domingo, 30 de octubre de 2011

...se despierta

Ya sé que en la anterior entrada dije que iba a intentar ir escribiendo sobre el viaje por Escocia y la vuelta a España, pero estas semanas están siendo bastante duras de trabajo, así que tengo que ir rellenando con otras cosas si no quiero que dejéis de leer por aburrimiento, ya que hace dos semanas de la última vez que colgué algo aquí.

Aprovechando que en los comentarios me decís que puedo hablar de cosas cotidianas (aunque no los responda, los leo todos), pues voy a hacerlo. El caso es que ayer por la mañana estaba en la cama bien dormido cuando alguien llamó a la puerta. Yo estaba con mi pijama (digamos que no me gusta ir muy vestido dentro de la cama) y no me dio por ponerme nada encima, así que así abrí la puerta, con los pelos que uno suele tener por la mañana. Me encontré con un hombre muy bien vestido quien puso la misma cara de sorpresa que ponen todos los que llaman a la puerta y se encuentran con un occidental, claro que las otras veces que alguien picaba a la puerta yo estaba mejor vestido. Tras recomponerse, me dio su mejor sonrisa y me empezó a hablar en japonés, a lo que yo le paré y le dije lo mismo que les digo a todos, pero con la boca pastosa, Sumimasen, watashi wa nihongo ga amari wakarimasen y moo osoi onegai shimasu (Perdón, apenas entiendo y más despacio, por favor). El caso es que el tío me preguntó de dónde era y cuando se lo dije, me dijo Hola y luego empezó a buscar algo en un libro pequeño, cuando encontró lo que quería me pasó el libro. Yo estaba hecho polvo porque apenas había dormido unas horas así que tuve que bizquear un poco para poder leer. El párrafo era largo, pero sólo llegué a la primera línea donde creo recordar que decía “Soy un miembro de los testigos de Jehová…” uff… hacía mucho tiempo que no recibía la visita de uno de ellos. Total, que le devolví el libro y le solté en inglés algo así como que no era muy creyente y una reverencia mientras él se despedía y yo cerraba la puerta. Supongo que no insistió más gracia al idioma, al menos para esto es una suerte no entender.

Como esto queda un poco pobre, voy a continuar con algo sobre lo que un comentario que recibí esta semana en una entrada me ha hecho pensar desde hace varios días. Aquí podéis ver el mismo. No voy a replicar directamente al comentario porque no creo que quien lo haya hecho lo vaya a leer y porque resultaría muy fácil hacerlo sin más.

Siempre intento ser lo más objetivo posible, aunque considero que es imposible serlo si se tiene opinión sobre las cosas. Supongo que, cuando vio el título del blog, quién hizo este comentario se esperaba que fuera sobre sidra, gaitas y los Picos de Europa (vertiente asturiana, claro). La verdad es que en algún momento pensé en cambiar el título porque parece un poco chovinista, pero ya me había acostumbrado a tener que buscar siempre una forma de poner el título de las entradas con ese comienzo. Además, el título es una forma más de decir de dónde procedo y que lo que escribo es desde el punto de vista que puede tener alguien de allí.

No llevo mucho tiempo fuera, pero creo que ya tengo algo de experiencia para poder hablar sobre este tema. Esta actitud de los asturianos por la que necesitamos exhibir nuestra asturianía llevando la bandera a todas partes y que pensamos que somos el ombligo del mundo hace que alguna gente nos coja manía. Nos gusta pensar que somos acogedores, pero ya he conocido gente de fuera que trabaja en Asturias y se siente desplazado por no ser de allí. Me da mucha pena, pero es así. Hace un tiempo vi una encuesta en la que Asturias aparecía como la segunda o tercera comunidad que más simpática caía a los demás. La primera era Andalucía y Aragón completaba el podio. Claro que también oí decir que muchas veces, en las encuestas donde hay que dar un voto en una lista, empezamos por la que de verdad creemos que es la primera pero después rellenamos por el orden en que están puestas en la encuesta, pudiendo muchas veces dirigir el resultado. Si la lista de comunidades estaba en orden alfabético, ya sabemos por qué acabamos en lo más alto. Así que habrá que empezar a plantearse las cosas de otra manera.

