miércoles, 3 de noviembre de 2010

...continúa

No sé cómo empezar a escribir esta entrada. Bueno, una vez que se ha escrito algo como eso, ya es un comienzo lo cual lo convierte en una contradicción. Y así es como me siento, en un sinsentido.

Este fin de semana ha sido el primero que he descansado desde hace más de dos meses y medio. La última vez que pasé las dos noches de un fin de semana en Guildford fue a mediados de julio, lo cual me parece ahora muy lejano. Así que he aprovechado para intentar descansar un poco y pensar.

El problema es que se suponía que este fin de semana debería estar mano a ruedas con el pequeño Todoroku, tomando el camino del norte hacia Escocia para hacer una visita durante unos días y luego volver aquí e irnos de este país ya fuera por barco o por el eurotúnel. Pero, como algunos ya sabéis y otros lo habréis deducido por el título de esta entrada, voy a quedarme unos meses más en esta isla.

En realidad es mañana, día 3 de noviembre, que hará un año que llegué aquí, pero el contrato de trabajo que tenía hasta ahora comenzaba el 1 de noviembre del año pasado, así que ayer ya se suponía que no debería estar en la empresa.

Es un poco largo de explicar y no os quiero aburrir con mis historias de trabajo, así que os puedo hacer un resumen. Yo tenía pensado marcharme, pero el director de la empresa me hizo una oferta que me resultó atractiva. No hablo de términos económicos, porque en realidad salgo perdiendo respecto al año que termina ahora. Está más relacionado con las condiciones de trabajo y lo que yo quería. La empresa necesitaba a alguien que empezara un proyecto nuevo y yo era su opción más inmediata, tal vez la única que tenían y por eso me lo ofrecieron, no porque les resultara imprescindible ni mucho menos.

Así que, de momento, voy a continuar otros seis meses aquí con la esperanza de que el trabajo me llene un poco más de lo que lo ha hecho este último año pudiendo aprender un poco más de lo que he hecho hasta ahora. Espero que sea así y poder cubrir al menos uno de los objetivos que me planteé cuando vine aquí. Si no es así, ya he estado pensando en otros objetivos para estos seis meses. Uno de ellos, y quizá el más importante, es lograr rascar toda la mierda que hay alrededor de los fogones de la cocina, gracias a la limpieza sobradamente conocida de los ingleses. También aspiro a entender lo que dice uno de mis compañeros de casa, ya que llevo diez meses aquí y aún no le entiendo más de una de cada diez palabras que dice. Pero tal vez estos objetivos sean demasiado ambiciosos.

Por estas y otras razones, estos días están siendo un tanto duros.

Como tengo puesto en mi declaración de intenciones, no pretendo que esto sea un juicio de valor de la cultura inglesa. Sin embargo, creo que me puedo permitir hacer un pequeño comentario sobre el tema.

Y os voy a decir por qué.

Cuando llegué aquí, me dije que tenía que intentar conocer la cultura y llegar a entender a los ingleses. Yo no conocía a nadie de este país, ni amigos, ni familia ni conocidos. Así que decidí que no iba a intentar establecer contacto con españoles, para así conseguir aprender lo mejor posible, sin interferencias. Al menos creí que esta era la mejor manera de alcanzar los objetivos que me había marcado, pensándolo casi como un experimento científico.

Tras un año aquí, los únicos que he conocido realmente y a los que quizá pueda llamarles amigos una vez que marche de la isla han sido tres personas: uno de mis compañeros de casa y dos de karate. Podríais decir que no está mal, pero tengo que decir que el compañero de casa es de madre irlandesa y padre iraní, y los dos de karate (un chico y una chica) son italianos.

En la empresa son casi todos ingleses. Que no lo sea, sólo hay un ucraniano, que tendrá más de cincuenta años, y un chico de Zimbabwe, ambos establecidos desde hace bastante tiempo aquí y con sus esposas (con sus mismas nacionalidades) e hijos. En todo este tiempo, sólo he ido a tomar una vez cerveza con los ingleses, y creo que me lo dijeron de rebote.

Así que, por mi experiencia y por la de otra gente que me ha comentado la suya en este país, es muy difícil que los ingleses te lleguen a integrar de verdad socialmente. Tengo más anécdotas y razones para pensar así, pero no quiero que esto se convierta en una lista de agravios.

Tal vez sea que mi inglés no es todavía lo suficientemente bueno como para seguir una conversación en tono distendido y por ello no puedo integrarme como es debido. Es cierto que yo no soy demasiado sociable, así que yo tengo mi buena parte de culpa también.

