miércoles, 30 de abril de 2014

...come arroz

Esto puede parecer una obviedad sabiendo dónde estoy viviendo. El arroz es básico en la dieta asiática en general y japonesa en particular, siendo el equivalente a nuestro pan. Hay muchas maneras de prepararlo, pero la mayor parte de ellas se basa en hacer arroz blanco sin sal, hecho normalmente en las arroceras, y luego ya se agregan cosas. Por ejemplo, el famoso arroz frito se hace cogiendo el arroz blanco, añadiendo cosas y terminando de pasarlo en la sartén.

También hay varios productos derivados del arroz como por ejemplo, uno de los más conocidos, el mochi. El mochi se prepara tradicionalmente a partir de un arroz  especial básicamente dándole palos para hacer harina y mezclarlo con agua para obtener una pasta que se deja secar.

La verdad es que no tengo fotos de comidas japonesas hechas con arroz, así que voy a pasar a nuestra querida gastronomía española. Una de las comidas más conocidas de nuestra gastronomía fuera de España es la paella. En primer lugar, hablar del nombre, que aquí lo modifican un poco y pasa a ser algo como paeria. Me imagino que viene de la pronunciación en inglés, que si no me equivoco, suelen decir algo como paelia.

Aquí es posible comer “paella” en varios sitios. Normalmente, los restaurantes españoles e italianos ofrecen paella en el menú ya que desde aquí la gastronomía de los dos países parece la misma. Por regla general, no pido paella en estos sitios. Otra posibilidad es pedir una paella a casa… sí, al estilo Telepizza. Aquí sí que pedí en una ocasión una paella para ver qué tal.


La verdad, lo que pone en la caja parece de un anuncio de compresas: fino, seguro, con una sonrisa y para total satisfacción.


Había paellas para todos los gustos, pero decidí pedir la de marisco. La verdad es que se notaba que los tropiezos estaban puestos encima después de echar el arroz; no había que andar rascando el arroz de dentro de las cáscaras. Conozco a un italiano que trabaja en una pizzería poniendo los ingredientes sobre la masa. Me dijo que le ponía nervioso tener que andar contando los tropiezos que ponía y tener que hacerlo exactamente como en la foto que le enseñaban. Supongo que en el caso del marisco también tendrán establecida la cantidad exacta que ponen. Luego había partes en las que el arroz estaba como una piedra. Vamos, que ya os podéis imaginar que no era gran cosa.

Poco después de aquella vez fue cuando un chico de Alicante hizo una paella para los del laboratorio. El hombre era todo un profesional y el resultado fue bueno teniendo en cuenta las condiciones para la preparación.

Hace unas semanas, los padres de un amigo de Madrid que está viviendo aquí, pasaron unos días por aquí. Entre otras cosas, se trajeron unos kilos de arroz y una paellera. El resultado fue el siguiente.


Por supuesto, el resultado no tenía nada que ver con la “Paella delivery”. Sin embargo, yo tengo el baremo muy alto ya que mi referencia estándar es la paella de la suegra de mi hermano, allá en un pueblo de Alicante.


Esta es la mejor paella que comí hasta ahora (salivando a lo Homer estoy). Por lo menos de esta manera puedo establecer una escala entre la “Paella delivery” y ésta.

A la espera de saborear otra paella (que no arroz con cosas) me quedo. Si hay voluntarios para prepararla, que se apunten, que yo de hacer arroz, más bien poco: o muy duro o pasado.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

lunes, 31 de marzo de 2014

…se toma una cerveza

No me considero un bebedor pero sí que disfruto de vez en cuando de un vino, una copa o una cerveza… o varias. La bebida alcohólica japonesa más famosa es sin duda el sake (), aunque en realidad esta palabra significa alcohol y se usa para referirse a cualquier bebida alcohólica. Lo que se conoce como sake es el nihonshu (日本酒), que viene a ser alcohol japonés, vamos, el vino de arroz, aunque no tiene nada de vino. Sin embargo, hoy no voy a hablar del nihonshu, aunque habría para rato y unos cuantos dolores de cabeza. Hoy toca hablar de cerveza.

