lunes, 19 de diciembre de 2011

...viaja a por el roscón

Hoy es domingo y ya se me ha hecho bastante tarde, así que no tengo mucho tiempo para escribir una entrada larga. Simplemente me gustaría comentar que me voy de vacaciones a España, aunque en realidad la mayor parte de los que leen esto ya lo saben.

El viaje comenzará mañana a las 22:30 hora japonesa. Cogeré un autobús para ir hasta el aeropuerto de Narita, al noreste de Tokio. El viaje es más cómodo y corto en tren, pero cuesta casi el doble y además salgo a mediodía y no hay trenes nocturnos con lo que podría arriesgarme a perder el avión. Así que serán casi 8 horas de viaje en autobús, más de seis horas de espera en Narita, 12 horas y 25 minutos hasta el Charles de Gaulle de París, dos horas y media allí y una hora y 50 minutos hasta Asturias más otra media hora en coche para llegar a casa de mis padres. En total serán unas 32 horas de viaje real, que con el cambio horario se gana algo de tiempo. No está mal el viajecito. Sé que uno no se puede quejar porque podría ser mucho peor, pensando en hace unos años o, por ejemplo, tengo suerte de tener enlace directo a Asturias porque si no tendría que hacer escala en otro sitio.

Estas son las terceras Navidades que tengo que volver a casa, como el turrón barato. Hace un par de años hablé de las casadiellas y hace un año de la sopa de almendra. Ya me quedan pocas cosas de las que hablar, y una de ellas es el roscón que hace mi madre por Reyes. Este no es el roscón típico de hojaldre y relleno de crema o lo que sea. Mi madre lo hace con masa tipo de pan, consistente, con frutas confitadas y con fabas dentro para ir encontrándolas, empujando todo con chocolate bien espeso. Sobra decir que yo siempre acabo comiendo la mayor parte, pero con mala suerte en cuanto a las fabas.

Estas últimas semanas no he sido muy prolífico en entradas, digamos que meses, y en las próximas semanas no cambiará mucho ya que estaré en un limbo de jet lag, visitas, salidas, cenas, comidas, algo de trabajo… espero que el año que viene, muy cerca ya, pueda ponerme como es debido, aunque será complicado.

Aprovechando la entrada y que estoy donde estoy, tengo que comentar algo de la navidad en Japón. En realidad, aquí la viven a su manera. Al parecer, el día de Navidad que, como es lógico, no es festivo, lo dedican para pasarlo con sus parejas o amigos. Incluso, cuando les dije que yo lo pasaría con mi familia, les extrañaba que no lo hiciera con los amigos. Lo que realmente se celebra aquí es el final y comienzo de año. Por ejemplo, la semana que viene en el laboratorio se celebrará la bonenkai, que viene a ser la fiesta de fin de año (nen es año y kai, fiesta) donde se tienen que olvidar todas las penas del año, normalmente ahogándolas en alcohol. Luego, los tres primeros días del año (en realidad sólo son festivos los dos primeros) comen bento en el que se ponen diferentes cosas para comer, generalmente caras, al menos esta es la explicación que me han dado pero no he buscado mucha más información sobre el tema, lo siento. También se dedican a beber sake, cosa que me han dicho que se hace en una especie de vaso cúbico de madera y creo que también ponen sal en una de las esquinas. También me han dicho que a las doce de la noche del último día del año comen soba.

Como esta entrada quedaba sólo con letra, voy a amenizarla un poco con una foto de la bici que uso (cosa de la que tendré que hablar algún día) después de la primera nevada de la temporada en Sendai, que cayó el jueves pasado.

Pues nada, a algunos os lo podré decir en persona, pero por si acaso 明けましておめでとう! para todos, o lo que es lo mismo ¡Feliz año nuevo!

Besos y abrazos para todos.

domingo, 11 de diciembre de 2011

...mira unas luces

Por fin he vuelto. Hace tiempo que no escribo en el blog, y para justificarlo podría volver a exponer la retahíla de excusas que siempre pongo, así que mejor no lo hago, que ya estáis cansados de leerlas.

