Vaya, me parece que me voy a retrasar bastante con las entradas. De todas maneras ya no importa demasiado, porque esto empieza a acabarse.
Este sábado me levanté pronto para poder hacer un poco de limpieza en la habitación y poder ir a Tokio a una hora prudencial. Supongo que no querréis que cuente el proceso de limpieza, así que paso a contaros un poco cómo fue el fin de semana.
En el tren me encontré con algunas cosas que solo se pueden vender en un país como este.
Esto lo vendían en la tienda del tren, entre otras cosas. Es muy conocida la facilidad con la que los japoneses se duermen en cualquier sitio, así que es normal que se busquen inventos para hacerlo de una manera cómoda.
Cuando llegué a la estación de Tokio ya casi era hora de comer, así que me metí en un restaurante de comida rápida en la misma estación. Después de pedir, el japonés que estaba sentado delante de mí, me habló en un muy buen castellano. Cuando me repuse de la sorpresa, me di cuenta de que había dejado mi guía encima de la mesa (lo siento, tenía que hacer alguna referencia a ella, pero ahora viene al caso). Resulta que estuvo viviendo durante 10 años en Brasil y tenía un amigo español que le enseñó castellano. Cosas que ocurren en estaciones de tren.
Una vez comido y bebido me puse a buscar una cosa que tenía ganas: un museo de bonsáis. Había mirado la dirección de uno en Tokio y hacia allí me fui. De camino a él, me encontré con esto en medio de un río (no recuerdo el nombre).
Era una especie de piscifactoría donde la gente va a pescar. En algún sitio leí que lo hacen para relajarse. Lo que no sé es si te puedes llevar lo que pesques. En ese caso espero que el agua esté depurada, porque, como para fiarse del agua de un río en el medio de una ciudad de 12 millones de habitantes. El caso es que esto fue lo más interesante que encontré en aquella zona, ya que el museo estaba cerrado. Creo que voy a marcharme sin haber visto un bonsái japonés.
A continuación me fui hacia Ikebukuru. Este es un barrio prescindible si se va poco tiempo a Tokio, a no ser que se haga turismo consumista, porque aquí están dos de los centros comerciales más grandes del mundo. Entré en uno de ellos y me estuve moviendo por sus 15 plantas, la mayor parte de ellas dedicadas a ropa. Algún consumista que conozco se debe de estar muriendo de la envidia... todo para él. Otra de las atracciones de Ikebukuro es la que se dice la escalera mecánica más grande del mundo.
Antes de subir te ponen un cartel recomendando no caminar por la escalera y, durante el trayecto, también había unos altavoces con indicaciones en japonés.
Después de esto me fui hasta Harajuku, otro de los barrios que me quedaron en el tintero cuando fui la otra vez a Tokio. Es, básicamente, un barrio comercial, con tiendas de todo tipo, o si no comprobarlo vosotros mismos.
Cerca de Harajuku está Shibuya, así que me fui a ver el famoso cruce, del que ya os hablé, en hora punta. La verdad es que es casi agobiante. Es como si se formaran corrientes de gente y tienes que coger la que mejor te venga a tu destino, eso si tienes suerte. En Shibuya está la Supein-dori, es decir, la calle de España, así que no me resistí a pasarme por allí.
Esto es lo más español que había en la calle. Se trata de un restaurante en el que ponían tres tipos de menú. Fijaros en el menú Madrid.
Espárragos de Navarra, champiñones de Segovia, paella... muy madrileño. Lo mejor es lo de Lome de Bellota y su traducción al japonés. Resulta que el katakana que viene debajo pone Iberiko (en romaji), supongo que el resto (es kanji y no tengo ni idea) pondrá lo de lomo de bellota.
Por último me fui de nuevo hacia la estación de Tokio, porque llegaba Carlos. Llegué un poco pronto, por lo que me fui a dar una vuelta hasta la explanada del palacio Imperial. Esta foto no quedó mal del todo, aunque supongo que alguien tendrá algo que decir por los colores, la iluminación y esas cosas.
Luego me fui a esperar a Carlos en frente de la estación. Aquí lo tenéis, con su guía rápida de japonés y una sonrisa de oreja a oreja que no se le ha quitado desde que llegó.
Bienvenido a Japón Carlos.
Después nos fuimos al hotel para dejar las maletas... bueno las mochilas, porque a Carlos le perdieron su maleta. Aquí él podría hablar de la amabilidad y diligencia japonesa mejor que yo y de cómo le buscaron su maleta, se la mandaron al día siguiente al hotel, le dieron una indemnización inmediata y le ayudaron a coger el tren en el aeropuerto. Me imagino que en Barajas es lo mismo...
Buscamos un sitio donde cenar algo, encontrando abierto nada más que un restaurante de comida rápida japonesa que está abierto 24 horas. Se trataba de una cadena que se llama Yoshinoya, creo recordar. No es una mala opción para quien se le haga tarde. Después un paseíllo y para la cama.
Besos para ellas y abrazos para ellos.
Muchas gracias por colgar la foto de Carlos y a él por dejarse colgar, así que ahora ya le conozco (en foto) je, je...
ResponderEliminarPero, ¿y la foto del bonsai?
Un beso.
Hola primo!!!
ResponderEliminarYa sé que hace mucho que no escribo, pero es que el tío al que le mangaba internet le puso contraseña. Si sólo me estaba bajando "cuatro" cosillas...
Bueno, estoy intentando ponerme al día en el blog.
No sé qué opinarás tú, pero hasta ahora, mi lugar preferido es Kioto, en serio. Debe ser una maravilla. Me mola sobre todo porque es la ciudad en la que se ubica casi todo el Genji Monogatari, y en algunas de las fotos se ve esa atmósfera de paz que en aquella época debía haber. Ays...
Qué morro tienes, capullín!! De mayor quiero ser un físico como tú: con barba y una moto!!
Ciao
:)
Hola chicos!
ResponderEliminarYa tenemos internet en casa asi que podremos seguir vuestras peripecias en el pais nipón.
Que disfruteis todo lo que podais juntos!
Charlie pásatelo muy bien con las japonesitas...
Besos!
hola alberto
ResponderEliminardesde kioto reafirmamos a la xuxa esto es genial
llegamos esta tarde a nagano a las 2050
te lo escribimos aki por si esto lo revisas m:as que el correo o lo revisas solo por la tarde.
un abrazo y hasta dentro de unas horas (espero). talue
Gracias arkangel y raquel, estamos intentando aprovechar todo lo que podemos, incluidas las japonesitas.
ResponderEliminarUn abrazote