Yo diría que los japoneses beben más cerveza que nihonshu, al menos estoy casi seguro de que en volumen así es. Hacia 1876 un japonés que viajó por Alemania fundó en Sapporo la primera fábrica de cerveza de Japón. En general es una cerveza bastante suave que se deja beber fácil, lo cual a veces es peligroso sobre todo si se combina con un nomihodai (beber lo que se quiera por un precio determinado durante un tiempo establecido). En este caso, suelen poner una primera buena cerveza pero el resto que sirven deja bastante que desear, pero es una buena manera de emborracharse.

Una de las cosas que más me llamó la atención son las latas de cerveza con motivos estacionales.


En esa foto pongo tres cervezas de otoño (las de la izquierda) con las típicas hojas rojas del arce japonés. La siguiente es una cerveza de invierno con unos copos de nieve. La última es una lata de primavera, con las flores del cerezo tan famosas en Japón. Lo sé, falta una de verano, pero es que quería tirar las latas de una vez y no podía esperar a completar la colección. Si no recuerdo mal, la de verano venía con unos fuegos artificiales (hanabi).

Pero soy español, así que no podían faltar aquí algunas cervezas españolas.


El otro día vi una litrona de Ambar a la que le tengo bastantes ganas. Un poco cara, pero hay que soportar la empresa española aunque sea desde aquí.

Pero soy asturiano, así que en esta entrada alcohólica no podía faltar la reina.


Sidra de casa con manzanas de Cenera. Ya se sabe que la sidra, en cuanto pasa el puerto Pajares ya no sabe igual, pero en este caso merecía la pena traer una botella para poder disfrutarla aquí también.


Besos para ellas y abrazos para ellos.

viernes, 28 de febrero de 2014

…visita unos monstruos

Otra vez que llego a poner una entrada justo al final de mes. En este caso tengo una buena excusa, el mes es un poco más corto que lo normal.

El fin de semana pasado decidí dar un paseo ya que hacía tiempo que no andaba por ahí. Ya desde el año pasado tenía ganas de ir a ver los monstruos de hielo de Zao o, en japonés romaji: Zaou Juhyou. Zao es una zona montañosa que queda en la frontera entre la prefectura de Miyagi (donde yo vivo) y la de Yamagata (la vecina del oeste) de modo que se suele hablar de Miyagi Zao y Yamagata Zao. En realidad, ya he hablado alguna vez de esta zona, casi al principio de venir aquí y otra vez hace año y medio.

Japón es un país con un clima bastante extremo, al menos desde mi punto de vista. En verano hace bastante calor con mucha humedad pero en invierno el termómetro se desploma y nieva mucho. Creo que este año se dio alguna noticia en España sobre lo que había nevado aquí y como una zona se había quedado incomunicada. Por suerte, aquí no nieva tanto ya que el aire frío viene del oeste y se queda en las montañas del oeste, precisamente donde fui el fin de semana.

Los monstruos de hielo no son otra cosa que árboles cubiertos completamente de nieve. Para poder verlos hay que subir bastante para que las condiciones de temperatura y demás permitan que se forme el hielo con la nieve encima de los árboles. Al parecer no es algo tan común, al menos no en Japón. Al parecer es más fácil verlos si se va por la zona de Yamagata puesto que se llega utilizando un teleférico, pero en este caso se hace de noche, con iluminación y no se puede caminar por la nieve. Yo fui a los de Miyagi.

Para llegar a ellos hay que ir hasta una estación de esquí, Sumikawa, y allí coger un camión oruga.


Hay tres turnos, a las 11:00, 13:00 y 15:00. Yo fui en el de la una y creo que fue una suerte. El de las tres es un poco tarde y puede que haya poca luz al llegar arriba. Además, ese día empezó a nublarse mucho cuando subíamos.

