viernes, 28 de mayo de 2010

...se reúne (VI)

En la anterior entrada sobre mi visita a Reunión, nos había dejado a Joan y a mí durmiendo en su casa. Al día siguiente nos levantamos bastante temprano ya que teníamos mucho que hacer este día. La idea era ir a ver de lejos el volcán de la isla, el cual está activo. De manera que cogimos el coche y nos dirigimos allí, pero antes de llegar a él, hicimos varias paradas.

La primera de estas paradas fue en el mirador sobre el Grand Bassin, el comienzo de una Rivière, con paredes verticales impresionantes.

En este sitio había una especie de teleférico para mercancía todavía en funcionamiento, el cual servía para enviar comida y otras cosas a los pueblos del fondo del valle.

La siguiente parada fue para echar una mirada sobre una de las grandes y escasas planicies que hay en la isla, La Plaine des Cafres, la cual está situada entre el volcán y uno de los circos, el Cirque de Cilaos.

En esta panorámica se nota bastante el cambio de una imagen a otra de la composición, pero es que mis conocimientos de diseño gráfico no me permiten hacerlo mejor.

El pico más alto que se ve al fondo de la imagen creo recordar que es el Piton des Neiges, el pico más alto de la isla, de algo más de tres mil metros de altura. El nombre significa Pico de las Nieves, lo cual por lo visto ocurre algunas veces. Además, aquí se puede ver como las nubes comenzaban a entrar hacia el centro de la isla desde el este, cosa que ocurre con frecuencia, por lo que no estábamos seguros de que pudiéramos ver el volcán como es debido.

Como comentario chovinista, esta parte de la isla me recordó un poco a Asturias, por el tipo de verde, los prados y, sobre todo, las granjas con vaquerías para leche, con su característico olor.

Continuando nuestro ascenso hacia el volcán, llegamos al cráter Commerson que lleva mucho tiempo inactivo. La verdad es que de este sitio no tengo una foto que le haga justicia, pero era bastante impresionante con sus 200 metros de diámetro y 235 metros de profundidad. Desde allí, se podía ver el comienzo de otra Rivière, en este caso la Rivière des Remparts, de la que ya he hablado en otra entrada.

La penúltima parada en nuestro camino fue para admirar la Plaine des Sables.

Esto es una planicie totalmente recubierta de roca volcánica. Daba la impresión de estar contemplando un paisaje lunar. A partir del fondo de este sitio la carretera se convertía en una pista.

Ahora no estoy muy seguro de si sabré explicar como es debido lo que vimos. Tal vez ayude echarle un vistazo al mapa de la isla, en concreto a la parte sureste donde está el volcán. Aunque quizá ayude un poco más esta foto sacada a uno de los paneles explicativos. El coche se deja cerca de donde pone lo de Vous ètes ici.

En este cartel se puede ver como el volcán está inclinado hacia el este, de manera que cuando entra en erupción, las coladas normalmente se extienden en esa dirección. La inclinación del volcán en esa dirección se produjo por alguna especie de “rotura” del mismo, de manera que se formó una barrera natural que rodea al volcán en sus tres cuartas partes, llamada Rempart de Bellecombe (rempart significa muralla), de la cual os pongo dos imágenes.

La altura de la muralla es de unos 200 metros. Desde este mismo mirador, se puede contemplar el volcán.

Aquí se pueden observar alguna de las coladas de lava que quedan como ríos congelados en la falda del volcán.

Como dije, la idea era ver el volcán de lejos y quizás llegar a un pequeño pico que está en uno de los extremos de la barrera. Sin embargo, el día era espléndido, con mucho sol, pero sin hacer calor gracias a la altura, más de 2000 metros, y a la brisa que soplaba. De manera que, a pesar de lo tarde que era, nos decidimos a hacer el ascenso al cráter. Lo más complicado fue el comienzo, porque había una gran cantidad de turistas, ya que coincidimos con unos cuantos autobuses. Así que tuvimos que empezar el camino casi corriendo para poder dejar atrás a la gente.

