viernes, 28 de mayo de 2010

...se reúne (VI)

En la anterior entrada sobre mi visita a Reunión, nos había dejado a Joan y a mí durmiendo en su casa. Al día siguiente nos levantamos bastante temprano ya que teníamos mucho que hacer este día. La idea era ir a ver de lejos el volcán de la isla, el cual está activo. De manera que cogimos el coche y nos dirigimos allí, pero antes de llegar a él, hicimos varias paradas.

La primera de estas paradas fue en el mirador sobre el Grand Bassin, el comienzo de una Rivière, con paredes verticales impresionantes.

En este sitio había una especie de teleférico para mercancía todavía en funcionamiento, el cual servía para enviar comida y otras cosas a los pueblos del fondo del valle.

La siguiente parada fue para echar una mirada sobre una de las grandes y escasas planicies que hay en la isla, La Plaine des Cafres, la cual está situada entre el volcán y uno de los circos, el Cirque de Cilaos.

En esta panorámica se nota bastante el cambio de una imagen a otra de la composición, pero es que mis conocimientos de diseño gráfico no me permiten hacerlo mejor.

El pico más alto que se ve al fondo de la imagen creo recordar que es el Piton des Neiges, el pico más alto de la isla, de algo más de tres mil metros de altura. El nombre significa Pico de las Nieves, lo cual por lo visto ocurre algunas veces. Además, aquí se puede ver como las nubes comenzaban a entrar hacia el centro de la isla desde el este, cosa que ocurre con frecuencia, por lo que no estábamos seguros de que pudiéramos ver el volcán como es debido.

Como comentario chovinista, esta parte de la isla me recordó un poco a Asturias, por el tipo de verde, los prados y, sobre todo, las granjas con vaquerías para leche, con su característico olor.

Continuando nuestro ascenso hacia el volcán, llegamos al cráter Commerson que lleva mucho tiempo inactivo. La verdad es que de este sitio no tengo una foto que le haga justicia, pero era bastante impresionante con sus 200 metros de diámetro y 235 metros de profundidad. Desde allí, se podía ver el comienzo de otra Rivière, en este caso la Rivière des Remparts, de la que ya he hablado en otra entrada.

La penúltima parada en nuestro camino fue para admirar la Plaine des Sables.

Esto es una planicie totalmente recubierta de roca volcánica. Daba la impresión de estar contemplando un paisaje lunar. A partir del fondo de este sitio la carretera se convertía en una pista.

Ahora no estoy muy seguro de si sabré explicar como es debido lo que vimos. Tal vez ayude echarle un vistazo al mapa de la isla, en concreto a la parte sureste donde está el volcán. Aunque quizá ayude un poco más esta foto sacada a uno de los paneles explicativos. El coche se deja cerca de donde pone lo de Vous ètes ici.

En este cartel se puede ver como el volcán está inclinado hacia el este, de manera que cuando entra en erupción, las coladas normalmente se extienden en esa dirección. La inclinación del volcán en esa dirección se produjo por alguna especie de “rotura” del mismo, de manera que se formó una barrera natural que rodea al volcán en sus tres cuartas partes, llamada Rempart de Bellecombe (rempart significa muralla), de la cual os pongo dos imágenes.

La altura de la muralla es de unos 200 metros. Desde este mismo mirador, se puede contemplar el volcán.

Aquí se pueden observar alguna de las coladas de lava que quedan como ríos congelados en la falda del volcán.

Como dije, la idea era ver el volcán de lejos y quizás llegar a un pequeño pico que está en uno de los extremos de la barrera. Sin embargo, el día era espléndido, con mucho sol, pero sin hacer calor gracias a la altura, más de 2000 metros, y a la brisa que soplaba. De manera que, a pesar de lo tarde que era, nos decidimos a hacer el ascenso al cráter. Lo más complicado fue el comienzo, porque había una gran cantidad de turistas, ya que coincidimos con unos cuantos autobuses. Así que tuvimos que empezar el camino casi corriendo para poder dejar atrás a la gente.

Como se puede ver en una de las imágenes de antes, el espacio que hay entre la Rempart de Bellecombe y el volcán es bastante llano. A esto creo que se le llama el Enclos Fouqué. En esta zona se encuentran dos de las principales atracciones de los turistas. La primera de ellas es el Formica Léo.