Lo primero, agradecer a los que leen esto y que me han preguntado si tenía pensado actualizar algo de una vez. Había empezado a preparar una entrada con el viaje de Escocia, pero eso me lleva mucho tiempo y tendrá que esperar un poco. La verdad es que tanto me hago de rogar que tendré que esmerarme en el tema para cumplir las expectativas que estoy creando.

Hoy os voy a hablar de un tema de actualidad, la Navidad en Japón. Alguno os estaréis preguntando cómo es posible que los japoneses celebren la Navidad cuando las religiones mayoritarias son el budismo y el sintoísmo. Pues bien, no quiero hacer un juicio de valor, pero yo creo que le gusta más que nada la parte consumista y el colorido que envuelve a estas fechas. Aquí sí se celebra mucho el fin de año y, sobre todo, el comienzo. Sin embargo, todas las calles y las tiendas están repletas de carteles anunciando la Navidad, los regalos, los Papá Noel colgados… esto me da pie para poner la primera foto, que es un Papá Noel japonés. Me dijeron el nombre, pero no me acuerdo.

En realidad, las tiendas llevan ya varias semanas con los temas navideños, pero este fin de semana han encendido unas luces que preparan en una de las calles más anchas de Sendai, Jouzenji douri, donde hay muchos árboles. Este evento se conoce como Pageant Starlight.

No sé si ya lo había comentado, pero Sendai se conoce como Mori no Miyako, la ciudad de los árboles ya que hay un árbol en cada esquina, lo cual siempre se agradece. Aquí va otra foto de Jouzenji douri, donde podéis ver una estatua que sale en todos los panfletos turísticos de la ciudad. No sé cuál es el nombre ni su autor, pero yo la conozco como la contorsionista imposible.

A continuación os pongo un árbol de Navidad enorme, bueno, en realidad eran tres o cuatro árboles juntos pero parece como si se tratara de uno solo.

La anterior imagen es de un ángel que estaba delante del árbol de Navidad. Me pregunto qué razón habrá para poner un ángel aquí, pero bueno. En la siguiente foto podéis ver el espíritu consumista de nuevo, con un Papá Noel y unas Merry X’mas patrocinadas por Hitachi.

Finalmente, os pongo un par de imágenes de la decoración que hay en frente del Trust Plaza, el edificio más alto del centro de Sendai, donde hay un hotel, restaurantes y tiendas.

No es que Sendai sea Londres precisamente, pero la iluminación me pareció mucho más bonita, al menos yo no me lo esperaba y de Londres sí con la fama que tiene.

Lo sé, no me he trabajado mucho esta entrada. A ver si en algún momento vuelvo a coger la buena senda y me pongo a escribir como es debido. Lo malo es que no creo que vaya a ser antes de volver a casa por Navidad, pero esto lo contaré en otra entrada.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

jueves, 10 de noviembre de 2011

...come imoni

Me temo que, como viene siendo habitual en mí, no cumplo con las promesas que hago en este blog. Había dicho que me iba a poner con las entradas de Escocia y no hay manera de encontrar un rato para ellas. Bueno, tal vez sea una buena estrategia publicitaria, como los anuncios de películas en el cine que van adelantando poco a poco lo que se va a ver.

En este caso tengo una buena razón para irme por las ramas, y nunca mejor dicho. Una de las tradiciones que tienen en la zona en la que vivo es ir a alguna zona rural a contemplar el 紅葉 (en romaji, kouyou), que quiere decir colores del otoño, y comer 芋煮 (imoni), que es un guiso típico de las prefecturas de Miyagi (donde vivo) y Yamagata (la vecina del oeste). (imo) significa patata y (ni) es cocer, así que todo junto, gloria. Hay dos tipos de cocido, el de Miyagi y el de Yamagata, aunque ambos llevan más o menos los mismos ingredientes: patata, konnyaku (una gelatina hecha de una planta que sólo crece en China, Corea y Japón), raíces y vegetales. El guiso de Yamagata lleva ternera y salsa de soja mientras que el de Miyagi lleva cerdo y miso.