De todas maneras no me puedo quejar, ya que mi situación no es tan mala, pero todos somos egoístas en cuanto a las cosas que nos afectan y me he permitido serlo en estas líneas al menos.

Cuando me recupere un poco anímicamente, seguiré actualizando el blog, aún me quedan unos viajes que poner y completar lo de Reunión.

Y si alguien quiere hacer una visita a Londres de fin de semana guiada por un asturiano, ya sabe dónde encontrarme en los próximos meses.

Besos y abrazos para todos.

domingo, 31 de octubre de 2010

...se ve con un amigo

A la semana siguiente de que vinieran por aquí Arkángel, Raquel, Nacho y Marta, Joan se decidió a hacerme una visita.

Joan, a quien muchos de vosotros ya conocéis y si no, lo podéis hacer en su blog sobre sus increíbles aventuras en la isla Reunión, es un amigo de hace mucho tiempo y siempre nos debemos una visita allá donde estemos.

Le doy un trato diferente con esta entrada porque no quiso ir a Londres, así que busqué un itinerario para ver muchas cosas en apenas dos días y que no fuera por la capital. Él llegó al aeropuerto de Stansted, que queda al noreste de Londres, justo al otro lado de Guildford. Como Londres es inmenso, la distancia por carretera es de unos 130 kilómetros ya que hay que rodear la ciudad. El caso es que Joan vino de viernes y yo pasé a buscarle por el aeropuerto. Salí con lo que yo creí que iba a ser tiempo suficiente hasta que me di de bruces con la cruda realidad, un atasco enorme por la M25, que es la autopista que rodea Londres. Por raro que parezca, en el país en que se comenzó a motorizar el Mundo, las carreteras no son gran cosa y siempre hay obras en las autopistas. Sumando esto a la cantidad impresionante de gente que se mueve hacia, desde y en los alrededores de Londres, el resultado fueron 3 horas para recorrer 60 kilómetros. Así que eché más de 4 horas en llegar al aeropuerto y el pobre Joan llevaba esperando desde el mediodía. Desde aquí mando de nuevo mis disculpas.

La noche del sábado al domingo la pasamos en el albergue juvenil de Sherwood. Al parecer, el famoso bosque ya no es lo que era en sus tiempos debido a la deforestación que se produjo por la explotación de las minas de la zona. De todas maneras, este sitio no era nuestro primer destino. Aquí os pongo una foto de unas esculturas de Robin Hood y Lady Marian que estaban en el pueblo donde nos quedamos a dormir.

El sábado por la mañana nos fuimos hasta Lincoln con el objetivo principal de visitar su catedral, ya que había leído que es una de las más bellas de Inglaterra. Esta catedral está considerada como una de las obras maestras del románico y el gótico ingleses. La primera construcción Normanda data de 1072, pero un terremoto la destruyó casi completamente en 1185, terminándose su reconstrucción en 1200. Lo que más llama la atención a los ojos de alguien que no sabe de historia o arquitectura, es su fachada occidental.

Ahora que preparé esta panorámica (porque en el sitio me era imposible sacar la fachada en una sola imagen), me doy cuenta de lo que nos explicaron en un recorrido que hicimos. La fachada se realizó en varias fases, la primera de ellas es de origen normando, que son las tres portadas centrales. Más adelante, a partir de 1235, se añadió la fachada cuadrangular gótica. Por último, en el siglo XV se añadieron las torres. En esta foto no se ve, pero la catedral también tiene una torre central sobre la que se erigía una cúpula que llegó a tener 20 metros más de altura que la Gran Pirámide de Egipto. No tengo muy claro que pasó con ella, pero debió de haber algún terremoto más o algo parecido.

Cuando entramos en la catedral, nos ofrecieron hacer un recorrido por el tejado, guiado y que estaba incluido en el precio de la entrada. Como no perdíamos nada y nos pareció interesante lo hicimos. El problema es que se suponía que el recorrido duraba 45 minutos, pero la guía se emocionó al contar toda la historia de Inglaterra y al final acabamos hasta las narices de ella. Entre que mi inglés no es gran cosa y que no estoy puesto en historia inglesa, y que el inglés de Joan es aún peor que el mío, nos acabamos agobiando un poco, ya que la guía hablaba más tiempo del que te dejaba para ver realmente las cosas. Lo bueno es que desde el tejado se tienen buenas vistas de la zona ya que la catedral está construida en una colina.