Para terminar, me gustaría plantear una reflexión que hago cuando oigo a los nacionalistas o a los “excesivamente” enamorados de su tierra, y es ¿qué hubiera pasado si hubieran nacido en otro sitio? Me encanta Asturias y espero tener la oportunidad algún día de volver, pero si fuera de Murcia, por decir un sitio lejos de Asturias, ¿no querría volver allí? Una vez oí que a los amigos se les elije y a la familia no, y creo que se puede aplicar a este tema también, quiero a mi familia y a mi tierra, pero también quiero a mis amigos y a otros lugares en los que he estado.

Esto no es un concurso de a ver quién está más enamorado de su tierra, pero creo que gracias a haber viajado, haber vivido en otros países (son sólo dos, pero ya puedo hablar en plural), conocer otras culturas y hacer amigos de diferentes países, y aun así querer volver a Asturias, nadie me puede decir que no quiera a mi tierra. Pero también sé reconocer la belleza de las cosas que he visto. La cerveza en Inglaterra, los lagos y montañas en Escocia, los canales y ríos en Francia, el queso en Suiza, el vodka en Polonia, las montañas en Reunión, los templos y comida en Japón… La queimada y el pulpo en Lugo, los pinchos en San Sebastián, la paella en Alicante, la herencia árabe de Granada y Córdoba, las montañas de Gredos y Pirineos, el churrasco y pacharán de Huesca… Ojalá pudiera tener de todo un poco allá donde acabe viviendo.

Espero que la próxima entrada venga con algo un poco menos denso y con más panorámicas.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

domingo, 16 de octubre de 2011

...va de capital en capital

En las últimas semanas el trabajo me está absorbiendo bastante y además el presupuesto tampoco me llega para más viajes de momento, así que no puedo poner gran cosa de lo que estoy haciendo por estas tierras. Se me ocurren un par de historias, pero las voy a dejar en la recámara para más adelante. Además, hace tiempo que tenía intención de completar las entradas con las últimas historias por Inglaterra, o más bien debería decir por Gran Bretaña. Podría escudarme en que no me dio tiempo, lo cual no deja de ser cierto en buena parte, pero la verdad es que me costaba ponerme a escribir sobre el tema. Tal vez pueda parecer una tontería, pero era así. Sin embargo, ahora me siento con fuerzas para ponerme con ello. El problema es que de estas cosas hace ya más de cuatro meses, así que se me está volviendo todo un poco bastante confuso ya que algunas cosas las tengo apuntadas, pero otras las tengo que intentar recordar. Sea como sea, voy a tratar de cerrar esta parte.

Un domingo de la penúltima semana de abril, aprovechando que hacía buen tiempo, uno de esos días primaverales frescos de los que hay contados en Inglaterra, decidí conocer Cardiff. No es que esté precisamente cerca de Guildford, unas dos horas y media en coche, pero hacía mucho que tenía ganas de conocer la capital de Gales.

La impresión que me llevé de esa ciudad fue muy buena. En cierta manera se me pareció a Bristol, una ciudad con mucha historia y con un presente muy moderno. En el caso de Bristol la historia no venía de tan atrás porque Cardiff ya fue fundada en tiempos de la colonización romana de Gran Bretaña.

Lo primero que visité fue el castillo de Cardiff o Castell Caerdydd, en galés. La entrada vale 11 libras para adultos, una pena tener que serlo en estos tiempos, e incluye el alquiler de la audioguía en la cual se comentan muchas cosas que a estas alturas ya he olvidado, lo siento. Este no es un castillo tan importante como el de Windsor, pero tiene una historia muy larga. En primer lugar voy a poner una de mis panorámicas con el interior del castillo, creo que me estoy volviendo adicto a este tipo de imágenes.

En esta imagen se pueden ver los principales componentes del castillo. En primer lugar está el Keep o torre del homenaje, de tipo normando. Desde este se aprecia lo que parece un camino que conduce hasta la puerta principal, a la izquierda de la imagen, pero que en su momento fue una autentica muralla que servía para comunicar el Keep con la entrada pero también para separar el interior del castillo en dos partes. Esta muralla se derribó en 1777 para preparar el interior como jardín para los señores de la época.

En la parte de debajo del sitio donde está tomada la foto y siguiendo la muralla exterior por el camino que se ve a la derecha, se encuentran los túneles de los tiempos de guerra, los cuales sirvieron de refugio para los ataques durante diferentes guerras incluyendo la II Guerra Mundial.