Como se puede ver en una de las imágenes de antes, el espacio que hay entre la Rempart de Bellecombe y el volcán es bastante llano. A esto creo que se le llama el Enclos Fouqué. En esta zona se encuentran dos de las principales atracciones de los turistas. La primera de ellas es el Formica Léo.

Se trata de un cráter estromboliano (no me preguntéis qué es esto) formado en 1753, llamado así por su parecido a un nido de hormigas.

Un poco más adelante, justo cuando comienza la subida al cráter del volcán, está la Chapelle de Rosemont.

Se trata de un túmulo de lava hueco por dentro, lo cual, a juzgar por el olor, le hace ser el sitio perfecto para ser el servicio público de la zona, ya que no hay árboles y el arbusto más alto no levanta por encima de los tobillos.

El ascenso hacia el cráter se hace siguiendo un camino marcado con pintura blanca en la roca volcánica. Las marcas son indispensables cuando las nubes se meten en el Enclos, ya que entonces la visibilidad se hace casi nula y el terreno es tan homogéneo que es prácticamente imposible orientarse.

Como anécdota curiosa, en el ascenso nos cruzamos con la pareja de vascos que habíamos conocido en Cilaos dos días antes.

Una vez llegados arriba, el cráter se presenta casi de improviso, revelándose con toda su majestuosidad. La placidez que parece mostrar en esta imagen, contrasta con la salvaje actividad que se esconde bajo el fondo del cráter.

En realidad, el volcán está formado por dos cráteres. El de la imagen, el cráter Dolomieu, es el más grande de ellos, con un diámetro de entre 700 y 1100 metros. Al segundo, el cráter Bory, no llegamos, ya que no nos quisimos aventurar a continuar sin conocer camino seguro. Este segundo cráter tiene un diámetro de 350 metros y lleva inactivo desde 1971.

En esta última imagen, se puede ver un río de lava solidificada que llega hasta el fondo del cráter. Al parecer, este río se formó durante la pequeña erupción que hubo en enero de este año, de la que precisamente Joan tuvo la suerte de ser testigo, y podéis ver imágenes de ese momento aquí.

La vuelta la hicimos por el mismo camino, así que no tuvo mayor historia. Una vez en el coche, nos dirigimos hacia el bosque de Belouve, donde teníamos reservada una noche en un gîte. Allí nos encontramos con José Alberto y Julián que ya nos estaban esperando.

Como conclusión a esta entrada, decir que me impresionó bastante ver un sitio como este, algo a lo que no estoy acostumbrado. Al encontrarse delante de algo así, uno sólo se puede sentir sobrecogido por la sensación de fragilidad ante la fuerza interior de la Tierra.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

5 comentarios:

  1. A mí también me impresionó mucho el terreno y alrededores del volcán. Además estábamos allí cuando comenzó a echar humo y al poco rato, empezaron a rondar los helicópteros y a subir gente en coche. Por la noche se veía una columna de luz roja.
    Leímos que el cráter es tan profundo desde la erupción de 2.007, que fué de las que hacen época e hizo que el fondo del cráter se hundiera, creo recordar que unos 300 metros. La de este año apenas fué un eructo del volcán, pero todos, turistas y residentes estábamos emocionados.
    Besicos faticos.
    Jorge y Sara

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  2. En la foto de gran bassin, en la punta del mirador es él quien aparece, para los que decian que no salia.
    La excursion dio para contar mas cosas pero el que quierq ver alguna foto o concretar mas en algo, vengan a mi blog, jaja.
    Algun dia, ya en casa terminaré de actualizarlo.
    Los paisajes del volcan son casi indescriptibles. El museo del volcan no fue posible, pues cuando llegamos estaban cerrando.
    Un Abrazo!!!

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  3. Que es esa cosa grande y verde que se ve en la 1º foto detrás de Berto? :)

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  4. Visitaremos tu blog, Joan!!!

    Besos!!

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  5. Una pared rocosa cubierta de vegetación, Arkangel. Casi vertical, pero aún así, las plantitas se agarran a todo.

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