viernes, 30 de septiembre de 2011

…pasa septiembre

No, no he tenido ningún examen, que lo de dejar las cosas para septiembre hace tiempo que lo tengo olvidado (y eso que lo practiqué mucho), ahora las dejo siempre para la siguiente estancia. Es que llevo algo de retraso con las entradas de este año así que voy a ventilar este mes de un plumazo. Lo cierto es que en esta estancia japonesa no hay mucho que contar ya que estoy intentando sacar el mayor provecho posible al postdoc aquí. Eso y que yo tengo una beca española y el cambio del euro está cada día peor, con lo que si quiero llegar a fin de mes tengo que hacer malabares y dejar los viajes para otra ocasión.

Bien, vamos con el mes. Supongo que de mi trabajo aquí no querréis leer, pero aún se pueden salvar unas cuantas cosas interesantes.

A principios de mes vinieron por aquí unos días dos profesores españoles que colaboran con mi supervisor de aquí. No de ellos ya lo conocía y el otro de oídas. El caso es que mi supervisor me dijo que quería que le acompañara para llevarlos a ver algunos sitios. Gracias a que el jefe tiene coche, nos llevó a ver una de las regiones donde golpeó el tsunami del 11 de marzo que queda entre Sendai y el mar. A medida que nos íbamos acercando a una de las zonas más afectadas se veía la devastación que había causado el tsunami y eso que ya tienen mucho recogido. Una de las cosas más llamativas es ver los barcos varados a más de un kilómetro de la costa, pero de esto no tengo ninguna foto ya que los vimos desde el coche. Lo que más se ve todavía son las casas que aguantaron de pie pero que tienen los primeros pisos destrozados y supongo que la mayor parte tendrán que tirarlas. Por la forma que tienen de construir aquí, las casas tienen cimientos de hormigón pero el resto, estructura incluida, es de madera y plástico principalmente, así que lo que se puede ver es nada más que la base de las casas, el resto ya lo han recogido o está en pilas de deshecho. Cuando se mira alrededor en algunos sitios, uno no se hace a la idea de lo que allí había ya que la hierba tapa la vista de las bases que quedaron. De todas maneras, impresiona saber que allí había pueblos enteros que quedaron arrasados.

Después de ver esto pasamos a algo un poco más alegre y turístico, el jefe nos llevó hasta Matsushima, bahía y pueblo de los que ya he hablado hace tiempo. Sin embargo, esta vez el jefe nos llevó a contemplar las vistas de la bahía desde uno de los miradores. La lástima es que el día no acompañaba mucho y había bastante bruma, pero aquí está una de mis panorámicas, a las que ya estaréis acostumbrados y que no podía faltar en una de mis entradas.

Lo que visitamos esta vez y yo no había hecho en su momento fuel el Zuigan-ji, un templo zen fundado en el 828 pero sus edificios actuales se construyeron en 1606 por orden de Date Masamune, el samurái fundador de la ciudad de Sendai.

A continuación el jefe nos llevó a comer a un sitio muy curioso. Venía a ser un antiguo palacio que perteneció a la familia Date. En este sitio, hace unos cuantos años, el anterior emperador se quedó a comer y dormir mientras visitaba la zona. Uno podría pensar que había que pagar mucho por comer allí, pero no fue así. La verdad es que no recuerdo cuánto fue porque pagó el jefe, pero yo creo que no pasaba de los 3500 yenes por cabeza (ahora algo menos de 35 €).

Después de comer fuimos a darnos un baño a un onsen y luego volvimos a Sendai. Al día siguiente, domingo, el jefe no podía atender a las visitas, así que fuimos (incluyendo el otro chico español del laboratorio) a Yamadera, el templo en la montaña en el que había estado apenas dos semanas antes con mi madre.

Después de ese fin de semana no hay mucho que contar hasta la semana pasada en la que fui de viaje de verano (un poco tardío) con los compañeros del laboratorio, incluyendo al jefe. Los estudiantes de máster de primer año se encargaron de organizarlo. Hace un par de meses, se hicieron tres propuestas de actividades y se votaron entre todos. La elegida fue ir a dar un paseo en barcaza por el río Mogami que desemboca en la costa oeste de Japón y al parecer es bastante conocido por aquí. También es conocido porque el poeta Matsuo Basho, de quien hablé hace tiempo debido a su paso por Matsushima, hizo el viaje a lo largo del río y le escribió un haiku. La pena de este viaje es que nos llovió bastante porque estaba pasando un tifón que fue bastante fuerte. De hecho, me dijeron que había sido el más fuerte de los últimos años en Sendai y aunque nosotros estábamos en la zona oeste de la isla, el mal tiempo nos alcanzó también. Por suerte, las barcazas estaban techadas, pero esto quitó un poco de encanto al crucero. Aquí os muestro una de las barcazas por dentro, con su suelo de tatami en el que hay que entrar descalzo.