Se trata de un cráter estromboliano (no me preguntéis qué es esto) formado en 1753, llamado así por su parecido a un nido de hormigas.

Un poco más adelante, justo cuando comienza la subida al cráter del volcán, está la Chapelle de Rosemont.

Se trata de un túmulo de lava hueco por dentro, lo cual, a juzgar por el olor, le hace ser el sitio perfecto para ser el servicio público de la zona, ya que no hay árboles y el arbusto más alto no levanta por encima de los tobillos.

El ascenso hacia el cráter se hace siguiendo un camino marcado con pintura blanca en la roca volcánica. Las marcas son indispensables cuando las nubes se meten en el Enclos, ya que entonces la visibilidad se hace casi nula y el terreno es tan homogéneo que es prácticamente imposible orientarse.

Como anécdota curiosa, en el ascenso nos cruzamos con la pareja de vascos que habíamos conocido en Cilaos dos días antes.

Una vez llegados arriba, el cráter se presenta casi de improviso, revelándose con toda su majestuosidad. La placidez que parece mostrar en esta imagen, contrasta con la salvaje actividad que se esconde bajo el fondo del cráter.

En realidad, el volcán está formado por dos cráteres. El de la imagen, el cráter Dolomieu, es el más grande de ellos, con un diámetro de entre 700 y 1100 metros. Al segundo, el cráter Bory, no llegamos, ya que no nos quisimos aventurar a continuar sin conocer camino seguro. Este segundo cráter tiene un diámetro de 350 metros y lleva inactivo desde 1971.

En esta última imagen, se puede ver un río de lava solidificada que llega hasta el fondo del cráter. Al parecer, este río se formó durante la pequeña erupción que hubo en enero de este año, de la que precisamente Joan tuvo la suerte de ser testigo, y podéis ver imágenes de ese momento aquí.

La vuelta la hicimos por el mismo camino, así que no tuvo mayor historia. Una vez en el coche, nos dirigimos hacia el bosque de Belouve, donde teníamos reservada una noche en un gîte. Allí nos encontramos con José Alberto y Julián que ya nos estaban esperando.

Como conclusión a esta entrada, decir que me impresionó bastante ver un sitio como este, algo a lo que no estoy acostumbrado. Al encontrarse delante de algo así, uno sólo se puede sentir sobrecogido por la sensación de fragilidad ante la fuerza interior de la Tierra.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

jueves, 27 de mayo de 2010

...busca una manzana

Me temo que ahora esto se va a volver un poco liado, ya que voy a tener que intercalar las entradas de las vacaciones en Reunión con lo que voy haciendo por aquí. Por lo menos espero tener tiempo para ir escribiendo todo y no olvidarme de las cosas.

Este fin de semana estuve en Cambridge. Tras haber estado en Oxford, creí conveniente seguir intentando culturizarme, pero me temo que al final no fue posible. Sin embargo, sí que visité algunas cosas interesantes, a pesar de que muchos de los college estaban cerrados total o parcialmente debido a que estamos en periodo de exámenes.

Cambridge está a algo menos de dos horas de donde vivo, así que el sábado me levanté más o menos temprano para poder llegar a una hora razonable allí. Esta ciudad está al norte de Londres, así que, como yo vivo al suroeste, tuve que circunvalar Londres durante un buen rato, ya que la capital se desparrama hasta una gran distancia del centro.

Un pequeño comentario sobre los aparcamientos en Inglaterra, continuación de lo que dije en la entrada sobre Windsor. Existe una modalidad de aparcamiento en las ciudades inglesas de cierto tamaño o relevancia, que es el Park and Ride. Básicamente son aparcamientos ligeramente alejados del centro de las ciudades donde se puede aparcar por un precio más o menos módico, e incluso gratis, y coger un autobús hacia el centro. La verdad es que para los viajeros en coche como yo, es bastante cómodo.

Una vez en Cambridge, me dirigí en primer lugar al Trinity College, ya que había leído que su biblioteca se podía visitar, pero en un periodo de tiempo bastante ajustado. Esta es la entrada al college.

Y esta es una imagen de uno de los patios interiores.