Yo pensaba que el viaje iba a ser un poco más confortable, pero no. Meten a demasiada gente en las cabinas y si se es un poco alto se tienen problemas de espacio. Además, aunque tienen un poco de calefacción, la parte de abajo se queda congelada así que recomiendo llevar dos pares de calcetines por lo menos. El paseo dura unos 45 minutos hasta que se llega a la parte más alta pero se ve muy poco por las ventanillas entre el vaho de dentro y la nieve y hielo de fuera. Al llegar arriba se puede salir de los camiones unos 15 minutos para poder acercarse a los árboles y sacar algunas fotos. El problema es que hacía tanto frío (unos -10 ºC con viento) que casi no se podía parar. La verdad es que yo iba poco preparado y me quedaron los dedos congelados casi literalmente. No pude dedicar mucho tiempo a las fotos así que la calidad no es muy buena. Yo que quería sacar partido al objetivo nuevo que compré hace un mes. En fin, al menos estas fotos están pasables.



A la vuelta paramos en Togatta Onsen para darnos un baño en el Ryokan Sanjiro y calentar un poco. En unas horas pasé de -10 ºC a 40 ºC.


Besos para ellas y abrazos para ellos.

jueves, 30 de enero de 2014

...se lía

Los que me conocen ya saben que soy un poco despistado. Cada vez menos porque trato de ir mejorando pero aún tengo despistes de los gordos, aunque en este caso tengo una pequeña excusa. La historia será larga así que los que no quieran leerla que lo dejen aquí aunque al final hay algo interesante para aquellos que estén residiendo o pretendan vivir en Japón.

Para entender la historia tengo que empezar en noviembre del año pasado cuando recibí un correo de la agencia de viajes con la que tenía cogido el billete para volver en Navidad. Me dijeron que Air China había cancelado el vuelo entre Sendai y Pekín con lo que me iban a cambiar el billete por otro entre Osaka y Pekín. Para quien no conozca bien Japón, Osaka está a unos 600 km de Sendai a vuelo de pájaro. Así que os podéis imaginar que dije que no aceptaba el cambio. Yo pensaba que la compañía tendría que ofrecerme un cambio por otro viaje que saliera desde Sendai o bien pagarme el traslado al nuevo aeropuerto de salida. Tras intercambiar varios correos con los de la agencia (porque no tienen teléfono de atención) e incluso una llamada a Air China en Madrid, varios de ellos muy sui generis, sobre todo la llamada (hablé con un chino que apenas hablaba castellano ni inglés y muy borde), al final me enteré de que la compañía no estaba obligada a nada porque me habían avisado con más de un mes de antelación. Por lo menos conseguí que me dejaran salir de Tokio porque me venía bastante mejor. Ni siquiera me dejaron salir al día siguiente, como me hubiera gustado, porque no había sitios con la misma tarifa. Después de lo que me pasó el año pasado, que el anterior ya habían cancelado el mismo vuelo y que el trato no es bueno ni en el aeropuerto ni en el avión, la verdad es que si lo puedo evitar, no volveré a volar con ellos.

Tras haber pasado por todo esto, una semana antes de la salida de mi vuelo, me enteré de que me tenía que quedar aquí hasta el día de Navidad, así que tuve que volver a cambiar el billete, esta vez con cargo a mi cuenta, por supuesto. Como había tenido que cortar mis vacaciones al principio, decidí extenderlas al final, así que cambié también el billete de vuelta a principios de enero.

El problema fue la mañana en la que metimos las maletas en el coche de mis padres para ir a Barajas, un sábado de madrugada. Cuando me puse a revisar mi documentación, me di cuenta de que me había caducado la tarjeta de residente por tan solo cuatro días. Con la actual ley de inmigración japonesa basta tener en regla la tarjeta de residente para poder volver a entrar en el país. Si la tarjeta caduca, el visado se cancela (en mi caso, visado de trabajo como Professor). Con la ley anterior había que pagar un permiso de re-entrada antes de salir del país, es decir, un pase que permitía volver a entrar en el país sin perder el visado. De esta manera, uno ya estaba sobre la pista de mirar cuándo caducaba el visado si quería salir y volver a Japón. Además, otra excusa que puedo poner es que en los últimos años tuve que cambiar varias veces el tipo de visado con lo que había perdido la noción de cuándo me caducaba, de verdad que pensaba que era más adelante puesto que yo llegué aquí un junio, no enero. De todas maneras, la culpa fue totalmente mía, eso seguro.