En tres semanas tuve la oportunidad de hacer esto en dos ocasiones. La primera vez fui con el segundo de a bordo del laboratorio donde estoy y con su familia. Tiene una pareja de niños pequeños y el mayor cada vez que me ve le pide que le tire por el aire desde la primera vez que lo hice y le gustó, será que me ve grande, al menos en comparación con su padre. El caso es que fui con ellos a Akiu Futakuchi, cerca de Akiu Onsen, una de las zonas termales más conocidas de la zona. Allí, a pesar del mal tiempo que hacía, pudimos contemplar los colores del otoño de esta manera.

Al menos cumplo una de mis promesas, os vais a hartar de mis panorámicas.

El imoni se prepara con leña y carbón en una parrilla. Como podéis ver a continuación, no tiene mala pinta ¿verdad? y con el frío que hacía entraba bastante bien.

Una vez que se come parte del cocido se añade うどん (udon), unos fideos gordos muy largos parecidos al famoso ラーメン (ramen), para terminar con el caldo. Finalmente, se comen unas patatas dulces que se cocinan envolviéndolas en papel de aluminio y metiéndolas entre las brasas.

Aquel día, antes de volver a Sendai, paramos a ver una cascada desde un mirador cercano.

Esta es Akiu o taki (no estoy seguro de si es así como se llamaba, pero sí estoy seguro de que taki es cascada). Una pena no haber tenido tiempo para bajar hasta el río y verla un poco más de cerca.

Como dije antes, tuve la suerte de disfrutar del imoni en dos ocasiones, la segunda fue este lunes cuando fuimos todos los del laboratorio en tren hasta Okunikkawa, cerca de Sakunami Onsen, donde había estado con mi madre en el verano. Aquí se tenía pensado ir a un sitio que está a la orilla de un río, para lo que hay que caminar un rato, lo cual no hubiera sido ningún problema si no hubiéramos tenido que llevar todo lo que había que llevar (los utensilios de cocina, comida para casi 20 personas y, lo peor, bebida, porque iba con hielo incluido), con bastante barro por lo que había llovido el fin de semana. Sin embargo, ahí no acabaron las desgracias, sino que cuando llegamos cerca del sitio, había que bajar por un terraplén que estaba cerrado por desprendimientos, así que no hubo más remedio que volvernos con todo a cuestas. Por suerte, cerca de la estación del tren había un sitio donde preparar la comida y pudimos celebrar la fiesta de todas maneras.

Aquí os pongo una foto de una cosa curiosa que ya vi en otras ocasiones en áreas recreativas por aquí, una especie de fórum donde la gente se sienta alrededor para comer en el campo.

Y a continuación os pongo una foto del imoni que comimos pero con el udon añadido.

Me di un paseo por las cercanías y llegué al río, así que no me puedo reprimir y os pongo otra panorámica para que veáis los colores del otoño japonés.

Para terminar, esta vez no hago más promesas, ya veremos qué se me ocurre para la siguiente entrada.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

domingo, 30 de octubre de 2011

...se despierta

Ya sé que en la anterior entrada dije que iba a intentar ir escribiendo sobre el viaje por Escocia y la vuelta a España, pero estas semanas están siendo bastante duras de trabajo, así que tengo que ir rellenando con otras cosas si no quiero que dejéis de leer por aburrimiento, ya que hace dos semanas de la última vez que colgué algo aquí.