Lo que se ve en primer término es el castillo de Lincoln, donde no entramos porque se nos hacía un poco tarde por culpa del recorrido que hicimos. Una de las cosas que me llamaron la atención fue que desde este sitio se podían ver como tres o cuatro centrales térmicas y todas ellas de gran tamaño. Probablemente no podréis verlo en esta foto porque les suelo bajar un poco la calidad, pero una de las centrales que se veían tiene 7 u 8 torres de refrigeración, cosa que nunca había visto hasta ese momento. Creo que en la zona hubo mucha minería de carbón, así que supongo que sería por ello que hay esa cantidad de centrales en tan poco espacio. Ahora que escribo esto, creo que la guía contó algo relacionado con la lluvia ácida y la catedral, pero no recuerdo qué era. Lo que sí recuerdo es que la biblioteca fue diseñada por el omnipresente arquitecto Cristopher Wren, del que ya he hablado en más ocasiones.

Tras terminar con la catedral dimos un paseo por la ciudad. La bajada hacia el centro se puede hacer por la calle Steep Hill, que es una calle muy pendiente, como su propio nombre indica. En esta calle se encuentran dos curiosas casas, la primera de ellas, la Norman House.

Y la otra, que es una de las casas más antiguas de Inglaterra, la Jew’s House.

No sé de cuando data esta casa, pero a juzgar por las líneas curvas y la inclinación de la puerta, puede ser verdad que es muy antigua. Aunque esto no tiene nada que ver ya que he visto casas en mucho peor estado que esta.

Llegando al centro se pasa por debajo del Stonebow, sobre el que se encuentra el Guildhall o ayuntamiento, antes de entrar en la High Street.

Después del paseo por la ciudad nos volvimos al coche para poder seguir camino. La idea era la de ir hacia donde teníamos reservado para pasar la noche pasando por el parque nacional de Peak District. Lo malo es que se nos hizo un poco tarde y lo hicimos casi todo en coche por lo que apenas pudimos parar a sacar fotos. Sin embargo, fuimos a ver por fuera la Chatsworth House, casa de los duques de Devonshire.

La zona me gustó bastante a pesar de no ver los picos que el nombre del parque hacía suponer. Tenía un poco más de relieve de lo que suele ser Inglaterra, pero no dejaban de ser pequeñas colinas. Los terrenos de la casa se veían muy manipulados por la mano del hombre, pero tenían cierto encanto y se empezaban a ver mucho los colores del otoño, lo que le añadía belleza al paisaje.

Pasamos la noche en un albergue cerca de Stratford-upon-Avon, el pueblo natal de Shakespeare, el cual visitamos a la mañana siguiente bajo una llovizna que, aunque no era muy fuerte, no nos dejó de molestar durante prácticamente el resto del día. Este pueblo está muy enfocado al turismo relacionado con el famoso dramaturgo, de manera que se puede hacer un recorrido por las casas que marcaron su vida. Por ejemplo, aquí os pongo varias de ellas. La primera, el lugar donde se supone que nació, aunque no se sabe a ciencia cierta, ni siquiera cuándo.

La siguiente es la escuela donde se cree que estudió de joven, la Stratford Grammar School.

Por último y nunca mejor dicho, os pongo aquí la foto de la casa donde murió.

Por cierto, este tipo de casas inglesas, las cuales se ven mucho en este país, se llama Black-and-white Half-timbered, vamos, casas de entramado de madera pintadas de blanco y negro.

El destino principal de aquel día era el Warwick Castle por lo que no nos paramos demasiado en este pueblo ya que Joan tenía que marchar esa misma tarde de vuelta a España.

Este castillo está considerado como uno de los más bellos castillos medievales de Inglaterra el cual se comenzó a construir en 1068 por Guillermo I el Conquistador a orillas del río Avon como podéis ver a continuación, si me creéis que este es el río en cuestión, el cual yo creía que era el mismo que pasa por Bath y Bristol, pero no, por lo visto hay muchos ríos en Inglaterra que se llaman igual y este se conoce como el Avon de Warwickshire.

Es cierto que el castillo está muy bien conservado y su visita merece la pena. Se pueden ver muchas representaciones de la vida en el castillo en las distintas épocas, desde la Edad Media hasta comienzos del siglo XX. Sin embargo, me da la impresión de que el castillo está en manos privadas y su explotación se parece a la de una atracción de feria para atraer a los visitantes con muchas tonterías. De todas maneras, creo que es un sitio que merecía la pena conocer.