Hice el viaje bastante preocupado así que no fue un placer que digamos. Cuando llegué a Japón, me hice el loco en el control de aduanas. Por supuesto, se dieron cuenta de que mi tarjeta había caducado así que me mandaron a la oficina de inmigración donde un oficial se dirigió a mí de muy malas pulgas. Yo con mi mejor cara de compungido-nomenterodená (la cual, aunque cada vez menos, llevo normalmente en este país) le entendí que tenía que esperar allí sentado. Al poco rato volvió con un traductor profesional y me echaron una buena diatriba. Un inciso, no entiendo que un oficial de inmigración en un aeropuerto internacional como el de Narita no hable por lo menos inglés. El resumen es que perdía mi visado y tenía dos opciones, intentar reclamar y pedir que me dieran una extensión de la tarjeta, cosa que no iba a ser muy posible y menos un domingo por la noche siendo festivo al día siguiente, o cancelar la tarjeta de residente, entrar con visado temporal de 90 días (para entendernos, como turista), conseguir el visado de trabajo de nuevo y cambiar el estatus una vez dentro. Por suerte, al ser español se puede conseguir el visado temporal en el momento, así que me decidí por esta segunda opción. El problema era que yo había leído que no era posible cambiar de visado temporal al de trabajo una vez dentro a no ser en casos excepcionales, así que yo pensaba que tendría que volver a España para hacer los trámites en la embajada japonesa.

Al final, tras mucho papeleo en la universidad (mi contratante aquí) y en la oficina de inmigración (nuevo certificado de elegibilidad, visado de trabajo, cambio de estatus y nueva tarjeta de residente), conseguí el visado de trabajo con mi nueva tarjeta que tuve además que registrar en la oficina del distrito donde resido.

Una pesadilla de papeleo para comenzar el año pero creo que puede resultar interesante para alguien que se vea en la misma situación. Lo bueno que trajo todo esto es que no me entró demasiada morriña como suele ser habitual cuando vuelvo a marchar tras unas vacaciones en España, ya que tuve suficientes preocupaciones con las que distraerme.


Besos para ellas y abrazos para ellos.

domingo, 15 de diciembre de 2013

…se sube a un barco

Fe de erratas: Menos mal que tengo a los fieles del blog para tirarme de las orejas cuando me equivoco. 
Primero, aunque me salva el diccionario de la RAE por los pelos, donde pongo misionario debería decir misionero, que es más común (sí, me viene del inglés missionary).
Segundo, a pesar de que el viaje fue bastante largo, la expedición de la que hablo en la entrada llegó a Sanlúcar de Barrameda en 1614 y no en 2014.
Tercero, simulador es masculino así que debo de poner "un simulador" y no "una simulador".
Muchas gracias por las aportaciones a la familia Lorente-Aragüés.

El año se va acabando y cada vez me cuesta más actualizar el blog, pero por lo menos he conseguido lo que me había propuesto, poner una entrada al mes como mínimo.

Hoy voy a hablar de un pequeño viaje que hice hace casi un mes. Con unos amigos decidimos alquilar un coche por un día (aún no hablé de cuando conseguí la convalidación del carnet de conducir) para ir a Ishinomaki, una población a unos 50 kilómetros al norte de Sendai. Es una de las poblaciones que más sufrieron los efectos del tsunami de 2011 pero aquí quiero hablar de otra cosa. Fuimos a ver el barco San Juan Bautista, que acaban de terminar de restaurar.