A lo largo del camino se pueden ver varias cascadas. En este caso os pongo una con templo incluido que así queda más idílico.

Y esta es una vista del río desde el punto de llegada del viaje.

La noche la pasamos en un hotel en Yunohama, en la costa oeste de Japón que, por cierto, era la primera vez que estaba en ella. Allí nos relajamos, nos dimos un baño en el onsen del hotel y cenamos. La cena estuvo muy bien, con comida típica de zona costera. A mí me gustó la mesa donde comimos, donde estaban los pescados puestos a un estilo de barbacoa playera.

El plato más caro, que no el más grande, se podía elegir entre langosta y otra cosa que no sabía lo que era, y como ya me conocéis, elegí lo segundo, que llamaba abalone o abulón.

A mí me recordaba a las vieiras, pero la concha es diferente, aunque yo no soy precisamente un experto en marisco y moluscos. Y las mentes calenturientas pueden pensar lo que quieran. Después de la cena tuvimos una drinking party, que tiene un nombre muy sugerente y es justo lo que su nombre indica. Alguno acabó bastante perjudicado, incluyéndome a mí mismo pero, como buen asturiano, di la talla, que no se diga.

Al día siguiente seguía lloviendo pero unos pocos de nosotros fuimos a ver un acuario que había cerca y que es bastante famoso por sus medusas.

Realmente había medusas de todo tipo, tamaño y colores, pero con la poca luz que había era bastante difícil sacarlas bien.

Incluso se puede comer un helado hecho con medusa.

El sabor estaba bien pero la verdad es que era nada más que crema. Me parece que la cantidad de medusa que le ponen es mínima y, teniendo en cuenta que las medusas son casi todo agua, pues no pueden dar mucho sabor de ninguna manera.

Un pez que me llamó mucho la atención pero que no tengo ni idea de cómo se llama es el siguiente.

A mí me da un poco de mal rollo, parece que es una cara aplastada contra el cristal. Aquí también vimos un espectáculo de focas, pero no tengo nada para poner aquí. Lo que sí tengo es una foto de la costa.

La vuelta a Sendai no fue mal del todo a pesar de todas las llamadas de atención y de que cortaron la autopista por culpa del tifón. Lo cierto es que eso no lo entiendo muy bien porque se supone que una autopista es mejor carretera y se debería poder circular mejor por ella que por cualquier secundaria, pero no, tuvimos que volver por lo que eran carreteras parecidas a las nacionales. De todas maneras, no hubo ningún problema, ni siquiera atascos.

Y así más o menos se pasó septiembre, el cual nos abandonó (aquí ya son más de las 12 de la noche) con una temperatura un poco más moderada, incluso hace un poco de fresco por las noches. Otro mes más en Japón, de momento puedo decir que sobrevivo.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

domingo, 25 de septiembre de 2011

…visita Tokio con su madre

Y aquí está la última entrada sobre las andanzas con la Mama por Japón. Lo peor de este fin de semana fue justo antes de que empezara. Aquel viernes por la tarde hubo un terremoto considerable, así que cuando llegamos a la estación de tren con nuestros billetes reservados y vimos cómo había muchísima gente mirando las pantallas. Debido al terremoto se pararon los trenes y hubo retrasos bastante largos, que en nuestro caso fue de casi tres horas. Supongo que estos retrasos no los cuentan cuando dan esos datos de que los trenes bala en Japón tienen un retraso medio de menos de un minuto. El caso es que llegamos muy tarde a Tokio pero por suerte el hotel que cogí cerraba la recepción bastante tarde. Aquí no voy a hacer publicidad, y menos gratuita, pero si alguien quiere un hotel decente a precio razonable, que pregunte.

Como en entradas anteriores, y como de Tokio ya hablé en otras ocasiones, no me voy a extender demasiado en los comentarios y pasaré directamente a lo que era nuevo para mí o para poner fotos que me parezcan mejores que las que ya tenía. Esto me recuerda que ahora en blogger.com les ha dado por poner una especie de pase de diapositivas para las fotos, como alguno de vosotros ha comentado, y no sé por qué las fotos más recientes no las deja ampliar como es debido. Trataré de buscar una solución cuanto antes.