A continuación os pongo otra de mis panorámicas del patio interior del castillo. Espero que no estéis hartos de las panorámicas, es que me parece que en ocasiones se puede transmitir mejor lo que se ve.

La verdad es que esta imagen no quedó del todo bien debido a que estaba lloviendo y se me mojó un poco el objetivo, así que se nota un poco borroso en alguna parte.

Después de terminar la visita al castillo nos fuimos a comer en un pub y luego marchamos hacia el aeropuerto de Stansted. Íbamos con el tiempo un poco justo pero con el suficiente para llegar. Lo malo es que no contamos con que habría un atasco impresionante a 20 kilómetros de llegar a Stansted. El asunto era muy grave ya que Joan tenía que trabajar esa noche y el siguiente avión que podía tomar era muy tarde y probablemente le hubiera salido muy caro. Por suerte el tráfico se despejó un poco y llegamos justo para que Joan pudiera entrar en el avión cuando estaban a punto de cerrar las puertas, para una vez que Ryan Air no se retrasa…

En fin, desde aquí darle de nuevo las gracias a Joan por su visita, que sé que siempre es de los primeros que leen estas líneas. Y también disculparme por no haber previsto que el tráfico hacia Londres desde el norte, un domingo por la tarde, sería tan intenso como lo fue.

Como podéis ver, ofrezco viajes organizados por Inglaterra hechos a medida del consumidor. Joan me pidió algo que no fuera Londres, con castillos y rubias, y yo le ofrecí Warwick y unas cervezas en un pub.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

jueves, 28 de octubre de 2010

...se pincha

Entre las dos primeras visitas de las que hablé en la anterior entrada decidí ir a un sitio que me llamaba la atención desde hacía tiempo. Este sitio es la Isla de Wight, la mayor isla de Inglaterra, situada al sur muy cerca de la costa. Para llegar allí, yo que había dicho que no volvería a coger un ferry nada más que para volver a España y aún así me lo pensaría dos veces, hay que ir en barco, como suele pasar con las islas.

El viaje de ida lo hice desde Southampton hasta Cowes. Se puede hacer desde Portsmouth, pero no tuve ganas de volver al sitio al que llegué con el coche hace casi un año. El viaje dura casi una hora y es un poco caro (creo recordar que algo más de 50 libras, incluyendo el coche). El viaje de vuelta lo hice por Lymington, que es un pueblo más pequeño pero está más cerca y el viaje cuesta la mitad.

Lo primero que visité en esta isla fue el castillo de Carisbrooke, situado muy cerca de Newport, la capital de la isla que es un condado toda ella. Aquí os pongo la entrada al castillo.

Y esta es una vista general del interior (otra de mis panorámicas).

Este castillo se comenzó a construir hacia el 1100, aunque, como la mayor parte de castillos, el resultado actual es una mezcla de los continuos cambios necesarios según las épocas, incluyendo una remodelación importante después de que la Armada española pasara muy cerca en 1588. Uno de los más ilustres habitantes de este castillo fue el rey Carlos I, que pasó aquí un par de años en 1647 tras salir derrotado de la Guerra Civil. Trató de escaparse varias veces, la última de ellas casi lo consigue si no llega a quedarse atascado en la reja de la ventana por la que pensaba que podía escabullirse sin quedar atascado. Una caricatura de la época lo muestra con la cabeza encajada entre los barrotes. Tal vez por ello decidieran decapitarlo un año más tarde en Londres, así no volvería a atascarse.

Una de las principales atracciones del castillo es el pozo de agua, la cual se extraía gracias a una noria movida por unos pequeños burros.


Estos burros actualmente viven bastante bien, ya que trabajan por turnos y lo hacen tan solo tres o cuatro veces al día por lo que, como hay cinco o seis burros, trabajan una vez cada día y medio como mucho. Además, antiguamente se utilizaban para sacar realmente el agua del pozo, pero ahora tan solo dan unas pocas de vueltas a la noria, lo que significa que apenas mueven el cubo unos pocos metros. Vamos, que las protectoras de animales no pueden decir que se estén explotando a los animalillos.

El siguiente sitio que visité fue uno de los que me habían movido a visitar esta isla. Se trata de los Needles, una formación de varias rocas de creta que surgen del agua en el extremo oeste de la isla. Aquí os pongo una imagen, que valdrá más de lo que yo pueda intentar explicar.

