miércoles, 27 de abril de 2016

...sube a los infiernos

En la entrada anterior por fin devolví a mis padres a España, e incluso llegaron sanos y salvos. Como de esto hace ya más de un año, voy a dar un salto en el tiempo para contar el viaje de verano del año pasado con el laboratorio. Creo que ya lo había comentado más veces pero, por si acaso vuelvo a hacerlo. Como tradición en el laboratorio, se hacen dos viajes cortos al año, uno en invierno y otro en verano. Lo organizan los estudiantes de primer año de máster, y se suele hacer una actividad el primer día, pasamos la noche en un hotel con onsen, cena, segunda fiesta en una habitación y vuelta al día siguiente.

El viaje del año pasado fue a 川原毛 (Kawarage), una zona volcánica en la esquina sureste de la prefectura de Akita. Lo primero que visitamos fue la 川原毛大湯滝 (Kawarage Ooyutaki), que viene a ser la “Gran cascada de agua caliente de Kawarage”. Para llegar a ella hay que caminar unos 15-20 minutos desde un aparcamiento al que no creo que se pueda llegar si no es en coche particular. El camino discurre al principio al lado del río que tiene un intenso color verde turquesa debido a unas algas que crecen en la zona.



El camino se separa momentáneamente del río para salvar una pequeña altura y juntarse de nuevo en la base de la cascada de la que hablaba antes. Las aguas dulces del río se mezclan con las ácidas y calientes que surgen de la tierra un poco más arriba así que en realidad, la cascada se convierte en una ducha de agua caliente.


Si se tiene suerte y las condiciones lo permiten (básicamente, que la temperatura de la mezcla de aguas no sea demasiado alta), es posible bañarse. Normalmente, en los onsen hay que bañarse desnudo, pero en este caso es obligatorio el uso del bañador ya que es un sitio abierto. De todas maneras, cuando llegamos, había un señor ya entrado en años según vino al mundo (parece una contradicción). Si se quiere, uno se puede cambiar en unos destartalados vestuarios que hay cerca de la cascada. Yo ya venía preparado, así que no os hagáis ilusiones con las fotos. El agua tenía buena temperatura pero había que bañarse con cuidado igualmente. En algunos sitios los vapores se acumulan y creo que podría resultar peligroso.

De vuelta al aparcamiento, se puede subir caminando al siguiente sitio o bien dar un rodeo en coche. Yo estaba por lo primero, pero el resto no. Así que, subimos mucho más rápido al infierno. El sitio se llama 川原毛地獄 o Kawarage Jigoku, que literalmente significa “Infierno Kawarage”.



El color de la zona se debe a que los gases volcánicos ácidos blanquearon el suelo y no permiten que crezca nada (mientras escribía esta entrada, mantuve una conversación sobre blanqueamiento de partes corporales bastante perturbadora). Aquí va una muestra de cómo esto sucede.


Según los letreros, el lugar es un sitio sagrado y muchos monjes budistas se entrenaron en él. No aclaraban qué tipo de entrenamiento hacían allí y no sé si lo quiero saber (me refiero de nuevo al blanqueamiento corporal).

Al día siguiente, de la que volvíamos a Sendai, paramos en un sitio cerca de Hiraizumi, donde ya estuve varias veces, una garganta por la que discurre un río en el que se puede navegar en barcazas, la猊鼻溪 o Geibikei, algo así como “Garganta Geibi”.


Éste es el final del trayecto en barcaza.


No es que sea un lugar especialmente interesante, pero lo que tiene gracia es ver cómo los japoneses tienen sentido del negocio hasta en sitios como éste. En la orilla opuesta a la roca que se ve en la foto anterior había un pequeño templo (se ve en la misma imagen) y al lado del templo había un puesto en el que se podían comprar pequeñas piedras, unos cantos rodados hechos de arcilla con un kanji grabado. No recuerdo el precio, quizás unos 100 o 200 yenes por un puñado. Para atraer a la buena suerte, había que acertar a meter una piedra en un agujero natural de la roca.


Se ve que la gente lo intenta bastante a juzgar por el color de la roca alrededor del agujero. La foto siguiente es de las piedras que no llegaron al objetivo.