Este es el Great Court. Todos los años se celebra una carrera alrededor de este patio en la que se ha de completar el recorrido en el tiempo que le lleva al reloj de una de las torres tocar las 12 campanadas del mediodía (341 metros en menos de 43 segundos). Al parecer sólo tres hombres han sido capaces de tal proeza. La historia del primero de ellos quedó inmortalizada en la película Carros de Fuego, aunque en realidad no se filmó en este mismo patio.

En la capilla, bueno, en la antesala de la capilla de este college, se encuentra un memorial de los alumnos más distinguidos, y los más famosos tienen hasta su propia estatua.

De izquierda a derecha os he puesto las estatuas de Newton, quien no necesita presentación; Lord Tennyson, poeta del XIX y Francis Bacon, canciller de Inglaterra y filósofo, considerado uno de los padres del método científico.

Tras mostrar mis respetos, me acerqué hasta el principal objeto de mi visita a este college, la biblioteca, construida por alguien de quien estoy empezando a estar un poco harto, Christopher Wren, es que este hombre está en todos lados. El acceso a la biblioteca es bastante restringido ya que no permiten que haya mucha gente a la vez en su interior, donde no se permite sacar fotos. Se trata de una biblioteca en uso, por lo que había algunos estudiantes preparando sus exámenes. Aunque también exponen algunos libros de su colección, entre los que destaca la primera traducción impresa en inglés de la Biblia y un ejemplar de la primera edición de Principia, con notas manuscritas del propio Newton que sirvieron como correcciones para la segunda edición.

Como anécdota, en el exterior del college tienen plantado un manzano, aunque este es de 1954, por lo que no fue el que dio lugar a la leyenda del porrazo en la cabeza, pero aseguran que es un descendiente de uno de los árboles de su casa en Woolsthorpe en el condado de Lincolnshire. Al parecer la habitación de Newton daba hacia donde está plantado actualmente este árbol.

Tras culturizarme un poco, salí de este college y me dirigí a la iglesia de Great St Mary’s.

En sí misma, esta iglesia no me pareció que fuera algo sumamente especial, sin embargo, se podía subir a la torre y disfrutar de una buena vista sobre la ciudad.

Esta es una imagen de la que fue mi siguiente parada en mi visita, el King’s College, uno de los más conocidos e importantes. Aunque tenía bastantes cosas cerradas, la visita a la capilla, la cual se puede ver en primer plano (bueno, más bien en segundo o tercer plano) en esta imagen. Al parecer es una de las mejores representaciones del gótico perpendicular en Inglaterra… no me preguntéis que es esto. A mí lo que me llamó la atención es la falta de transepto, sin embargo, no sé si es una característica del estilo arquitectónico o es que esta capilla es especial. Además, en su interior, las capillas laterales estaban conectadas a la nave principal por pequeñas puertas, algo a lo que no estoy muy acostumbrado, ya que estas capillas suelen estar más abiertas. Por otro lado, para acceder a los bancos hay que pasar por debajo del órgano y por el medio del coro.

Esta imagen es una composición hecha por mí, así que no ha quedado muy bien ya que se distorsiona bastante la perspectiva y la sensación de perpendicularidad. Pero me pareció interesante ponerla, ya que da una idea del tamaño de la capilla. Y la siguiente también es una panorámica, en esta ocasión del patio delantero del mismo college.

Una de las partes más emblemáticas de Cambridge es la parte que da al río Cam (¿de dónde vendrá el nombre de la ciudad?). Esta zona recibe el nombre de The Backs, y es que la parte de atrás de varios de los college de la ciudad dan a este río. Alguno de ellos incluso tiene edificios a ambos lados del río, con terrenos a los que sólo se puede acceder si eres miembro del college. Como visitante también se puede acceder a algunas de las partes, en determinadas horas. El paseo a lo largo del río es bastante agradable, a pesar de que no se puede hacer de manera continua, ya que hay que vadear los canales laterales lo que se podría hacer por terrenos de los college, pero no siempre están abiertos.