Esta imagen está tomada desde la Needles Old Battery, una antigua fortificación situada en lo alto de los acantilados blancos, que fue remodelada en la Segunda Guerra Mundial, pero que nunca entro en conflicto por suerte para los soldados aquí asignados. Al principio pensé que sólo se podía ver la formación desde la fortificación, así que pagué las más de cuatro libras por entrar a hacer la foto. Sin embargo, al dar un paseo más tarde por los alrededores, me encontré con que había un mirador desde el que se podían ver casi mejor, aunque desde un poco más lejos.

Para que os hagáis una idea de la altura que tienen los famosos Needles, el faro que está en el extremo mide 33 metros. El primer faro que se construyó en la zona en 1786 estaba en lo alto de los acantilados, pero la luz quedaba cegada por las frecuentes nieblas. Más adelante, en 1859, se terminó el faro que se puede ver ahora. Hasta 1994, año en que fue automatizado, el faro estaba manejado por 3 hombres, trabajando de dos en dos en turnos de dos meses con un mes de descanso. La verdad es que no me puedo imaginar un trabajo más tranquilo que este. A veces creo que yo hubiera servido para un trabajo así.

El nombre de Needles (Agujas) en realidad le viene de una de las formaciones rocosas que estaba en el hueco más amplio que se puede ver en la foto y que realmente tenía forma de aguja. Pero una tormenta acabó con ésta en 1764, a pesar de lo cual, el nombre se quedó grabado.

Después de esto estuve en Yarmouth, pero se me hizo tan tarde que no tengo ninguna foto del castillo que hay en este pueblo que no esté demasiado oscura. Sin embargo, sí que tengo esta de la puesta de sol.

Al día siguiente me di una vuelta en coche por la isla, con destino final la Osborne House, pero antes de hablar de esta casa, os pongo algunas fotos del camino hacia ella, el cual hice por el sur de la isla. La primera de ellas es de la Compton Bay.

También paré en un par de pueblos típicos ingleses con casas de piedra y tejados de paja, que creo que se llaman thatched cottage, que viene a significar eso mismo, casa con techo de paja, muy original. La siguiente foto la tomé en Godshill.

Es curioso, pero estos tejados me recuerdan por un lado a los teitos de alzada de la comarca vaqueira en Asturias y por otro a algunos de los tejados japoneses que estaban hechos también de paja, supongo que en este caso de arroz o algo parecido, aunque no lo sé a ciencia cierta.

Cuando pasé por un pueblo llamado Ventnor, cuando estaba parado en un semáforo me fijé en este típico restaurante inglés.

No sé si el toro estaría contento o no, pero seguro que no se come mal aquí.

La última parada que hice antes de llegar a la famosa casa fue para ver el Bembridge Windmill, un antiguo molino de viento parecido a los de Don Quijote, aunque es un poco posterior, más o menos de 1700, y es el único de este estilo que queda en la isla.

Bien, después de este viaje fotográfico, llegamos a la Osborne House.

Aquí es donde la reina Victoria y el consorte Alberto decidieron establecer su residencia de campo y, cuando murió Alberto, la reina se retiró hasta el día de su muerte, el 22 de enero de 1901. De hecho, se puede ver la misma cama donde esta poderosa reina pasó a mejor vida (o peor, no me voy a poner a hablar de las guerras coloniales que se mantuvieron durante la época victoriana). En el interior no dejan hacer fotos, así que os libráis de ellas.

Para que os hagáis una idea de los terrenos que domina la casa, aquí os pongo una foto donde se ve parte de ellos, con Portsmouth al otro lado del mar, aunque no se distingue demasiado bien, pero seguro que confiáis en mi palabra.

Dentro de los terrenos de la casa se encuentra la Swiss Cottage, una casa de madera donde los niños mimados de la monarquía que iban a ver a la abuela Victoria recibían clases y jugaban.

Ahora la casa se expone a modo de museo. Además, hay una casa cercana que se estableció como museo recogiendo los “regalos” que algunos miembros de la familia real recibían en sus viajes por las colonias.

Cerca de esta casa se encuentran expuestos dos curiosos artefactos. Aquí os pongo la Bathing Machine, literalmente Máquina de Baño, que utilizaba la reina victoria para meterse en el mar sin que nadie le viera las carnes, a pesar de que probablemente se bañaría con uno de esos trajes que se ven en las películas.

Lo otro es la Alberta Deckhouse. No conozco muy bien el vocabulario relacionado con los barcos, pero viene a ser una caseta de cubierta. En ésta fue donde se llevó el cuerpo de la reina tras su muerte a bordo del Alberta (los barcos en Inglaterra tienen nombre femenino, creo que en España también) hasta Portsmouth.