Aprovechando que en los comentarios me decís que puedo hablar de cosas cotidianas (aunque no los responda, los leo todos), pues voy a hacerlo. El caso es que ayer por la mañana estaba en la cama bien dormido cuando alguien llamó a la puerta. Yo estaba con mi pijama (digamos que no me gusta ir muy vestido dentro de la cama) y no me dio por ponerme nada encima, así que así abrí la puerta, con los pelos que uno suele tener por la mañana. Me encontré con un hombre muy bien vestido quien puso la misma cara de sorpresa que ponen todos los que llaman a la puerta y se encuentran con un occidental, claro que las otras veces que alguien picaba a la puerta yo estaba mejor vestido. Tras recomponerse, me dio su mejor sonrisa y me empezó a hablar en japonés, a lo que yo le paré y le dije lo mismo que les digo a todos, pero con la boca pastosa, Sumimasen, watashi wa nihongo ga amari wakarimasen y moo osoi onegai shimasu (Perdón, apenas entiendo y más despacio, por favor). El caso es que el tío me preguntó de dónde era y cuando se lo dije, me dijo Hola y luego empezó a buscar algo en un libro pequeño, cuando encontró lo que quería me pasó el libro. Yo estaba hecho polvo porque apenas había dormido unas horas así que tuve que bizquear un poco para poder leer. El párrafo era largo, pero sólo llegué a la primera línea donde creo recordar que decía “Soy un miembro de los testigos de Jehová…” uff… hacía mucho tiempo que no recibía la visita de uno de ellos. Total, que le devolví el libro y le solté en inglés algo así como que no era muy creyente y una reverencia mientras él se despedía y yo cerraba la puerta. Supongo que no insistió más gracia al idioma, al menos para esto es una suerte no entender.

Como esto queda un poco pobre, voy a continuar con algo sobre lo que un comentario que recibí esta semana en una entrada me ha hecho pensar desde hace varios días. Aquí podéis ver el mismo. No voy a replicar directamente al comentario porque no creo que quien lo haya hecho lo vaya a leer y porque resultaría muy fácil hacerlo sin más.

Siempre intento ser lo más objetivo posible, aunque considero que es imposible serlo si se tiene opinión sobre las cosas. Supongo que, cuando vio el título del blog, quién hizo este comentario se esperaba que fuera sobre sidra, gaitas y los Picos de Europa (vertiente asturiana, claro). La verdad es que en algún momento pensé en cambiar el título porque parece un poco chovinista, pero ya me había acostumbrado a tener que buscar siempre una forma de poner el título de las entradas con ese comienzo. Además, el título es una forma más de decir de dónde procedo y que lo que escribo es desde el punto de vista que puede tener alguien de allí.

No llevo mucho tiempo fuera, pero creo que ya tengo algo de experiencia para poder hablar sobre este tema. Esta actitud de los asturianos por la que necesitamos exhibir nuestra asturianía llevando la bandera a todas partes y que pensamos que somos el ombligo del mundo hace que alguna gente nos coja manía. Nos gusta pensar que somos acogedores, pero ya he conocido gente de fuera que trabaja en Asturias y se siente desplazado por no ser de allí. Me da mucha pena, pero es así. Hace un tiempo vi una encuesta en la que Asturias aparecía como la segunda o tercera comunidad que más simpática caía a los demás. La primera era Andalucía y Aragón completaba el podio. Claro que también oí decir que muchas veces, en las encuestas donde hay que dar un voto en una lista, empezamos por la que de verdad creemos que es la primera pero después rellenamos por el orden en que están puestas en la encuesta, pudiendo muchas veces dirigir el resultado. Si la lista de comunidades estaba en orden alfabético, ya sabemos por qué acabamos en lo más alto. Así que habrá que empezar a plantearse las cosas de otra manera.

Para terminar, me gustaría plantear una reflexión que hago cuando oigo a los nacionalistas o a los “excesivamente” enamorados de su tierra, y es ¿qué hubiera pasado si hubieran nacido en otro sitio? Me encanta Asturias y espero tener la oportunidad algún día de volver, pero si fuera de Murcia, por decir un sitio lejos de Asturias, ¿no querría volver allí? Una vez oí que a los amigos se les elije y a la familia no, y creo que se puede aplicar a este tema también, quiero a mi familia y a mi tierra, pero también quiero a mis amigos y a otros lugares en los que he estado.