El tiempo no fue lo mejor del fin de semana ya que estuvo lloviznando casi todo el tiempo con rachas de bastante lluvia, pero no nos impidió hacer la visita más o menos como la tenía programada, es más, la temperatura era más moderada con lo que no tuvimos que soportar el calor como lo hicimos la semana anterior en Kioto. El hotel está en el barrio de Asakusa, cerca de la estación de Ueno, así que la primera visita que hicimos fue al Senso-ji, un templo que fue reconstruido tras la Segunda Guerra Mundial, pero antes pasamos por una zona muy curiosa que descubrí hace tres años. Se trata de Kappabashi, también conocido como Kitchen Town, unas calles en las que prácticamente todos los comercios están dedicados a venta de artículos para restaurantes o cosas de cocina. Se encuentra de todo, desde los soportes para los palillos para comer hasta cocinas y planchas con formas para las distintas comidas. El caso es que no tengo ninguna foto de las cosas que se ven, pero aquí os pongo una foto de la calle, aunque no se ve muy bien.

Desde allí se llega fácilmente al Senso-ji, del que hablé en esta entrada, pero aquí van un par de fotos, primero de la entrada.

Y luego del edificio principal.

En realidad esta foto la tomé al día siguiente que fuimos a buscar un restaurante por aquella zona para cenar y luego nos dimos un paseo para ver el templo de noche.

Desde cerca del Senso-ji se puede ver una de las últimas construcciones de Tokio, el Sky Tree.

En esta foto no parece gran cosa, pero es una torre de 634 m de altura lo que la hará la torre más alta del mundo y la segunda estructura más alta. Su principal objetivo será la de emisión de señales de telecomunicación, relegando a un segundo plano a la Torre de Tokio (volveremos a ella más abajo) que se quedó un poco “pequeña”.

Después de esto nos fuimos a ver Ginza, uno de los barrios comerciales más famosos del mundo. De este sitio ya hablé y también lo hice del Kabuki-za, el teatro de Kabuki, del cual os quería poner una foto, pero me temo que no va a poder ser, no por nada, sino que resulta que lo han tirado para reconstruirlo completamente. Creo que tengo una foto de este teatro pero me temo que la dejé en España y no la puedo poner ahora. La que sí tengo es del hueco que dejó, pero no será plan ponerla ahora. Es curioso ver cómo van cambiando las cosas y es que ya llevo unos cuantos años con mi idilio japonés y eso hace que empiece a ver cosas evolucionando.

Desde aquí se puede llegar fácilmente a la explanada del Palacio Imperial y al Jardín Este del Palacio, pero como ya hablé de ello en otra ocasión pues ahora lo dejaré. También hablé ya del edificio del Gobierno Metropolitano de Tokio, que se encuentra en Shinjuku, y de Shibuya, uno de los sitios más conocidos de Tokio, que fue lo que hicimos para terminar el sábado.

El domingo amaneció un poco peor que el día anterior, pero intentamos continuar nuestra visita. Mi madre tiene predilección por las plantas y jardines, así que decidimos visitar uno de los muchos que hay en Tokio. La elección fue el Kiyosumi Teien, más que nada porque nos quedaba de camino para seguir con el plan. Lo más representativo de este parque, de larga historia que no voy a contar aquí, son las piedras que llevaron desde distintos sitios de Japón. Aquí os va una panorámica de alguna de esas piedras en el lago central del jardín donde hay gran cantidad de carpas y tortugas.

A continuación nos fuimos al parque Yoyogi para ver el Meiji Jinguu. Como de estos ya hablé en alguna otra ocasión, paso directamente al Jardín Meiji (creo que se llamaba así), que está de camino al santuario dentro del mismo parque. En realidad este jardín no me pareció gran cosa, así que sólo os pongo una foto de un pozo que hay y que tuvimos que guardar cola para verlo y tocar el agua, aún no tengo muy claro por qué.

Después de dar una vuelta por Harajuku, una zona de tiendas, nos fuimos hasta la isla de Odaiba, una isla artificial en la bahía de Tokio, usando la línea Yurikamome. Allí dimos un pequeño paseo esperando que se hiciera de noche y poder ver el skyline de Tokio. De hecho, lo que quería era esperar a que se encendieran las luces de la Torre de Tokio y del Rainbow Bridge que une el centro con la isla. Las primeras sí se encendieron, pero no las del puente, lo cual me pareció sorprendente pero supongo que será por el tema de ahorro energético. De todas maneras, aquí tenéis otra de mis panorámicas.

