sábado, 13 de noviembre de 2010

...va de catedral en catedral

Antes de empezar con la entrada me gustaría agradecer a todos por vuestros comentarios y mensajes. Siento mucho el tono derrotista de la anterior entrada, pero así era como me sentía hace una semana (también ahora, pero no importa), y no todo en este blog iba a ser sobre viajes, no fuera que os pensarais que estoy aquí por la cara y que es a lo único que me dedico. Tened cuidado no sea que me decida a escribir una entrada sobre el trabajo. Bueno, esto no, que quiero conservar a los lectores que quedan.

Bien, recuperando el espíritu viajero del blog, voy a contar lo que hice la semana siguiente a que estuvieran por aquí mi hermano y mi cuñada, es decir, el tercer fin de semana de octubre.

Ese viernes tuve una reunión de proyecto en Birmingham, la cual está considerada como segunda ciudad de Inglaterra, disputándose el título con Manchester. Pero antes de continuar con esto, decir que justo un día antes de tener que ir allí me encontré con una rueda pinchada. Diréis que no es gran cosa: cambias la rueda y lo llevas al taller para que te la arreglen o te la cambien. Pero esto me dio pie a hacer una reflexión sobre cómo uno está acostumbrado a ir a los sitios que conoce y que tiene cierta confianza aunque sólo sea adquirida por la rutina, como la dentista, el peluquero o el taller para el coche, pero cuando uno está en otro ambiente, se tiene que buscar esos sitios de confianza. Por suerte, el día que encontré la rueda pinchada fui a karate y se lo comenté al profesor, el cual me mandó ir a un taller de un conocido suyo. Así lo hice, encontrándome que el que me atendió era un gallego que llevaba 12 años en Inglaterra y que justo esa semana tenía pensado volverse a España. Casualidades que se dan a veces en este mundo que, como se suele decir, es un pañuelo y yo añado, y Guildford un moco seco.

Siguiendo con el tema del viaje, aprovechando que tenía que ir Birmingham, me dije que podía hacer un pequeño viaje, así que aquel jueves fui a dormir relativamente cerca de allí, a Stratford-upon-Avon, precisamente en el mismo albergue donde estuve con Joan la segunda noche que él estuvo por aquí. Al día siguiente, después de la reunión, la cual duró toda la mañana y parte de la tarde (no, tranquilos, no voy a decir nada más de la reunión, que acabo de decir que no voy a hablar de trabajo), fui hasta Bristol, pero parando en varias ciudades por el camino. No quise quedarme a visitar Birmingham porque me dijeron que no merecía mucho la pena ya que se trata de una ciudad muy industrial y que fue muy castigada por los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial.

La primera parada que hice fue en Worcester. Un par de apuntes antes de continuar. El primero es lingüístico, acerca de la pronunciación de los nombres de ciertas ciudades. Hace tiempo comenté algo sobre las terminaciones en –ester de muchas ciudades en Inglaterra. El caso es que cuando comentaba dónde había estado, nunca me entendían bien el nombre de estos pueblos hasta que un señor, compañero de trabajo, me comentó que la pronunciación de ciertas palabras en inglés aún se hace en inglés antiguo. De manera que yo lo pronunciaba algo así como “Guorsester” y resulta que la pronunciación adecuada es “Guster”, vamos, que lo clavé.

El otro apunte es que la Salsa Worcester fue creada en esta ciudad por dos químicos. Tal vez no os suene mucho esta salsa, pero según parece, es uno de los ingredientes del famoso cóctel Bloody Mary. Yo nunca he probado esta bebida, pero teniendo en cuenta que también lleva tabasco, me parece que no me atrae mucho. Para saber lo que lleva la salsa, mejor os miráis esto. El sabor es muy fuerte y algo picante, y se suele usar para las patatas fritas, para la carne o como potenciador de sabor.

Después de este rollo, aquí os pongo una foto de la catedral de Worcester, que no es que sea una belleza, pero el sitio es envidiable.

Está situada sobre el río Severn, el cual es el más largo y caudaloso de Inglaterra, lo cual no deja de sorprenderme como extranjero en estas tierras, ya que, como tal, uno siempre tiende a pensar que el Támesis debe ser el que ostentara esos títulos. Este río forma el estuario del mismo nombre y desemboca en la hendidura que se puede ver en el mapa de Inglaterra en su parte oeste, que es el Canal de Bristol, ciudad de la cual hablaré más adelante.

Siguiendo mi camino hacia el sur, me desvié un poco hacia el oeste para parar un poco en Hereford por donde me di un paseo para ver por fuera su catedral.

