jueves, 13 de septiembre de 2007

...llega a Japón

Hola chavales.

¿Cómo van las cosas por los distintos reinos: Asturias, Madrid, Chipre, Huesca, Galicia… me dejo alguno?

Yo, como ya os lo podréis haber imaginado, he llegado vivo y de una pieza, que no es poco, a Nagano. Hoy estoy escribiendo estas líneas desde la residencia que me consiguieron.

Pero creo que debería empezar por el principio, o por lo menos un poco más atrás. El vuelo de Madrid a Ámsterdam se retrasó unos minutos, con lo cual tuvimos bastante poco tiempo entre este vuelo y el de Narita y llegamos casi justos para el embarque (para los que no lo sabíais, hacia allí viajé con un compañero de trabajo, Nacho, pero él iba a Sendai). El vuelo hasta Japón al principio se hace bastante ameno, aunque sólo es por la novedad, pero al final, cuando estás pasando al norte de Mongolia y ves que aún queda prácticamente la mitad, se te cae el alma a los pies. Por cierto, tomamos nuestra primera comida estilo japonesa en el avión, con palillos y todo. Lo peor de todo fue que apenas pude dormir en todo el viaje.

Después de desembarcar en Narita, los controles policiales son bastante penosos. De no ser porque pasaban con perros policía, el resto fue como una pachanga, ni siquiera tuvimos que pasar las maletas por el escáner. Una vez fuera de la terminal, se pueden coger los billetes para el Narita Express y para el shinkansen (tren bala); por cierto, un aviso para futuros viajeros, en Narita por lo menos, la JR (Japan Railway) no admite tarjetas, por lo que recomiendo llevar algo de dinero cambiado; por otro lado, si se cogen los billetes del shinkansen sin reserva de asiento puedes coger un tren a cualquier hora de la línea que hallas pagado, se sobreentiende. De Narita fuimos hasta Tokio, apreciando como cambia el paisaje respecto a España u otros países europeos. El recorrido, sobre todo al principio, es cercano a muchos campos de arroz y entre uno y otro se ven muchos bosques, que dan la impresión de ser tan tupidos que no se podría caminar entre los árboles. Al fijarnos más nos dimos cuenta de que mezclados entre los árboles había una especie bambúes que eran los que hacían tan espeso el bosque. Es en la estación de Tokio dónde realmente te empiezas a dar cuenta de que estás en un país muy lejano, porque hasta ese momento, desde que te metes en el metro de Madrid, no haces otra cosa que ir entre cuatro paredes de hormigón o de lata, con gente de todas las nacionalidades. En Tokio nos separamos: Nacho hacia Sendai y yo hacia Nagano.
Al llegar a Nagano el paisaje se hace bastante montañoso dejando un poco de lado las grandes aglomeraciones de cerca de Tokio, aunque me quedé dormido y no pude ver casi nada del principio, para mi desgracia, porque estaba hecho polvo. A la estación de Nagano me fue a buscar el que será mi jefe directo allí (Kim; me da que es un nombre coreano). Parece un hombre muy majo y también bastante joven para el puesto que tiene. Él me llevó hasta la residencia, aunque antes tuvimos que pasar a comprar ropa para la cama, y aquí empezó mi primera experiencia con los supermercados japoneses en los que no te enteras de nada y ni siquiera puedes preguntar porque no te van entender, menos mal que iba con Kim, que si no… y aún así, no pude encontrar sábanas, así que esta noche voy a dormir sobre una especie de cubre-colchón. Eso si logro dormir algo, porque a pesar del cansancio que tengo ahora (20:00 hora local), hace un calor de mil demonios con una humedad que debe de andar cerca del 95% o más, de hecho, me parece que está lloviendo ahora mismo.

La residencia no está mal, es una habitación amplia, con una cama y bastantes muebles, cocina con microondas y nevera, y un baño de lo más extraño, aunque de estilo occidental. Os intentaré mandar fotos en otra ocasión, pero ahora no me voy a poner, porque estoy que me caigo de sueño y aún me tengo que afeitar, y como siga así, me voy a hacer una escabechina de cuidado (no Mario, al final no me compré la afeitadora). El baño es una pieza entera de plástico, con la bañera hecha como un molde directamente sobre la pieza, pero esto creo que ya lo había visto en algún sitio, lo más extraño es que el grifo del lavabo es el mismo que el de la bañera… Además, no sé cómo se enciende el calentador de agua, con lo que me tengo que duchar con agua fría hasta mañana. Otra cosa que me encontré al llegar a la habitación, es que aquí parece que hay que estudiar un máster para tirar la basura, y menos mal que las instrucciones están en inglés, pero esto merece casi un capítulo aparte. Por último, decir que me parece que no tengo internet en la residencia, así que no podré conectarme muy a menudo, a no ser desde el trabajo, así que ya veremos cómo hago.

En fin, creo que por hoy ya habéis tenido suficiente rollo. Más adelante os escribiré con mi primer día, solo, en el supermercado, ya veréis cómo os vais a reír cuando os diga que no tengo ni idea de cómo comprar champú ni gel, o cuando me traiga suavizante para la ropa en lugar de jabón.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

3 comentarios:

  1. ahora ya solo queda disfrutar de la experiencia y de las chavalas locales que dos meses se pasan enseguida

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  2. tengo entendido que un gran handicap de la vida allá por tierras niponas es la puesta en funcionamiento(correcto, por supuesto) de ese aparato desconocido que es la lavadora....Mucho ánimo,el proceso de aprendizaje es largo y costoso pero seguro que una persona decidida como tú conseguirá sacar a delante tan complicada empresa......

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  3. Animo Berto. soy Inés la madre de Carlos y acabo de descubrir tu blog.Me lo pasó Carlos. Me prestó. Disfruta, aprende y hasta otra.

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