No sé cómo empezar a escribir esta entrada. Bueno, una vez que se ha escrito algo como eso, ya es un comienzo lo cual lo convierte en una contradicción. Y así es como me siento, en un sinsentido.
Este fin de semana ha sido el primero que he descansado desde hace más de dos meses y medio. La última vez que pasé las dos noches de un fin de semana en Guildford fue a mediados de julio, lo cual me parece ahora muy lejano. Así que he aprovechado para intentar descansar un poco y pensar.
El problema es que se suponía que este fin de semana debería estar mano a ruedas con el pequeño Todoroku, tomando el camino del norte hacia Escocia para hacer una visita durante unos días y luego volver aquí e irnos de este país ya fuera por barco o por el eurotúnel. Pero, como algunos ya sabéis y otros lo habréis deducido por el título de esta entrada, voy a quedarme unos meses más en esta isla.
En realidad es mañana, día 3 de noviembre, que hará un año que llegué aquí, pero el contrato de trabajo que tenía hasta ahora comenzaba el 1 de noviembre del año pasado, así que ayer ya se suponía que no debería estar en la empresa.
Es un poco largo de explicar y no os quiero aburrir con mis historias de trabajo, así que os puedo hacer un resumen. Yo tenía pensado marcharme, pero el director de la empresa me hizo una oferta que me resultó atractiva. No hablo de términos económicos, porque en realidad salgo perdiendo respecto al año que termina ahora. Está más relacionado con las condiciones de trabajo y lo que yo quería. La empresa necesitaba a alguien que empezara un proyecto nuevo y yo era su opción más inmediata, tal vez la única que tenían y por eso me lo ofrecieron, no porque les resultara imprescindible ni mucho menos.
Así que, de momento, voy a continuar otros seis meses aquí con la esperanza de que el trabajo me llene un poco más de lo que lo ha hecho este último año pudiendo aprender un poco más de lo que he hecho hasta ahora. Espero que sea así y poder cubrir al menos uno de los objetivos que me planteé cuando vine aquí. Si no es así, ya he estado pensando en otros objetivos para estos seis meses. Uno de ellos, y quizá el más importante, es lograr rascar toda la mierda que hay alrededor de los fogones de la cocina, gracias a la limpieza sobradamente conocida de los ingleses. También aspiro a entender lo que dice uno de mis compañeros de casa, ya que llevo diez meses aquí y aún no le entiendo más de una de cada diez palabras que dice. Pero tal vez estos objetivos sean demasiado ambiciosos.
Por estas y otras razones, estos días están siendo un tanto duros.
Como tengo puesto en mi declaración de intenciones, no pretendo que esto sea un juicio de valor de la cultura inglesa. Sin embargo, creo que me puedo permitir hacer un pequeño comentario sobre el tema.
Y os voy a decir por qué.
Cuando llegué aquí, me dije que tenía que intentar conocer la cultura y llegar a entender a los ingleses. Yo no conocía a nadie de este país, ni amigos, ni familia ni conocidos. Así que decidí que no iba a intentar establecer contacto con españoles, para así conseguir aprender lo mejor posible, sin interferencias. Al menos creí que esta era la mejor manera de alcanzar los objetivos que me había marcado, pensándolo casi como un experimento científico.
Tras un año aquí, los únicos que he conocido realmente y a los que quizá pueda llamarles amigos una vez que marche de la isla han sido tres personas: uno de mis compañeros de casa y dos de karate. Podríais decir que no está mal, pero tengo que decir que el compañero de casa es de madre irlandesa y padre iraní, y los dos de karate (un chico y una chica) son italianos.
En la empresa son casi todos ingleses. Que no lo sea, sólo hay un ucraniano, que tendrá más de cincuenta años, y un chico de Zimbabwe, ambos establecidos desde hace bastante tiempo aquí y con sus esposas (con sus mismas nacionalidades) e hijos. En todo este tiempo, sólo he ido a tomar una vez cerveza con los ingleses, y creo que me lo dijeron de rebote.
Así que, por mi experiencia y por la de otra gente que me ha comentado la suya en este país, es muy difícil que los ingleses te lleguen a integrar de verdad socialmente. Tengo más anécdotas y razones para pensar así, pero no quiero que esto se convierta en una lista de agravios.
Tal vez sea que mi inglés no es todavía lo suficientemente bueno como para seguir una conversación en tono distendido y por ello no puedo integrarme como es debido. Es cierto que yo no soy demasiado sociable, así que yo tengo mi buena parte de culpa también.
De todas maneras no me puedo quejar, ya que mi situación no es tan mala, pero todos somos egoístas en cuanto a las cosas que nos afectan y me he permitido serlo en estas líneas al menos.
Cuando me recupere un poco anímicamente, seguiré actualizando el blog, aún me quedan unos viajes que poner y completar lo de Reunión.
Y si alguien quiere hacer una visita a Londres de fin de semana guiada por un asturiano, ya sabe dónde encontrarme en los próximos meses.
Besos y abrazos para todos.