jueves, 15 de agosto de 2013

...sigue la línea de fuego (I)

Hace unos meses mi jefe me comentó que tenía que hacer un viaje a Chile con un proyecto que tiene con un profesor de la Universidad de Concepción, un antiguo amigo suyo, y me dijo, medio en broma, que me iba a llevar con él para hacerle de traductor. Yo no me lo tomé muy en serio primero porque los jefes suelen cambiar de parecer muy rápido y segundo porque el hombre no necesita de nadie, tiene experiencia más que de sobra para andar por el mundo. El caso es que hace un par de meses me lo volvió a decir, luego lo canceló y hace algo más de un mes volvió a decirme que iba a ir y que me quería llevar. En resumen, que el domingo día 4 salimos de Sendai rumbo a Concepción.

Por supuesto, no hay vuelo directo a Chile desde Japón, así que tuvimos que coger dos trenes para llegar a Narita (uno de los aeropuertos de Tokio), y de ahí en avión a Los Ángeles, luego a Dallas, de ahí a Santiago y finalmente otro vuelo a Concepción, recorriendo de esta manera buena parte del Cinturón de Fuego del Pacífico. Llegamos el lunes a mediodía (hora local).

En Los Ángeles no teníamos mucho tiempo para cambiar de terminal y pasar todos los controles de seguridad, inmigración y aduanas americanos, así que llevamos nada más que equipaje de mano por si acaso no llegábamos al siguiente vuelo. Cuando estaba llegando a Los Ángeles tomé esta foto de la costa.



Intenté encontrar al mítico Mitch Buchannon corriendo por la playa (a cámara lenta con un montón de socorristas, operadas ellas y hormonados ellos) pero no tuve suerte. En la siguiente parada, en Dallas (un aeropuerto grande pero relativamente cómodo), tuvimos más tiempo, así que no pude reprimirme y tuve que comer algo de comida tex-mex, aquí van unos burritos.


Allí ya empezaba a sentirme un poco más como en casa puesto que ya se veían muchas señales, anuncios por megafonía y gente hablando en castellano.

El siguiente vuelo, hasta Santiago, fue uno de los peores en los que haya estado. Diez horas en un avión muy antiguo, poca limpieza, mala comida, auxiliares de vuelo (antes conocidos como azafatos) poco amables y, lo que es peor, sin pantalla individual. Normalmente, para viajes tan largos, las compañías aéreas han ido instalando pequeñas pantallas en los reposacabezas de los asientos. Suelen ofrecer películas, series, juegos y otras cosas. En mi caso, suelo ver películas para pasar el rato y, normalmente, el catálogo es amplio y se puede controlar la reproducción. Sin embargo, con American Airlines, esto no es posible. En el primer vuelo, de Narita a Los Ángeles, la pantalla era muy pequeña, el catálogo muy reducido y no se podía controlar la reproducción, pero al menos se podía ver algo. Sin embargo, en el vuelo entre Dallas y Santiago, no había pantalla individual y sólo pusieron una película en las pantallas (que tampoco eran gran cosa) con un sonido pésimo. El vuelo de vuelta fue un poco mejor, pero no mucho. Mi jefe iba en business class, así que a él le fue un poco mejor. Al parecer, les dieron una especie de tableta con películas y demás… aún hay clases. La verdad, no me extraña que estas compañías estén perdiendo mercado frente a las compañías asiáticas, la calidad es totalmente diferente. Supongo que este tipo de vuelos no les interesen mucho a los americanos, pero si no lo cuidan, seguirán bajando. Hasta el vuelo entre Santiago y Concepción (destino de nuestro viaje), en una compañía chilena, era muchísimo mejor.
Tras un montón de horas de viaje, llegamos a Concepción. No puedo hablar mucho de Chile desde un punto de vista turístico puesto que el propósito del viaje era profesional, más para el jefe, ya que en mi caso, en palabras de él y del jefe de Chile, yo era su “guardaespaldas y traductor”… bueno, no me quejo, me pagaron el viaje y era la primera vez que estaba en América, tanto norte, como sur.