Más o menos esto fue todo lo que vi por allí. Siempre se me queda algo en el tintero, pero es que no tengo tiempo a escribir más últimamente y aún me queda mucho para ponerme al día.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

lunes, 18 de octubre de 2010

...recibe visitas

Voy a tener que provocar una pequeña perturbación en el espacio-tiempo y crear un agujero de gusano para juntar tres de las visitas que recibí en el último mes. La primera de ellas fue justo después de volver de Lisboa, el segundo fin de semana de septiembre, la segunda fue dos semanas más tarde y la tercera este fin de semana. Voy comentar tan solo algunas de las cosas que no había visto hasta entonces de Londres, que cada vez son menos, creo que ya me conozco bastante bien esta ciudad, aunque es tan grande y tan cosmopolita que siempre que voy, descubro algo nuevo.

Comenzando por el principio para no liarlo más, la primera visita fue la de una amiga de karate, Rosa, que vino con su amiga Cristina.

La segunda de las visitas fue la de mis amigos Arkángel y Raquel que vinieron con el hermano de ésta, Nacho y su novia Marta.

Por último, este fin de semana pasado, por fin se decidieron a venir Javier, mi hermano preferido (por si hay algún lector que no lo sepa, es mi único hermano) y Patricia, quien recientemente ha adquirido el título de cuñáa.

Con todos ellos hice más o menos el mismo tour, el cual ya había hecho en otras ocasiones. Como ya dije, Londres es una ciudad muy grande, sin embargo, yo creo que el centro y las atracciones turísticas principales se pueden visitar en dos o tres días, aunque esto es, por supuesto, sin entrar en los sitios y teniendo que caminar mucho con la suerte de que no llueva. Si uno quiere visitar los museos, subir a las atracciones, hacer un crucero por el Támesis… se podrían gastar semanas sin acabar.

Comenzando con las cosas que vi nuevas en estas visitas, aquí está una panorámica de uno de los lagos que hay en el Kensington Gardens.

Cerca de aquí es donde está el famoso palacio de Kensington, pero como estaba en obras y porque tampoco me pareció gran cosa al menos por fuera, no os voy a poner ninguna foto aquí.

En este mismo parque, el cual en conjunto con el Hyde Park forman uno de los mayores parques del centro de Londres, se encuentra el Albert Memorial, pero de este ya hablé. Además, en él hay un sitio bastante interesante que es el Serpentine Gallery Pavillion.

Este es un pabellón que se construye todos los años y se abre al público entre julio y octubre. Cada año lo diseña un arquitecto diferente. Este año, el décimo que se hace esto y el 40 aniversario del Serpentine, el arquitecto francés Jean Nouvel fue el encargado. Yo pensaba que se harían exposiciones temporales o algo así, pero al final se trata de otra cafetería más.

Cerca de este parque se encuentra la zona de los museos victorianos. En dos de ellos ya había entrado, el Science Museum y el Victoria & Albert Museum, pero aún me faltaba el tercero, el Natural History Museum, del que ya puse una foto de su fachada hace bastante tiempo. Algunas de las atracciones más llamativas de este museo son la réplica de ballena azul a escala real, el robot de un tiranosaurio Rex, la simulación del terremoto de Kobe (que es un poco sosa) y muchas otras cosas. Sin embargo, aquí me gustaría poneros nada más que un par de curiosidades. La primera de ellas es este pájaro que me era familiar.

Este es un pájaro Dodo de la isla Reunión, el mismo que aparecía en una foto que puse hace tiempo cuando hablé de mi visita a esa isla (y de la que todavía tengo que completar el resumen en este blog). Así que este es uno de los pájaros que mataron los europeos cuando llegaron a aquella isla, causando una de las desapariciones de una especie más rápidas de la historia.

La otra curiosidad es esta.

Se trata del feroz, el temido, el increíblemente guapo… Albertosaurus. Si alguien quiere saber algo más, que mire la Wikipedia, tranquilos, no es un enlace a mi perfil personal.

Una de las cosas que no había hecho todavía en Londres era subirme al London Eye. Esto es una noria de 135 metros de alta inaugurada en 1999 y operativa desde 2000, situada en la rivera del Támesis, fue la más alta del mundo hasta 2006, año en que se construyó la Star of Nanchang, en China.