Esto no es un concurso de a ver quién está más enamorado de su tierra, pero creo que gracias a haber viajado, haber vivido en otros países (son sólo dos, pero ya puedo hablar en plural), conocer otras culturas y hacer amigos de diferentes países, y aun así querer volver a Asturias, nadie me puede decir que no quiera a mi tierra. Pero también sé reconocer la belleza de las cosas que he visto. La cerveza en Inglaterra, los lagos y montañas en Escocia, los canales y ríos en Francia, el queso en Suiza, el vodka en Polonia, las montañas en Reunión, los templos y comida en Japón… La queimada y el pulpo en Lugo, los pinchos en San Sebastián, la paella en Alicante, la herencia árabe de Granada y Córdoba, las montañas de Gredos y Pirineos, el churrasco y pacharán de Huesca… Ojalá pudiera tener de todo un poco allá donde acabe viviendo.

Espero que la próxima entrada venga con algo un poco menos denso y con más panorámicas.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

domingo, 16 de octubre de 2011

...va de capital en capital

En las últimas semanas el trabajo me está absorbiendo bastante y además el presupuesto tampoco me llega para más viajes de momento, así que no puedo poner gran cosa de lo que estoy haciendo por estas tierras. Se me ocurren un par de historias, pero las voy a dejar en la recámara para más adelante. Además, hace tiempo que tenía intención de completar las entradas con las últimas historias por Inglaterra, o más bien debería decir por Gran Bretaña. Podría escudarme en que no me dio tiempo, lo cual no deja de ser cierto en buena parte, pero la verdad es que me costaba ponerme a escribir sobre el tema. Tal vez pueda parecer una tontería, pero era así. Sin embargo, ahora me siento con fuerzas para ponerme con ello. El problema es que de estas cosas hace ya más de cuatro meses, así que se me está volviendo todo un poco bastante confuso ya que algunas cosas las tengo apuntadas, pero otras las tengo que intentar recordar. Sea como sea, voy a tratar de cerrar esta parte.

Un domingo de la penúltima semana de abril, aprovechando que hacía buen tiempo, uno de esos días primaverales frescos de los que hay contados en Inglaterra, decidí conocer Cardiff. No es que esté precisamente cerca de Guildford, unas dos horas y media en coche, pero hacía mucho que tenía ganas de conocer la capital de Gales.

La impresión que me llevé de esa ciudad fue muy buena. En cierta manera se me pareció a Bristol, una ciudad con mucha historia y con un presente muy moderno. En el caso de Bristol la historia no venía de tan atrás porque Cardiff ya fue fundada en tiempos de la colonización romana de Gran Bretaña.

Lo primero que visité fue el castillo de Cardiff o Castell Caerdydd, en galés. La entrada vale 11 libras para adultos, una pena tener que serlo en estos tiempos, e incluye el alquiler de la audioguía en la cual se comentan muchas cosas que a estas alturas ya he olvidado, lo siento. Este no es un castillo tan importante como el de Windsor, pero tiene una historia muy larga. En primer lugar voy a poner una de mis panorámicas con el interior del castillo, creo que me estoy volviendo adicto a este tipo de imágenes.

En esta imagen se pueden ver los principales componentes del castillo. En primer lugar está el Keep o torre del homenaje, de tipo normando. Desde este se aprecia lo que parece un camino que conduce hasta la puerta principal, a la izquierda de la imagen, pero que en su momento fue una autentica muralla que servía para comunicar el Keep con la entrada pero también para separar el interior del castillo en dos partes. Esta muralla se derribó en 1777 para preparar el interior como jardín para los señores de la época.

En la parte de debajo del sitio donde está tomada la foto y siguiendo la muralla exterior por el camino que se ve a la derecha, se encuentran los túneles de los tiempos de guerra, los cuales sirvieron de refugio para los ataques durante diferentes guerras incluyendo la II Guerra Mundial.

A la derecha del Keep se puede ver lo que es una representación de la puerta del fuerte romano. Los cimientos romanos aún se conservan, pero lo que se puede ver es una reconstrucción. Como se aprecia en la foto siguiente, se puede subir al Keep desde donde se tienen unas buenas vistas de la ciudad gracias a que no hay muchos edificios altos, al menos no en el centro. Os pondría un par de panorámicas que hice desde allí arriba, pero creo que a estas alturas ya os estaréis cansando de ellas y quiero reservarme para más adelante.

