miércoles, 19 de mayo de 2010

...se reúne (IV)

Como dije en la anterior entrada, hicimos una pequeña travesía caminando. En realidad no fue una travesía, ya que fuimos y volvimos por el mismo sitio, pero hicimos noche en un pueblo perdido en el monte, así que se sigue pudiendo considerar una travesía. Quizá la palabra más apropiada sea el término francés randonnée, que viene a ser lo que he intentado explicar.

Nuestro destino era el ilet des Orangiers (ilet viene a ser algo así como aldea), un pueblo situado en uno de los tres circos volcánicos de la isla, el circo de Mafate. Este circo tiene la particularidad de que es imposible llegar a sus pueblos por carretera, hay que hacerlo caminando o por helicóptero. Los pueblos de este circo se fundaron por esclavos huidos, buscando una vida en libertad entre las montañas. Los pueblos realmente resultan casi inaccesibles.

Por la mañana nos encontramos con José Alberto y Julián y nos dirigimos hacia el comienzo de nuestra ruta, Sans Soucis. Tras coger algo de altura con el coche, continuamos ascendiendo a pie hasta llegar a lo que se convirtió en un desfiladero prácticamente llano y por el que tuvimos que caminar durante algo más de tres horas, si no recuerdo mal. El camino transcurre por encima de la Rivière des Galets, siguiendo el trazado de una canalización de agua, lo que quiere decir que este no es el camino original a estos pueblos ni mucho menos, pero ahora quizá sea la forma más fácil de llegar caminando.

Esta es una vista de la Rivière des Galets, con el mar al fondo. El camino, aunque en esta foto no se aprecia apenas, circula más o menos a un tercio de la cima de las montañas de la izquierda.

Una de las cosas que más abunda durante el trayecto, aparte de la vegetación, son unas arañas de considerable tamaño. Se supone que no son venenosas, pero yo preferiría no comprobarlo. Además, las telarañas parecen hechas por Spiderman enfadado.

Otro bicho que nos encontramos fue un caracol gigante, el tamaño era como de cinco veces un caracol de los que estoy acostumbrado a ver. La cáscara parecía la de una caracola de mar.

Tras unas horas caminando bajo el calor húmedo mitigado por la altura y las nubes que cubrían el cielo, llegamos a dar vista al circo de Mafate. Aquí las paredes se hacían aún más pronunciadas.

De todas maneras, desde este punto todavía nos quedaba un largo camino hasta llegar a nuestro destino. Poco a poco el circo se iba abriendo a nosotros y pudimos empezar a distinguir los inaccesibles pueblos.

No se aprecian muy bien, pero echando algo de imaginación, se pueden diferenciar tres pueblos en esta foto. El ilet des Orangiers se encuentra a la derecha del todo, justo por encima de donde se ve la línea del camino que seguimos (sí, de verdad que está ahí, os lo prometo).

La parte final del camino se hace por una hoz, comenzando por el lecho de un río. Me imagino que en época de lluvias, el acceso al pueblo, al menos por esta vía, es totalmente imposible.

Una anécdota que Joan y José Alberto contaron sobre estos pueblos fue que habían sabido del cartero que hacía el recorrido por Mafate. Al parecer tardaba cinco días en completar su ruta. Al final de su vida laboral se calculaba que había recorrido una distancia equivalente a no-sé-cuántas veces la circunferencia del ecuador de la Tierra. Al parecer las botas se las pagaba él mismo. Para que luego los carteros que van en moto o coche por los pueblos de España se quejen.

Estos pueblos, a pesar de lo pequeños que son, cuentan con su iglesia, colegio y bar/boutique (donde nos tomamos una cerveza al llegar). Teníamos reservada noche en uno de los dos gîte (albergue) del pueblo. Cuando encontramos al encargado, no contaba con nosotros, así que nos metió en el otro. Menos mal que era todavía temporada baja de turistas y había sitio de sobra, sólo otra pareja de franceses vascos. En estos albergues suelen ofrecer cena y desayuno por un precio módico. Bueno, en realidad, es más módico el precio de la cena que el del desayuno por lo que ofrecen (una tostada con mantequilla y un café por cinco euros). Como esto ya lo tenían controlado Joan y José Alberto, nosotros nos habíamos llevado algo para desayunar. De todas maneras, sí cenamos allí. En general, en estos sitios siempre ofrecen carri, que en este caso creo recordar que era de cerdo.