Y una foto de las barcazas que zarpan desde el sitio en el que estábamos esperando.

Al día siguiente nos levantamos muy temprano porque queríamos ir a ver el mercado Tsukiji donde está la lonja más grande del mundo además de tiendas de pescado y mercado de frutas y verduras. El caso es que fuimos muy temprano aguantando la lluvia, porque yo había leído que se podía entrar a primera hora para ver la subasta de pescado, pero no era así lo cual me parece más lógico. El caso es que madrugamos y cogimos una mojadura para nada. Volvimos a la zona del hotel para desayunar porque no nos apetecía un desayuno japonés (dicen que hay buen sushi al lado del mercado) y volvimos hacia las 9 de la mañana para dar una vuelta por el mercado. Lo cierto es que no sé por qué lo tienen abierto a los turistas porque no hacemos más que entorpecer el trabajo. De todas maneras, la primera vez que estuve allí hace casi cuatro años (lo hice cuando vinieron a verme al final de mi primera estancia Carlos, Joan y Joel, pero no tengo entrada en el blog, lo siento, es una de esas que queda pendiente para quién sabe cuándo) me pareció muy curioso y a mi madre estas cosas le gustan. Pudimos ver frutas y pescados que no teníamos ni idea de que existían.

A continuación os pongo una foto de uno de los medios de transporte de mercancías más usado dentro de la lonja.

Estos aparatos son una verdadera locura, van a toda velocidad y no sé cómo no chocan cada poco. Otra cosa que me hace bastante gracia es que en varios sitios pone que no se debe de entrar dentro del mercado si se tiene alguna enfermedad, lo cual es lógico, pero el mercado de minoristas (que es el que se puede ver) es un caos y no parece de lo más higiénico, además de que vi hasta motos pasar entre las cajas de pescado.

Y esto es algo que había visto en algún reportaje pero nunca en directo.

Después de dejar el mercado volvimos al hotel para poder descansar un rato antes de volver a salir. Como estuvimos tres días y el tiempo no acompañaba mucho, no hicimos gran cosa por la tarde, nada más que fuimos a Akihabara (famoso barrio de la electrónica) e Ikebukuro para que los conociera mi madre. Cuando ya caía la noche fuimos a subir a la Torre de Tokio, de la que os pongo aquí un par de fotos.

Al día siguiente nos levantamos pronto porque teníamos que coger el tren temprano. Mi madre se fue a Narita, así que la dejé en la estación de Tokio desde donde sale el Narita Express. ¡Eh! No os penséis, que la dejé dentro del tren, con tiempo suficiente para que se las arreglara en Nari… pero qué digo, con lo bien que se las apañó por el resto de Japón, no quedaba ninguna duda que un aeropuerto era pan comido para ella.

La Mama dijo que se lo pasó muy bien, y qué me iba a decir a mí, su hijo pequeño preferido. Al menos me queda la satisfacción de haber podido enseñarle alguno de los puntos más emblemáticos de Japón, además de haber disfrutado de la compañía de japoneses, visto festivales de verano, fuegos artificiales, comido sushi, sahimi… Ahora ya sabéis, aquí tenéis un guía por Japón, eso sí, tendré que cobrar porque los trenes son bastante caros.

Besos para ellas, abrazos para ellos y de las dos cosas en gran cantidad para La Mama.

viernes, 16 de septiembre de 2011

…sube a un templo

En la anterior entrada nos había dejado a mi madre y a mí de vuelta a Sendai tras pasar un fin de semana de tres días en Kioto. Al día siguiente, un martes, yo también tenía fiesta, así que pude acompañar a mi madre a hacer una visita. El lugar elegido fue uno que yo aún no conocía, el Hoju-san Risshaku-ji o más conocido como Yamadera que, literalmente, significa El templo en la montaña, y se encuentra (como os podéis imaginar) en medio de las montañas, cerca de la frontera entre la prefectura de Yamagata y la de Miyagi, de la que es capital Sendai. Para llegar allí cogimos un tren que hace su camino entre las montañas con destino final Yamagata. Al principio el paisaje es muy abierto pero llega un momento en que las montañas se cierran sobre las vías y el recorrido discurre por pequeños desfiladeros, con vistas a algunas cascadas en el tiempo que el caminar del tren permite ver.