En un país en el que hay máquinas expendedoras en la cima de su montaña más alta, que se vendan piedras para tirar a un río no puede extrañar demasiado. Quizá tengamos que copiar su sentido del negocio.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

jueves, 31 de marzo de 2016

...recibe la mejor visita (VII)

Ya va siendo hora de mandar a mis padres de vuelta a España. Hace un año que llegaron a Japón así que la visita ya se alargó más de lo que pensaba. Así que, para hacer esto un poco más corto, vamos con una entrada con poca letra y más fotos.

El día siguiente a lo que conté en la anterior entrada fuimos a dar una vuelta por los alrededores de Sendai. El primer sitio que visitamos fue Akiu, del que ya hablé en varias entradas, y luego fuimos a ver el Jogi Nyorai, templo del que ya hablé también. Estos dos lugares no son de lo más conocido, ni siquiera si se tiene en cuenta la zona norte, pero a mí me gustan bastante. Después fuimos a visitar Shiroishi, una pequeña ciudad al sur de Sendai. Allí se puede visitar un pequeño castillo cuyo patio de armas merece la pena, sobre todo en primavera.



Tras un pequeño paseo, se puede llegar a una casa de un samurái cuyo interior es bastante sencillo y el jardín no es gran cosa pero el lugar tiene encanto.


Después de ese fin de semana, mis padres volvieron a tener unos días libres hasta el siguiente viernes que fuimos a Tokio. De la capital ya hablé muchas veces así que no hay mucho más que contar. Sí me gustaría poner unas cuantas fotos. La primera es de la estación de Tokio que estuvo mucho tiempo bajo unos andamios para restaurarla.


También dimos una vuelta alrededor del palacio imperial donde se encuentra el parlamento.


Otro de los sitios que me gusta visitar en Tokio es Kappabashi, una zona en la que se venden material de cocina, ya sea a nivel profesional o no. A la entrada de la calle se encuentran estos dos particulares edificios.




Otro de los sitios que visitamos fue el Kabuki-za, el cual mi madre no pudo ver porque lo estaban reconstruyendo completamente. Podría ponerme con un largo párrafo en el que desvariaría sobre cómo pasa el tiempo y cómo se da cuenta uno cuando ve cambiar una ciudad, pero mejor pongo una foto y dejo lo aburrido para otro momento.


Otro de los sitios curiosos de Tokio es el Ameya Yokocho, esto son un par de calles que salen de la estación de Ueno, y donde hay un sinfín de pequeños comercios y aún más pequeños restaurantes. Los fines de semana suele estar lleno de vida e incluso ponen improvisadas mesas en el exterior. A veces no me da la impresión de estar en Japón.



Como se puede ver en las fotos anteriores, muchos de los locales están debajo de las vías del tren así que al bullicio de la gente, los comercios y los pachinko, hay que sumar el de los trenes.

Mi madre ya había estado en Tokio así que decidimos ir a ver Kamakura, donde yo había estado el año anterior con Joan y compañía. Como ya dije en su momento, en esta ciudad hay una calle que me llamó mucho la atención. Desde lo alto de uno de los templos se puede ver.


Si se compara esta foto con la que saqué el año anterior, se puede ver la gran diferencia. Los cerezos habían desaparecido. De nuevo, el problema de las reconstrucciones. Por suerte para mí, en este caso yo tuve la oportunidad de ver la calle antes. La mala suerte es que estoy seguro de que en la época en la que fui con mis padres, hubieran estado mucho más guapos.

De vuelta en Tokio, nos dimos una vuelta por el parque Ueno por si teníamos suerte y veíamos más cerezos en flor, pero ya era un poco tarde. De todas maneras, los árboles tienen su encanto en todo momento.


Aunque en el caso del siguiente árbol, el encanto está un poco más forzado.


El nombre del árbol, según el cartel, es el Pino de Luna, el cual me imagino que le viene de la forma, pero no conozco su historia.

Cuando terminamos el paseo por Ueno, dejé a mis padres en la estación de Ueno de la línea Keisei. Ésta es una línea privada que lleva al aeropuerto de Narita y es una opción más barata que el Narita Express de JR, si no se tiene el JR Pass.

Mejor no me pongo con el tema de despedidas porque también llevaría mucho espacio y quedé al principio en que no habría mucha letra en esta entrada.

Besos para ellas y abrazos para ellos.