A la derecha del Keep se puede ver lo que es una representación de la puerta del fuerte romano. Los cimientos romanos aún se conservan, pero lo que se puede ver es una reconstrucción. Como se aprecia en la foto siguiente, se puede subir al Keep desde donde se tienen unas buenas vistas de la ciudad gracias a que no hay muchos edificios altos, al menos no en el centro. Os pondría un par de panorámicas que hice desde allí arriba, pero creo que a estas alturas ya os estaréis cansando de ellas y quiero reservarme para más adelante.

A la izquierda del Keep está La Casa o The House. Las primeras construcciones son de 1423 pero sufrió ampliaciones y alteraciones hasta el siglo XIX aunque la apariencia actual se debe principalmente a la reconstrucción de la década de 1770.

A la izquierda de la casa está una curiosa construcción, la Torre del Reloj,

Esta torre se diseñó en 1866 con cierta influencia del gótico medieval, pero lo que más destaca son los escudos de armas tan coloridos que tiene.

Por último, aquí os pongo una foto del símbolo de gales, el famoso dragón rojo, que está por todas partes en el castillo y en la ciudad.

Al salir del castillo me di un paseo por las calles del centro las cuales estaban muy tranquilas, sin demasiada gente y se podía caminar disfrutando de la ciudad. Como muestra, aquí van unas fotos.

En esta última foto se puede ver uno de los callejones que me parecieron muy curiosos, saliendo en diagonal de la calle, el callejón cruza hasta la siguiente calle paralela. Los edificios son asimismo diagonales. No sé la razón, pero se me ocurre que el arquitecto odiaba a los diseñadores de interiores porque poner algo en esas casas tiene que ser toda una aventura.

Después de darme este paseo decidí ir hasta la bahía de Cardiff, una zona moderna, abierta al mar con mucho ambiente, al menos aquel domingo por la tarde. De camino a la bahía pasé al lado del Millennium Stadium, un estadio a orillas del río Taff, sede de la selección galesa de rugby y donde también suele jugar la selección de fútbol.

El recorrido caminando hasta la bahía no es corto y menos por donde yo hice la ida porque me desvié un poco siguiendo el río. Por suerte, el día estaba muy guapo y el paseo mereció la pena. Al llegar a la bahía me di cuenta de dónde estaba la gente que no estaba por las calles del centro, todos allí, en los centros comerciales. Lo que más me gustó de esta zona era su apertura hacia el mar.

Y a continuación os pongo una vista hacia el interior.

Desde donde está tomada esta foto se puede ver una iglesia de estilo noruego.

Entre los edificios de la bahía destaca el Millenium Centre, una especie de palacio de congresos

No sé por qué, pero estas grandes plazas abiertas siempre me han gustado mucho y sobre todo cuando tienen fuentes y, cuanto más raras, mejor. En este caso, la fuente es la columna alta que se puede ver al fondo.

De vuelta al centro, antes de coger el coche para volver a Guildford, pasé por una zona en la que hay varios edificios de estilo neorenacentista (o eso creo, que mis lecciones de arte han quedado muy atrás).

Estos son los edificios del ayuntamiento, a la izquierda, y el Museo Nacional de Gales.

De vuelta hacia Guildford me desvié un poco para entrar en Swindon, un pequeño pueblo que cuenta con una de las rotondas más extravagantes de Inglaterra. Lo primero, antes de llegar a ella se ve esta señal.

Y esta es la rotonda mágica.

Las rotondas exteriores pequeñas se giran en sentido horario, pero la grande del interior en sentido antihorario. Esto es para que en Oviedo nos quejemos de las rotondas con semáforos interiores.

Para terminar con esta entrada, voy a explicar un poco el título. Como dije al principio, voy a intentar completar la parte sajona del blog, y este fue el último viaje del día o fin de semana que hice allí. Pero aún queda el viaje a Escocia, el cual comenzó el último jueves de abril. Ese día yo salí con el coche rumbo a Edimburgo, casi 700 kilómetros, donde me encontré con Joan para comenzar este viaje del que tengo muchos recuerdos, muchas fotos y así fue como comenzó mi retorno, aunque por poco tiempo, a España. Trataré de poner aquí las mejores imágenes que por supuesto no harán justicia a los paisajes que pudimos ver allí. Eso sí, advierto que el que quiera leer esto, se va a hartar de ver panorámicas, vayan mis disculpas por adelantado. De momento aquí os pongo el comienzo del viaje escocés.

Besos para ellas y abrazos para ellos.