El templo se estableció en 860 por orden del emperador Seiwa y es una montaña sagrada para la secta budista Tendai. En este templo se encuentra una llama traída del monte Hiei en Kioto, a su vez llevada desde China y que se dice que nunca se ha extinguido desde el momento de su fundación. Esta llama tiene el nombre de Fumetsu no Hoto, La luz inmortal del Budismo. Lo cierto es que yo no vi esta llama, pero aunque hubiera podido verla, no dejaban hacer fotos al interior de los templos.

Al bajar del tren se puede ver el templo y lo que va a haber que subir.

El camino se hace casi todo por unas escaleras por el medio de un bosque de cedros y se van encontrando diferentes santuarios, templos y cementerios. Con el calor y la humedad que hacía, os podéis imaginar que al poco de empezar a subir el sudor se peleaba por salir de los poros de la piel. Aquí podéis ver una pequeña parte de la subida.

Con sólo esta imagen no da para hacerse una idea completa, aquí os pongo otra, pero ni aun así quedará claro del todo.

Esta imagen está tomada desde uno de los santuarios que había y de los que más curiosos me parecieron. Primero la foto y luego la explicación.

En primer lugar, está el tema de las tablas. Son una especie de picas con lo que yo supongo que eran oraciones escritas y una rueda en la parte superior. No tengo ni idea de para qué sirven o qué significan porque era la primera vez que las veía a pesar de haber estado ya en tantos templos. La otra parte curiosa es la pared de arenisca donde se puede ver que alguien está colocando algo. Si lográis aumentar la foto, podréis adivinar que son monedas. De nuevo, no tengo ni idea del significado de esto, pero tal vez un día hable del tema de las monedas y los templos budistas.

La subida no es muy larga, pero después de pasar tres días caminando por Kioto el cuerpo se empezaba a resentir, al menos el mío, porque La Mama estaba fresca como una rosa. Espero que sea verdad lo que me decían de pequeño, que me parecía a ella, porque de mayor quiero ser así. Esto me recuerda que vimos una señora de más de 70 años (aunque me es muy difícil estimar la edad de los japoneses) que iba con la que parecía su hija, el marido y su nieta. Era increíble, subía más rápido que la nieta. Se apoyaba en un bastón pero cuando llegó arriba del todo se le veía con cara de felicidad, como si no hubiera tenido que hacer ningún esfuerzo. Luego, se recorrió todos los templos de la zona superior y cuando se dispuso a bajar las escaleras, cogió el bastón por la mitad y bajó sin utilizarlo, supongo que sería un estorbo. Al final va a ser verdad que la fe mueve montañas y este caso las allana.

Cuando se llega arriba el sudor y el cansancio merecen la pena sólo por estas vistas.

Desde donde está tomada la foto se puede seguir hacia arriba, hacia el templo principal (que no es especialmente guapo) o bien hacia la derecha, pasando al lado del templo que se ve en la imagen y se llega a un mirador desde donde se puede ver el valle.

Cuando terminamos de admirar las vistas bajamos a la estación para coger el tren de vuelta hacia Sendai, pero no fuimos directamente, sino que paramos en Sakunami Onsen, donde hay varios establecimientos de aguas termales y algunos hoteles ponen autobuses gratuitos desde la estación de tren. Cuando nos posamos del tren no sabíamos muy bien qué hacer así que le intenté preguntar con mi mal japonés a un conductor y él muy amablemente me supo indicar que nos podía llevar. En estos hoteles se suele poder entrar a los onsen sin necesidad de estar alojado en ellos, aunque el precio del que fuimos nosotros me pareció un poco alto (1500 yenes por persona, pero no recuerdo el nombre del hotel). De todas maneras, el sitio estaba muy bien. Normalmente, y como es normal, dentro de los baños no se pueden hacer fotos, pero como fuimos tarde y estaban a punto de cerrar (a las 3 de la tarde) ya no quedaba nadie dentro cuando yo marchaba.

Este tipo de baño termal recibe el nombre de rotenburo porque está al aire libre, aunque creo que me repito porque hablé de ello en una entrada no muy lejana en el tiempo.

Como curiosidad, decir que el río que se ve al lado del hotel, si no me equivoco, lo cual es muy posible, es el Hirose, que pasa luego por Sendai y yo vivo cerca de él.

De esta manera terminamos relajados un fin de semana largo dando vueltas por Japón, entre templo y templo. La Mama volvió a enfrentarse ella sola a la semana, esta vez más corta, de martes a jueves. Y allí se fue ella valientemente hacia Nikko, Hiraizumi (donde yo no he estado) y también vio parte de los destrozos del tsunami en Ishinomaki, al norte de Sendai. De todos modos, como yo no estuve con ella, esto no os lo puedo contar mejor.

