonces fue cuando me di cuenta de que ésta no era la cascada que iba buscando, en realidad se llamaba Sojeongbang. El “So” de delante significa pequeño, parecido al japonés. A pesar de que los idiomas no tienen un origen común me pareció que había palabras parecidas. El caso es que más adelante llegué a la cascada Jeongbang principal, donde sí había más gente y sí había que pagar entrada.


El sitio era bonito. La verdad es que no es común ver una cascada tan cerca del mar. No es que el agua cayera directamente sobre el agua pero casi. La altura es de unos 23 m y 10 m de ancho. La leyenda dice que hace 2000 años, el emperador chino, Chin, mandó un emisario, Seobul, a buscar el elixir de la vida eterna en Jeju. Cuando no lo consiguió encontrar (vete tú a saber por qué, quizás no era tan bueno como Indiana Jones), grabó su nombre en el acantilado de la cascada y se volvió a China. Lo que no sé es qué pasó con él cuando volvió con las manos vacías ante su emperador.


Desde el puerto de Seogwipo llegué a ver otra cascada, la Cheongjiyeon, no confundir con las primeras cascadas de las que hablé antes.




Tras terminar la visita volví al hotel y de ahí al aeropuerto. Como llegamos muy tarde a Tokio ya no podía volver a Sendai ese mismo día. Como me tuve que quedar una noche allí aproveché a dar una vuelta por la zona de Asakusa y Ginza, pero de esto ya hablé en otras ocasiones. Sólo poner una foto de la estación de Tokio por detrás.




Ahora que me doy cuenta, creo que nunca puse fotos de la estación de Tokio por el otro lado. Es una estación que recuerda a las europeas y me gusta bastante pero ahora mismo no tengo ninguna foto como es debido a mano así que quedará pendiente para otra entrada.

Iba a titular esta entrada “…va de cráter en cráter (II)” para continuar con la serie que empecé el mes pasado, pero viendo el contenido, elegí cambiar el nombre, así que ya continuaré la serie más adelante.

Besos para ellas y abrazos para ellos.