De todo, y más, para mis padres.

jueves, 25 de febrero de 2016

...recibe la mejor visita (VI)

Realmente no me acuerdo de dónde fueron mis padres cuando les dejé los días libres al llegar a Sendai. Creo que descansaron un poco y se dedicaron a recorrer un poco Sendai. El viernes por la tarde yo alquilé un coche y fuimos a ver algo que ya tenía ganas de hacer desde hacía bastante tiempo. Como se suele decir, Japón es el País del Sol Naciente. Antes de seguir con el viaje voy a enredarme un poco con el lenguaje, cosa que me gusta hacer de vez en cuando.

Japón se escribe en kanji como日本, leído Nihon o Nippon (de ahí que a los japoneses se les llame también nipones). Cada kanji tiene en japonés varias posibles pronunciaciones. se puede leer como nichi, que significa día o también como hi que significa sol. se lee como hon que puede significar libro pero también significa origen. Poniendo todo junto, 日本 viene a ser el Día del Libro o bien Origen del Sol, claro que quedaba mucho más poética la segunda transcripción. Por otro lado, para la explicación del origen del nombre de Japón encontré dos posibilidades principales. Una de ellas es que 日本 en chino se lee como Cipan y si se añade el Reino o Impero de Japón, entonces se lee como Cipanguo, que pasó después a leerse como Cipango, término que utilizó Marco Polo y luego pasó a ser Jipango. Otra posible explicación es que también se puede leer como Jitsu y si se junta a , al final se lee como Jippon, pero esto no tiene mucha credibilidad ya que esa pronunciación nunca la usaría un japonés.

Bien, después del tostón del lenguaje, sigo con la entrada. Lo que yo tenía ganas de ver era salir el Sol en Japón, ya que aquí es donde se supone que lo hace. Uno podría decir que no es cosa difícil, basta con levantarse pronto o quedarse hasta tarde, depende de cada uno. Pero lo que yo quería era verlo desde la costa, verlo levantarse desde el mar. Esto tampoco debería haber sido muy difícil ya que la costa este me queda a menos de diez kilómetros. Pero ya sabéis lo que suele pasar, uno deja lo más cercano para más adelante porque parece que se puede hacer en cualquier momento y, al final, nunca se hace. Siempre recuerdo que la primera vez que visité Santander, a menos de 200 kilómetros de Oviedo, fue el día que salí de España en el ferry para ir a Inglaterra.

Volviendo al tema, el viernes fuimos a un hotel que está cerca de Minamisanriku, un sitio del que ya hablé hace algo más de dos años. Al parecer, el hotel es bastante conocido pero estuvo cerrado durante bastante tiempo tras el terremoto. Es un típico hostal japonés o ryokan (旅館 el primer kanji, ryo, significa viaje y el segundo, kan, significa edificio, así que todo junto coge sentido). En estos ryokan, aunque no siempre, suelen tener también onsen naturales y creo que en este caso sí que lo era, pero lo que lo hacía más impresionante es que el baño exterior (rotenburo) daba a un pequeño acantilado sobre una bahía y se podía ver salir el sol desde allí. En el mismo hotel, el día anterior, ponían la hora exacta del amanecer. El problema es que dentro del onsen normalmente no se pueden sacar fotos ya que si hay alguien más, está como le trajeron al mundo y no se iba a tomar muy bien lo de que le saquen fotos de esa guisa.

Por lo menos, desde la habitación teníamos las mismas vistas así que puedo poner algo aquí para que no sea todo letra en la entrada.


La foto anterior está tomada el día que llegamos pero el atardecer no es el fuerte de la zona. Lo que sí había era una buena población de gaviotas que se acercaban a saludar.


Al día siguiente yo me levanté muy temprano para intentar ver la salida del sol pero el problema es que uno no puede asegurar el tiempo que va a hacer así que estaba un poco nublado y no pude ver un amanecer limpio del todo. De hecho, la vista era mucho más guapa un poco más tarde cuando el sol ya se había levantado un poco más sobre la línea del horizonte.


Ese mismo día, de vuelta hacia Sendai, fuimos a ver Genbikei, una pequeña garganta donde un río de aguas claras se acelera al juntarse las orillas.


Después fuimos hasta Ishinomaki, donde está la réplica del barco San Juan Bautista del que ya hablé en la entrada que comenté antes.