Espero terminar en la próxima entrada con las visitas con La Mama por Japón.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

viernes, 9 de septiembre de 2011

…visita Kioto con su madre

Veo que la gente está con ganas de conocer más de las aventuras de la Mama en Japón. He recibido comentarios apremiantes para que me ponga a actualizar el blog, así que vamos allá.

El viernes siguiente a la historia que aparece en la anterior entrada, hace ya cuatro semanas, mi madre y yo cogimos el tren para ir a Kioto. Aquí os pongo una foto del interior de la estación, un edificio muy moderno y enorme, con 15 plantas de altura.

En esa ciudad ya había estado tres veces: allá por el 2007, el 2008 y en el 2009. De esta última visita no hay blog porque fueron poco más de un par de semanas y no me dio tiempo a escribir sobre ello. Cuando vine a Japón ese año fue con un programa de intercambio entre el CSIC en España y el gobierno japonés, y el grupo donde estaba por entonces tenía dinero para viajes. Así que vinimos uno de los jefes del grupo, Fabián, y yo. Como aclaración para que no se enfade, aquí pongo jefe porque el propósito principal del viaje era el trabajo, pero los fines de semanas estuvimos en calidad de amigos, ya que tengo la suerte de considerarle como tal. También vinieron su mujer, Mónica, y Bea. El caso es que los cuatro estuvimos un fin de semana en Kioto, donde hice de guía lo mejor que supe.

De vuelta a 2011, esta vez hice de guía para mi madre. El recorrido que hice con ella fue muy parecido al que seguí la primera vez que estuve por aquí. Como en las entradas que escribí por entonces podéis encontrar algo de la historia de cada templo, os remito a ellas (primera y segunda) para más información o la Wikipedia (que seguro que es más útil). En esta entrada me voy a limitar a dar una idea del recorrido y poner fotos nuevas que estarán mejor que las anteriores (eso espero).

Comenzamos el recorrido por el nordeste de Kioto, en particular visitamos uno de mis templos favoritos, el Ginkaku-ji también conocido como el Templo de plata.

En este templo hay un jardín de arena cuya representación del monte Fuji es bastante conocida.

Al salir de este templo nos dirigimos hacia el sur siguiendo el Tetsugaku no michi o Camino de la filosofía), el cual discurre al lado de un canal, que en un momento dado tiene que salvar una diferencia de alturas, así que aquí os pongo un acueducto del que desconozco los datos, pero parecía importante porque la gente le hacía fotos. Creo que este canal lleva el agua del lago Biwa, el más grande de Japón, a Kioto.

Después de esto nos metimos un poco hacia el centro de la ciudad para ver el Heian Jinguu. El enorme torii de la entrada lo podéis ver aquí, pero en la siguiente panorámica podéis ver el templo en sí.

Volviendo hacia el este y subiendo un poco por la ladera de la montaña, fuimos a ver Kiyomizudera, quizá uno de los templos más conocidos y visitados de Kioto.

El último templo que visitamos ese día fu el Higashi Jongan-Ji, que también es patrimonio de la humanidad, pero a ojos de un occidental (por lo menos mis ojos) no es tan bonito como otros templos, pero por suerte la entrada ese día era gratuita (no sé si lo es siempre o sólo ese día en especial). Además, estaba en parte cubierto y dentro estaba preparado para algún tipo de espectáculo, con cientos de sillas puestas en el interior. Lo que sí me gustó de este templo fue este árbol del que, como la botánica y yo estamos reñidos, no os puedo decir qué de tipo es, pero es guapo.

Para terminar la tarde nos fuimos a ver el mercado Nishiki, un mercado de comida en el centro de Kioto del que ya hablé pero no puse ninguna foto, pero me temo que esta vez tampoco lo podré hacer porque no hice ninguna.

El paseo terminó al lado del río Kamo donde había muchos adornos porque estaban celebrando todavía el festival Tanabata.

En este paseo al lado del río nos dieron un papel con lo que se suponía que iban a hacer allí. Por supuesto, el panfleto estaba en japonés, así que lo único que entendí es que iba a pasar algo sobre las 7 de la tarde, por lo que esperamos ya que parecía que iban a hacer algo en el medio del río. A esa hora, un grupo de hombres se metieron en el medio del río y empezaron a lavar unas telas, lanzándolas en la dirección de la corriente, recogiéndolas y azotándolas contra el agua. Así estuvieron una y otra vez durante veinte minutos o media hora. Nosotros esperábamos que fuera algo más, pero no.