Como se puede ver aquí, una de las actividades favoritas de los turistas es el punting. Esto viene a ser el darse un paseo en una de las barcas cuyo “remero” o timonel ha de llevar la barca con la ayuda de una pértiga de unos cuatro o cinco metros de largo, a ojo de mal cubero que soy yo. Se trata de ir pinchando en el fondo del río para impulsar la barca. Se puede alquilar la barca con o sin remero, y se nota la diferencia de los que lo hacen todo el día y los turistas amateur, sobre todo por las eses que van dando estos últimos. Muchos de los timoneles tienen pinta de ser estudiantes que hacen esto para sacarse algún dinerillo extra. Eso sí, la vestimenta no la cuidan mucho, ya que alguno parecía sacado de alguna película de pandilleros con sus pantalones cortos enseñando los calzoncillos, en lugar de la imagen romántica del timonel de góndola en Venecia.

Hablando de Venecia, al igual que en Oxford, aquí también tienen un Puente de los Suspiros, aunque en este caso sí que está sobre el agua.

Este puente pertenece al St John’s College, de cuya parte de atrás os pongo una imagen aquí.

Tengo que decir que aparentemente me colé en este college. Resulta que la parte de atrás estaba abierta sin más, así que entré directamente. Después de darme un paseo por los patios y la iglesia, los cuales no voy a poner aquí ya que son muy parecidos a los anteriores, llegué a la entrada que da hacia el centro de la ciudad, y entonces vi que había que pagar una entrada para poder visitarlo. Desde aquí mis disculpas, pero no tuve ganas de pagar después de haberlo visto y que tampoco me pareció de lo mejor.

Para terminar con la parte de The Backs, os pongo esta imagen del Mathematical Bridge, que pertenece al Queens’ College.

Por último me acerqué hasta el Peterhouse, también conocido como St Peter’s College, que es el college más antiguo de Cambridge, fundado en 1280. El caso es que este estaba cerrado completamente y además no queda ninguno de los edificios originales, así que no voy a poner ninguna foto aquí.

En realidad, como me pasé el día entero allí, vi más cosas, ya que la ciudad en sí está bastante bien. Paseé por el mercado de Market Place (valga la redundancia) y vi la fachada de algún que otro college más, pero creo que ya he puesto lo mejor de todo o por lo menos lo que a mi entender vale más la pena de lo que yo visité.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

jueves, 20 de mayo de 2010

...se reúne (V)

Retomando el relato de nuestro periplo por la isla Reunión, en la anterior entrada nos dejé pasando la noche en un gîte en Cilaos.

En este circo lo que hicimos fue descenso de cañones, en concreto bajamos por el cañón de la Fleur Jaune, que significa Flor Amarilla. Por la mañana nos encontramos con el guía en el pueblo de Cilaos. Allí también conocimos a otra chica que hizo el descenso con nosotros. Así que en total éramos cinco, contando al guía. Cogimos uno de los míticos autobuses de los que ya hablé y nos dirigimos con nuestros macutos hacia el comienzo del cañón. Esta fue la primera vez que hice un descenso de cañones y, aunque no me encontraba nervioso, no dejaba de impresionar un poco. Además, al parecer, este cañón no era lo más indicado para principiantes, ya que había que hacer bastantes rappel, es decir, descenso con cuerda. Esto ya lo había hecho hacía mucho tiempo en los Pirineos, pero en aquella ocasión no había agua y la pared que bajamos no creo que llegara ni a cinco metros de altura.

Las fotos que tengo de este día las hicimos con una cámara que llevaba el guía a prueba de agua, pero están bajadas de la página web de la empresa y no son de buena calidad. Además, la mayor parte de ellas están borrosas por culpa del agua, así que intentaré poner alguna que no haya quedado del todo mal.

El inicio del cañón se hace metido en el agua, teniendo que hacer hasta siete rappel en medio de las cascadas.

Por suerte, al no ser muchos en el grupo, los rappel se hacían bastante rápido y no daba tiempo a enfriar demasiado, aunque, a pesar de los trajes de neopreno, en algún que otro sitio era imposible no tiritar.

Recuerdo que en esta cascada el descenso fue un poco más difícil. La cuerda en las cascadas se tensa debido al empuje del agua, con lo que en muchas de ellas, no basta con dejarse caer usando las manos simplemente para controlar la caída, si no que hay que hacer fuerza para que la cuerda se deslice por el ocho que va enganchado al arnés y así poder descender. Esta cascada es bastante alta, así que el empuje es todavía mayor, por lo que al llegar abajo uno queda bastante cansado de tirar de la cuerda. Además, la cremallera de mi neopreno estaba estropeada, con lo que se me metía toda el agua en el interior de la parte de arriba, así que también tenía que tirar por ese peso extra. Por otro lado, el agua por lo general da en la espalda y nuca, de manera que fue como ir a un spa en medio de las montañas.