De momento lo voy a dejar aquí, que mis padres tenían que descansar.


Besos para ellas y abrazos para ellos.

jueves, 28 de enero de 2016

…recibe la mejor visita (V)

Comienza un nuevo año… bueno, ya comenzó hace semanas, el mes pasado no colgué ninguna entrada y este mes espero a casi el último día para hacerlo, así que parece que todo sigue como siempre a pesar de los buenos propósitos.

Podría ponerme con algo diferente ya que en estas últimas vacaciones de navidad se me ocurrieron unos cuantos temas de los que hablar durante los largos viajes. Pero, al final lo descarté, algunos temas eran demasiado ñoños, otros los tengo que pulir más y, sobre todo, porque quiero terminar con el viaje de mis padres por Japón, que ellos se lo merecen y también porque quedan algunas cosas guapas por enseñar.

Hace un par de meses estábamos dejando Kioto para seguir el camino hacia el norte. La siguiente parada antes de llegar a Sendai fue para ir a ver el Fuji, una de las montañas/volcán más conocidas del mundo. Cuando mi madre estuvo por aquí en 2011 no la llevé a verlo así que tenía esa espinita clavada y había que sacársela.

Del Fuji ya hablé bastante en la serie de entradas de …va de cráter en cráter. Lo que se suele decir del monte Fuji es que hay que ir a verlo, no a subirlo (a pesar de las colas que siempre hay para llegar a la cima) y a este dicho no le falta ni pizca de verdad. El problema de subirlo es que no se puede admirar su belleza para ello hay que alejarse un poco. Como todo, es cuestión de perspectiva. Así es que me acabo de dar cuenta de que en un blog como éste en el que casi todo está dedicado a Japón, no hay una foto decente del Fuji.

Las mejores vistas del Fuji dicen que son las que se ven desde alguno de los Fujigoko, los Cinco Lagos del Fuji, que es un nombre bastante auto-aclaratorio. De estos cinco lagos que rodean la montaña, el más famoso es el Kawaguchi, al norte. Fuera de estos cinco, es también muy famoso el lago Ashi, al sureste, en Hakone, zona famosa sobre todo por sus onsen. Después de darle muchas vueltas, me decidí por el primero aunque ya había estado hace algo más de 6 años. Es más fácil llegar a Kawaguchiko (ko significa lago) desde Tokio pero nosotros íbamos desde el sur, así que lo que hicimos fue dejar el shinkasen en Mishima (que yo ya conocía) y coger un autobús que, pasando por Gotemba, rodea el Fuji por el este hasta llegar a Kawaguchiko. Lo bueno de hacer esto es que pudimos ir viendo el Fuji (aunque ya lo habíamos hecho desde el shinkansen). Además, llegamos a una hora aceptable para dar un pequeño paseo por los alrededores del hotel. Como había reservado con tiempo, pude pedir una habitación con vistas y este fue el resultado.


Es casi imposible tener una mejor vista de la montaña. Si alguien quiere el nombre del hotel, que me lo diga. A pesar de que era por semana, una ganga no fue, eso seguro, pero para las vistas que teníamos y la calidad de la cena y el desayuno, no creo que se encuentre nada más barato. En los hoteles con vistas, quitando pensiones y albergues, hay que estar dispuesto a pagar entre 100 y 150 euros la noche por persona como mínimo (y luego añadir la comida).

Aquel día hacía mucho viento así que el paseo no fue muy placentero pero sí mereció la pena.



Como acabo de decir, el viento soplaba muy fuerte por momentos, tanto que parecía que se formaban pequeñas olas que, según el ángulo, casi parece que estábamos a la orilla del mar.


A la vuelta ya estaba bastante oscuro.


Al día siguiente teníamos que llegar a Sendai pero mi plan era volver por Hakone para visitar la zona. Hay varios trenes cremallera y parece ser que se pueden ver algunos sitios curiosos, como una zona llamada Owakudani, un valle en los alrededores de un cráter donde se pueden ver salir los vapores de la tierra e incluso venden huevos cocidos en los vapores sulfurosos (suena delicioso). La zona es peligrosa, especialmente en invierno, así que la cierran dependiendo de la actividad volcánica. El problema fue que amaneció de la siguiente guisa.