Después, cuando nos íbamos en busca de un lugar para cenar, nos dieron otro papel escrito en inglés y resultó que era una exhibición de cómo se lavaban las telas después de tintarlas. Por la noche, cuando volvimos al hotel, mi madre consultó la guía y decía que Kioto era famosa por sus telas, supongo que para los kimonos de las geishas. Aquí tenéis una mezcla de los elementos del Tanabata y las telas.

Y aquí os pongo una imagen de cómo estaba el río por la noche.

Cuando volvimos de cenar en el barrio de Gion (antiguo barrio de las geishas), bajamos de nuevo al río y vimos otro de los elementos del festival Tanabata que al parecer es muy característico pero que no vimos en Sendai.

Esto son las bolas de bambú que están encima de los fukinagashi del Tanabata.

El siguiente día lo dedicamos a la parte este de Kioto. Comenzamos el recorrido por el Nijo-jo un castillo donde residieron los Shogun que gobernaron Japón durante varios siglos. Se puede visitar el interior de los edificios donde hay unas pinturas sobre biombos preciosas, pero que no se pueden fotografiar. Sin embargo, lo que me gusta de este palacio son sus jardines y espero que con esta panorámica podáis apreciar un poco su belleza.

A continuación nos dirigimos hacia el nordeste para visitar tres de los templos más famosos de esa zona. El primero es el conocido como Templo de Oro, por estar recubierto de pan de ese material, o Kinkaku-ji.

El siguiente templo fue el Ryoan-ji, donde está el famoso jardín de piedra que algunos llaman de El tigre saltador. Aquí podéis encontrar una foto que hice hace casi cuatro años, pero en esta foto se ve mejor el jardín.

Pero también tiene unos jardines bastante guapos, con un gran lago en el medio y un árbol que está medio cayendo, también característico de este templo.

El tercer templo fue el Ninna-ji, donde se encuentran algunos edificios del palacio imperial. Uno de ellos es el Kon-do, que es el edificio principal (aunque no el más guapo para mi gusto) del templo. El edificio original data de la era Keicho (1596-1615) y fue trasladado al sitio actual durante la era Kanei (1624-1644).

A continuación nos fuimos hasta el área de Arashiyama, que creo que significa algo así como Montaña de la tormenta, a juzgar por los kanji que forma la palabra en japonés. En esta zona visitamos el Tenryuu-ji. Del templo en sí ya hablé hace tres años, pero aquí os quiero poner una panorámica del jardín y una foto del bosque de bambú.

Ahora ya sé de dónde sacan los bambús para colgar los fukinagashi del festival Tanabata.

Este templo se encuentra al lado de otro río que pasa por Kioto, el Hozu, por el que se puede navegar en pequeños botes alquilados o bien en grandes barcazas turísticas. Nosotros no lo hicimos, no había tiempo, pero me parece que tiene que estar bien darse un paseo río arriba entre estas montañas.

Un apunte sobre los nombres de los ríos en Japón: muchas veces se ponen con el Kawa o Gawa (el sonido “K” a veces se dice como “G” dependiendo de lo que preceda), por ejemplo, en el caso anterior se dice el Hozugawa, sin embargo, considero que poner río delante cuando se pone Kawa detrás es como decir las cosas dos veces. Algo parecido pasa con los montes, Fujiyama es la montaña Fuji. Un caso similar es el de hashi, bashi o kyou, que significa puente y del que a continuación veréis un ejemplo.

Después del comentario ligüístico-cultureta, podemos seguir. Nosotros cruzamos el río por el Togetsukyou o el Puente de la luna que cruza (o algo así).

Como veis, esta panorámica está cogida desde el centro del río, y es que nosotros volvimos hacia el centro por donde veis a la gente cruzar caminando. Supongo que se podría ir a pie porque hacía tiempo que no llovía. Además de acortar camino porque nos fuimos hacia el sur un poco, también sirvió para refrescar los pies, que el día había sido duro aunque en esta zona hacía menos calor.

Por la noche dimos un paseo por el barrio de Gion, donde vimos un cartel muy curioso, no pensaba que pudiera haber alguien así en Japón.

Por si acaso, el cartel dice Pequeño museo de Ukiyoe. Abierto cuando me levanto y cerrado cuando tengo que ir a dormir. Cuando he conseguido suficiente, la tienda se cierra.