Este barco es una réplica del barco en el que viajó Hasekura Tsunenaga en 1613 para establecer relaciones con España y El Vaticano, enviado por Date Masamune, el fundador y daimyo (señor feudal) de Sendai. Probablemente habréis oído hablar de la conmemoración de los 400 años de relaciones entre Japón y España. Hace unos meses, el príncipe japonés viajó a España y se vio con su homólogo allí, mientras que hace poco Rajoy estuvo en Japón, visitando Fukushima (sí, cuando decía que no había problema mientras en la tele salía por debajo que había habido una nueva fuga de agua en la tristemente famosa central).

Trataré de resumir un poco la historia, a mí me parece interesante pero puede resultar un poco tedioso (si es así, os podéis saltar los siguientes párrafos). Se considera a Hasekura Tsunegaga como el primer embajador japonés en Europa pero no tuvo mucha suerte que digamos. Él y sus hombres viajaron entre Ishinomaki y Acapulco (situado de aquella en Nueva España), donde parece que se lo pasaron muy bien. Luego cruzaron México y embarcaron para España en Veracruz. Llegaron a Sanlúcar de Barrameda en 2014. El embajador logró audiencia con Felipe III en Madrid quien, ante la petición de establecer relaciones comerciales entre España y Japón, respondió que se lo pensaría pero primero Hasekura tenía que unirse al cristianismo, así que lo bautizaron como Felipe Francisco Hasekura. La comitiva pasó varios meses en España. Entre otras cosas, fueron los primeros japoneses que vieron una corrida de toros. Tras un tiempo, se marcharon en dirección al Vaticano, donde llegaron en 1615. El Papa Pablo V aceptó la oferta de enviar misionarios a Japón pero lo de la decisión sobre el comercio lo dejó para el rey de España.

Hasekura decidió volver a Japón siguiendo el camino contrario. A su paso por España, el rey le dijo que no había trato porque no consideraba oficial la comitiva ya que durante el largo viaje de Hasekura el regidor japonés, el shogun (señor de los señores feudales que tuvieron el poder por encima del emperador durante varios siglos) Tokugawa Ieyasu había mandado expulsar a los misionarios cristianos de Japón.

Viendo su suerte, Hasekura siguió su camino de vuelta dejando atrás a varios de sus hombres en Coria del Río porque unos cuantos se habían enamorado (no sé si de aquella era también de la comida o sólo de las mujeres). Muchos conocen la historia del apellido Japón que aún se conserva por el sur de España. Además, creo que hay un proyecto para cruzar el ADN de esa gente con bases de datos en Japón para saber si hay todavía familiares repartidos en ambos países.

Hasekura llegó a Japón, tras pasar por México y Filipinas, en agosto de 1620. Allí se encontró con un panorama muy diferente, el shogun había muerto y el nuevo, su hijo Tokugawa Hidetada, perseguía más fuertemente a los cristianos. Hasekura continuó siendo cristiano en secreto. Tras su muerte, su familia y sirvientes fueron acusados de cristianos y los ejecutaron en 1637.

Dejando ya el rollo histórico, el museo no es que sea gran cosa pero tampoco desmerece una visita. Hay una simulador en el que se pone una película sobre el viaje mientras los asientos de mueven al son de las olas del mar. Lo malo son los actores, como el capitán del barco que se suponía que era español pero el actor era italiano, con el consiguiente acento en las cuatro frases que dice.  No le echo la culpa al actor sino a los productores, pero bueno, no creo que esperen muchos visitantes españoles.

Lo que sí me daban ganas era de montarme en el barco y zarpar en busca de España, pero eso mejor lo dejamos.


Después decidimos seguir el viaje hacia el norte otros 50 km, concretamente a Minamisanriku. Esa sí que fue una de las zonas más cercanas al epicentro del terremoto que causó el tsunami de 2011 y aún se notaba mucho. Lo que queríamos ver allí fue un Moai que regaló el gobierno de Chile puesto que allí sufrieron otro tsunami muy destructivo en 2010 (en la zona donde estuve este verano precisamente). Cuando me comentaron que allí había un Moai, pensé que era uno real de la Isla de Pascua, cosa que me parecía muy rara, por supuesto.