Después de terminar estos rappel nos quitamos los trajes de neopreno y continuamos el descenso caminando por el lecho del río. Todo iba bien hasta que llegamos a un punto en el que el río que nosotros seguíamos confluye con otro cañón, pero no lo hace suavemente, si no que hay que bajar una pared en un rappel de 120 metros de altura.

Con estas vistas y pensando en la pared que había que bajar, comimos el bocadillo. Este rappel se divide en dos de 60 metros, con lo que hay que parar en la mitad, quedando colgados literalmente de la pared. Estas son las vistas desde el punto de encuentro a mitad de pared.

Y esta es la pared por la que bajamos vista desde la base.

De todas maneras, este no fue el último rappel, si no que más adelante nos esperaba otro de unos 40 metros. Éste se hacía por el medio de lo que se llama La Chapelle, que es un impresionante estrechamiento del cañón, donde hay dos rocas encastradas entre las paredes, una de ellas está casi arriba del todo, y esta roca es desde donde nosotros bajamos, a mitad de altura.

Tras este rappel, ya sólo nos quedaba volver caminando a Cilaos. En una mirada atrás, hicimos esta foto de La Chapelle, donde se puede apreciar la proximidad de las paredes.

Volver a Cilaos nos llevó sobre una hora y media. En las mochilas llevábamos los neoprenos y las cuerdas mojadas, así que pesaban bastante, por lo que el camino se hizo algo durillo. Al llegar allí nos tomamos unas cervezas en la casa del guía y luego nos separamos, el guía en su casa, las chicas volvieron por su cuenta y Joan y yo volvimos a coger el coche.

Hablando de cervezas, aprovecho a poneros este cartel anunciando la cerveza local que hay en Cilaos.

La cerveza se llama Bourbon, pero nadie la conoce con ese nombre, hay que pedir una Dodo, es decir, el pájaro que aparece en su etiqueta, el cual acabo de leer que en realidad era una especie endémica de isla Mauricio y se extinguió al poco de tener contacto con los primeros seres humanos. La cerveza no es gran cosa, con muy poca fuerza pero se deja beber fácilmente y es refrescante, lo cual es muy adecuado para un sitio como Reunión.

Joan y yo volvimos a su casa para pasar la noche, pero antes paramos a cenar con José Alberto y Julián en St Pierre, ciudad donde vivió el primero durante su estancia en la isla.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

miércoles, 19 de mayo de 2010

...se reúne (IV)

Como dije en la anterior entrada, hicimos una pequeña travesía caminando. En realidad no fue una travesía, ya que fuimos y volvimos por el mismo sitio, pero hicimos noche en un pueblo perdido en el monte, así que se sigue pudiendo considerar una travesía. Quizá la palabra más apropiada sea el término francés randonnée, que viene a ser lo que he intentado explicar.

Nuestro destino era el ilet des Orangiers (ilet viene a ser algo así como aldea), un pueblo situado en uno de los tres circos volcánicos de la isla, el circo de Mafate. Este circo tiene la particularidad de que es imposible llegar a sus pueblos por carretera, hay que hacerlo caminando o por helicóptero. Los pueblos de este circo se fundaron por esclavos huidos, buscando una vida en libertad entre las montañas. Los pueblos realmente resultan casi inaccesibles.

Por la mañana nos encontramos con José Alberto y Julián y nos dirigimos hacia el comienzo de nuestra ruta, Sans Soucis. Tras coger algo de altura con el coche, continuamos ascendiendo a pie hasta llegar a lo que se convirtió en un desfiladero prácticamente llano y por el que tuvimos que caminar durante algo más de tres horas, si no recuerdo mal. El camino transcurre por encima de la Rivière des Galets, siguiendo el trazado de una canalización de agua, lo que quiere decir que este no es el camino original a estos pueblos ni mucho menos, pero ahora quizá sea la forma más fácil de llegar caminando.

Esta es una vista de la Rivière des Galets, con el mar al fondo. El camino, aunque en esta foto no se aprecia apenas, circula más o menos a un tercio de la cima de las montañas de la izquierda.

