viernes, 30 de abril de 2010

...busca el rumbo

Este fin de semana pasado tenía claro que iba a ir a Londres, para seguir conociéndolo un poco, aunque no sabía bien dónde ir. Mi primera idea era ir a ver algún museo victoriano en Kensington, hasta que hablé con uno de los compañeros de casa y me comentó que él había estado viviendo en Londres, en concreto en Greenwich, y que era un buen sitio para ir cuando hace buen tiempo. Así que me decidí ir allí para aprovechar estas semanas de inusual cielo despejado en esta isla.

Greenwich es uno de los barrios de Londres, pero queda un poco alejado del centro aunque sigue siendo zona 2, por lo que los pases de metro más utilizados tienen validez para llegar allí. Esto para mí no tenía ninguna utilidad, pero lo pongo por si a alguien le da por hacer algo de turismo por esta ciudad. Para llegar allí hay que coger un tren que en ocasiones va elevado, el DLR (Docklands Light Railway). En mi caso, cogí un metro hasta Docklands, una antigua zona portuaria que ahora alberga los edificios más altos de Inglaterra, en concreto, aquí está el Canary Wharf, el más alto de todos, y que debe su nombre al comercio con las islas Canarias. Ahora no voy a poner ninguna foto de este edificio, porque se ve mejor desde lejos que cuando llegas a su lado.

Tras un breve recorrido desde Docklands hasta Greenwich en el DLR, me dirigí en primer lugar a intentar ver el Cutty Sark, el famoso barco que aparece en las botellas del whisky homónimo. Este fue el último tea clipper, barcos rápidos que hacían la ruta comercial a las Indias.

Esto fue todo lo que pude ver del famoso barco. En 2007 sufrió un incendio mientras estaban restaurándolo, supongo que a alguien le pareció que la restauración tenía que ser algo más drástica. Como podéis ver en la imagen, estarán reconstruyéndolo hasta finales de 2011, una pena.

Tras el intento de ver algo de este barco, fui hacia el National Maritime Museum, pasando al lado del Old Royal Naval College, el cual también es obra de Cristopher Wren, de quien ya he hablado en la anterior entrada.

Del National Maritime Museum no tengo apenas fotos, ya que en las exposiciones que merecían la pena no dejaban sacar fotos. Una de las joyas que guardan en este museo es el traje ensangrentado del vice-almirante Horatio Nelson llevaba cuando murió durante la batalla de Trafalgar. Una imagen de este traje se puede ver aquí. En este museo y en la Queen’s House, que es una antigua villa de verano, se exponen multitud de pinturas referentes a la vida en el mar, aunque no precisamente se refieren a la pesca. Muchas de las obras están dedicadas a la exaltación del orgullo patrio, algunas de ellas llevadas, a mi entender, a la exageración. Por ejemplo, existen varias obras dedicadas a la ascensión a los cielos de Nelson tras su muerte. En fin, cosas que tienen los museos militares. De todas maneras, la visita al National Maritime Museum es interesante, sobre todo por la cantidad de maquetas de barcos de todas las épocas que se exponen aquí.

En medio del Greenwich Park, un inmenso parque al que acude una cantidad enorme de gente los fines de semana, sobre una colina, se encuentra el Royal Observatory, construido por quien ya os podéis imaginar.

Este observatorio se construyó con el propósito de encontrar la forma de medir la longitud en el mar, quizá el mayor problema de la navegación marítima hasta la aparición de los sistemas de navegación modernos.

La medida de la latitud era bastante sencilla, utilizando los astrolabios, cuadrantes o sextantes. Sin embargo, la medida de la longitud era bastante complicada en el mar, donde no existen referencias. Para ello, se encontraron dos soluciones. Una de ellas fue la preparación de cartas estelares, para lo cual se utilizaron los telescopios de este observatorio, de manera que se pudiera identificar a qué hora exacta se podían ver las estrellas cuando pasaban por el telescopio debido a la rotación de la Tierra. De manera que, en el medio del mar, se podía identificar la posición de las estrellas y con ellas la longitud gracias a estas cartas. Bueno, la verdad es que esto no sé si lo he explicado muy bien; si hay algún lector que lo sepa explicar mejor, que lo diga.