Esta noria tiene una historia parecida a la Torre Eiffel, ya que fue construida bajo muchas críticas, se tenía pensado desmontar tras cinco años pero gracias al éxito que tuvo (3.5 millones de visitantes al año), se decidió dejar permanentemente, convirtiéndose en un símbolo de la ciudad. Lo cierto es que es un buen negocio, ya que la entrada cuesta 19.95 libras (unos 23 €) y la vuelta dura apenas 30 minutos. La verdad es que las vistas son bastante impresionantes y, si se tiene tiempo y ganas de gastar el dinero, merece la pena subir. Nosotros lo hicimos cuando comenzaba a atardecer aunque en realidad queríamos haber subido un poco más tarde para poder ver la ciudad de noche. Pensábamos que las colas iban a durar bastante más de lo que lo hicieron y subimos un poco antes de tiempo. Sin embargo, tuvimos suerte de que anocheció cuando estábamos dando la vuelta y comenzaron a encender todas las luces. En especial, tuvimos suerte de que encendieron las luces de las Casas del Parlamento, para así obtener esta imagen incluyendo el Big Ben y por detrás se distinguen las torres de la abadía de Westminster.

Esta es la mejor imagen que tengo, ya que la vibración de la cabina al moverse la noria, a pesar de hacerlo muy lentamente, no me permitió nada mejor.

Para ir terminando, un pequeño chascarrillo de lo que se puede encontrar uno en Londres. En el 99% de los semáforos de Inglaterra hay uno de esos botones para peatones que se puede pulsar cuando se quiere que se ponga en verde. Según mi experiencia, el 98% de las veces no vale para nada pulsar el famoso botón. El caso es que nunca había visto un pulsador como este.

Es decir, un pulsador para los caballos, bueno para los jinetes, supongo. Y es que en los parques del centro de Londres se puede ver de vez en cuando a gente montando a caballo. Yo supongo que tienen que ser gente con mucho dinero, ya que, si ya cuesta un riñón vivir de alquiler en las afueras de Londres, no me imagino lo que sería tener un establo en el centro. Bueno, tal vez sea más barato dormir en una cuadra y seguro que está más limpia que mi casa en ocasiones.

Por último, y por ello lo más importante, me gustaría dar sinceramente las gracias a todos los que han venido por aquí durante este año. Sé que lo hicisteis por ver Londres, pero se agradece igualmente. Ayuda mucho a pasar el tiempo cuando uno está esperando las visitas y cuando se está con ellas, permite coger un poco de aliento fresco para continuar. Si alguien más se quiere apuntar, ya sabe donde estoy y si se quieren referencias (buenas o malas) de la compañía/guía, preguntad a la gente que ha venido.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

miércoles, 6 de octubre de 2010

...escucha un fado

A la semana siguiente de ir a Snowdonia fui a Oviedo para pasar una semana de vacaciones. Como siempre, un placer volver por casa para coger un poco de impulso con familia y amigos para luego volver a la rutina diaria de aquí.

De todas maneras, cuando volví de España, apenas me dio tiempo a deshacer la maleta y volver a prepararme para ir a Lisboa. En este caso, se trataba de un viaje de trabajo para asistir a un congreso. De todas maneras, a pesar de que me tragué todas las charlas, aún tuve algo de tiempo para salir por las tardes a dar una vuelta por el centro. Antes de empezar a poner las fotos, decir que Lisboa me gustó mucho y que merece la pena una visita de dos o tres días como mínimo. Estuve hace mucho tiempo, creo que con cinco años más o menos, con mis padres pero, como es obvio, apenas me acordaba de nada.

Esto probablemente sea un carrusel de fotos, porque no me paré a recoger demasiada información. Además, a las horas que podía yo salir a dar una vuelta, era imposible entrar en ningún sitio para conocerlo más a fondo. Comentar que por allí me moví principalmente en metro, al menos para llegar del hotel al centro. Es bastante moderno y sencillo, sobre todo si se compara con el de Londres, ya que cuenta con cuatro líneas tan solo.

Voy a comenzar con la plaza de toros de Campo Pequeno, ya que mi hotel estaba bastante cerca de allí.

Una de las cosas que más me llamaron la atención al pasear por Lisboa fue que las aceras no están embaldosadas al uso.

Como podéis ver, parecen mosaicos pero con teselas más grandes. Esto tiene un efecto bastante guapo, pero tiene algún inconveniente. Por ejemplo, las aceras están bastante onduladas y yo creo que es por este tipo de pavimento. Además, las chicas no pueden llevar tacones (o los chicos que también quieran) ya que sería imposible esquivar los agujeros que se forman entre las teselas.