Una de las cosas que más abunda durante el trayecto, aparte de la vegetación, son unas arañas de considerable tamaño. Se supone que no son venenosas, pero yo preferiría no comprobarlo. Además, las telarañas parecen hechas por Spiderman enfadado.

Otro bicho que nos encontramos fue un caracol gigante, el tamaño era como de cinco veces un caracol de los que estoy acostumbrado a ver. La cáscara parecía la de una caracola de mar.

Tras unas horas caminando bajo el calor húmedo mitigado por la altura y las nubes que cubrían el cielo, llegamos a dar vista al circo de Mafate. Aquí las paredes se hacían aún más pronunciadas.

De todas maneras, desde este punto todavía nos quedaba un largo camino hasta llegar a nuestro destino. Poco a poco el circo se iba abriendo a nosotros y pudimos empezar a distinguir los inaccesibles pueblos.

No se aprecian muy bien, pero echando algo de imaginación, se pueden diferenciar tres pueblos en esta foto. El ilet des Orangiers se encuentra a la derecha del todo, justo por encima de donde se ve la línea del camino que seguimos (sí, de verdad que está ahí, os lo prometo).

La parte final del camino se hace por una hoz, comenzando por el lecho de un río. Me imagino que en época de lluvias, el acceso al pueblo, al menos por esta vía, es totalmente imposible.

Una anécdota que Joan y José Alberto contaron sobre estos pueblos fue que habían sabido del cartero que hacía el recorrido por Mafate. Al parecer tardaba cinco días en completar su ruta. Al final de su vida laboral se calculaba que había recorrido una distancia equivalente a no-sé-cuántas veces la circunferencia del ecuador de la Tierra. Al parecer las botas se las pagaba él mismo. Para que luego los carteros que van en moto o coche por los pueblos de España se quejen.

Estos pueblos, a pesar de lo pequeños que son, cuentan con su iglesia, colegio y bar/boutique (donde nos tomamos una cerveza al llegar). Teníamos reservada noche en uno de los dos gîte (albergue) del pueblo. Cuando encontramos al encargado, no contaba con nosotros, así que nos metió en el otro. Menos mal que era todavía temporada baja de turistas y había sitio de sobra, sólo otra pareja de franceses vascos. En estos albergues suelen ofrecer cena y desayuno por un precio módico. Bueno, en realidad, es más módico el precio de la cena que el del desayuno por lo que ofrecen (una tostada con mantequilla y un café por cinco euros). Como esto ya lo tenían controlado Joan y José Alberto, nosotros nos habíamos llevado algo para desayunar. De todas maneras, sí cenamos allí. En general, en estos sitios siempre ofrecen carri, que en este caso creo recordar que era de cerdo.

A pesar del calor que hace en esas latitudes, por las noches en la montaña refresca bastante. De todas maneras, yo todavía no estaba aclimatado por lo que me bastó con una sábana, aunque Joan necesitó una manta. La sábana resultó ser inefectiva contra los mosquitos, una de los principales incomodidades de esta isla, así que al día siguiente tenía unos cuantos picotazos en las piernas.

Al día siguiente nos levantamos y comenzamos el camino de vuelta. El día amaneció muy despejado, por lo que pudimos disfrutar de las vistas de Mafate recortado contra el cielo azul levantándose imponente.

El camino de vuelta no tuvo mucha historia, ya que lo hicimos por el mismo sendero. Este día hacía un poco más de calor, así que se hizo un poco más pesado. Al coche llegamos antes del mediodía, así que bajamos a comer al lado de una playa y luego nos dimos un baño. De esta playa no tengo fotos, pero ya pondré más adelante de otra que era más guapa.

Después de darnos el baño, nos despedimos de José Alberto y Julián, ya que íbamos a tomar caminos diferentes. Joan y yo habíamos quedado con su compañera de casa para subir los tres a otro de los circos volcánicos, el circo de Cilaos, donde hicimos noche en otro gîte, ya que al día siguiente hicimos descenso de cañones, pero esto tendré que contarlo en otra entrada.