Al día siguiente, lunes, la idea era ir a visitar el castillo de Himeji, el cual dicen que es el más bonito de Japón. El caso es que cuando fuimos a comprar los billetes la chica que nos atendió nos dijo que el castillo estaba cubierto por andamios hasta el año que viene por obras de rehabilitación, por lo que decidimos no ir allí. La verdad es que la chica fue muy amable porque si no hubiéramos hecho el viaje casi en balde. Para que no os quedéis con las ganas de ver este castillo, aquí os voy a poner una foto de cuando estuve allí con Fabián, Mónica y Bea hace casi dos años.

El caso es que nos decidimos a ir a Nara, donde yo estuve hace tres años. Pero paramos antes en Uji, una población que queda de camino y donde me picó un mosquito cuando estuve allí, pero aquella vez lo hice después de estar en Nara y no pude entrar en el Byodo-in.

Aunque creo que ya lo comenté, este templo es la imagen que aparece en la cara de las monedas de 10 yenes, y es uno de los más visitados en todo Japón. El precio, aunque ahora no recuerdo exactamente cuánto fue, me pareció un poco alto y además hay que pagar de nuevo, y además coger turno, para entrar dentro de la sala que está en el medio del lago. Ahí se encuentra un buda de madera bastante conocido, pero las explicaciones, aunque dan un folleto en inglés, las dan sólo en japonés. Yo creo que para un extranjero, si no tiene mucho presupuesto ni tiempo, la visita al interior del templo es prescindible. Sin embargo, la vista por fuera y el museo sí que merecen la pena y están incluidas en la entrada.

De Uji nos fuimos hasta Nara donde llegamos un poco tarde ya, así que no nos daba tiempo a visitar mucho, de manera que fuimos caminando bastante rápido para poder ver el Todai-ji, el edificio de madera más grande del mundo.

Dentro de esta sala está el buda más grande en bronce de todo Japón. En algunas ocasiones abren la ventana que está encima de la puerta principal para que se vea la cara del Buda y para que él lo vea todo.

Me temo que esta composición no me quedó demasiado bien, pero en una sola foto era imposible sacarlo entero y hacerse una idea de cómo es.

Después de ver este templo cogimos el tren para volver a Kioto donde habíamos dejado las mochilas y cogimos el tren. Quisimos volver relativamente pronto porque no habíamos conseguido billetes con reserva del tramo hasta Tokio y teníamos miedo de tener que ir de pie durante las más de dos horas que duraba el trayecto. Me temo que no soy demasiado previsor y no vi venir esto, pero hubo suerte.

Esto me recuerda una historia que nos pasó cuando fuimos a la estación de Sendai para coger los billetes para el viaje de ida a Kioto. Como dije en otra entrada, mi madre se había cogido el JR Pass de 21 días, así que fuimos a buscar los billetes con él en la mano, y el chico que nos atendió nos dijo que el pase no valía durante el festival Obon que era ese fin de semana… se nos puso la cara de todos los colores, yo empecé a sudar yenes por todos los poros del cuerpo. Si teníamos que pagar el billete de mi madre también, eso subía a algo más de 40000 yenes que había que sumar a los más de 50000 yenes del pase. Yo no había leído nada de que hubiera ninguna restricción, así que el chico lo repasó y llamó a la que supongo que era su supervisora. La chica llegó y dijo lo mismo (y yo sudando más yenes) entonces se fue un momento a una habitación detrás del mostrador y cuando volvió se deshizo en reverencias y excusas porque se habían equivocado. El alivio fue tal que hasta me pareció que había refrescado el tiempo. Luego sacó los billetes y cuando me estaban diciendo el recorrido me di cuenta de que nos habían dado para el tren Nozomi, el cual no se puede coger con el JR Pass, así se lo hice saber a la chica tras lo que hubo más reverencias y disculpas.

Y esto fue todo de este fin de semana. Volvimos de lunes porque yo tenía fiesta, el festival Obon que son dos días, pero el martes tenía pensado trabajar aunque al final no lo hice más que un rato por la tarde, porque por la mañana estuvimos por ahí, pero eso es material para otra entrada. Una nota del festival Obon: es un festival en el que se honran las almas de los familiares fallecidos y sus almas vuelven durante un tiempo al reino de los vivos. Es curioso como una y otra vez se encuentran similitudes entre culturas tan diferentes ya que eso me suena con el día de Todos los Santos. Incluso aquí también van al cementerio ese día.

Bien, esta entrada ha quedado un poco larga, pero si la dividía en partes, entonces seguro que no llegaba a escribir todo lo que tenía que contar. Seguiré con la historia de mi madre en Japón en otro momento.

Besos para ellas y abrazos para ellos.