A pesar del calor que hace en esas latitudes, por las noches en la montaña refresca bastante. De todas maneras, yo todavía no estaba aclimatado por lo que me bastó con una sábana, aunque Joan necesitó una manta. La sábana resultó ser inefectiva contra los mosquitos, una de los principales incomodidades de esta isla, así que al día siguiente tenía unos cuantos picotazos en las piernas.

Al día siguiente nos levantamos y comenzamos el camino de vuelta. El día amaneció muy despejado, por lo que pudimos disfrutar de las vistas de Mafate recortado contra el cielo azul levantándose imponente.

El camino de vuelta no tuvo mucha historia, ya que lo hicimos por el mismo sendero. Este día hacía un poco más de calor, así que se hizo un poco más pesado. Al coche llegamos antes del mediodía, así que bajamos a comer al lado de una playa y luego nos dimos un baño. De esta playa no tengo fotos, pero ya pondré más adelante de otra que era más guapa.

Después de darnos el baño, nos despedimos de José Alberto y Julián, ya que íbamos a tomar caminos diferentes. Joan y yo habíamos quedado con su compañera de casa para subir los tres a otro de los circos volcánicos, el circo de Cilaos, donde hicimos noche en otro gîte, ya que al día siguiente hicimos descenso de cañones, pero esto tendré que contarlo en otra entrada.

Tengo que hacer mención especial a la carretera que sube a Cilaos. Es una de las carreteras más enrevesadas que he conocido, y en Asturias sabemos de carreteras pequeñas de montaña. Lo que es increíble es lo de los autobuses que hacen la línea hasta el pueblo, tienen que hacer maniobras en varias de las curvas, y hay dos túneles en los que apenas cabe un coche. De todas maneras, tienen todos estos problemas porque los autobuses que utilizan son de los largos. Así que os podéis imaginar lo peligroso que resulta encontrarse a uno de estos autobuses de frente.

Yo no hice el trayecto en autobús, pero los que lo han hecho me han dicho que es toda una experiencia.

Por cierto, en Cilaos coincidimos cenando en un restaurante con una pareja de españoles, concretamente de Vitoria, que estaban de vacaciones en la isla. Los nombro ahora, porque aparecerán también más adelante. Realmente es muy raro encontrar visitantes en esta isla que no sean franceses del continente europeo, o de la métropole, como dicen ellos.

Hasta aquí llego de momento.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

2 comentarios:

  1. Vaya, vaya, Albertico, parece que vas contrareloj; qué velocidad poniendo entradas, no te pillo.
    El circo de Mafate nosotras nos lo perdimos, no pudo ser, quizá con más tiempo de aclimatarme habría podido con la caminata, pero había que renunciar a algo y fué esto.
    Me alegro que tú lo hayas podido ver y te gustase. Ya nos contarás en persona tus impresiones.
    Hasta pronto y besicos faticos.
    Jorge y Sara.

    ResponderEliminar
  2. Hola, el circo de Mafate es el mas impresionante de todos a mi parecer. Mis chicas no pudieron verlo mas por culpa del coche q por tiempo.
    Por completar algo mas la entrada (q esta muy bien): El cartero q se llamaba Tiburce hizo alrededor de 6 veces si no recuerdo mal el diametro de la tierra. Y es el mas famoso de Francia porque salio por la tele diciendo q gastaba muchas botas y que no se las pagaban. Entonces le dieron botas hasta la jubilacion, de lo q no hace mucho. Ahora emplean el helicoptero.
    La playa fue la del Etang salé, la de arena negra. Y ese dia tenia la corriente mas fuerte q habia visto el todo el tiempo q llevaba alli.
    Ah, por cierto, nos encontramos a un autobus de frente en un paso estrecho, pero menos mal q pito, q si no, se nos come.
    A por la siguiente entrada

    ResponderEliminar