Tengo que hacer mención especial a la carretera que sube a Cilaos. Es una de las carreteras más enrevesadas que he conocido, y en Asturias sabemos de carreteras pequeñas de montaña. Lo que es increíble es lo de los autobuses que hacen la línea hasta el pueblo, tienen que hacer maniobras en varias de las curvas, y hay dos túneles en los que apenas cabe un coche. De todas maneras, tienen todos estos problemas porque los autobuses que utilizan son de los largos. Así que os podéis imaginar lo peligroso que resulta encontrarse a uno de estos autobuses de frente.

Yo no hice el trayecto en autobús, pero los que lo han hecho me han dicho que es toda una experiencia.

Por cierto, en Cilaos coincidimos cenando en un restaurante con una pareja de españoles, concretamente de Vitoria, que estaban de vacaciones en la isla. Los nombro ahora, porque aparecerán también más adelante. Realmente es muy raro encontrar visitantes en esta isla que no sean franceses del continente europeo, o de la métropole, como dicen ellos.

Hasta aquí llego de momento.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

lunes, 17 de mayo de 2010

...se reúne (III)

La primera excursión que hice por Reunión con Joan fue prácticamente entera en coche. El día estaba bastante nublado, pero no llovía, lo que nos permitió hacer alguna cosa.

En primer lugar, subimos hacia una cresta que se encuentra entre dos rivière. La traducción directa de este término es río, pero aquí, según mi punto de vista toma un significado un poco más amplio. Es más como un valle muy profundo, con paredes muy pronunciadas. Estos valles llegan en muchas ocasiones hasta cerca del mar con sus paredes igual de verticales. Cuando llueve deben de llenarse de agua, por lo que otro término que se puede utilizar como traducción es rambla. Bueno, mejor os pongo una foto y así entendéis lo que quiero decir. Esta es la Rivière des Remparts.

Aquí tuve mi primer contacto con las abruptas montañas de esta isla. La cresta, a la que se llega con el coche, es tan afilada que en apenas unos minutos se puede llegar caminando a otro mirador sobre la rivière vecina, la Rivière de Langevin.

Cuando bajamos de estos miradores, nos encontramos con José Alberto y Julián. José Alberto es un amigo que Joan conoció en la isla, que estaba también de asistente de español, y Julián es un amigo de José Alberto que, al igual que yo, estaba pasando unos días de vacaciones. Los describo, porque pasamos varios días juntos y la cortesía va por delante.

De esta manera, los cuatro fuimos a ver dos cascadas que están en el fondo de la Rivière de Langevin. Este también fue el primer encuentro con las cascadas de esta isla, que son muchas, debido a la combinación de paredes abruptas y cantidad de agua que cae. En primer lugar, os pongo la cascada de Grand Galet. En realidad aquí es difícil saber cuál es la cascada en realidad, porque parece que el agua sale de cualquier rendija.

Tengo que hacer una advertencia sobre esta y alguna otra de las imágenes que voy a poner a lo largo de las próximas entradas. En algunas ocasiones es imposible sacar un paisaje en una sola foto, por lo cual decidí hacer unas cuantas panorámicas, es decir, varias fotos separadas y luego juntarlas con un programa de tratamiento de imagen. He querido comentarlo por si se nota en alguna de las fotos que lo que se muestra está distorsionado o el corte de una imagen de la composición a otra. La cámara es buena, el programa informático es bueno, pero yo no sé utilizarlos bien del todo.

Después de ver esta cascada, bajamos a la siguiente, la cascada de Trou Noir, un poco menos impactante que la anterior, pero bonita igualmente.

Al lado de esta cascada comimos algo que habíamos comprado antes de subir. Este también fue el primer contacto con la comida reunionesa. En este caso, compramos unas barquette, lo que viene a ser unos recipientes de plástico con comida para llevar. Básicamente era arroz blanco con algo de carne por encima y un condimento picante. En realidad esto es el plato más típico de la isla, el carri. El condimento que le echan es realmente muy picante, aunque es opcional. Suele estar hecho de algún vegetal y muchas especias.

En esta zona tomé contacto por primera vez con una de las mayores tradiciones de la isla, que es el picnic. Sorprende realmente la afición que tienen los reunioneses a hacer picnic en cualquier sitio, y lo hacen a conciencia, como auténticos profesionales. Llegado el fin de semana llenan el coche con cacerolas, comida, bebida, toldos, bombonas de gas… vamos, todo lo necesario para pasar uno e incluso dos días comiendo.