Voy a dividir el viaje en al menos un par de entradas para que no me quede una entrada muy larga. Tan solo un poco de información sobre Concepción. Se encuentra a unos 500 km al sur de Santiago y es la segunda ciudad más grande de Chile. Por la forma del país, éste se divide en 12 regiones de norte a sur, siendo Concepción la capital de la octava, Biobío.

Al parecer, esta es de las regiones más pobres del país y, la verdad, se nota. Había mucho chabolismo incluso muy cerca del centro de la ciudad. Se nota que es un país al que le queda mucho por ir saliendo adelante, con muchas diferencias de clases. Nunca me sentí en peligro pero sí que nos comentaron que no era aconsejable acercarse a ciertos sitios durante la noche. Pero bueno ¿qué ciudad en el Mundo no tiene un barrio peligroso? Mi problema es que vivo en Japón, uno de los países más seguros del Mundo y cualquier sitio puede parecer peligroso en comparación.

La principal industria es la forestal aunque también tienen otras cosas. Como anécdota, me gustaría contaros una historia que nos contó el profesor de allí. Resulta que montaron una siderúrgica en la zona cuando descubrieron yacimientos de carbón. Para la elaboración del acero se necesita coque, el cual se prepara a partir de carbón. Al parecer, enviaron a EEUU a un hombre a hacer una tesis doctoral sobre la calidad del carbón de la zona para preparar coque, pero montaron primero la planta. Tras unos años de estudios, las conclusiones de la tesis fueron que la calidad del carbón no era adecuada para la industria siderúrgica… la verdad, no sé qué fue del hombre aquel, pero si hubiera sido yo me hubiera planteado no volver nunca al país. El caso es que ahora traen carbón de fuera para poder utilizar la planta que montaron.

Por otro lado, Sendai y Concepción se parecen un poco. Como dije antes, ambas están en el Cinturón de Fuego, por lo que los terremotos son algo habitual. En 2010, uno de los terremotos más fuertes registrados en la historia tuvo lugar al norte de Concepción. No sólo fue el terremoto, si no que también hubo un tsunami, al igual que ocurrió en 2011 en Sendai. Allí el número de muertos fue menor aunque la destrucción debida al terremoto fue mayor.

No sentí ningún terremoto fuerte durante mi estancia allí pero sí alguna vibración leve, menos mal. Si a esto sumamos que estuve en Los Ángeles durante unas horas, se puede concluir que me gusta jugar con fuego… lo sé, lo sé, es un juego de palabras muy fácil, pero alguien lo tenía que hacer.

De momento lo dejo aquí, que ha sido mucha letra y poca chicha. Prometo más fotos en la siguiente entrada.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

4 comentarios:

  1. Bonita entrada Obi!
    Ganas de ver más fotos de tu minivisita.
    Qué raro para ti que pongas algo de comer hehe, sin problemas con la comida.Qué buena pinta los burritos auténticos.
    Sigo diciendo que no fuiste "con" tu jefe a Concepción, sino que fuiste "al mismo sitio que el" jeje, porque el viaje no fué el mismo,pero bueno.
    Cuidate mucho y un abrazo fuerte senpai!

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  2. hehehe, pareces Johnny Cash con los anillos de fuego. Muy chulo el viaje, aunque fuera en turista y sin pantalla. Que morro el tio no? en business como un campeon.

    Nah tio, que t quiten lo bailao. un contienente menos! abrazo

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  3. Al final ¿cuántas horas de vuelo? Por el cálculo que hago me parecen demasiadas... Y añadir a eso las escalas... Madre mía, eso no es un viaje, es una peregrinación. La próxima a Santiago, pero el de aquí ¿vale?.
    ¡Un abrazo!

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  4. Vaya, vaya, ahí sí que hay playa.
    Después del trabalenguas, me disculpo. Esta vez me has pillado en un renuncio: no había mirado el blog desde los "sanlorenzos" y ¡hala, dos entradas!
    Una curiosidad, yendo hacia el este, pero además saltando la línea horaria que marca el cambio de fecha ¿vas al día siguiente, o al anterior?.
    Besicos.
    Sara y Jorge.

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