Como podéis ver, era demasiado nuevo como para ser uno de los de verdad. De todas maneras, fue curioso verlo. Después me acordé que yo sí había visto uno de verdad, hace 3 años cuando visité el museo Británico en Londres.


Si es que al final está todo conectado. Mucha letra, pocas fotos pero un viaje curioso.


Besos para ellas y abrazos para ellos.

domingo, 17 de noviembre de 2013

...viaja en tren

Me temo que esta entrada irá también con poca chicha, así que ya veo venir las críticas constructivas, pero es que en las últimas semanas no he tenido mucho tiempo para ponerme a escribir.

Hoy me gustaría comentar algo sobre los viajes en shinkansen en Japón. En primer lugar, para el que no conozca el nombre, el shinkansen es el famoso tren bala japonés. Se puede encontrar mucha información acerca de esta maravilla tecnológica que sigue asombrando a muchos. Es quizá la forma más sencilla y rápida de viajar entre las principales ciudades japonesas, aunque no la más barata, al menos para los residentes. Sí sale bastante bien de precio el Japan Rail Pass, un pase con el que se puede viajar utilizando los medios de JR, la compañía nacional de ferrocarriles japonesa (hay otras pequeñas compañías privadas), que no sólo son los shinkansen sino que también incluyen los trenes normales, algunas líneas de autobús e incluso algún ferry.

Como digo, es un poco caro, pero es que hay tal cantidad de trenes que es normal que haya que pagar de alguna manera el servicio que se ofrece. Cuando digo que entre Madrid y Oviedo hay cuatro trenes directos al día, no me creen, claro que si uno busca los trenes entre Sendai y Tokio, uno se encuentra con esto (fuente: hyperdia.com, una buena página de búsqueda de horarios de trenes en Japón), si alguien quiere, que eche la cuenta. Los trenes que pone que salen a la misma hora es porque son trenes dobles que salen de sitios diferentes y en algún punto del recorrido se unen, pero todavía así las cuentas son bastante diferentes en comparación con lo que hay en España. Y aún con esta cantidad de trenes, nunca han tenido un accidente mortal (triste recordatorio del accidente de Santiago). La puntualidad es máxima quitando en el caso de que se tengan que parar por seguridad, cosa que ocurre en el caso de que esté pasando un tifón o haya habido un terremoto (esto nos pasó hace dos años a mi madre y a mí cuando fuimos a Tokio).

Aquí no voy a poner fotos mías de los trenes porque se puede poner tren bala, bullet train o shinkansen en buscadores de internet y ver muchas imágenes de las narigudas máquinas e incluso del interior. Los asientos son muy espaciosos y cómodos. Mi experiencia llega a los asientos de turista que son suficientemente cómodos. Es curioso que no haya televisores en los vagones pero supongo que será porque casi no da tiempo a ver una película antes de llegar a destino, eso y que ahora todo el mundo va con su teléfono móvil o tableta a todas partes.

Que me voy por las ramas, como siempre. Lo que os quería poner son fotos de algo que es más difícil de encontrar por internet, de la revista que suele haber en los trenes en la que se venden todo tipo de cosas, desde comida, estanterías, ropa a… bueno, ya veréis. En algunos casos, el objetivo del producto queda bastante claro, en otros tal vez se necesite algo de explicación.

Para empezar, hay que sentarse bien cómodo en cualquier situación.


Una de las posiciones para sentarse más conocidas, correctas y tradicionalmente utilizadas es la de seiza, es decir, de rodillas, pero esta posición es difícil de aguantar durante un tiempo largo (cuán largo, depende, claro, yo llegué a aguantar hasta 20 minutos hace mucho tiempo, pero ahora no llego ni a los dos minutos), pero con este aparato, todo está solucionado.


Ahora digamos que una quiere ir de paseo con el coche pero quiere salir del coche sin arrugarse la falda, pues este aparato le puede venir muy bien.