Después de comer volvimos hacia la costa a ver el Cap Méchant o Cabo Malvado. Esto es una zona de acantilados de basalto. Lo que más impresiona de estos acantilados es su color negro, que resalta sobre el azul del mar y el verde de las palmeras y árboles de la costa. Lo malo es que ya estaba atardeciendo y la poca luz que quedaba no me permitió sacar una imagen que hiciera justicia.


En este lugar una de las atracciones turísticas es una señora que está un poco mal de la cabeza. Esta señora se acerca a todo turista que llega y le suelta un diatriba sobre el diablo y que nos va a llevar con él o algo así, realmente es algo muy adecuado teniendo el cuenta el nombre del sitio. Lo bueno es que, aunque le digas que no le entiendes, que eres español, ella insiste diciendo que los españoles entienden perfectamente el francés y comenzando con su sermón, el cual, por lo visto, es siempre el mismo.

Después de esto nos separamos y Joan y yo nos fuimos a su casa para ir a dormir temprano, ya que al día siguiente nos fuimos a hacer una pequeña travesía caminando. Pero esto es materia suficiente para otra entrada.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

viernes, 14 de mayo de 2010

...se reúne (II)

Este lunes volví a Inglaterra tras pasar algo más de una semana en la isla Reunión. En esta y las siguientes entradas voy a intentar enseñaros un poco de lo que estuve viendo por aquellas tierras.

Pero antes de comenzar a soltar mis rollos y poner fotos, me gustaría agradecer profundamente la acogida de Joan en la que fue su casa durante los últimos siete meses. Nos conocemos desde hace mucho tiempo y, aunque no nos vemos más que una o, con suerte, dos veces al año, siempre me sorprenderá su hospitalidad y su dedicación. Esto es una cualidad general de los oscenses, aunque no soy objetivo en este sentido debido al fuerte vínculo que tengo con esa tierra.

Bien, tras este párrafo sentimental, voy a empezar por el principio, y éste, como en cualquier viaje, comienza con los medios de transporte.

El viaje más directo a Reunión es haciendo escala en París, más concretamente desde el aeropuerto de Orly. Para ir en avión desde Londres a Orly, lo más sencillo es volar con Cityjet, una compañía pequeña que, en Londres, opera desde el aeropuerto de London City. Este es un aeropuerto bastante pequeño, situado cerca de Docklands y que cuenta con sólo una pista, la cual está rodeada por canales que llegan al Támesis. Realmente sorprende por lo pequeño que es, sin embargo, resulta bastante acogedor, con sillas cómodas y con vistas hacia la pista, de manera que se pueden ver despegar los aviones.

Como ya dije en la anterior entrada, cancelaron el vuelo en el que iba a ir a Reunión y me pusieron en el avión del día siguiente. Por lo menos me pagaron una noche de hotel en un Ibis al lado del aeropuerto. Al día siguiente tomé el avión temprano por la mañana y, tras algo más de 10 horas llegué a Reunión, cruzando por primera vez en mi vida el ecuador.

En el aeropuerto de St Denis, capital del departamento situada al norte, además de Joan, me recibió el calor húmedo típico de una isla tropical, el cual no me abandonó hasta la vuelta. Por suerte, allí es invierno, con lo que el calor era más soportable, o al menos eso me dijeron allí, porque para mí, yendo desde Inglaterra, aquello fue un cambio bastante fuerte.

Esa misma noche, los asistentes de español estaban haciendo una cena de despedida en la playa, así que allí nos fuimos directos desde el aeropuerto. Joan vivía en Langevin, el pueblo más meridional de toda la isla, lo que quiere decir que es el sitio más alejado de St Denis. Por lo menos, la cena se hacía a medio camino entre uno y otro sitio, así que hicimos el camino hacia su casa en dos veces. De todas maneras, entre uno y otro, creo que nos acostamos más tarde de las cuatro de la madrugada, hora local (2 horas por delante de España durante el verano).

Bien, sé que esta entrada es un poco aburrida, pero sirve para introducir el tema y presentar un poco la isla por la que me estuve moviendo durante ocho días. Aquí os pongo un mapa para que podáis ir situándoos a lo largo del viaje.

Besos para ellas y abrazos para ellos.