Menos mal que el día anterior habíamos llegado pronto al hotel para aprovechar el buen tiempo y el Fuji no tenía la gorra puesta. Desayunamos y cogimos los autobuses para llegar a la zona de la que hablaba antes por si le daba tiempo a despejar. Sin embargo, no tuvimos suerte así que cogimos el tren en Gora. Entre este pueblo y Odawara se puede ir en un tren de línea privada, la línea Hakone-Tozan que, como tiene que salvar bastante desnivel y hay poco sitio, entra un par de veces en una especie de apartaderos y el tren cambia de sentido gracias a que lleva dos máquinas a los extremos y el maquinista cambia de una a otra (o hay dos, eso no lo sé) de manera que se puede hacer una curva de casi 180º.

Desde Odawara cogimos el shinkasen para llegar a Sendai, vía Tokio, a media tarde y así pudimos descansar un poco tranquilamente antes de dejar a mis padres al día siguiente el día libre, que yo tenía que trabajar.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

Por cierto 明けましておめでとうございます!para todos, que todavía no había felicitado el año, aunque ya estamos casi en febrero.

lunes, 30 de noviembre de 2015

...recibe la mejor visita (IV)

En la anterior entrada… bueno, en la anterior no, ya hace dos entradas y por lo tanto hace dos meses de ello. En fin, que voy a continuar con el día más largo de la historia de este blog. El caso es que nos había dejado a punto de coger el tren en Himeji para llegar a Kioto. Entre el viaje e ir al hotel se nos hizo un poco tarde así que lo que hicimos fue dar un paseo nocturno.

En primavera y otoño, algunos templos están iluminados por la noche y se puede entrar una vez que ha oscurecido, pagando un poco más que por la entrada del día. Lo del otoño lo sabía por un viaje que hice hace un par de años para un congreso, aunque de esto tendré que hablar algún día. El caso es que es una buena manera de aprovechar la noche antes de buscar sitio para cenar y después de que cierren los templos (suelen cerrar entre las 5 y las 6). Como de los templos que visitamos ya hablé alguna vez por aquí, no me voy a explayar mucho por no aburrir (eso y porque se me hace tarde para colgar esta entrada antes de que termine noviembre).

Empezamos la visita a Kioto yendo a ver el Kiyomizu-dera, uno de los templos más famosos.


A mí me sobra el cañón de luz. Como por aquel entonces era primavera, todavía se podían ver algunos árboles con las flores.


La vista más famosa de este templo es la del edificio principal construido sobre unos grandes postes de madera.


Y además se tiene una buena vista sobre la ciudad y la Torre de Kioto.


A la salida hay un estanque que, de noche con la iluminación, tiene el efecto de un espejo.


El día siguiente también iba a ser bastante largo porque había que aprovechar el día. Primero cerca del Heian-Jingu.


Luego cerca del Ginkaku-ji, uno de mis templos preferidos.


Y en Arashiyama (literalmente significa la montaña de la tormenta).


Donde está otro de mis templos favoritos, el Tenryu-ji.



El nombre del templo significa algo así como Templo del dragón, así que tenía que haber algún dragón por allí.


Aquí se podían ver todavía algunos árboles bastante guapos.






Al lado de este templo está el bosque de bambú.


Al día siguiente visitamos también unos cuantos sitios entre los que estuvo el Nijo-jo. Como dije, de este palacio ya hablé hace tiempo así que solo voy a mostrar esto que me pareció curioso.


Se trata de una cícada que recubren con una cobertura de paja de arroz para protegerla del frío del invierno. En los jardines de este palacio se podían ver algunos cerezos bastante guapos.


Para terminar la visita a Kioto, antes de ir a coger el shinkansen para continuar el viaje hacia el norte, pasamos por el To-ji. El problema es que ya se había hecho bastante tarde así que no pudimos entrar. Al menos le pudimos echar un vistazo desde fuera.


El cerezo llorón de la izquierda estaba en su punto. Me arrepentí de no haber ido antes a este templo pero lo de los cerezos en flor es una lotería; incluso en una misma ciudad no se sabe dónde van a estar mejor.

Lo voy a dejar aquí de momento. A ver si antes de navidades me da tiempo a poner la siguiente entrada sobre el tema.


Besos para ellas y abrazos para ellos.