Pero claro, a veces uno quiere ir caminando de paseo y le da por llover, qué mejor que un basto-paraguas.


Y si ha salido con su querido perro y éste vuelve hecho unos zorros, lo que hay que hacer es darle un baño y que coma bien no sea que pille algo.


Pero si uno está fuera de paseo y… primero pongo la foto y luego comento, para que tratéis de adivinar lo que es.


…le entran ganas de ir al baño, lo mejor es llevarse ésto, un lavaculos portátil. En serio, pone “el culo limpio siempre limpio”. 13 centímetros de aparato, convertible, con un depósito de 180 ml, que puedes llevar en tu bolso allá donde vayas. Me abstengo de hacer más comentarios.

Claro que si uno quiere ir bien limpio por la vida, hay que meterse a ello hasta las orejas.


Pero es difícil de saber cuándo están bien limpias.


Uno se ha ido de paseo, se ha aseado bien, así que al final le entran las ganas de dormir, como a la chica de arriba, pero hay que estar preparado para dormir en cualquier lado.


Esta posición es bastante común aquí, sobre todo en las oficinas. Pero si una mujer está en casa y su posición preferida para dormir es boca arriba, hay que tener en cuenta que la línea puede cambiar.


Ya puestos a poner las cosas en su sitio, o más bien a cambiarlas.


Y es que a los orientales les atraen las mujeres con los ojos grandes y abiertos, vamos a uno le atrae lo que no tiene, como siempre. Pero supongo que a las mujeres les atraen los hombres con pelo y si uno quiere lucir una buena mata, qué mejor que esto.


Pero no siempre está el tiempo como para llevar una gorra abierta, así que uno puede comprarse un sombrero fedora para parecerse a Indiana Jones.


Y hasta el mismísimo Indi necesita de espacio en su armario para sus sombreros (para los látigos tendrá que esperar).

De momento voy a llegar hasta aquí, no por nada, es que ahora no tengo más fotos de la revista. Cada temporada va cambiando así que con un poco de suerte tendré más material dentro de poco ¡Buen viaje!


Besos para ellas y abrazos para ellos.

domingo, 27 de octubre de 2013

...come cocido

En dos entradas de años anteriores (2011 y 2012) hablé del imoni, el cocido de patata que es típico de la zona. Este año lo volví a comer y además en dos ocasiones, una con la gente del laboratorio y otra con unos amigos.

En el caso del laboratorio, fuimos a Akiu onsen, del que hablé en otra ocasión. El cocido lo comimos en la terraza de un hotel, lo cual no es lo más tradicional, pero sí que era más cómodo. De todas maneras, las vistas desde allí no estaban mal.


Y lo mejor es que podíamos darnos un baño en el rotenburo del hotel, el cual es uno de los mejores en los que he estado hasta ahora. Como no había muchos clientes, tuve la suerte de poder hacer una foto.


Los rotenburo normalmente están bastante cerrados por aquello de la desnudez y los pervertidos. Pero, en este caso, aunque tampoco se podía ver mucho, sí que había cierta sensación de amplitud.

A lo que venía esta entrada es al tema de los cocidos. Como ya hablé y puse fotos del imoni en su momento, voy a poner una foto de otro cocido un poco diferente.


¿Alguien sabe lo que es? Espero que se note que es una fabada. Las últimas veces que fui a España me traje de vuelta varios preparados de fabada. En este caso, además lo hizo mi padre (volviendo a la tradición de los kit quitapenas) incluyendo el vino, un reserva de bodegas Lalanne, denominación de origen Somontano, que estas cosas las hay que regar como es debido. No pude traerme el agua, como algunos hacen cuando preparan una fabada pasando el Pajares, pero el resultado no estuvo mal del todo. Aunque esto del resultado yo creo que depende de las ganas que se tengan de catar los productos de la tierra y de la morriña que se tenga.

No es que sea muy típico de la zona, pero entra muy bien ahora que está empezando a enfriar el tiempo.


Besos para ellas y abrazos para ellos.