A la izquierda del Keep está La Casa o The House. Las primeras construcciones son de 1423 pero sufrió ampliaciones y alteraciones hasta el siglo XIX aunque la apariencia actual se debe principalmente a la reconstrucción de la década de 1770.

A la izquierda de la casa está una curiosa construcción, la Torre del Reloj,

Esta torre se diseñó en 1866 con cierta influencia del gótico medieval, pero lo que más destaca son los escudos de armas tan coloridos que tiene.

Por último, aquí os pongo una foto del símbolo de gales, el famoso dragón rojo, que está por todas partes en el castillo y en la ciudad.

Al salir del castillo me di un paseo por las calles del centro las cuales estaban muy tranquilas, sin demasiada gente y se podía caminar disfrutando de la ciudad. Como muestra, aquí van unas fotos.

En esta última foto se puede ver uno de los callejones que me parecieron muy curiosos, saliendo en diagonal de la calle, el callejón cruza hasta la siguiente calle paralela. Los edificios son asimismo diagonales. No sé la razón, pero se me ocurre que el arquitecto odiaba a los diseñadores de interiores porque poner algo en esas casas tiene que ser toda una aventura.

Después de darme este paseo decidí ir hasta la bahía de Cardiff, una zona moderna, abierta al mar con mucho ambiente, al menos aquel domingo por la tarde. De camino a la bahía pasé al lado del Millennium Stadium, un estadio a orillas del río Taff, sede de la selección galesa de rugby y donde también suele jugar la selección de fútbol.

El recorrido caminando hasta la bahía no es corto y menos por donde yo hice la ida porque me desvié un poco siguiendo el río. Por suerte, el día estaba muy guapo y el paseo mereció la pena. Al llegar a la bahía me di cuenta de dónde estaba la gente que no estaba por las calles del centro, todos allí, en los centros comerciales. Lo que más me gustó de esta zona era su apertura hacia el mar.

Y a continuación os pongo una vista hacia el interior.

Desde donde está tomada esta foto se puede ver una iglesia de estilo noruego.

Entre los edificios de la bahía destaca el Millenium Centre, una especie de palacio de congresos

No sé por qué, pero estas grandes plazas abiertas siempre me han gustado mucho y sobre todo cuando tienen fuentes y, cuanto más raras, mejor. En este caso, la fuente es la columna alta que se puede ver al fondo.

De vuelta al centro, antes de coger el coche para volver a Guildford, pasé por una zona en la que hay varios edificios de estilo neorenacentista (o eso creo, que mis lecciones de arte han quedado muy atrás).

Estos son los edificios del ayuntamiento, a la izquierda, y el Museo Nacional de Gales.

De vuelta hacia Guildford me desvié un poco para entrar en Swindon, un pequeño pueblo que cuenta con una de las rotondas más extravagantes de Inglaterra. Lo primero, antes de llegar a ella se ve esta señal.

Y esta es la rotonda mágica.

Las rotondas exteriores pequeñas se giran en sentido horario, pero la grande del interior en sentido antihorario. Esto es para que en Oviedo nos quejemos de las rotondas con semáforos interiores.

Para terminar con esta entrada, voy a explicar un poco el título. Como dije al principio, voy a intentar completar la parte sajona del blog, y este fue el último viaje del día o fin de semana que hice allí. Pero aún queda el viaje a Escocia, el cual comenzó el último jueves de abril. Ese día yo salí con el coche rumbo a Edimburgo, casi 700 kilómetros, donde me encontré con Joan para comenzar este viaje del que tengo muchos recuerdos, muchas fotos y así fue como comenzó mi retorno, aunque por poco tiempo, a España. Trataré de poner aquí las mejores imágenes que por supuesto no harán justicia a los paisajes que pudimos ver allí. Eso sí, advierto que el que quiera leer esto, se va a hartar de ver panorámicas, vayan mis disculpas por adelantado. De momento aquí os pongo el comienzo del viaje escocés.

Besos para ellas y abrazos para ellos.