No os enseño fotos de la fachada principal porque estaba en obras y no quedaban muy bien, así que creo que está mejor esta con el río Wye en primer plano. Volviendo con los datos curiosos, resulta que de esta zona procede la raza bovina Hereford. No es que dicho así tenga mucha historia, pero es que cuando vi cómo es esta raza, me acordé de una película que vi hace mucho tiempo de James Stewart, The rare breed (Literalmente, La raza rara, traducida en España como Una dama entre vaqueros). En ella, Maureen O’Hara hacía de una mujer inglesa que se empeñaba en llevar una vaca Hereford al oeste de Estados Unidos, ayudada por James Stewart. Es curioso de lo que se va enterando uno sin querer.

La última parada que hice fue en Gloucester (aplíquese la misma regla lingüística de antes), ciudad que también está situada a orillas del río Severn. Allí llegué ya de noche, aunque no creo que fuera demasiado tarde, pero aquí los días ya empezaban a ser bastante cortos. Así que me dio tiempo a dar nada más que un pequeño paseo alrededor de su catedral y a cenar algo en un pub.

En este caso no tengo ninguna anécdota que contar acerca de Gloucester.

Como ya era de noche, cuando llegué a Bristol fui directamente al albergue juvenil. Este albergue es el más moderno de los que me he ido encontrando por aquí y la cama era de las más cómodas. El problema era que me parece que sólo había un par de duchas por planta, y en cada planta cabía bastante gente. Lo bueno que tiene este albergue es que está en pleno centro de Bristol, así que es un buen sitio para recorrerse los sitios más emblemáticos de la ciudad. Sin embargo, yo tuve un inconveniente, y es que este albergue no tiene aparcamiento por lo que dejar el coche en un aparcamiento toda la noche me salió por casi el mismo precio que pasar la noche en el albergue con el desayuno incluido.

Sobre Bristol en general, decir que en su momento fue la segunda ciudad en importancia de Inglaterra, gracias al comercio de las mercancías del imperio colonial británico. Ahora, con algo más de 400000 habitantes, ya no sigue siendo tan importante, pero se nota que tiene una buena salud tanto económica como social.

Tras desayunar el famoso desayuno inglés, comencé mi recorrido por la ciudad. En primer lugar fui a la Queen Square.

Cerca de esta plaza del siglo XVIII se puede encontrar el pub Llandoger Trow, construido en 1664, donde la leyenda dice que Daniel Defoe conoció a Alexander Selkirk, un marinero escocés que estuvo cuatro años perdido en una isla del archipiélago chileno Juan Fernández en el Pacífico sur, aventura que se supone que inspiró la novela Robinson Crusoe.

El nombre de Trow viene del tipo de barco que solía amarrar en los embarcaderos del Floating Harbour, el puerto de Bristol, que es una especie de canal artificial construido de forma paralela al río Avon. Aquí os pongo una parte con el Bristol Bridge y la iglesia de St. Peter al fondo.

Después me acerqué a la iglesia de St Mary Redcliffe, una iglesia de estilo gótico perpendicular del siglo XIV y de la que Isabel I dijo que era “la iglesia parroquial más bella y más famosa de toda Inglaterra”.

Después de esto fui hasta el ayuntamiento, pero no voy a poner ninguna foto aquí ya que, aunque no estaba mal, no me pareció que fuera nada del otro mundo. Cerca del ayuntamiento hay un par de calles donde había algunos puestos ambulantes y también dos plazas de mercado. La siguiente parada que hice fue para ver la catedral, que no podía faltar en este viaje.

No voy a hablar más de esta catedral, porque no era de las más interesantes que haya visto hasta ahora. Me quedan más cosas por poner y esto empieza a hacerse un poco largo.

Yendo hacia la parte alta de la ciudad llegué hasta la universidad, con su torre que llama bastante la atención.

Cerca de allí y en mi camino de bajada hacia el río y el puerto, pasé por el parque de Brandon Hill, donde se encuentra la torre Cabot.

Esta torre se erigió en 1897 en memoria de John Cabot, 400 años después de que comenzara su viaje de exploración de América del Norte. En realidad era veneciano, así que el nombre era Giuseppe Caboto.

Después de esto bajé al río y me dirigí hacia el famoso Clifton Suspension Bridge, un puente colgante sobre el río Avon.

Este puente fue diseñado por Isambard Kingdom Brunel, uno de los más insignes ingenieros civiles de Inglaterra. Su construcción comenzó en 1836, pero se vio interrumpida en 1843 por falta de financiación. Se terminó de construir en 1864, cinco años después de la muerte de su diseñador. El puente aún sigue en uso por tráfico rodado previo pago de un peaje de 50 peniques, pero es gratis para los peatones. El puente tiene unos 75 metros de altura sobre el río y una longitud de 450 metros, dominando la garganta del Avon.