De esta manera, se estableció el origen de la medida de la longitud en el sitio en el que el primer astrónomo real, John Flamsteed, realizó sus estudios.

La segunda solución fue la medida del tiempo. Si se fuera capaz de llevar un reloj que diera la hora exacta en el meridiano de origen en todo momento, entonces bastaría medir la hora en el punto en el que se está y calcular la longitud a partir de la diferencia horaria. El problema de este sistema tan simple era que los relojes más exactos de la época eran de péndulo, y estos no pueden usarse en un barco que está en continuo movimiento. Así, se estableció un premio para quién pudiera conseguir fabricar un reloj lo suficientemente exacto, que se pudiera llevar en los barcos. Quien finalmente lo consiguió fue John Harrison, un carpintero y relojero autodidacta. Una curiosidad acerca de esto es que existió un comercio de horas, vendiendo la hora del meridiano de Greenwich en distintos puntos del Mundo.

Vaya, menuda chapa acabo de soltar, espero que todavía haya alguien leyendo esto. Voy a poner una imagen de la placa que indica el punto por donde pasa el famoso meridiano.

Me resultó bastante difícil sacar una foto de esto sin que no hubiera alguien posando delante, ya que había una cola muy larga de gente esperando para hacerse la foto, así que tuve que sacar la mía entre modelo y modelo. Lo bueno es ver las poses de la gente ya que hay de todo, hay quien camina con un pie delante de otro por encima de la placa, hay quien intenta separar los dos hemisferios o también la típica pareja besándose en la frontera entre oeste y este.

Desde la colina del Royal Observatory se tienen unas vistas bastante espectaculares de Docklands con la Queen’s House en primer término y justo detrás el Old Royal Naval College.

Si no me equivoco, el Canary Wharf es el edificio con la azotea en forma de pirámide.

Después de toda esta visita cultural, fui hasta un pub que me había recomendado mi compañero de casa. Para llegar a él, tuve que atravesar todo el Greenwich Park, pasando por donde tenían todo preparado para la maratón de Londres, que se corrió al día siguiente de estar yo allí, y tiene su salida en este parque. A juzgar por el tamaño de los recintos de agrupamiento para la salida, la cantidad que gente que debe de correr este maratón es impresionante. Las fotos que saqué no hacen honor al tamaño del sitio, así que no voy a poner ninguna aquí.

Por último, de vuelta al centro de Greenwich, antes de volver a Guildford, fui hasta el Greenwich footway tunnel, que es un túnel peatonal que conecta Greenwich con Docklands por debajo del Támesis. Al parecer, este fue el primer túnel por debajo del agua del Mundo.

La imagen no es gran cosa, pero era para que quedara constancia.

Y así es como intenté encontrar el rumbo, acudiendo al origen de la longitud y de los usos horarios, pero no sé si he tenido éxito en mi empeño. Habrá que continuar vagando a la deriva por este Mundo.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

2 comentarios:

  1. Me impresionó mucho las dimensiones de Greenwich y sí, también tengo la típica foto del meridiano. No hicimos el tonto porque iba con tata Isabel y dos señoras formales no hacen el tonto. Eso sí, estamos una en el Este y la otra en el Oeste.
    Besicos faticos y disfruta, que me parece que te estás comiedo el tarro más de la cuenta.
    Jorge y Sara

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  2. Nada chaval, esto lo leerás ya desde mi ordenador.
    Muy cultural e interesante esta entrada.
    Si es que las distancias en Inglaterra ya se me hacen raras, ¿me estaré tropicalizando demasiado?
    Curioso lo de la venta de horas ¿quién si no los ingleses te iban a vender algo que no pueden? O que no deberían poder.
    Talue

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