La foto anterior está tomada en la zona de Baixa, que está situada entre dos colinas. Aquí las calles están distribuidas muy uniformemente, en ángulos rectos. Creo que esto es debido a la reconstrucción después del terremoto de 1755, aunque no estoy seguro. Lo que me pareció increíble fue la cantidad de veces que me ofrecieron droga. Nunca me había pasado algo así, que me ofrecieran droga a media tarde en una calle del centro de una ciudad. La primera vez me sorprendió, pero después de la quinta dejé de darle importancia.

En este mismo barrio se encuentra el elevador de Santa Justa, inaugurado en 1902, construido para salvar la diferencia de altura entre los barrios de Baixa y Chiado.

Este elevador también lo vi de día y os puedo asegurar que pierde bastante encanto. Antes se usaba como medio de transporte, sin embargo ahora es más una atracción turística que otra cosa. Este es uno de los elevadores que hay en Lisboa y el único vertical, ya que los otros son como este que está en el barrio de Chiado.

Puede parecer un tranvía, pero se considera una cosa diferente. No sé exactamente cómo funcionan estos elevadores, pero creo que es un sistema del tipo de los funiculares. A continuación os pongo uno de los tranvías.

Al final de las calles de Baixa, a orillas de la desembocadura del río Tajo, se encuentra la Praça do Comércio.

Se trata de una plaza bastante curiosa desde mi punto de vista. La plaza es rectangular con uno de los lados largos sin edificios, justo el que da hacia el Tajo (a espaldas de la foto), de manera que parece que está abierta al mar, ya que la desembocadura del Tajo es muy ancha. Supongo que por ser tan abierta todas las veces que pasé por ella, soplaba bastante el viento.

Algunos edificios interesantes que pude ver fueron los siguientes. El Castelo de Sao Jorge, que domina una de las colinas de Lisboa.

La Casa dos Bicos. Una cosa curiosa con el idioma es que Bico en portugués significa Pico, de donde viene el nombre de esta casa, debido a los picos que sobresalen de su fachada. Sin emabrgo, bico en gallego significa beso, pero beso en español informal se puede decir pico, cerrando el círculo lingüístico. Así que me pregunto si también en la casa se dan besos.

La siguiente es una foto del Convento de Santa Apolonia, con el barrio de Alfama, de origen árabe y que tiene un aire muy mediterráneo.

Y para terminar con esta serie, aquí está la Sé Catedral.

Por último, comentar que una de las actividades del congreso fue un viaje en barco por el Tajo. Esto es una de esas cosas que normalmente no hago cuando voy a algún sitio, ya que lleva mucho tiempo y, si no se dispone de él, no merece mucho la pena. Sin embargo, como nos daban la comida de ese día en él, se podía aprovechar para hacerlo. Además, de esta manera pude ver algunos de los sitios emblemáticos de Lisboa que no hubiera podido visitar en este viaje de otra manera. Este es el Ponte 25 de abril, que cruza el Tajo por uno de los puntos más estrechos de la desembocadura, con el Cristo-Rei de Almada al fondo.

Un poco más abajo está el Monumento a los Descubrimientos.

El barco dio la vuelta a la altura de la torre de Belém, así que pude verla, de lo cual tenía bastantes ganas, ya que es una de las pocas imágenes que se me quedaron grabadas de mi primer viaje a Lisboa y de las que guardo un vago recuerdo.

Después de dar la vuelta, se llegó hasta el Campo de las Naciones, donde se celebró la Expo de 1998, y el Ponte Vasco da Gama, el puente más largo de Europa con algo más de 17 kilómetros. Lamento decir que de esto no tengo fotos, ya que fue cuando estábamos comiendo y no me pude levantar a hacer alguna foto como es debido.

El viernes de esa semana, por la noche, tuvimos la cena del congreso, que se celebró en un restaurante que estaba en un complejo de casas antiguas típicas en Belém. Con lo de complejo me refiero a que las casas estaban situadas formando un patio interior entre ellas, formando una especie de comunidad entre ellas con una pequeña capilla incluida. De nuevo, lamento no tener imágenes de esto, ya que me dejé la cámara en el hotel por no ir cargando con ella. Además, al terminar la cena unos cantantes entonaron unos fados portugueses (lamento la mala calidad del vídeo).

Al día siguiente, después de dormir unas pocas horas cogí el avión de vuelta a Londres donde me encontré con unas amigas, Rosa y Cristina, que vinieron a visitar Londres, pero de esto hablaré en otra entrada.

Besos para ellas y abrazos para ellos.