Después de hacer muchas fotos al puente volví hacia el centro de la ciudad, ya que el puente queda a las afueras y tuve que caminar un buen rato para llegar a él. Antes de completar mi recorrido pasé al lado del S. S. Great Britain.

Este barco, diseñado y construido por el mismo ingeniero de antes en 1843, fue el primer barco con propulsión de hélice que fue utilizado en las rutas transoceánicas. Ahora está en dique seco y se puede visitar previo pago, lo cual no hice porque no tenía suficiente tiempo.

Antes de volver al coche para iniciar camino de vuelta a Guildford, pasé por una de las zonas más nuevas y recuperadas de la ciudad, la plaza Millenium Square, donde hay una curiosa construcción.

Se trata de un planetario. Por cierto, para los que dicen que nunca salgo en las fotos que pongo, aquí salgo justo en el medio.

Es curioso como todas las ciudades inglesas que tenían puertos, sobre todo puertos en estuarios de ríos, que son muy habituales por aquí, han ido intentando recuperarlos con construcciones modernas, como la zona de Docklands en Londres, muchas veces por ser zonas portuarias en las que las actividades ilícitas florecían tras el decaimiento de los puertos.

De vuelta a Guildford me desvié un poco hacia el sur para ir a Wells, una pequeña población conocida por su bella catedral.

Esta es quizá una de las catedrales que más me ha llamado la atención en este país hasta ahora. Es además una de las mejor conservadas y restauradas de las que me he encontrado. En el interior no pude sacar fotos, ya que había que pagar y yo no sabía que iba a merecer la pena hacerlo (tal vez vuelva algún día), ya que cuenta con una solución arquitectónica que parece moderna pero realmente data del siglo XIV. Se trata de unos arcos invertidos en forma de tijera que se construyeron para solucionar los problemas de hundimiento de los cimientos por culpa del peso de la torre del crucero. Aquí tenéis un enlace para que los veáis.

Esta catedral tiene un par de similitudes con el famoso libro de Ken Follet, Los pilares de la Tierra. En primer lugar, la ciudad fue muy próspera gracias al comercio de la lana, y si no recuerdo mal, en el libro se hablaba de ello. En segundo lugar, la impresionante fachada oeste, fue construida entre 1230 y 1250 siguiendo el esquema de las fachadas de las grandes catedrales francesas. De nuevo, si mi memoria no me falla, en el libro, el protagonista recorre Francia y lleva las nuevas ideas del gótico a Inglaterra donde termina la construcción de la catedral. Además, Ken Follet es de Cardiff, que no está muy lejos de Wells. No he encontrado ninguna prueba de que el pueblo ficticio de la novela y Wells tengan ninguna relación, pero me pareció una coincidencia curiosa.

Después de una visita rápida a este pueblo cogí el coche para volver a Guildford, donde pasé el domingo descansando, que hacía mucho tiempo que no lo hacía y aún me quedaba otra semana de viajes, pero esto se quedará para otra entrada.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

6 comentarios:

  1. Albertico, como siempre te has superado. Lo que no me explico es cómo te cunde el tiempo.
    Tienes que explicar también cómo te las arreglas para que el clima te respete, porque hay que ver qué cielo más azul y que sol espléndido te ha tocado; pero... ¿no estaba siempre nublado y/o lloviendo en ese pueblo?
    Besicos faticos, toooodos pa tí.

    P.D. Yo también me acuerdo de la película que nombras.

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  2. Yo creo que come y bebe mientras anda y hace fotos. Todo a la vez. jeje.
    De todo el viaje me quedo con la garganta y el puente colgante. ¡Qué pasada!
    Apenas sales en la foto, que conste. Queremos pruebas de que de verdad estás tú allí. De paso confirmamos que realmente te da tiempo a hacer todo eso.
    Un abrazo, nos vemos en breve.

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  3. Estoy de acuerdo con Joan, debes comer, beber y hacer fotos todo junto.

    Pues igual Ken Follet se inspiró en esa catedral porque es mucha concidencia.

    Muchos ánimos!
    Besos!!

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  4. Una pasada la foto de los arcos invertidos, "atojona" un poco no???
    ¿es todo así de alucinante???

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  5. Que guapas las catedrales chico, no me canso de decirlo.
    El puente es impresionante, como siempre Berto, gracias por darnos la oportunidad de ver estos sitios tan bonitos.

    Un abrazo emorme Obi!!

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  6. Impreionante!!! ¿pero cuántas veces has enfocado con el sandwich y no con la cámara???. La verdad es que puede que el "maravilloso" Mr. Follet se inspirara en esta catedral de Wells, pero yo no me la imaginaba así....Y el cañón ¿ no os recuerda a otro libro?? recordáis a la "comunidad" navegando en canoas por el Andouin??

    Besines.....te esperamos con turrón
    desde Xixón

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